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Para el 27 de septiembre de 2008
Lee: Levítico 16:30; 17:11; Isaías 6:1-10; 49:6; Jeremías 3:22; Mateo 28:18-20; Hebreos 1:2.
Descubre: ¿Por qué es tan importante que los creyentes se involucren en la misión de la iglesia? ¿Qué paralelismo existe entre el ministerio profético de Isaías y la misión de la iglesia de hoy? ¿Sabes algo… por qué eres adventista del séptimo día? ¿Cuál es la misión y el mensaje de la iglesia adventista del séptimo día? ¿A quién podemos acudir siempre a pesar del dolor, las perplejidades y los sin sabores de la vida? ¿Cuál fue la reacción de Isaías ante la santidad y presencia de Dios? Si el Señor Nuestro Dios tiene el control de todo, ¿Por qué no confiamos plenamente en Dios? ¿Qué elementos propiciaron el llamado de Isaías?
Memoriza y considera: “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí” (Isa. 6:8).
Pensamiento clave: Isaías fue un poderoso profeta del siglo VIII antes de Cristo, quien habló contra el pecado y la corrupción, defendió la justicia y la equidad, y profetizó acerca del Mesías. ¿Qué similitudes podemos encontrar con nosotros hoy?
PROPÓSITOS DE LA LECCIÓN DE ESTA SEMANA
· Saber las similitudes que existen entre el tiempo y el mensaje de Isaías y nuestro propio mensaje contemporáneo.
· Sentir la necesidad de experimentar el mismo sentido de majestad y purificación que sintió Isaías.
· Hacer la resolución de buscar esa purificación y responder al llamado de Dios para ti y los miembros de tu clase.
“Se acercaba el fin del reinado de Uzías y Joatam estaba ya llevando muchas de las cargas del estado, cuando Isaías, hombre muy joven del linaje real, fue llamado a la misión profética. Los tiempos en los cuales iba a tocarle trabajar estarían cargados de peligros especiales para el pueblo de Dios […] Pero los peligros de afuera, por abrumadores que parecieran, no eran tan graves como los de adentro. Era la perversidad de su pueblo lo que imponía al siervo de Dios la mayor perplejidad y la más profunda depresión. Por su apostasía y rebelión, los que debieran haberse destacado como portaluces entre las naciones estaban atrayendo sobre sí los juicios de Dios […] La opresión y la obtención de riquezas iban acompañadas de orgullo y apego a la ostentación, groseras borracheras y un espíritu de orgía. En los tiempos de Isaías, la idolatría misma ya no provocaba sorpresa. (Isa. 2: 8, 9, 11, 12; 3: 16, 18-23; 5: 11, 12, 22; 10: 1, 2.) Las prácticas inicuas habían llegado a prevalecer de tal manera entre todas las clases que los pocos que permanecían fieles a Dios estaban a menudo a punto de ceder al desaliento y la desesperación. Parecía que el propósito de Dios para Israel estuviese por fracasar, y que la nación rebelde hubiese de sufrir una suerte similar a la de Sodoma y Gomorra.
Frente a tales condiciones, no es sorprendente que cuando Isaías fue llamado, durante el último año del reinado de Uzías, para que comunicase a Judá los mensajes de amonestación y reprensión que Dios le mandaba, quiso rehuir la responsabilidad. Sabía muy bien que encontraría una resistencia obstinada. Al comprender su propia incapacidad para hacer frente a la situación y al pensar en la terquedad e incredulidad del pueblo por el cual tendría que trabajar, su tarea le parecía desesperada. ¿Debía renunciar descorazonado a su misión y abandonar a Judá en su idolatría? ¿Habrían de gobernar la tierra los dioses de Nínive, en desafío del Rey de los cielos?”(Profetas y reyes, p. 226-228)
I. ISAIAS
I. ¿Sabes algo…? ¿Quién era Isaías?
“Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y Jerusalén en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá” (Isa. 1:1).
· Isaías es el mayor de los profetas hebreos y autor del libro que lleva su nombre. Fue hijo de Amoz, llamado al oficio profético hacia el final del reinado de Uzías; también sirvió bajo Jotam, Acaz y Ezequías (Isa. 1:1). La tradición dice que fue primo de Uzías y murió (686 a.C.). Llamado a ser profeta en su juventud, Isaías se dedicó plenamente al servicio de Dios en ocasión de la única visión que ha registrado: la percepción de la infinita santidad del carácter de Dios que lo llevó a una conversión más plena y a una respuesta más comprometida con el servicio a Dios (Isa. 6). Sus contemporáneos en el cargo profético fueron Oseas (en el reino norteño de Israel; Oseas 1:1) y Miqueas (en el reino sureño de Judá; Miq. 1:1).
· Isaías, era un hombre elocuente, educado y muy culto, vivió en Jerusalén y sirvió como el consejero político y religioso de la nación. Intentó mantener a Judá firme y leal a Dios durante los años turbulentos e inciertos que vieron la disolución del reino del norte y su caída en el 723/22 a.C., y a través de las reiteradas invasiones asirias a Judá en los años que siguieron. Sin temor reprendió los pecados del pueblo, aconsejó a los gobernantes a confiar en Dios en lugar de depender de alianzas extranjeras que lo ataban, previó la cautividad babilónica, y escribió en detalle con respecto a la gloriosa restauración que culminaría con la venida del Mesías y el establecimiento de su reino eterno, siempre que el pueblo cooperara con Dios. La influencia de Isaías fue grandemente responsable de la reforma efectuada por Ezequías, a quien animó y guió durante todo su reinado. Sus consejos y advertencias fueron los factores decisivos en persuadir al rey y al pueblo a mantenerse firmes cuando Senaquerib amenazó con tomar Jerusalén. De acuerdo con la tradición, Isaías fue mártir del hijo de Ezequías, Manasés, que abolió las reformas instituidas por su padre y, presumiblemente, hizo aserrar al profeta por la mitad (Heb. 11:37).
II. TIEMPOS INCIERTOS
· ¿Podría la testarudez de Judá tener similitudes dentro de nuestras propias iglesias?
· ¿Hay peligro de que los que crecieron en el evangelio lleguen a ser resistentes a su poder?
· ¿Qué “síntomas espirituales” podrían indicar corazones encallecidos y oídos sordos?
1. ¿Cuáles eran las condiciones sociales, morales y espirituales en los días del profeta Isaías?
El período del ministerio profético de Isaías fue un tiempo de incertidumbre y disturbios, durante el cual las 10 tribus fueron llevadas a un cautiverio permanente y en el que, según todas las apariencias, era sólo cuestión de tiempo que Jerusalén sufriera el mismo destino. Judá había sido bendecida de tiempo en tiempo con líderes devotos que frenaban la marea del mal y realizaban reformas con éxito variable. Uzías y Jotam fueron, en su mayor parte, leales a Dios, pero sólo impulsaron a medias a la gente a seguir su ejemplo. El rey Acaz fue apóstata y profanó el templo (2 Reyes 16:3, 4, 10-18; 2 Crónicas 28:1-5, 22-25; 29:1-7). Con el estímulo de Isaías y otros, Ezequías instituyó una serie de reformas profundas que produjeron un gran reavivamiento espiritual (2 Crónicas 29:1-30:13). El reino del norte había llenado su copa de iniquidad, y su apostasía fue completa y sin remedio, pero el profeta contemporáneo Oseas declaró: "Judá aún gobierna con Dios, y es fiel" (Oseas 11:12).
· La misión de Isaías como profeta fue llamar al pueblo de Judá a que volviera al verdadero Dios, y a estimularlos a confiar en él a pesar de la mala suerte que parecía a punto de abrumarlos.
· Isaías vivió en un mundo convulsionado. Tanto para Judá como para Israel fue un tiempo de peligro y crisis.
· El pueblo de Dios había caído en muy graves pecados.
· En tiempo de Azarías (Uzías) de Judá y Jeroboam II de Israel ambas naciones habían llegado a ser fuertes y prósperas. Pero la prosperidad material había producido decadencia espiritual.
· El pueblo dejó a Dios y sus caminos de justicia.
· Las condiciones morales, sociales y espirituales eran muy parecidas en las dos naciones. Por doquier se cometían injusticias en los tribunales, porque los magistrados aceptaban cohechos, y los gobernantes se dedicaban principalmente a los placeres y a lograr ganancias personales. Predominaban la codicia, la avaricia y el vicio. Mientras los ricos se enriquecían más, los pobres más se empobrecían y muchos caían en tal pobreza que quedaban reducidos a la esclavitud. Las condiciones sociales y morales de ese tiempo son descritas gráficamente por Isaías y sus contemporáneos, Miqueas, Amós y Oseas.
· Las condiciones espirituales eran reprobables Muchos abandonaron el culto de Jehová, y siguieron a los dioses paganos. Otros mantenían las formas exteriores de la religión, pero no conocían su poder y significado verdaderos.
2. ¿Quién era Uzías? ¿Qué características especiales se dieron en la vida del rey Uzías? ¿Por qué al final de su vida se rebeló contra Dios? (1 Crónicas 26)
El reinado de Uzías [también llamado Azarías] en la tierra de Judá y de Benjamín fue caracterizado por una prosperidad mayor que la conocida bajo cualquier otro gobernante desde la muerte de Salomón, casi dos siglos antes. Durante muchos años el rey gobernó con discreción. Gracias a la bendición del Cielo, sus ejércitos recobraron parte del territorio que se había perdido en años anteriores. Se reedificaron y fortificaron ciudades, y quedó muy fortalecida la posición de la nación entre los pueblos circundantes. El comercio revivió y afluyeron a Jerusalén las riquezas de las naciones. La fama de Uzías "se extendió lejos, porque se ayudó maravillosamente, hasta hacerse fuerte." (2 Crón. 26: 15.)
Sin embargo, esta prosperidad exterior no fue acompañada por el correspondiente reavivamiento del poder espiritual. Los servicios del templo continuaban como en años anteriores y las multitudes se congregaban para adorar al Dios viviente; pero el orgullo y el formalismo reemplazaban gradualmente la humildad y la sinceridad. Acerca de Uzías mismo hallamos escrito: "Cuando fue fortificado, su corazón se enalteció hasta corromperse; porque se rebeló contra Jehová su Dios"
El pecado que tuvo resultados tan desastrosos para Uzías fue un acto de presunción. Violando una clara orden de Jehová, de que ninguno sino los descendientes de Aarón debía oficiar como sacerdote, el rey entró en el santuario "para quemar sahumerios en el altar" El sumo sacerdote Azarías y sus compañeros protestaron y le suplicaron que se desviara de su propósito. Le dijeron: "Has prevaricado, y no te será para gloria." (2 Crónicas 26:16, 18.)
Uzías se llenó de ira porque se le reprendía así a él, que era el rey. Pero no se le permitió profanar el santuario contra la protesta unida de los que ejercían autoridad. Mientras estaba allí de pie, en airada rebelión, se vio repentinamente herido por el juicio divino. Apareció la lepra en su frente. Huyó espantado, para nunca volver a los atrios del templo. Hasta el día de su muerte, algunos años más tarde, permaneció leproso, como vivo ejemplo de cuán insensato es apartarse de un claro: "Así dice Jehová." No pudo presentar su alto cargo ni su larga vida de servicio como excusa por el pecado de presunción con que manchó los años finales de su reinado y atrajo sobre sí el juicio del Cielo (PR225, 226).
3. ¿En qué año murió Uzías?
La muerte de Uzías, probablemente fue el año 740/739 a. C. Evidentemente esta fecha es importante. En el año final del largo reinado de Uzías (52 años 2 Crónicas 26:3), el Señor concedió al joven Isaías una visión que confirmaba su vocación para que ejerciera la misión profética, y le dio un mensaje de reprensión para Israel (PR 226-228). Era un tiempo de peligro y crisis. El gran rey asirio Tiglat-pileser III había ascendido al trono en 745 a.C., y casi inmediatamente comenzó una serie de campañas que culminaron con la conquista de buena parte del Asia Occidental. En 745 a.C. luchó contra Babilonia; en 744 a.C. invadió el territorio al noreste de Asiria, y entre 743 a. C y 738 a.C. realizó campañas anuales contra el noroeste. En sus anales, Tiglat-pileser menciona con frecuencia a Azriau de Iauda, al que generalmente se identifica con Azarías (Uzías) de Judá, quien sin duda era el caudillo de la resistencia contra la agresión asiria en los países de la región mediterránea del Asia. También se menciona a Manahem de Israel.
Uzías murió mientras Tiglat-pileser dirigía sus campañas contra los reyes occidentales. El que se había opuesto tan decididamente a Asiria, había muerto. ¿Cuál se ría la suerte de Judá? ¿Todo el mundo caería presa de las armas asirias? Por causa de sus pecados, el profeso pueblo de Dios había perdido la protección divina. El poderío asirio parecía invencible, y aparentemente antes de mucho Judá sería vencido, y Asiria dominaría al mundo.
III. LA VISION DE ISAÍAS
· ¿Qué significa para ti ser cristiano?
· ¿Cómo puedes seguir el ejemplo de Isaías y ser testigo en el mundo de hoy?
· ¿Cuán cerca tenemos que estar de Dios para escuchar su llamado?
· ¿Cuáles son tus prioridades? ¿El trabajo? ¿La escuela? ¿Los juegos? ¿Dios? ¿Las actividades misioneras? ¿Eres una persona activa o pasiva?
· ¿Por qué razones debemos ser personas activas dentro de la iglesia? ¿Qué esperan los incrédulos de nosotros? ¿Qué estrategias victoriosas fomentarías para edificar el reino?
1. Lee el texto y responde:
“En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. Hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad” (Isa. 6:1-10).
2. Explica el llamado de Isaías. ¿Acaso te está llamando Dios? ¿Estás dispuesto a ir?
El profeta tuvo una visión de la santidad de Dios y de la angustiosa necesidad de la nación de llegar a conocer al Señor y sus caminos de justicia, rectitud y amor. Vio a Dios sentado sobre un trono, excelso y supremo, y sin embargo profundamente interesado en los asuntos de la tierra, llamando a los hombres al arrepentimiento, siempre listo a perdonar pero obligado por su propio carácter justo a castigar a los que persistían en seguir sus caminos de impiedad. Isaías llamó la atención al hecho de que los caminos de justicia son caminos de vida, paz y prosperidad, pero que los caminos de maldad están llenos de dificultades y dolores. Procuró enseñar al pueblo el verdadero significado de la religión y la verdadera naturaleza de Dios. Exhortaba para que hubiera un mundo mejor y más puro. La nación fue advertida de que si continuaba en sus caminos de impiedad, pronto sería destruida. Dios emplearía a los asirios como su instrumento para ejecutar justicia sobre una nación hipócrita que daba decretos injustos, rehusaba hacer justicia a los pobres, los privaba de sus derechos, perjudicaba a las viudas, y robaba a los huérfanos. Para los tales, Isaías aclaró que el día de la visitación y desolación vendría segura y prestamente.
· Isaías fue tanto estadista como profeta. Amaba profundamente a su nación y hablaba con valor y convicción contra cualquier proceder que no estuviera en armonía con el interés nacional.
· Aconsejó contra la necedad de confiar en alianzas terrenales para ser fuertes.
· El pueblo de Dios sería fuerte si contaba con la presencia del Señor. Pero fue rechazada la oferta de la misericordia y la protección divinas.
· A pesar de la ruina inminente, Isaías se refería de continuo a un remanente que sería fiel al Señor y, por consiguiente, sería salvo.
· Isaías se refiere constantemente al Señor como "el Santo de Israel". Siendo santo, exigía que su pueblo también fuese santo, y siendo justo, no podía soportar la iniquidad. Isaías anticipó un nuevo cielo y una nueva tierra, una nueva Jerusalén, que sería "Ciudad de justicia" (Isa. 1:26). Para Isaías la santidad abarcaba más que una observación escrupulosa de las ceremonias y las ordenanzas de la religión. Estas, en realidad, eran ofensivas ante Jehová a menos que fuesen acompañadas por una reforma del carácter y por una vida santa e intachable.
3. ¿Cuál es el significado de la visión de Isaías? ¿De que manera se describe? ¿Cuál es el mensaje para ti? ¿Cuál es el compromiso con los que nos rodean al aceptar a Jesús como Redentor? ¿Cuál es el método más efectivo para ayudar a otros a conocer a Jesús?
1. “Al Señor sentado sobre un trono alto y sublime”.
Esta manifestación de la gloria divina acaeció en una de las visitas de Isaías a los sagrados recintos del templo (PR 228). Dios tenía el propósito de que Isaías pudiera captar una visión más amplia que la que le proporcionaba su ambiente. Dios deseaba hacerle saber que, a pesar del poderío de Asiría, él seguía siendo supremo en su trono, y que bajo su dominio estaban todos los asuntos terrenales. A Moisés se le concedió una visión similar de Dios (Exo. 24: 10). Más de cien años antes del tiempo de Isaías, el profeta Micaías había visto a Jehová sentado en su trono, rodeado de los ejércitos del cielo (1 Rey. 22: 19). Anteriormente, durante el reinado de Uzías, Amós también vio al Señor, "que estaba sobre el altar" (Amós 9: 1). Más tarde, durante el cautiverio babilónico, tanto Daniel (Dan. 7: 9) como Ezequiel (Eze. 1: 1; 10: 1-5) vieron visiones del Señor en su trono. También Juan, en la isla de Patmos, vio algo similar (Apoc. 4: 1-6). Cuando los peligros asedian al pueblo de Dios, y las potestades de las tinieblas parecen estar a punto de prevalecer, Dios invita a con templarlo sentado en su trono, dirigiendo los asuntos del cielo y la tierra, a fin de que los suyos se reanimen y tengan esperanza (Ed 169).
2. “Sus faldas llenaban el templo”.
En el momento cuando se le, concedió esta visión, Isaías estaba orando en el atrio del templo (PR 228). Las puertas del templo parecieron abrirse ante él, y en el lugar santísimo vio a Dios mismo sentado en su trono. La palabra hebrea hekal, comúnmente empleada para referirse al templo, designa a ese lugar como "templo" o "palacio" del gran Rey del cielo (Sal. 11: 4; 29: 9; Hab. 2: 20). Las "faldas" son la vestimenta de la infinita gloria de Dios. Juan (Isa. 12: 41) aplica esta visión a Cristo.
3. “Había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban”.
La palabra Hebrea sérafim, que significa literalmente, "los que queman" o "los que arden". Compárese con Apoc. 4: 8, donde los seres vivientes que Juan vio en derredor del trono también tenían seis alas. Sin embargo, los seres vivientes vistos por Ezequiel, sólo tenían cuatro alas (Eze. 1: 6). Isaías vio que estos ángeles con dos alas se cubrían el rostro, en actitud de homenaje y reverencia delante de Dios, con dos alas se cubrían los pies, y con dos volaban. Ezequiel vio (que los seres vivientes con dos alas se cubrían el cuerpo, mientras extendían las otras dos hacia arriba (Eze. 1: 11).
4. Los serafines pronunciaban: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria”.
Los ángeles que rodean el trono de Dios sienten profundamente el principal atributo divino: la perfecta santidad de carácter. Los seres vivientes que Juan vio en torno del trono también clamaban: "Santo, santo, santo es el Señor Dios Todo poderoso" (Apoc. 4: . Dios procuraba impresionar en la mente de Isaías el concepto de su santidad, a fin de que el profeta siempre colocara ante su pueblo este atributo del carácter divino, para que pudiera sentirse estimulado a apartarse de sus pecados y aspirara a la santidad.
La percepción de la gloria y de la santidad de Dios induce a los hombres a humillarse ante él (Isa. 40:5). En un tiempo cuando las tinieblas cubrían la tierra y oscuridad las naciones (Isa. 60: 2), Isaías esperaba la hora cuando la gloria de Dios cubriría toda la tierra.
En la visión que recibió Isaías en el atrio del templo, se le presentó claramente el carácter del Dios de Israel. Se le había aparecido en gran majestad "el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo;" sin embargo se le hizo comprender la naturaleza compasiva de su Señor. El que mora "en la altura y la santidad" mora también "con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados." (Isa. 57: 15.) El ángel enviado a tocar los labios de Isaías le había traído este mensaje: "Es quitada tu culpa, y limpio tu pecado." (Isa. 6: 7.)
5. “Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo”.
Los quiciales de las puertas literalmente, "los umbrales", es decir la piedra horizontal en la cual estaban los orificios dentro de los cuales giraban los pivotes de las puertas. Los cimientos mismos del templo parecían estremecerse ante la voz de Dios.
El humo, como de incienso, que reflejaba la luminosa gloria de Dios. En Exo. 19: 18, se describe al monte Sinaí como cubierto de humo y temblando "en gran manera", y Apoc. 15: 8, donde el templo aparece lleno de humo a causa de la gloria de Dios.
6. Las palabras de Isaías: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”
Isaías había pronunciado ayes sobre los pecadores del pueblo de Dios (Isa. 5: 8-30). Ahora, lleno de pavor, al encontrarse en la presencia de un Dios santo, siente profundamente las imperfecciones de su propio carácter. Pasaremos por la misma experiencia en la medida en que nos acerquemos a Dios. Esta visión de la santidad y gloria de Dios proporcionó a Isaías una idea de la pecaminosidad e insignificancia del hombre. Al contemplar a Dios y luego mirarse a sí mismo, comprendió que él no era nada en comparación con el Eterno. En la presencia del "Santo de Israel" (Isa. 5: 24) vio su culpabilidad. Moisés ocultó su rostro cuando entró en la presencia de Dios (Exo. 3: 6), y Job se aborreció a sí mismo y se arrepintió en polvo y ceniza (Job 42: 6).
7. La intervención de uno de los serafines. “Hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas”
El dorado altar del incienso (Exo. 30: 1-5), el cual era, en esencia, un altar de intercesión (Exo. 30: 6-8). Juan vio que las plegarias de los corazones de los pecadores arrepentidos eran presentadas con incienso ante el trono de la gracia (Apoc. 8: 3-4).
8. “Y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado”.
En la visión que recibió Isaías en el atrio del templo, se le presentó claramente el carácter del Dios de Israel. Se le había aparecido en gran majestad "el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo;" sin embargo se le hizo comprender la naturaleza compasiva de su Señor. El que mora "en la altura y la santidad" mora también "con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados." (Isa. 57: 15.) El ángel enviado a tocar los labios de Isaías le había traído este mensaje: "Es quitada tu culpa, y limpio tu pecado." (Isa. 6: 7.)
El carbón encendido del altar representaba el poder refinador y purificador de la gracia divina. También significaba una transformación del carácter. Desde ese momento, el único gran deseo de Isaías para su pueblo fue que ellos también pudieran experimentar la misma obra de purificación y transformación. Nuestra mayor necesidad hoy es que nuestros labios sean tocados con el santo fuego del altar de Dios.
Al contemplar a su Dios, el profeta Isaías, como Saulo de Tarso frente a Damasco, recibió no sólo una visión de su propia indignidad, sino que penetró en su corazón humillado la seguridad de un perdón completo y gratuito, y se levantó transformado. Había visto a su Señor. Había obtenido una vislumbre de la hermosura del carácter divino. Podía atestiguar la transformación que se realizó en él por la contemplación del amor infinito. Se sintió inspirado desde entonces por el deseo ardiente de ver al errante Israel libertado de la carga y penalidad del pecado. Preguntó el profeta: "¿Para qué habéis de ser castigados aún?" "Venid luego, dirá Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos: si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana." "Lavad, limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de ante mis ojos; dejad de hacer lo malo: aprended a hacer bien." (Isa. 1: 5, 18, 16, 17).
El Señor a quien aseveraban servir, pero cuyo carácter no habían comprendido, les fue presentado como el gran Médico de la enfermedad espiritual. ¿Qué importaba que toda la cabeza estuviese enferma y desmayase el corazón? ¿Qué importaba que desde la planta del pie hasta la coronilla no hubiese lugar sano, sino heridas, magulladuras y llagas putrefactas? (Isa. 1:6.) El que se había desviado siguiendo los impulsos de su corazón podía sanar si se volvía al Señor. Dios declaraba: "Visto he sus caminos, y le sanaré, y le pastorearé, y daréle consolaciones [....] Paz, paz al lejano y al cercano, dijo Jehová; y sanarélo." (Isa. 57: 18, 19.)
9. “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí”.
La respuesta de Isaías fue inmediata. Como Pablo, Isaías tenía un gran deseo: que Israel pudiera ser salvo (Rom. 10: 1). Sabía que el castigo pronto caería sobre el pueblo culpable, y anhelaba que los israelitas abandonaran sus pecados. A partir de entonces, la única tarea de Isaías sería la de llevar el mensaje divino de amonestación y esperanza a Israel, a fin de que pudiera captar la visión del amor y de la santidad de Dios para ser salvo.
10. El mensaje: “Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad”
Como muchos otros profetas, Isaías se enfrentaba a una tarea difícil. Dios le advirtió que el mensaje del cual era portador, en buena medida sería desoído; que a pesar de todo lo que él pudiera hacer, el pueblo continuaría andando en sus malos caminos. Su triste destino sería un aparente fracaso, pero sin duda no mayor del que se manifestó en el ministerio de Jesús (Mat. 13: 14-15; 171 15; Juan 12: 37-41) y el de Pablo (Hech. 28: 26-27). Repetidas veces se citan estas palabras aplicándolas a los tiempos del Nuevo Testamento. Sin embargo, a Isaías se le había asegurado que su obra no sería totalmente en vano, porque Dios le reveló que un remanente sería salvado (Isa. 1: 9; 6: 13; 10: 21). Por otra parte, Pablo comprendió que en su tiempo los judíos ya habían hecho su decisión final y habían dejado de ser el pueblo de Dios (Hech. 28: 26-28; Rom. 9-11).
La percepción espiritual de Israel sería tan torpe, que no harían caso ni siquiera de los mensajes más conmovedores que el cielo pudiera enviar. La situación sería similar a la de Faraón cuando endureció su corazón, y rehusó cumplir con el mensaje de Dios presentado por medio de Moisés (Exo. 4: 21). En los días de Isaías no fue Dios quien cegó los ojos del pueblo o entorpeció su corazón. Ellos mismos provocaron esa situación por haber rechazado las advertencias que Dios les enviaba. Con cada rechazo de la verdad, el corazón se endurece más, y la percepción espiritual se embota más, hasta que al final es completamente imposible percibir las cosas espirituales. Dios no se deleita con la muerte de los impíos, y hace todo lo posible para apartarlos de sus malos caminos, a fin de que puedan vivir y no morir (Eze. 18: 23-32; 33: 11; 1 Tim. 2: 4; 2 Ped. 3: 9).
IV. EL PAPEL DE LA IGLESIA EN NUESTROS DÍAS
· Isaías se ofrece como voluntario antes de siquiera saber cuál sería su tarea. ¿Por qué? ¿Qué diferencia existe entre los que se ocupan en la obra de Dios con buena disposición y de los que lo hacen de mala gana?
· ¿Cuál era el sentido de la misión de Isaías si el resultado ya era conocido? ¿Cómo definiríamos el éxito de la misión de hoy? ¿Debería ser el número de bautismos o de iglesias que se establecen? ¿Recuerdas de otros profetas que sus mensajes fueron rechazados?
· ¿Consideras que la gran comisión es de gran importancia? ¿Por qué? ¿Cuán penetrado estás en las actividades misioneras de la iglesia?
· ¿Estas dispuesto a relacionarte con los pecadores, con el fin de mostrarles la composición de Cristo, atender sus necesidades e invitarlos a seguir el Señor?
1. ¿Qué paralelismo existe entre el ministerio profético de Isaías y la misión de la iglesia de hoy?
“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti” (Isa. 60:1)
· Isaías presenta uno de los cuadros bíblicos más vívidos de Israel y del Dios de Israel (Isa. 40-66). Aquí está la descripción más conmovedora de Cristo como el Salvador sufriente (Isa. 53). Aquí se encuentra el cuadro bíblico más claro de la bondad y grandeza infinitas de Dios.
· Aquí también se esboza la gran misión de la iglesia. Isaías comprendió muy bien que Cristo vendría "por luz de las naciones", y que su mensaje de salvación finalmente iría "hasta lo postrero de la tierra" (Isa. 49: 6).
· Exhortó a Sión para que se despertara y se vistiera de su "ropa hermosa" (Isa. 52: 1), ensanchara el sitio de su cabaña y extendiera las cortinas de sus tiendas en preparación para esa hora gloriosa cuando heredaría a las gentes, y haría que las ciudades asoladas fuesen habitadas (Isa. 54: 2-3). Le mandó levantarse y resplandecer, porque la gloria del Señor mismo se levantaría sobre su pueblo, y las naciones vendrían a su luz y reyes a su naciente resplandor (Isa. 60: 1-3).
· Con justicia se llama a Isaías el profeta mesiánico. Ningún otro parece haber comprendido tan claramente la santidad y grandeza de Dios, la persona y misión de Cristo, y el propósito glorioso de Dios para su iglesia. Con justicia Isaías es considerado rey de los célebres profetas de Israel, y sus escritos la obra maestra de todos los escritos proféticos.
2. ¿Cuál es la gran comisión de la iglesia?
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”(Mat. 28:18-20)
La comisión evangélica elimina las fronteras nacionales, y los habitantes de todas las naciones se convierten en miembros de una gran hermandad en la cual "no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos" somos "uno en Cristo Jesús" (Gál. 3: 28; cf. Col. 3:11). El cristianismo destruye todas las barreras de raza, de nacionalidad, de sociedad, de nivel económico y de costumbres sociales.
La aceptación del Evangelio de Jesucristo implica acción de la mente. Sólo el que sabe bien lo que cree puede ser cristiano en el sentido más cabal. Quienes conciben que la conversión y la salvación sólo atañen al sencillo asentimiento de fe en Jesucristo como Salvador - por más importante que pueda ser ese aspecto de la vida cristiana- omiten una parte importantísima de la comisión evangélica. Es tan importante enseñar a las personas que observen lo que Cristo ha mandado, como lo es bautizar. En verdad, el tener fe en Cristo exige un crecimiento constante en "el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Ped. 3:18). Si no se ejercitan las facultades mentales para comprender la voluntad revelada de Dios, no puede haber verdadero cristianismo, ni verdadero crecimiento. Por ello, la instrucción es de vital importancia, tanto antes como después del bautismo. Si no hay una instrucción adecuada en las grandes verdades fundamentales del Evangelio, no puede haber verdadera vida religiosa. Sin embargo, es el maravilloso amor de Cristo el que subyuga los corazones. Si no existe un genuino amor por Cristo, las doctrinas y las formas de la religión pierden su significado y valor.
Las tradiciones humanas y las exigencias de los hombres no tienen valor ante Dios. Cualquier enseñanza que no tenga la autoridad de Cristo, no tiene lugar en la iglesia cristiana. Con referencia a la importantísima distinción que Jesús trazó entre la "tradición de los hombres" y el "mandamiento de Dios"(Mar. 7: 7-8, 13).
En virtud del don del Espíritu Santo, Jesús estaría más cerca de los creyentes en todas partes de la tierra de lo que le hubiera sido posible estar si hubiera permanecido físicamente presente (Juan 16: 7). Las Escrituras hacen que sea una realidad la presencia de Cristo para cada humilde creyente. Por medio del don y la conducción del Espíritu Santo, cada discípulo del Maestro puede disfrutar de la comunión con Cristo, así como fue el caso de los discípulos de antaño.
3. ¿Cuál es el mensaje de la iglesia de hoy?
“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación. Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:6-12)
REFLEXIONES Y APLICACIONES PARA LA VIDA
Mí querido(a) amigo(a) o hermano(a): ¿Te has alejado de Dios? ¿Has procurado alimentarte con los frutos del pecado? ¿Qué has conseguido? ¿Tal vez sólo se han tornado en cenizas? ¿Se han frustrados tus planes y esperanzas? ¿Estás solo y desconsolado? ¿Por qué no permites que el Espíritu Santo realice su obra trasformadora en tu vida? Aquella voz que siempre has escuchado desde hace mucho tiempo, hoy te sigue hablando a tu corazón, ¿Qué responderás? La voz del Espíritu Santo te dice: "Levantaos, y andad” (Miq. 2: 10.) Vuelve a la casa de tu Padre. El te invita en este momento diciendo: "Tórnate a mí, porque yo te redimí." "Venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno” (Isa. 44: 22; 55: 3.)
Nunca pienses que serás suficiente bueno para entonces acercarte a Dios, porque no llegará ese día, acude a Jesús así como estás, aun con tus vestiduras inmundas, no te sientas culpable lo que hayas hecho en el pasado, trata de remediar si tienes la posibilidad de hacerlo, pero recuerda que hoy puedes comenzar de nuevo. Cuando Satanás te señale tus fallas, fracasos y todas aquellas cosas que hiciste en el pasado, cuando te sientas culpable, cuando piensas que ya no hay otra oportunidad para ti, repite la promesa del Salvador: "Al que a mí viene, no le echo fuera." (Juan 6: 37.) Di al enemigo que la sangre de Cristo te limpia de todo pecado. Haz tuya la oración de David: "Purifícame con hisopo, y seré limpio: lávame, y seré emblanquecido más que la nieve." (Sal. 51: 7.)
¿Cuáles son los resultados del ministerio personal? ¿Quién te está llamando? ¿Cuál es tu decisión? ¿Qué significa ser cristiano en estos tiempos?
Reflexiona conmigo el siguiente texto: “Sólo el método de Cristo será el que dará éxito para llegar a la gente. El Salvador trataba con los hombres como quien deseaba hacerles bien. Les mostraba simpatía, atendía a sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces les decía: "Seguidme."
Es necesario acercarse a la gente por medio del esfuerzo personal. Si se dedicara menos tiempo a sermonear y más al servicio personal, se conseguirían mayores resaltados. Hay que aliviar a los pobres, atender a los enfermos, consolar a los afligidos y dolientes, instruir a los ignorantes y aconsejar a los inexpertos. Hemos de llorar con los que lloran y regocijarnos con los que se regocijan. Acompañada del poder de persuasión, del poder de la oración, del poder del amor de Dios, esta obra no será ni puede ser infructuosa.
Se necesitan misioneros que lo sean de corazón. Aquel cuyo corazón ha sido conmovido por Dios anhela ganar a los que nunca conocieron el amor divino. La condición en la cual están le hace simpatizar con su aflicción. Sale dispuesto a exponer la vida, enviado e inspirado del Cielo, para desempeñar una obra en que los ángeles puedan cooperar” (El ministerio de curación, pp. 102, 110).
Manos a la obra:
· Obsequia folletos, revistas o libros a tú círculo de influencia: familiares, amigos, personas que conozcas.
· Únete a una clase o grupo social para conocer nueva gente.
· Envía mensajes Cristo céntricos a tus amigos de Internet.
· Intégrate a un grupo pequeño para visitar un barrio o colonia de la ciudad para predicar la palabra de Dios.
· Visite casa por casa para orar solamente, con la compañía de un hermano(a). Se recomienda ir la pareja: en familia o del mismo sexo.
Resumen: El profeta Isaías aceptó una misión de Dios que era impopular. Y, no obstante, por medio de su ministerio, se cambiaron vidas y el poder de sus palabras todavía se siente hoy.
Ore conmigo, por favor…"Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti"(Isa. 60:1)… Feliz sábado
Elaboró: Delfino Jarquín, Si usted gusta ver los demás comentarios, temas de interés y enlaces inmediatos. Haga clic en:
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Bibliografía: Krause Gary, Agentes de esperanza: Los grandes misioneros de Dios, Guía de estudio de la Biblia, Edición para maestros, Julio-Septiembre de 2008__Notas de E.G. White para las Lecciones de la Escuela Sabática, Julio-Septiembre de 2008__G. White Ellen: El Deseado de todas las gentes, Los Hechos de los apóstoles, Servicio Cristiano eficaz__Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día: Comentario Bíblico adventista del Séptimo Día, Tomo IV, V, VI &,VII- Diccionario Bíblico Adventista del Séptimo día, - Creencias de los Adventistas del Séptimo Día, 1988 & 2006, _D. Thomas Jerry, Las 28 Creencias fundamentales para mí, APIA, 2007_A. Agboka Christelle, Brown Nathan, Bosire Jared, et al, Agentes de esperanza: Los grandes misioneros de Dios, Guía de es estudio de la Biblia para jóvenes, El universitario, Julio-Septiembre de 2008.
Hermanos y maestros de la Escuela Sabática, espero que les pueda servir de ayuda este material. El propósito es, abarcar toda la lección de la semana; considerando los objetivos principales y aplicándolos en nuestra vida cristiana...gracias por las sugerencias y comentarios que nos han enviado; que la honra y la gloria sea para Dios. Ahora el correo es: delfino_comessab@hotmail.com; delfinosabbathschoolcomment@gmail.com ¡Dios les bendiga hermanos en cada una de sus actividades!, y esperando pronto la bendita esperanza de la Segunda Venida de Cristo Nuestro Señor, se despide su hermano en Cristo: Defino Jarquín López.