Capítulo 10
Confianza (1 Juan 5:13-21)
Nuestro mundo está lleno de incertidumbre. No sabemos cuán seguro sea nuestro empleo. No estamos protegidos contra enfermedades fatales, ataques de terroristas, guerras o desastres. La vida humana es muy frágil. No sabemos cómo será nuestra vida matrimonial y familiar dentro de diez años, y a veces ni estamos seguros acerca de nuestra relación con Dios.
No obstante ansiamos certeza, por lo que tratamos de establecer cierto nivel de seguridad. Formulamos acuerdos prenupciales. Compramos seguros. Ponemos a un lado dinero para la educación de nuestros hijos. Tenemos revisaciones médicas regulares, y hacemos planes para nuestra jubilación. ¿Cómo, entonces, podemos vivir sin la seguridad con respecto a nuestra relación con Dios? Vivir con él para siempre es más importante que cualquier cosa en este mundo. El último pasaje de 1 Juan trata con el concepto de confianza, terminando esta carta con una nota positiva.
I. Tener confianza (1 Juan 5:13-21)
1. Estructura y contenido
Al final de su primera carta, Juan presenta un mensaje maravilloso de seguridad y confianza. Primera Juan 5:14 contiene la palabra confianza, una palabra que hemos visto antes. Aunque el término confianza aparece sólo una vez en este pasaje final, el concepto no se limita a este término. Otra manera en que Juan expresa la idea es por el uso repetido de la expresión "sabemos".
Además del tema general de confianza, encontramos otros énfasis en esta última parte de 1 Juan. El versículo 13 habla acerca del "hijo de Dios" y la "vida eterna". Esto se repite en el versículo 20, creando una inclusión que cubre el pasaje entero.
El último versículo de esta carta, 1 Juan 5:21, no contiene ningún saludo, recordándonos de la introducción, en la que también faltaban saludos y referencias al autor y a los destinatarios. Contiene un imperativo.
Vida eterna
- Confianza acerca de tener vida eterna por fe en el Hijo de Dios - 5:13
Dos clases de oraciones
- Confianza de que nuestras peticiones serán respondidas, si están de acuerdo con la voluntad de Dios - 5:14, 15
- Confianza de que nuestras peticiones intercesoras serán respondidas, si se refieren a PECADOS que no llevan a la muerte - 5:14, 15
Tres afirmaciones
- Sabemos que los nacidos de Dios son preservados del PECADO y del maligno por Aquel que nació de Dios - 5:18
- Sabemos que somos de Dios - 5:19
- Sabemos que por medio del Hijo conocemos a Dios y estamos en él, la vida eterna - 5:20
Exhortación
- Un llamado a guardarse de los ídolos
En 1 Juan 5:13, el apóstol dice "para que sepáis" y habla acerca de la seguridad de la salvación. desde 5:15 en adelante usa "sabemos". Podemos tener confianza de que nuestras oraciones son escuchadas (vers. 14, 15). En 5:18 "sabemos" está seguido por la promesa de protección divina. En 5:19, la misma expresión "sabemos", introduce el maravilloso concepto de pertenecer a Dios, y 5:20 enfatiza que "sabemos" el ministerio de Jesús y con ello que estamos en Dios. Por lo tanto, los cristianos tienen confianza con respecto a su relación con Dios, su vida de oración, y su situación presente y destino futuro.
El comienzo y fin de 1 Juan se corresponden. En ambos pasajes Jesús es llamado "su Hijo Jesucristo" (1 Juan 1:3; 5:20), probablemente para refutar a los anticristos. Ambos pasajes describen el problema del pecado como muy importante (1 Juan 1:7-2:2; 5:16-18). Y ambos pasajes contienen el concepto de vida (1 Juan 1:1, 2; 5:13, 16, 20).
II. Tener vida eterna (1 Juan 5:13)
Los versículos 11 y 12 del capítulo 5 se refieren a la seguridad de la salvación. Sin embargo, 1 Juan 5:13 va más allá que esos dos versículos. Afirma una razón importante por la que Juan decidió escribir su carta: Él quería que sus lectores tuviera la certeza de la salvación. Él quería que ellos supieran que ya tenían la vida eterna como una realidad presente. El tiempo presente subraya la posesión continua de la vida eterna. La condición para recibir la vida eterna es creer en Jesús como el Hijo de Dios.
El versículo 13 sobrepasa a otros textos del Nuevo Testamento que tratan con la vida perdurable. Estos mencionan una condición y contienen una promesa (p. ej., Juan 3:36), pero 1 Juan 5:13 afirma que Dios quiere que tengamos la seguridad de la salvación. "El propósito revelado de Dios no es sólo que oigamos, creamos y vivamos, sino también que sepamos, la vanidad reside en dudar de su palabra, no en confiar en ella".
Algunos cristianos se suscriben al lema "Una vez salvo, siempre salvo". Otros -sabiendo que no es cierto; pues uno puede perder la corona que ya tiene (Apoc. 3:11)- dudan de que se pueda tener la seguridad de la salvación. Ambos grupos se equivocan. La Biblia enseña que hay certeza de la salvación, pero que podemos perder esta seguridad mediante nuestras elecciones. Necesitamos aferrarnos a Jesucristo y entregar cada día nuestras vidas a él en arrepentimiento, fe y obediencia. Como señala Johnson, hay "necesidad de una fe continua de parte de los que ya son cristianos". Debemos saber que somos salvos.
III. Oraciones contestadas (1 Juan 5:14-17)
1. Peticiones
Después de haber enfatizado la certeza de la salvación, Juan dirige su confianza con respecto a nuestras oraciones. Si le pedimos a Dios alguna cosa de acuerdo con su voluntad, él nos escuchará favorablemente. Al mismo tiempo, tenemos la confianza de que hemos recibido aquello que hemos pedido en oración.
Podemos ir a Dios con todos nuestros gozos, cargas y pedidos. Podemos contarle que necesitamos dinero, tenemos problemas con nuestros hijos, o estamos seriamente enfermos y necesitamos su intervención. ¿Sabemos si él nos enviará un cheque, enderezará a nuestros hijos o nos sanará? No necesariamente. Ni siquiera Jesús fue liberado de probar la muerte en la cruz. Eso significa que no sabemos directamente toda la voluntad de Dios para nosotros. Podemos llevar nuestras peticiones a él de todos modos, pero deberíamos añadir en nuestra oración: "Tu voluntad sea hecha", y confiar que el Señor hará lo que sea mejor.
Sin embargo, en otras áreas de nuestras vidas, Dios será claro como el cristal porque está definido en las Escrituras. Si confesamos nuestros pecados y pedimos perdón, Dios no nos pone en una lista de espera. Si le pedimos que nos haga sus hijos, Dios responderá a esa oración de inmediato. Siempre que la voluntad de Dios esté revelada en las Escrituras, -sea en un mandamiento o una promesa- y si reclamamos esa expresión de su voluntad, sabemos que la oración es contestada. Primera Juan 5:14, 15 se ocupa de tales oraciones. Johnson observa. "El Anciano dice que tenemos (no 'tendremos') lo que hemos pedido. La respuesta a nuestra oración ya ha comenzado cuando hemos pedido con fe algo [...] que es la voluntad de Dios".
Si tenemos alguna necesidad que está cubierta por los mandamientos o las promesas de Dios -por ejemplo, la libertad de preocupaciones (1 Ped. 5:7), el don del Espíritu Santo (Luc. 11:13), sabiduría (Sant. 1:5-9), la capacidad de amar a nuestros enemigos (Mat. 5:4): podemos pedir a Dios lo que necesitamos, referirnos a su promesa en 1 Juan 5:14, 15, y agradecerle por responder a nuestra oración. No dependemos de nuestros propios sentimientos, sino que confiamos en él (Rom. 1:17; Heb. 11:6).
De la oración que reclama las promesas de Dios, Elena G. de White escribió: "Hay una condición en esta promesa: que pidamos conforme a la voluntad de Dios. Pero es la voluntad de Dios limpiarnos de pecado, hacernos hijos suyos y ponernos en actitud de vivir una vida santa. De modo que podemos pedir a Dios estas bendiciones, creer que las recibimos, y agradecerle por haberlas recibido".
2. Intercesión
Algunas observaciones sobre 1 Juan 5:16, 17 son apropiadas.
- La concentración de Juan es sobre la oración de intercesión por los hermanos que están pecando. El problema es que nos ayudemos unos a otros. En lugar de esparcir rumores, somos llamados a orar los unos por los otros. "La forma de tratar con el pecado en la congregación es orar".
- "Pecado que no sea de muerte" se menciona de paso y no es el énfasis principal de los versículos 16 y 17. La muerte puede no referirse a la muerte física. Más bien se ha sugerido que este pecado puede significar "'que tiende en dirección a' o 'que conduce a la muerte espiritual'".
- Todo pecado es injusticia y no puede ser justificado ni tolerado (vers. 17). Siempre es peligroso, y no se debe jugar con él. Al fin, todo pecado conduce a la muerte (Rom. 6:23).
- Juan no prohíbe orar por los que han cometido "pecado de muerte". Él sólo parece decir que tales oraciones no pueden pronunciarse con la misma confianza.
- La frase "pedirá, y dios le dará vida" es clara: quien da la vida en Dios. "En 1 Juan Dios es el que perdona y restaura".
No sabemos con precisión lo que estaba pensando Juan cuando diferenció entre pecado de muerte y el pecado no de muerte. Su audiencia original debe haber sabido eso. Hoy hay básicamente tres sugerencias acerca de cómo entender el "pecado de muerte".
1. Algunos sugieren que Juan está tratando con un pecado específico, mortal, distinguiendo "entre lo que más tarde se llamó pecado 'mortal' y 'venial' (no de muerte)". Aunque el Antiguo Testamento distingue entre ciertos tipos de pecados, el contexto en 1 Juan no favorece ese enfoque. Marshall añade: "Dígase claramente que si no hubiera perdón por los pecados deliberados, entonces todos estaríamos bajo la condenación de Dios, porque ¿quién de nosotros no ha pecado deliberadamente desde nuestra conversión y nuevo nacimiento?".
2. "Pecado de muerte" es el pecado imperdonable que mencionó Jesús: la blasfemia contra el Espíritu Santo (Mat. 12:31, 32). "Este pecado, cometido por los fariseos, era un pecado deliberado, un rechazo abierto de la verdad conocida. Ellos asignaban las poderosas palabras de Jesús, evidentemente hechas 'por el Espíritu de Dios' (Mat. 12:28), a la agencia de Beelzebú". Es un pecado persistente, no un acto de pecado. Juan puede referirse a este tipo específico de pecado.
3. La tercera opción es la apostasía. Los falsos maestros habían rechazado completamente a Jesús y permanecían en su rechazo deliberado. No lo aceptaban como Cristo e Hijo de Dios. También se habían separado de la iglesia. Hebreos 6:4 al 6 puede arrojar luz sobre 1 Juan 5:16, 17.
Muchos expositores favorecen la tercera opción. Sin embargo, una combinación de la segunda y la tercera opciones parece posible.
¿Puede el verdadero cristiano cometer el pecado de apostasía, o es la apostasía de la gente una indicación de que no eran realmente verdaderos cristianos? Stott y Akin creen que la apostasía "no es una posibilidad" para los verdaderos cristianos. Otros eruditos desafían esta posición, y nosotros estaríamos de acuerdo con ellos. Algunos miembros de iglesia pueden haber sido tentados a aceptar las enseñanzas de los anticristos. "El hecho de que Juan necesitara advertir a sus lectores contra la posibilidad de pecar y dejar de continuar en la verdad y en la doctrina de Cristo (2:24; 2 Juan 7-11) sugiere que él no excluye totalmente la posibilidad de que una persona pueda apartarse de su fe y caer en apostasía". Los miembros de la iglesia deberían orar los unos por los otros "a fin de que ninguno de ellos cruce la línea que lleva al abierto y deliberado rechazo del camino de vida".
Sin embargo, si los pecadores se arrepienten y vuelven a Dios, su pecado será perdonado (1 Juan 1:7, 9). Jesús oró por Pedro antes que éste lo negara (Luc. 22:32), y Pedro más tarde fue restaurado. Witherington afirma "que ningún ser humano sabe infaliblemente el estado del corazón y la fe de otra persona. De este modo, es correcto errar del lado de la misericordia, si debemos errar, y suponer que 'donde hay vida, hay esperanza' para cualquier pecador". En otras palabras, debemos orar los unos por los otros aun en el caso de apostasía. Sin embargo, podemos no ser capaces de orar con la misma confianza en todos los casos.
No sólo nos animan estos versículos a tener confianza al interceder por otros, también nos llaman a estar más preocupados por el bienestar espiritual de nuestros hermanos y hermanas cristianos, y a orar más consistente y fervorosamente por ellos.
IV. Confianza de ser protegidos (1 Juan 5:18, 19)
En 1 Juan 5:18, 20, Juan dice "sabemos" tres veces. Cada versículos comienza con esta palabra. Sin embargo, Juan no está preocupado con el conocimiento solo. Estos versículos expresan confianza y también contienen desafíos indirectos.
El versículo 18 interesa a todo verdadero creyente. La afirmación es una continuación del problema del pecado mencionado en 1 Juan 5:16, 17. La persona nacida de Dios no sigue pecando. La frase "nacido de Dios" se repite en la segunda parte del versículo 18 ("engendrado por Dios"), pero aquí sigue una lectura diferente en los manuscritos griegos del Nuevo Testamento y por lo tanto también es diferente en nuestras traducciones. Algunos manuscritos usan el pronombre personal "él" mientras otros usan el pronombre reflexivo "sí mismo".
Usando el pronombre reflexivo
"Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues el que fue engendrado por Dios se guarda a sí mismo, y el maligno no lo toca".
Usando el pronombre personal
"Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios lo guarda y el maligno no lo toca"
En el primer caso, la gente que ha nacido de nuevo se guarda a sí misma. Esta afirmación solo es una amonestación indirecta. En el segunda caso, es Jesús el que guarda al creyente. Ahora no estamos hablando de una admonición indirecta, -o sea, que no pequemos- sino también una afirmación que ofrece gran confianza. Ésta es una promesa de que estamos en manos de Jesús y que él tendrá cuidado de nosotros si no nos soltamos de él.
¿Cuál lectura debe preferirse? La mayoría de los eruditos del Nuevo Testamento estaría de acuerdo con la segunda lectura.
1. Aunque hay muchos manuscritos griegos, la mayoría de los cuales son más recientes, apoyan el primer caso, y algunos manuscritos tempranos así como la Vulgata latina apoyan la segunda lectura.
2. El contexto de 1 Juan 5:18 claramente trata con la seguridad y la confianza. En este contexto, la segunda lectura es la más fuerte y tiene más sentido.
3. La segunda lectura tiene sentido sobre una base gramatical. El griego usa diferentes participios para las dos frases: "nacido de Dios" y "engendrado" por Dios. La primera frase aparece en el tiempo perfecto y puede describir el efecto duradero de la regeneración en el creyente. El segundo participio ocurre en el aoristo, que se refiere a un evento específico en el pasado. Aquí describe la encarnación de Jesús. El uso del mismo término para Jesús y sus discípulos puede señalar al hecho de que Jesús ha llegado a ser uno de nosotros. Pero "el escritor cambió el tiempo de su verbo para aclarar mejor la distinción entre el cristiano [...] y Cristo".
4. En los escritos de Juan el verbo "guardar" se usa 36 veces. Bastante a menudo se refiere a guardar la palabra de Dios y los mandamientos, pero hay varios casos en los cuales Dios y Jesús "guardan" (cp. Juan 17:11, 12, 15; Apoc. 3:10). Si comprendemos 1 Juan 5:18 como una promesa de que Jesús guarda a sus hijos está en armonía con estas declaraciones así como con la promesa de Jesús de que ninguno arrebatará sus ovejas de sus manos.
La última parte del versículo 18 enfatiza que el maligno no "toca al creyente hasta el punto de hacerle daño". Esta nos es una seguridad automática sino "una realidad hecha posible [...] mientras elijamos estar abiertos al impacto transformador del amor de Dios y de vivir de ello".
El maligno se menciona otra vez en el versículo 19. El dativo de "malo" puede ser masculino tanto como neutro, en este último caso señala al poder del mal en lugar del ser malvado. Sin embargo, siendo que en el versículo 18 el maligno es masculino, describiendo a Satanás, es evidente que el versículo 19 también señala al diablo. Primera Juan 5:18, 19, provee una breve vislumbre de la gran controversia entre Cristo y Satanás. Johnson la llama "la batalla moral cósmica entre Cristo [...] y Satanás". Esta controversia está más detallada en el libro del Apocalipsis.
En los versículos 18 y 19 Juan se refiere al mundo como el escenario del maligno. Mientras el mundo entero está, literalmente, "en el maligno" -es decir, "en sus garras y bajo su control yaciendo tranquilamente [...] en el abrazo de Satanás"- los verdaderos cristianos pueden tener confianza porque pertenecen a Dios y él los protegerá.
V. Tener el verdadero conocimiento de la Deidad (1 Juan 5:20, 21)
Aquí Juan afirma "sabemos" por tercera vez. El Hijo de Dios ha venido a este mundo y nos ha revelado a Dios el Padre. Este conocimiento no es sólo superior al "conocimiento" de los separatistas, sino que también conduce a una estrecha conexión con Dios.
¿Quién es el verdadero Dios de acuerdo con 1 Juan 5:20? Algunos exégetas sugieren que es Dios el Padre. Muchos optan por el Hijo. Los argumentos en favor del Hijo parecen más sólidos. A través de toda su primera carta, Juan pasa fácilmente del Padre a Jesús. Juan usó la palabra "verdadero" tres veces en 1 Juan 5:20. La primera referencia parece señalar a Dios el Padre. La segunda referencia parece señalar a Dios el Padre. La segunda referencia parece referirse a Jesús. "Y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo". La última parte de esta cláusula parece explicar la primera: El Hijo de Dios es Aquel que es verdadero. La tercera vez el término "verdadero" ocurre en este versículo en la línea: "Este es el verdadero Dios, y la vida eterna".
Aquí hay algunos argumentos en favor de ver a Jesús como el verdadero Dios.
- El antecedente más cercano a "Este es el verdadero Dios" es "su Hijo Jesucristo". Aunque Stott ve "el verdadero Dios" como refiriéndose al Padre, admite que "gramaticalmente hablando, normalmente se referiría al sujeto precedente más cercano, es decir, su Hijo Jesucristo".
- Aunque el término "verdadero" es un atributo del Padre (Juan 7:28; 17:3), se usa más frecuentemente para describir a Jesús (Juan 1:9; 6:32; 15:1; 1 Juan 2:8; Apoc. 3:7, 14).
- En los escritos de Juan, Jesús es Dios (p. ej., Juan 1:1, 18; 8:58; 20:28; Apoc. 5).
- Este verdadero Dios es "vida eterna". La vida es asociada con Cristo (p. ej.; Juan 1:4; 11:25; 14:6; 1 Juan 5:12). De acuerdo con 1 Juan 1:1, 2, Jesús es la Palabra de vida, la vida, y la vida eterna. Al llamar a Jesús la "vida eterna" al comienzo y al fin de 1 Juan, el apóstol estaría creando una inclusión.
- "Finalmente, es más probable que el Anciano terminaría su exhortación con una afirmación resonante de la plena deidad del Jesús humano, la verdad clave negada por los falsos maestros separatistas, y con la afirmación, contra ellos, que conocer a este Jesús es tener la vida eterna misma (cf. 5:11-13)".
El Evangelio de Juan comienza y termina llamando Dios a Jesús (Juan 1:2 y 20:28). El mismo enfoque parece usarse en 1 Juan (1 Juan 1:1-3 y 1 Juan 5:20). De este modo el Evangelio de Juan y la primera carta de Juan culminan con la declaración de que Jesús es Dios y que la vida eterna se encuentra en él.
Hasta este punto de su primera carta, Juan no mencionó la idolatría. En cambio, luchó con los falsos conceptos de Jesús y su influencia sobre aquellos miembros de la iglesia que no habían abandonado la iglesia. ¿Por qué introduciría Juan, como amonestación final al fin mismo de su carta, un tema que no se encuentra antes? Obviamente, él consideraba los falsos conceptos de Cristo como idolatría. Siendo que el pecado que lleva a la muerte es un rechazo de Jesús como el Hijo de Dios, así la idolatría es asociada con las enseñanzas de los anticristos acerca de Dios y Jesús. Su comprensión de la Deidad debe verse como adoración de falsos dioses.
Los versículos finales de 1 Juan no son un "mero pensamiento posterior o epílogo". Son la conclusión cristológica hacia la cual nuestro autor ha estado avanzando. [...] Tenemos aquí la ampliación definitiva, si la importancia de Jesús no había sido perfectamente clara antes, aquí se hace evidente: él es Dios. La vinculación de este versículo con el siguiente resulta lo mismo que [...] decir: 'Elige hoy en qué Dios creerás y a quién servirás'".
Conclusión
Juan concluye su primera carta con una nota muy positiva. Aunque nos advierte contra falsas enseñanzas y los estilos de vida resultantes, él dedica el último párrafo de su carta para decirnos que podemos tener confianza. Los cristianos no necesitan vivir con temor, incertidumbre y dudas. Por el contrario, Dios quiere que tengamos confianza con respecto a las áreas importantes de nuestra vida. Cuando tenemos al Hijo de Dios, tenemos la seguridad de la salvación, confianza de que nuestras oraciones son contestadas, y certeza acerca de nuestra relación con Dios.