Para el 22 de noviembre de 2008
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Lee: Mateo 1:18-25; 3:13-17; 4:1-11; 9:25; Marcos 1:12, 13; Juan 1:1, 2, 14; Colosenses 2:9; Hebreos 1:3.
Descubre: ¿Qué es la encarnación? ¿Qué relación tiene la expiación con la encarnación? ¿Qué evidencias existen de que Jesús era complemente humano?¿Por qué era hombre y al mismo tiempo Dios?¿Por qué Jesús fue bautizado?¿De qué manera la Deidad estuvo presente en el bautismo de Jesús?¿Qué similitudes o contrastes existen entre las tentaciones que enfrentaron de Adán y Jesús?¿Cuántos milagros realizó Jesús mientras realizaba su ministerio en esta tierra?¿Por qué Jesús realizó milagros?¿Cuál es la primera evidencia que conoces a Jesús?¿Cuál es la invitación de Jesús para ti?
Memoriza y considera: “Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él” (1 Juan 3:5).
Pensamiento clave: Mostrar que en la persona y la obra de Cristo Dios estaba trayendo a los seres humanos de nuevo a la armonía con él y con los demás.
PROPÓSITOS DE LA LECCIÓN DE ESTA SEMANA
· Saber que Cristo voluntariamente se rebajó a sí mismo y llegó a ser humano.
· Sentir la seguridad de que Cristo es el sustituto de Adán.
· Hacer que conmemoremos la realidad de que Cristo fue plenamente Dios y plenamente humano.
“Dios el Hijo Eterno es uno con el Padre. Por medio de él fueron creadas todas las cosas; EI revela el carácter de Dios, lleva a cabo la salvación de la humanidad y juzga al mundo. Aunque es verdaderamente Dios, sempiterno, también llegó a ser verdaderamente hombre, Jesús el Cristo. Fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la virgen María. Vivió y experimentó tentaciones como ser humano, pero ejemplificó perfectamente la justicia y el amor de Dios. Mediante sus milagros manifestó el poder de Dios y éstos dieron testimonio de que era el prometido Mesías de Dios. Sufrió y murió voluntariamente en la cruz por nuestros pecados y en nuestro lugar, resucitó de entre los muertos y ascendió al Padre para ministrar en el santuario celestial en nuestro favor. Volverá otra vez con poder y gloria para liberar definitivamente a su pueblo y restaurar todas las cosas” (CASD No. 4)
I. EL MISTERIO DE LA ENCARNACION
“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS” (Mat. 1:18-25)
1. ¿Cuál es la posición de iglesia hablando en términos doctrinales acerca de Jesús?
“Dios el Hijo Eterno…Por medio de él fueron creadas todas las cosas…Aunque es verdaderamente Dios, sempiterno, también llegó a ser verdaderamente hombre, Jesús el Cristo. Fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la virgen María. Vivió y experimentó tentaciones como ser humano, pero ejemplificó perfectamente la justicia y el amor de Dios…” (CASD No. 4)
Las declaraciones anteriores testifican que, en primer lugar, Jesús es divino; segundo, que llegó a ser lo que antes no había sido: verdaderamente humano; y, tercero, que fue sin pecado, aun cuando enfrentó severas tentaciones. Podemos hacer estas afirmaciones sin vacilaciones, porque es lo que la Biblia enseña claramente acerca del Hijo de Dios. Sin embargo, la iglesia, sabiamente, no ha dilucidado, en una declaración doctrinal, la esencia específica de la naturaleza humana de Jesús.
2. ¿Qué es la encarnación? ¿Por qué la encarnación es un misterio?
El misterio de la encarnación: Lo que ocurrió dentro del vientre de María es algo desconocido para los seres humanos. Deberíamos estar más que deseosos de reconocer que la encarnación del Hijo de Dios escapa a nuestra comprensión. La encarnación es, precisamente, la unión de lo divino y lo humano en la condición de la carne humana. Aunque las dos naturalezas permanecen distintas, lo que sucedió no fue que lo divino moró en lo humano, sino una encarnación real. Éste es el evento más misterioso en la historia del universo que las criaturas inteligentes de Dios hayan conocido, y está más allá de su capacidad intelectual. Es una singularidad genuina en el cosmos; probablemente, sea por esta razón que Dios ha llevado a la iglesia a afirmar sólo lo que la Biblia declara inequívocamente, sin intentar especular con respecto al evento mismo y lo que sucedió en el momento en que las dos naturalezas se unieron en el vientre de María.
3. ¿Por qué no debiéramos especular o formular hipótesis acerca de la encarnación de Jesús?
Todo intento por definir la naturaleza humana de Cristo es una exploración del misterio de la encarnación, y debería ser abordado con reverencia y la conciencia de que no hay lugar para el orgullo humano y actitudes condenatorias. La iglesia ha permitido la diversidad de opiniones sobre este tema y anima su estudio, pero rechaza los intentos de imponer a otros nuestras ideas personales. Los esfuerzos por obligar a otros a adoptar una comprensión particular de la naturaleza humana de Cristo generalmente causan turbación, divisiones y actitudes anticristianas en las congregaciones locales. La exploración de este tema debería motivar la unidad cristiana, el amor y la fe.
4. ¿Qué otros pasajes bíblicos nos mencionan la encarnación de Jesús?
Únicamente Jesucristo ha cumplido las profecías anticipadas por los profetas desde el Génesis.
· Dios prometió que el Salvador _el Mesías, el Ungido _ surgiría de Abraham: “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra” (Gén. 22:18; 12:3).
· Isaías predijo que el Salvador vendría como un Hijo varón y que sería tanto humano como divino: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz” (Isa. 9:6).
· Este Redentor ascendería al trono de David y establecería un reino eterno de paz (Isa. 9:7).
· El lugar de su nacimiento sería en Belén: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (Miq. 5:2.
· El nacimiento de esta Persona divino-humana sería sobrenatural. Haciendo referencia a Isa. 7:14, el Nuevo Testamento declara: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emmanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (Mat. 1:23).
· La misión del Salvador se expresa en las siguientes palabras: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová” (Isa.61:1,2).
· Jesús identificó su misión con la del Mesías: “Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca y decían: ¿No es éste el hijo de José?”(Luc. 4:17-22).
· Son solamente algunos pasajes, que la Biblia muestra que Dios envió a su Hijo al mundo “cuando vino el cumplimiento del tiempo” (Gal. 4:4). De hecho, el foco de las Sagradas Escrituras es Jesús.
5. ¿Cuáles fueron los factores que se presentaron en el nacimiento de Jesús?
Mateo sólo menciona algunas de las circunstancias que rodearon el nacimiento de Jesús, las que eran necesarias para demostrar que su venida era el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. En armonía con el propósito de su Evangelio, Mateo, a diferencia de Marcos y Lucas, omite muchos detalles de interés humano de la vida de Jesús a fin de concentrarse en las enseñanzas del Maestro.
Jesús fue hecho "en semejanza de carne de pecado" (Rom. 8: 3). María tenía tanta necesidad de ser salvada de sus pecados como cualquier otro descendiente de Adán (Rom. 3: 10, 23). Hay "un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Tim. 2: 5).
María y José vivían en Nazaret (Luc. 1: 26-27; 2: 4), "su ciudad" (Luc. 2: 39), aunque como descendientes de David, consideraban que Belén era la ciudad de su familia (DTG 47).
· El hecho de que les resultó difícil encontrar alojamiento en Belén sugiere que en ese momento ninguno de ellos tenía allí parientes cercanos.
· Tanto José como María eran de la casa y del linaje de David (Mat. 1: 20, Luc. 1: 26-27; 2: 4; ver com. Mat. 1: 16). Es probable que fueran miembros del pequeño círculo que estudiaba con afán las profecías y esperaba la venida del Mesías (DTG 29-31, 72-73). De ser así, sabiendo que el tiempo se acercaba, sin duda oraban para que Dios apresurara la venida del Prometido (Luc. 2: 25-26, 38).
· Al parecer, José era viudo cuando se casó con María. Tenía al menos otros seis hijos (Mat. 12: 46; 13: 55-56; Mar. 6: 3; DTG 69-70, 288; se mencionan cuatro hermanos y un número no definido de hermanas), y es probable que todos fueran mayores que Jesús (DTG 65-66).
Jesús fue engendrado por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el Instrumento por medio del cual se ejerce el poder creador y vivificador de Dios (Gén. 1: 2; Job 33: 4; Juan 3: 3-8; Rom. 8: 11). Lucas declara (Luc. 1: 35) con mayor claridad que Mateo cuál fue el papel del Espíritu Santo en el nacimiento de Jesús. Por obra del Espíritu Santo el "Verbo fue hecho carne" (Juan 1: 14), y el Hijo de María pudo llamarse "Hijo de Dios" (Luc. 1: 35).
A fin de no aceptar a Jesús como el Mesías, los judíos inventaron el cuento de que era hijo ilegítimo (Juan 8: 41; 9: 29). La encarnación de Jesús es un milagro sublime e insondable. El era "en forma de Dios" (Fil. 2: 6; Juan 1: 2), era adorado por las huestes celestiales, y ocupaba el trono del universo. Pero como Rey de gloria "prefirió devolver el cetro a las manos del Padre" (DTG 14) a fin de que fuera "por un poco inferior a los ángeles" (Heb. 2: 7-8), "semejante a los hombres" (Fil. 2: 7). Más tarde, recibiría de nuevo "toda potestad" (Mat. 28: 18), sería "entronizado en medio de la adoración de los ángeles" (HAp 31) y sería coronado de "gloria y de honra" (Heb. 2: 7; Isa. 52: 13-15). Sin embargo, el misterio de la encarnación no es tan grande como el misterio del tierno amor que la originó (Juan 3: 16; Rom. 5: 8; Gál. 2: 20; 1 Juan 4: 9). El "misterio de la piedad" es el gran misterio de todos los tiempos (1 Tim. 3: 16; Fil. 2: 7-8; Juan 1).
6. ¿Por qué Jesús vino en este mundo? ¿Qué actividades realizó a favor de la humanidad?
El pecado había encerrado a los hombres (Rom. 6: 16; 2 Ped. 2: 19) en su cárcel (Isa. 42: 7).
· Jesús vino para quebrar las cadenas, abrir las puertas de la cárcel y libertar a los cautivos de su condena de muerte (Isa. 61: 1; Rom. 7: 24-25; Heb. 2: 15).
· Vino a salvarnos de nuestros pecados, no en nuestros pecados.
· Vino, no sólo para salvarnos de los pecados que ya hemos cometido, sino de nuestras tendencias inherentes que nos llevan al pecado (Rom. 7: 23-25; 1 Juan 1: 7, 9).
· Vino a redimirnos de "toda iniquidad" (Tito 2: 14), en la cual está incluida toda tendencia al mal heredada y cultivada (DTG 625).
· Cristo no vino a salvar a su pueblo del poder de Roma, como lo anhelaban los judíos, sino del poder de un enemigo mucho más formidable.
· No vino a restaurar "el reino a Israel" (Hech. 1: 6), sino a restaurar el dominio de Dios en el corazón de los hombres (Luc. 17: 20-21).
· Cristo no vino principalmente a salvar a los hombres de la pobreza y de la injusticia social (Luc. 12: 13-15), como lo afirman hoy muchos apóstoles del evangelio social, sino del pecado, que es la causa fundamental de la pobreza y de la injusticia.
Todos los aspectos importantes de la vida y de la misión de Jesús -su naturaleza, su nacimiento, los diversos acontecimientos de su vida, y sobre todo sus sufrimientos y su muerte- fueron predichos por los profetas de antaño (DTG 209, 759). No sólo eso, sino que cada acto de su vida fue ejecutado en cumplimiento de un plan que existía desde la eternidad. Antes de que Cristo viniera a la tierra, ese plan, con todos sus detalles, estaba delante de él, y cada acontecimiento tenía su hora señalada (DTG 120-121, 414-415; Deut. 18: 15; Luc. 2: 49).
7. ¿Qué informe nos dan Mateo y Lucas acerca del nacimiento virginal de Jesús?
En forma directa e indirecta Mateo y Lucas proporcionan la evidencia que confirma la verdad del nacimiento virginal.
· Ambos afirman que Jesús nació del Espíritu Santo (Mat. 1: 18, 20; Luc. 1: 35).
· Declaran que María había de dar a luz un hijo que no sería el hijo de José (Mat. 1: 21), sino el Hijo de Dios (Luc. 1: 35).
· María permaneció virgen "hasta que dio a luz" a Jesús (Mat. 278 1:25).
· María le afirmó al ángel que era virgen (Luc. 1: 34). Por todo esto se da testimonio pleno del nacimiento virginal de Jesús. Aun sin que se tome en cuenta la palabra "virgen", podría probarse la virginidad de María aunque Mateo nunca hubiera empleado esa palabra en este contexto.
Mateo y Lucas, escribiendo bajo la dirección divina, no hubieran narrado el relato del nacimiento virginal si no hubiera sido verídico. Bien sabían cómo los dirigentes judíos se habían burlado de Jesús por causa de las misteriosas circunstancias que rodeaban su nacimiento, y comprendían que al repetir el relato estaban proporcionando a sus críticos más oportunidad de ridiculizar la narración (DTG 662).
No hay duda de que aquí Mateo emplea la palabra "virgen" en el sentido estricto del término, para referirse a María como una joven casta y soltera. Bajo la conducción del Espíritu Santo, Mateo aplica la predicción de Isaías a Cristo, y al hacerlo emplea la palabra parthenós, que significa estrictamente "virgen" y ninguna otra cosa.
Mateo y Lucas se refieren a la virginidad de María como a un detalle del relato del nacimiento, y puesto que ni Marcos ni Juan registran esa narración, no tienen por qué referirse a este detalle específico. Lo mismo ocurre con Pablo, quien hace resaltar la encarnación, la unión de lo divino con lo humano, como el gran hecho céntrico implícito en el nacimiento de Jesús. En cierto sentido, el nacimiento virginal es sólo incidental frente a la verdad mayor, pues fue el medio por el cual se realizó la encarnación. El concepto paulino de la deidad de Jesucristo armoniza perfectamente con el nacimiento virginal (Fil. 2: 6-8; Col. 1: 16; Heb. 1: 1-9). Fuera de la encarnación, la crucifixión y la resurrección, Pablo no dice casi nada acerca de detalles de la vida de nuestro Señor. Trata esos tres acontecimientos sencillamente como hechos históricos.
8. ¿Por qué la encarnación de Jesús es un misterio? ¿Qué relación tiene la encarnación de Jesús con la expiaión?
Todo el plan de salvación es un milagro, un "misterio" (Rom. 16: 25; Efe. 1: 9; 3: 9; Col. 1: 27; 2: 2; Apoc. 10: 7).
· En primer lugar, es un misterio que Dios pueda amar a los pecadores (Juan 3: 16; Rom. 5: .
· Así también es un misterio que la sabiduría infinita pudiera formular un plan por el cual la misericordia pudiera combinarse con la justicia (Sal. 85: 10) a fin de poder responder a las justas exigencias de la santa ley de Dios y al mismo tiempo salvar al pecador del castigo que merece por haber quebrantado esa ley (Juan 3: 16; Rom. 6: 23).
· Es un milagro que el hombre, que por naturaleza está enemistado con Dios (Rom. 8: 7), pueda llegar a vivir en paz con el Señor (Rom. 5: 1).
· Es un milagro que Cristo pueda librar del reinado del pecado y de la muerte a una persona inclinada a hacer lo malo (Rom. 7: 24; 8: 1-2), y la capacite para vivir una vida perfecta en armonía con el carácter divino (Rom. 8: 3-4).
· Es un milagro que una persona pueda nacer de nuevo (Juan 3: 3-9), que un hombre imperfecto (Rom. 3: 23) pueda ser transformado (Rom. 12: 2) por la gracia de Cristo en tan hombre perfecto (Mat. 5: 48) y se convierta en hijo de Dios (1 Juan 3: 1-3).
· El nacimiento virginal, la vida perfecta, la muerte vicaria y la gloriosa resurrección de Jesús son misterios para la mente humana. La religión cristiana no pide disculpas por los grandes misterios del plan de la salvación, porque el amor redentor de Dios es en sí mismo el mayor de todos los misterios.
La encarnación del Hijo de Dios es el hecho culminante de todos los tiempos, la piedra angular de la fe cristiana. Pero sin el nacimiento virginal no podría haber verdadera encarnación, y sin la encarnación y el nacimiento virginal la Biblia se convertiría en mera fábula y leyenda, el cristianismo no sería más que un engaño piadoso, y la salvación sería un espejismo decepcionante.
II. EL BAUTISMO DE JESUS
El bautismo de Jesús y su ungimiento con el Espíritu Santo, posiblemente ocurrió en la época de la fiesta de los Tabernáculos (otoño del 27 d.C.), fue para él un acto de consagración a la tarea de su vida, que lo separó para el ministerio (Mat. 3:13-17; Hch. 10:38). El Padre declaró públicamente que Jesús era su propio Hijo (Mat. 3:17), y Juan el Bautista reconoció la señal que se le había indicado para identificar al Cordero de Dios (Juan 1:31-34). Después de su bautismo, se retiró al desierto para contemplar su misión. Allí, el tentador lo sometió a pruebas destinadas a apelar a sus sentidos, al orgullo y al logro de su propia misión. Antes que pudiera salir a salvar a los hombres, él mismo debía obtener la victoria sobre el tentador (Mt. 4:1-11;Heb. 2:18). Más tarde regresó al Jordán, donde Juan estaba predicando (Juan 1:28-34), y poco después reunió a su alrededor un pequeño grupo de seguidores: Juan, Andrés, Simón, Felipe y Natanael (Juan 1:35-51). Su primer milagro, en Caná de Galilea (Juan 2:1-11), fortaleció la fe de ellos en él como el Mesías y les dio una oportunidad de dar testimonio de su nueva fe a otros.
“Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mat. 3:13-17).
Corría el otoño (hemisferio norte) del año 27 d. C. y es posible que Juan el Bautista hubiera estado predicando ya durante unos seis meses (Mat. 3: 1). En el otoño se llevaban a cabo tres fiestas importantes:
· Rosh Hashanah, o la fiesta de las trompetas (Lev. 23: 24; Núm. 29: 1);
· Yom Kippur, el día de la expiación (Exo. 30: 10; Lev. 16);
· Succoth, la fiesta de los tabernáculos, o "cabañas"(Exo. 23: 16; Lev. 23: 34). En esta tercera fiesta se esperaba que todos los varones se presentaran ante el Señor en Jerusalén (Exo. 23: 14-17). Puesto que el bautismo de Cristo ocurrió en el otoño, es razonable pensar que pudo haber sucedido en relación con su ida a esa fiesta en Jerusalén. Con frecuencia los judíos que viajaban desde Galilea a Jerusalén tomaban el camino del valle del Jordán (Luc. 2: 42). Si Jesús viajó por esta ruta en su viaje a Jerusalén, habría pasado cerca de donde Juan estaba predicando y bautizando en Betábara (Betania al otro lado del Jordán) en Perea, frente a Jericó (Juan 1: 28; DTG 106; Mat. 3: 1).
1. ¿Por qué Jesús fue bautizado? ¿Qué lecciones importantes podemos aprender del bautismo de Jesús?
Cuando Jesús escuchó el mensaje proclamado por Juan, reconoció su llamado (DTG 84). Así concluyó su vida privada en Nazaret y comenzaron sus tres años y medio de ministerio público, desde el otoño del año 27 d. C. hasta la primavera del año 31 d. C. (DTG 200; Hech. 1: 21-22; 10: 37-40).
· Juan estaba impresionado con la perfección del carácter de Aquel que estaba delante de él y con su propia necesidad como pecador (DTG 84-86; Isa. 6: 5; Luc. 5: . Así ocurre cada vez que el pecador acude ante la presencia divina. Hay primero la conciencia de la majestad y la perfección de Dios y luego la convicción de la propia indignidad y necesidad del poder salvador de Dios. Cuando el pecador reconoce y admite su condición perdida, su corazón se contrasta y se prepara para la obra transformadora del Espíritu Santo (Sal. 34: 18; 51: 10-11, 17; Isa. 57: 15; 66: 2). Si no hay primeramente un sentimiento de la necesidad que uno tiene del Salvador, no existe el deseo de recibir el misericordioso don que Dios tiene para ofrecer al pecador arrepentido, y en consecuencia el cielo nada puede hacer en favor del hombre (Isa. 6: 5).
· Cara a cara con Aquel más poderoso que él, Juan, movido por un espíritu de humildad y sintiendo su propia indignidad, no quiso administrar el "bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados" (Mar. 1: 4) al que no tenía pecado (Juan 8: 46: 2 Cor. 5: 21; Heb. 4: 15; 1 Ped. 2: 22). Le parecía indebido bautizar a Jesús. Sin duda no comprendía plenamente que Jesús debía establecer un modelo para todo pecador salvado por gracia.
· De ninguna manera era adecuado bautizar a Jesús como reconocimiento de sus pecados, porque no tenía pecados de los cuales arrepentirse. Pero como nuestro ejemplo, era conveniente y apropiado que Jesús aceptara el bautismo (DTG 85-86).
· En ocasión de su bautismo, Jesús puso de lado su vida privada. Ya no era más sencillamente un hombre perfecto entre los hombres. En adelante habría de ocuparse de su ministerio activo y público, como Salvador de hombres. El que Cristo se sometiera al bautismo de Juan confirmó el ministerio del Bautista colocó el sello de aprobación celestial sobre él.
Mateo y Marcos (Mar. 1: 10) observan que Jesús contempló el descenso visible del Espíritu Santo. Juan dice que también el Bautista fue testigo de la manifestación divina (Juan 1: 32-34). Lucas sencillamente dice que ocurrió esa manifestación (Luc. 3: 21-22). Es posible que unos pocos más, quizá algunos de los discípulos de Juan y algunas otras personas piadosas, cuyas almas estaban a tono con el cielo, vieran también lo que ocurrió (DTG 86-87 110-111). El resto de la multitud que se había congregado sólo vio la luz del cielo sobre el rostro de Jesús y sintió la santa solemnidad de la ocasión. Esta manifestación de la gloria y de la voz del Padre vino en respuesta a la plegaria del Salvador en procura de fuerza y sabiduría para seguir con su misión. Juan también reconoció que esa era la señal que le había sido prometida, por la cual habría de reconocer al "Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Juan 1: 29-34). Y finalmente, la sublime escena había de fortalecer la fe de quienes la habían presenciado y los prepararía para el anuncio mediante el cual Juan identificó al Mesías 40 días más tarde.
En tres ocasiones durante la vida de Cristo se oyó la voz del Padre desde el cielo que daba testimonio acerca de su Hijo: en su bautismo, en la transfiguración (Mat. 17: 5; 2 Ped. 1: 16-18) y cuando se alejó del templo por última vez (Juan 12: 28). Es declarado: "éste es mi Hijo, el amado", "Tú eres mi Hijo amado"
2. Entre los cristianos, ¿Por qué se practica el bautismo? ¿Cuál es la forma correcta de bautizar?
Casi todas las confesiones cristianas practican el bautismo, aunque varían el modo de administrarlo: aspersión, derramar agua sobre la cabeza o inmersión total de catecúmeno. El método usado en tiempos del Nuevo Testamento era la inmersión (se lo deduce del significado del término griego), según las descripciones bíblicas de la realización de la ceremonia y de las aplicaciones espirituales que hace la Biblia del rito. El término baptízô se empleaba antiguamente para describir la inmersión de la tela para teñirla, y de una vasija para llenarla de agua; cuando se lo aplica al bautismo cristiano su significado más obvio es "sumergir" (las referencias bíblicas a los bautismos muestran claramente que se usaba la inmersión). Juan el Bautista bautizaba "en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas" (Juan 3:23). No habría razón para buscar un lugar donde había "muchas aguas" si volcar o asperjar un poco de agua era la forma de bautizar. El relato sobre el bautismo del eunuco etíope afirma que Felipe y el eunuco "descendieron ambos al agua" y luego "subieron del agua" (Hech. 8:38, 39), actos que indican con toda certeza más que un asperjar o volcar agua.
El apóstol Pablo realizó una aplicación espiritual del rito bautismal, que sólo es clara si se refiere al de sumersión. Al analizar el significado del bautismo, Pablo señala que:
· Así como Cristo murió por el pecado, el cristiano debe morir a los pecados.
· Así como Cristo, después de que murió, fue sepultado, el cristiano debe ser "sepultado" simbólicamente con él en el sepulcro de agua del bautismo.
· Así como Cristo fue levantado de la tumba, el cristiano se debe levantar a una vida espiritual nueva (Rom. 6:3-5; Col. 2:12). Obviamente, las figuras de sepultura y resurrección no tendrían sentido si no pensáramos en una inmersión total. Vale la pena notar que la presencia de bautisterios en las iglesias más antiguas muestra que por siglos la iglesia cristiana practicó el bautismo por inmersión.
Queda claro que a los cristianos se le exigía el bautismo: Cristo ordenó a sus discípulos que bautizaran (Mat. 28:18, 19; Mar. 16:15, 16) y enseñaran a los nuevos conversos a observar todas las cosas ordenadas por él (Mat. 28:20); los apóstoles enseñaron la necesidad del bautismo (Hech. 2:38; 10: 48; 22:16), y practicaron el rito (Hech. 8:12; 16:14, 15, 33; 19:5). Entre los prerrequisitos para el bautismo señalados por las Escrituras están la aceptación de Jesucristo como el Hijo de Dios (Hech. 8:36, 37; 8: 12; 18:8) y el arrepentimiento (Hech. 2:37, 38).
El término "bautizar" también se usa en sentido figurado. Juan el Bautista declaró que Cristo bautizaría con "el Espíritu Santo y con fuego" (Mat. 3:11; Luc. 3:16), lo que significaba el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés bajo el símbolo del fuego (Hech. 2:3, 4) o tal vez la destrucción final de los malvados (Mat. 3:11, 12). Jesús habló simbólicamente de su muerte como un bautismo (Mat.20:20-23: Mar. 10:37-39; Luc. 12:50), y Pablo en forma figurada de la experiencia de Israel al salir de Egipto: “En Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar" (1 Cor. 10:1, 2).
III. LAS TENTACIONES DE JESÚS
1. ¿Cuáles fueron las tres tentaciones que Jesús afrontó en el desierto después de su bautismo? (Mat. 4:1-11; Mar. 1:12, 13).
“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían” (Mat. 4:1-11).
Jesús no provocó la tentación, ni tampoco se colocó a sabiendas en el terreno hechizado del diablo. Se retiró al desierto para estar solo con su Padre y para meditar en la misión que tenía por delante.
· Jesús tomó sobre sí la naturaleza humana, y con ella la posibilidad de ceder al pecado (DTG 91-92). Se permitió que arrostrara "los peligros de la vida en común con toda alma humana", que peleara "la batalla como la debe pelear cada hijo de la familia humana, aun a riesgo de sufrir la derrota y la pérdida eterna" (DTG 33).
· Sólo así podría decirse "que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" (Heb. 4: 15).
· Por otra parte, si, como algunos lo afirman, Jesús, siendo divino, no podía ser tentado, su tentación habría sido una farsa. Por medio de su naturaleza humana experimentó la tentación (DTG 636-637).
· Si la forma en que experimentó la tentación hubiera sido en algo menos difícil que la nuestra, "él no podría socorrernos" (DTG 92).
Tenemos un representante ante el Padre que puede "compadecerse de nuestras debilidades" porque "fue tentado en todo según nuestra semejanza". Por eso se nos invita a acercarnos "confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Heb. 4: 15-16). Jesús sabe por experiencia propia lo que la humanidad puede soportar, y ha prometido moderar el poder del tentador de acuerdo con la fortaleza de cada uno de nosotros, a fin "de poderla resistir con éxito" (1 Cor. 10: 13, BJ). Dentro de cada corazón humano se repite el gran conflicto que Cristo debió soportar en el desierto de la tentación. Sin pruebas -sin la oportunidad de elegir entre hacer lo bueno y hacer lo malo- no puede desarrollarse el carácter. La fuerza para resistir a la tentación se desarrolla resistiendo a la tentación.
Primera tentación: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”
Satanás había presenciado el bautismo de Jesús y había escuchado la proclamación del cielo que dijo: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" . Guiándose por las apariencias, parecía lógico dudar de la verdad de esa afirmación. Pálido, cansado, extenuado y sumamente hambriento (DTG 110-111), Jesús no tenía la apariencia de ser el Hijo de Dios. Las palabras de Satanás, "si eres" representaban para Jesús la pregunta: "¿Cómo sabes que eres el Hijo de Dios?" Del mismo modo, en el huerto del Edén, el tentador había tenido el propósito de inducir a Eva a no creer en las palabras que Dios tan claramente había pronunciado en cuanto al árbol del conocimiento. Así también Satanás se acerca a los hombres y a las mujeres hoy, tratando de conseguir que no crean las verdades que tan claramente aparecen en la Palabra revelada de Dios. Sólo aquellos cuya fe, como la de Jesús, descansa firmemente en lo que "escrito está", en un claro "así dice Jehová", podrán resistir los engaños del diablo. Una tentación siempre representa un desafío a alguna verdad claramente conocida. Induce a suponer que las circunstancias justifican el abandono de algún principio.
La forma de la frase griega indica que también podría traducirse de la siguiente manera: "Puesto que eres el Hijo de Dios". De este modo se insinuaría el reconocimiento de Jesús como Hijo de Dios, pero al mismo tiempo era un desafío a que mostrase su poder y autoridad.
En diversas ocasiones durante su ministerio, se le pidió a Jesús que diera prueba de que era el auténtico Mesías mediante el despliegue de su poder milagroso (Mat. 12: 38; 16: 1; Mar. 8: 11-12; Juan 2: 18; 6: 30). Pero él se negó a realizar milagros cuando se lo desafiaba a hacerlo. Más bien, cada milagro debía responder a alguna necesidad específica de las personas a quienes estaba procurando ministrar. Es verdad que se podía esperar que las fuerzas y los elementos de la naturaleza obedecieran la voz de su Creador (Mat. 8:26; Juan 2:6- 11), pero Jesús no recurrió al empleo de su poder celestial para disponer de algo que no esté a nuestro alcance.
· En este texto el pan representa las exigencias materiales de la naturaleza física del hombre.
· Representa la filosofía materialista de la vida que supone que la vida del hombre consiste en la abundancia de lo que posee y que vive sólo de pan. Así como la tentación hecha por Satanás a Adán y Eva en el jardín del Edén se basó en la excitación del apetito, también el apetito fue la base de su primer ataque contra el Hijo de Dios.
· Muchas de las tentaciones que acosan a los hombres son de esta clase. En primer lugar, Satanás sabe que al tentar la naturaleza física del hombre, tiene mayor probabilidad de un éxito inmediato. En segundo lugar, dirige sus tentaciones contra las debilitadas y degradadas facultades físicas del hombre, sabiendo perfectamente que por medio de la naturaleza física, por medio de los sentidos, puede alcanzar todo el ser. La naturaleza física debe estar siempre bajo el control de las facultades superiores de la mente, la voluntad y la razón a fin de evitar la ruina. El cuerpo es el medio por el cual se desarrollan la mente y el alma, por medio del cual se forma el carácter (MC 92). Esta tentación fue real porque Jesús, como Hijo de Dios, tenía el poder de satisfacer su hambre creando alimento.
La tentación consistía en la sugerencia satánica de que Cristo satisficiera su hambre en una forma indebida, sin tomar en cuenta cuál podría ser la voluntad de Dios. Lo que proponía Satanás insinuaba que Dios debía ser poco bondadoso al dejar que su Hijo sufriera hambre y estuviera solo, sobre todo cuando eso era completamente innecesario.
La respuesta de Jesús
La fe de Cristo en Dios y su conocimiento de la voluntad divina se fundaban en las Escrituras. Desde su niñez Cristo había estudiado con diligencia las Escrituras y las conocía íntimamente (DTG 50-51). En eso radicaba el secreto de su fuerza para hacer frente a la tentación. Es la fe la que trae la victoria sobre el mundo (1 Juan 5:4), y la fe se desarrolla mediante el estudio de las Escrituras (Rom. 10: 17). Aquí Cristo afirma que el obedecer la Palabra escrita de Dios tiene mayor valor e importancia que realizar un milagro. En esta ocasión todas las citas que Cristo empleó fueron del libro de Deuteronomio.
· Jesús citó la Palabra de Dios que se encuentra en Deut. 8:3, y es una verdad que Cristo había revelado a Moisés 15 siglos antes. Cuando las tentaciones acabaron, Jesús estaba al borde de la muerte (DTG 104-105). Quizá Satanás sugirió que Cristo moriría a menos que se apartara de lo que él consideraba ser su deber. Si así fue, por su respuesta Jesús afirmó que la muerte dentro del ámbito de la voluntad de Dios es mejor que la vida lejos de esa voluntad. Satanás emplea esta forma de tentación con muchos de los que procuran ser obedientes a la voluntad de Dios. El que se propone vivir sólo con "pan" o con el único propósito de obtener ese "pan", en realidad no está viviendo, y en el mejor de los casos está sentenciado a muerte, porque el "pan" sin Dios lleva a la muerte y no a la vida.
Las primeras palabras de Jesús afirman una completa e inalterable sumisión a la voluntad del Padre, tal como está expresada en la Palabra de Dios. Jesús aceptó la obligatoriedad de esa Palabra (cf. Juan 15: 10) y negó que las cosas materiales fueran de primera importancia. Las cosas espirituales son supremas en su valor e importancia (Mat. 6: 24-34; Juan 6: 27).
· El hombre es más que un animal; sus más urgentes necesidades no son físicas ni materiales. Jesús afirmó: "Mi reino no es de este mundo" (Juan 18: 36). Mientras que Jesús afirmaba, por una parte, la vital importancia de ayudar en todas las formas posibles a los necesitados (Mat. 25: 31-46; etc.), también dejó bien en claro que esto no debía ocupar el lugar de la lealtad y la consagración que se le debía rendir a él personalmente como Mesías (Mat. 26: 11). Es verdad que los hombres deben "hacer justicia, y amar misericordia" (Miq. 6: , y deben amar a sus prójimos como a sí mismos (Mat. 22: 39), pero también deben humillarse delante de Dios (Miq. 6: . La respuesta de Cristo al diablo es una condenación de la filosofía materialista de la vida, no importa cuál forma pueda tomar. La posesión de cosas no es el propósito final de la vida. Ni siquiera es un propósito deseable (Luc. 12: 15; Juan 6: 27-58).
· Dijo Jesús: "Mi comida es que haga la voluntad del que me envió" (Juan 4: 34). Jeremías habló de hallar y comer las palabras de Dios, y dice que ellas se transformaron en "gozo y alegría" de su corazón (Jer. 15: 16). Job declaró: "Guardé las palabras de su boca más que mi comida" (Jer. 23: 12). Jesús, el Verbo viviente (Juan 1: 1-3) era el "pan vivo que descendió del cielo" (Juan 6: 48-51). El autor de la carta a los Hebreos habla de gustar de "la buena palabra de Dios" (Heb. 6: 5). Pedro se refirió a la "leche espiritual no adulterada" (1 Ped. 2: 2) que permite el crecimiento del cristiano.
Además, es de vital importancia prestar atención a toda palabra de Dios. El hombre no tiene la libertad de elegir de la Palabra de Dios aquellas porciones que le agradan y rechazar otras. Dios ha proporcionado una dieta espiritual equilibrada para sus hijos terrenales, y quienes sólo comen lo que les place, no pueden esperar disfrutar de una experiencia cristiana saludable ni llegar a la madurez cristiana. Aun los "mandamientos muy pequeños" (Mat. 5: 19) son indispensables para el que quiera entrar en el reino de los cielos.
Segunda tentación: “Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra”
A primera vista, parecería que al no responder al desafío de Satanás, Jesús admitía tácitamente que no era Hijo de Dios.
· Al enfrentarse con la primera tentación, Jesús había demostrado su lealtad como Hijo a la voluntad del Padre. En esta ocasión el tentador le propone que demuestre su lealtad y su fe mediante un acto que, aparentemente, daría una prueba convincente de ese hecho.
· Satanás tergiversa y aplica mal el pasaje que ahora presenta ante Cristo como una razón para que se aparte del camino del deber. Emplea la Palabra de Dios en tal forma, que parece que este pasaje aprueba una conducta pecaminosa; tuerce su significado y lo emplea engañosamente ( 2 Cor. 4: 2).
· Satanás cita del Sal. 91: 11-12, pero omite las palabras "que te guarden en todos tus caminos". Quizá tenía el propósito de oscurecer el hecho de que tenemos derecho de reclamar el cuidado protector de Dios sólo cuando andamos por los caminos que Dios escoge. Satanás bien sabía que cuando un hombre se aparta del camino estrecho y recto, se aleja del terreno escogido por Dios y se coloca en la tierra hechizada del enemigo. Pero Jesús se negó a apartarse del camino de la estricta obediencia a la voluntad del Padre.
La respuesta de Jesús
· Satanás había sacado las palabras de Sal. 91: 11-12 de su contexto (Mat. 4:6). A fin de exponer el verdadero significado de las palabras citadas del Sal. 91 y probar que el diablo las había aplicado mal, Jesús citó otro pasaje (Deut. 6: 16), cuyo contexto muestra cuáles son las circunstancias en las cuales se puede pretender recibir la bendición de Dios (Deut. 6: 17-25). Los textos aislados de su contexto muchas veces dan lugar a interpretaciones erróneas. Además, un pasaje debe entenderse en armonía con todos los otros. Lo que algunos dicen, en el sentido de que puede torcerse la Escritura para que enseñe cualquier doctrina, sólo es cierto cuando se viola este principio. Cuando se estudia la Palabra de Dios en todo su conjunto, sus verdades son claras y armoniosas.
· Las palabras empleadas por Cristo para frustrar al enemigo fueron originalmente pronunciadas por Moisés en relación con la queja de los israelitas, cuando por primera vez protestaron en el desierto por falta de agua (Exo. 17: 1-7). Dios había proporcionado abundantes pruebas de que estaba guiando a su pueblo y que le proporcionaría todo lo que necesitara, por ejemplo, el despliegue de poder divino en Egipto, la dramática liberación en el mar Rojo, y posteriormente el envío del maná. Cuando se le dio alimento, el pueblo prometió humildemente que en el futuro confiaría en el Señor (PP 303-304), pero poco tiempo más tarde, cuando tuvieron oportunidad de ejercer su fe, los hebreos acusaron a Moisés de querer matarlos a fin de enriquecerse con sus posesiones (Exo. 17: 1-4; PP 303-305). A pesar de las evidencias del cuidado de Dios para con ellos, "tentaron a Jehová, diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no? (Exo. 17: 7). Pusieron a Dios a prueba; es decir, lo desafiaron a que demostrara su divino poder. Su pecado consistió en acercarse a Dios con un espíritu equivocado, de exigencia y de impaciente ira, y no el de humilde y paciente fe. A menos de que se les diera lo que exigían, se negaban a creer en Dios.
Con este mismo espíritu Satanás propuso que Cristo pusiera a prueba al Padre. En vez de aceptar por fe lo que el Padre había proclamado en el Jordán, cuando afirmó que Jesús era el Hijo de Dios, Satanás sugería que Jesús pusiera al Padre a prueba para convencerse por sí mismo de que eso era así. Pero tal comprobación reflejaría duda y no fe.
Nunca debemos colocarnos innecesaria o descuidadamente en una posición en la cual Dios tenga que obrar un milagro a fin de salvarnos de los resultados adversos de nuestra necia conducta. No debemos albergar la presunción de que Dios nos rescatará cuando sin necesidad nos precipitamos hacia el peligro. Una fe madura nos inducirá a poner nuestra vida en armonía con lo que Dios ya nos ha revelado, y entonces hemos de confiar en él para lo demás.
Tercera tentación: “Le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares”
Despojándose de su disfraz de ángel de gloria, Satanás se presentó ante Cristo como príncipe de esta tierra (DTG 102-103). No tenía derecho a ese título, pero había arrebatado a Adán y Eva el dominio que Dios les había dado. Satanás pretendía haber reemplazado a Adán como legítimo señor de la tierra (Gén. 1:28; Job 1:6-7), pero gobernaba como usurpador. Sin embargo, Cristo no refutó directamente las pretensiones de Satanás, y sólo negó que Satanás tuviera derecho alguno de recibir adoración. Jesús mismo habló de Satanás como el "príncipe" de este mundo, reconociendo así el gobierno de facto de Satanás (Juan 12: 31; 14: 30; 16: 11).
· Satanás ocultó hábilmente el lado peor de su reino y presentó sólo las deslumbrantes glorias de las proezas humanas. Ofreció a Jesús el papel de Mesías político. Si Jesús se hubiera presentado así, la nación Judía lo habría aceptado (Juan 6: 15; Luc. 4: 19).
· Efectivamente Satanás dominaba los asuntos religiosos y políticos del mundo (Luc. 4: 6). Claro está que "todo esto" era una propiedad robada, pero mientras Satanás la tuviera en su poder, se proponía comerciar con ella para ventaja propia. Cristo era el verdadero dueño, y su posesión se basaba en el hecho de que había creado "todas las cosas" (Juan 1: 3). Nunca había renunciado a sus derechos. Satanás sabía que Jesús había venido a desafiar sus pretensiones, y ahora se proponía entregarlas sin lucha, pero a cambio de ciertas condiciones. Satanás no dominaba en forma total a la raza humana; había todavía quienes no le rendían lealtad. Comprendía el desafío implicado en la pureza impecable de Cristo.
· Satanás dio a entender que Jesús conseguiría algo pagando prácticamente nada. "Todo esto" sería suyo por el bajísimo precio de postrarse una vez ante el que pretendía ser el legítimo dueño. Es como si Satanás hubiera insinuado que Jesús había venido a ganarse el título de este mundo, y le ofrecía que lo aceptara como un regalo de su parte, con toda la honra y el poder, sin lucha alguna. A cambio, todo lo que Satanás pedía era que Cristo transfiriera su lealtad personal del Padre a Satanás.
En los países del Cercano Oriente, el postrarse es todavía una señal de absoluta sumisión y homenaje. Esta propuesta diabólica -que el Dios encarnado adorase al diablo- constituye la más grande blasfemia. Los grandes principios que estaban en juego y la impía temeridad de la propuesta parecen mostrar el límite máximo de la ingeniosidad del diablo, y sugieren que el orden en que Mateo presenta las tres tentaciones, y no el orden de Lucas, es el verdadero orden cronológico. Después de haber dado este paso atrevidísimo, Satanás no tenía nada más que ofrecer.
¿De qué manera venció Jesús?
· Se había llegado a la culminación. Satanás se había desenmascarado y había aparecido tal como era. El príncipe de este mundo se había acercado a Cristo ofreciéndole la satisfacción de los anhelos humanos: (1) aplacar las necesidades materiales propias del bienestar humano, (2) tener la prerrogativa de hacer lo que a uno le plazca y gozar del privilegio de desobedecer sin aceptar las responsabilidades que eso entraña, (3) orgullo y popularidad, y (4) ejercer poder y autoridad sobre otros.
· El príncipe de este mundo se acercó a Cristo y no encontró en él nada que respondiera, ni en el más mínimo grado, a la tentación (Juan 14: 30). El Hijo de Dios "en semejanza de carne de pecado... condenó al pecado en la carne" (Rom. 8: 3), y si nosotros tan sólo nos acercamos a él con fe, si preferimos no andar "conforme a la carne, sino conforme al Espíritu" (Rom. 8: 4), Cristo por su gracia nos capacitará para andar así. Si tan sólo nos sometemos a Dios, también podremos resistir al diablo, y el huirá de nosotros (Sant. 4: 7-8). Dios nos será una defensa segura (Prov. 18: 10).
2. ¿En que áreas de tu vida “el acusador” tiene mayor facilidad para caer en sus artimañas?
El diablo siempre nos ataca en los momentos de mayor debilidad, porque es entonces cuando con mayor facilidad podríamos caer. Por eso es de vital importancia que se conserven las fuerzas físicas y mentales en un elevado nivel de vitalidad y eficiencia.
· Todo lo que pueda debilitar esas fuerzas, debilita nuestra defensa contra los engaños del tentador.
· El trabajar demasiado, dejar de hacer ejercicio, comer mal, dormir poco, o hacer cualquier cosa que disminuya la viveza intelectual o el control de las emociones, tiende a abrir el camino para que el maligno penetre en el alma.
· El albergar pensamientos de desánimo, derrota o resentimiento tiene el mismo efecto.
· Debemos poner nuestros afectos y nuestros pensamientos en las cosas de arriba (Col. 3:2), y llenar la mente con lo verdadero, lo honesto, lo puro, lo amable (Fil. 4:8).
· Debemos someter el cuerpo a las leyes de nuestro ser físico, porque es imposible apreciar plenamente las cosas eternas si vivimos violando las leyes naturales que gobiernan nuestro ser.
IV. PROPOSITOS DE LOS MILAGROS DE JESÚS
“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mat. 9:35).
1. ¿Cuántos milagros de Jesús se registran en los Evangelios? ¿Cuántos de ellos son milagros de curación? (Juan 2:1-11; 4:43-54; 5:1-16; Lucas 5:1-11; Marcos 1:21-28, 29-31, 40-45; 2:1-12; 3:1-6; Lucas 7:1-10; Mateo 9:27-31,32-34; Lucas 7:11-17; Mateo 12:22-32;8:18, 23-27;Marcos 5:1-20, 25-34; 5:22-24,35-43; 6:30-34; Mateo 14:22-33; 15:21-28; Marcos 7:31-37; Mateo 15:32-39; Marcos 8:22-26; 9:14-29 ;Mateo 17:24-27; Juan 9:1-41; Lucas 13:10-17; 4:1-4;Juan 11:1-45;Lucas 17:11-19; Marcos 10:46-52;11:12-14, 20-26;Lucas 22:50,51; Juan 21:1-23).
· De los 35 milagros que se han registrado de Jesús, 23milagros fueron de curación, en 3 resucitó muertos, en 3 proveyó alimentos o bebida y en 2 realizó grandes capturas de peces; los otros 4 fueron: calmar la tormenta, caminar sobre el agua, secar la higuera estéril y proporcionar dinero para el impuesto.
· En Mateo 4:23,24; 9:35; 12:15; 4:14, 35,36; 15:30,31; Marcos 1:32-34; 6:5; Juan 6:2. En estos textos aparecen referencias adicionales a milagros de curación, pero sus detalles no se registran. Por otro lado, Juan escribió: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir” (Juan 21:25).
2. ¿Por qué el Señor Jesús realizó milagros de curación? ¿Cuál es la naturaleza y propósito de cada maravilla realizado por Jesús? ¿Cuáles son los propósitos de los milagros de Jesús?
Un examen de los milagros realizados por nuestro Señor Jesucristo clarifica su naturaleza y propósito.
· Jesús nunca ejerció su poder divino para beneficio propio o meramente para satisfacer la curiosidad ociosa (Mat. 16:4; Luc. 23:8, 9).
· Cada uno parece responder a una necesidad material o física específica. Aseguraba a quien los recibía, y a los observadores, el amor, la simpatía y el interés de su Padre celestial, su deseo y capacidad para solucionar sus problemas espirituales (Mar. 2:9-11; Juan. 6:11, 12, 27; 9:5-7, 39, 41; 11:23-26, 37, 44), y, al mismo tiempo, inspirar fe en él como el Hijo de Dios (Juan. 11:27, 45; 15:24).
· Una y otra vez Jesús señaló sus "obras" como evidencia de ser el Mesías y de su autoridad divina (Mat. 11:20-23; Juan. 5:36; 10:24, 25, 32, 37, 38; 14:10, 11), y los hombres sinceros de corazón reconocieron a la divinidad en operación en él y por medio de él (Luc. 9:43; 19:37; 24:19; Jn. 3:2; 6:14; 9:16, 33).
· De quienes los recibían, Jesús demandaba fe (Mat. 17:20; Mar. 9:23, 24; Juan. 4:48, 49), cooperación activa (Mat. 17:27; Juan. 9:7), disposición para poner de allí en adelante su vida en armonía con los principios del reino de los cielos (Juan. 5:14), y aceptación de la obligación de hablar a otros del amor y del poder de Dios (Mar. 5:19).
· Jesús vino a destruir las obras de la muerte y combatir las enfermedades. El poder de la muerte, que vino al mundo por el pecado, estaba siendo derrotado.
· Sus milagros también sirvieron para quebrantar barreras sociales. El leproso se sintió aceptado por Jesús (Mar. 1:41), el samaritano volvió para agradecer (Luc. 17:11-17), y también se extendió a la mujer sirofenicia y sanó a su hija (Mar. 7:29, 30). La alienación de los seres humanos entre sí, creada por el pecado, se estaba destruyendo mediante el ministerio reconciliador de Jesús. Él estaba creando una nueva humanidad, en paz los unos con los otros.
· Pero sus milagros también servían para restaurar a la gente a la armonía y la comunión con el Padre. Muy a menudo, su victoria sobre los poderes de la muerte condujo a las personas a creer en él (Juan 4:53; 20:30, 31).
V. JESÚS Y USTED: ENCARNACIÓN Y EXPIACIÓN
“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apoc. 1:8).
El Alfa y la Omega. La primera letra y la última del alfabeto griego; es como si dijéramos: "desde la A hasta la Z". La frase indica integridad, plenitud, y tiene el mismo significado que "el principio y el fin, el primero y el último" (Apoc. 22:13). En este caso el que habla es "el Señor, el que es y que era y que ha de venir", identificado como Dios el Padre; sin embargo, en Apoc. 1:11-18 la expresión "el Alfa y la Omega" se identifica claramente con Cristo, quien también declara que es "el primero y el último". En Apoc. 22:13 la frase "el Alfa y la Omega" se refiere a Cristo. El Padre y el Hijo comparten estos atributos eternos. La referencia al Padre expone su eternidad y declara que el mismo Ser que ahora continuamente existe, siempre ha existido y siempre existirá. La existencia personal de Dios trasciende al tiempo, pero una eternidad infinita sólo puede ser expresada en palabras humanas por medio de términos limitados y temporales como los que aquí emplea Juan.
1. Describa brevemente, para usted, ¿Quién es Jesús?
1. Jesús es divino. Por lo tanto Jesús es Dios
La Divinidad o Trinidad consiste de tres personas: el Padre eterno, el Señor Jesucristo, Hijo del Padre eterno y el Espíritu Santo (Mat. 28: 19; Juan 1: 1-2; 6: 27; 14: 16-17, 26; Hech. 5: 3-4; Efe. 4: 4-6; Heb. 1: 1-3, 8; Juan 1: 1-3, 14).
· Hay tres personas vivientes en el trío celestial: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, Cristo y el Padre son uno solo en naturaleza, en carácter y en propósitos, pero no en persona. El Espíritu Santo es una persona así como Dios es persona.
2. Jesús era igual a Dios, infinito y omnipotente.
Cristo es Dios en el sentido supremo y absoluto del término: en naturaleza, en sabiduría, en autoridad y en poder (Isa. 9: 6; Miq. 5: 2; Juan 1: 1-3; 8: 58; 14: 8-11; Col. 1: 15-17; 2: 9; Heb. 1: 8; Miq. 5: 2; Mat. 1: 1, 23; Luc. 1: 35; Juan 1: 1-3; 16: 28; Fil. 2: 6-8; Col. 2: 9).
· Cristo es el Hijo de Dios preexistente y existente por sí mismo. Nunca hubo un tiempo cuando él no haya estado en estrecha relación con el Dios eterno. .
· Cristo era esencialmente Dios, y en el sentido más excelso. Estuvo con Dios desde toda la eternidad; Dios sobre todo, bendito para siempre.
· El Señor Jesucristo, el divino Hijo de Dios, existió desde la eternidad, como persona diferente, y sin embargo una con el Padre.
3. Jesús fue plenamente humano.
El Señor Jesucristo fue un ser humano verdadero y completo, en todo respecto como los otros hombres, excepto que "no conoció pecado" (2 Cor. 5: 21;Luc. 24: 39; Juan 1: 14; Rom. 1: 3-4; 5: 15; Gál. 4: 4; Fil. 2: 7; 1 Tim. 2: 5; Heb. 2: 14, 17; 1 Juan 1: 1; 4: 2; 2 Juan 7; Mat. 1: 23; Juan 1: 14; Fil. 2: 6-8).
· Cristo fue un verdadero hombre, plenamente humano, participante de nuestra naturaleza. Vino como un nene desvalido revestido de la humanidad de que nosotros estamos revestidos, y como miembro de la familia humana, era mortal.
· Oraba por sus discípulos y por sí mismo, identificándose así con nuestras necesidades, nuestras debilidades y nuestras flaquezas.
4. Jesús es tanto Dios como hombre.
La encarnación fue una unión verdadera, completa e indisoluble de las naturalezas divina y humana en una sola persona, Jesucristo. Sin embargo, cada naturaleza fue preservada intacta y diferente de la otra (Mat. 1: 20; Luc. 1: 35; Juan 1: 14; Fil. 2: 5-8; 1 Tim. 3: 16; 1 Juan 4: 2-3; com. Mat. 1: 18; Juan 1: 14; 16: 28; Fil. 2: 6-8).
· Cristo era un verdadero hombre. Sin embargo, era Dios en la carne.
· Su divinidad fue cubierta de humanidad, la gloria invisible tomó forma humana visible.
· El tiene una naturaleza doble, al mismo tiempo humana y divina.
· La naturaleza humana del Hijo de María, ¿Se cambió con la naturaleza divina del Hijo de Dios? No; las dos naturalezas se combinaron misteriosamente en una persona: El Hombre Cristo Jesús. Lo humano no ocupó el lugar de lo divino, ni lo divino de lo humano.
· La divinidad no fue degradada en humanidad; la divinidad mantuvo su lugar. "Presentaba una perfecta humanidad, combinada con deidad; preservando cada naturaleza distinta.
· La humanidad de Cristo no podía ser separada de su divinidad.
5. Jesús asumió voluntariamente la naturaleza humana.
Asumiendo voluntariamente las limitaciones de la naturaleza humana en la encarnación, el Señor Jesucristo así se subordinó al Padre durante su ministerio terrenal (Sal. 40: 8; Mat. 26: 39; Juan 3: 16; 4: 34; 5: 19, 30; 12: 49; 14: 10; 17: 4, 8; 2 Cor. 8: 9; Fil. 2: 7-8; Heb. 2: 9; Luc. 1: 35; 2: 49; Juan 3: 16; 4: 34; Fil. 2: 7-8).
· Despojándose de su vestido y corona reales, el Hijo de Dios prefirió devolver el cetro a las manos del Padre, y bajar del trono del universo.
· Lo hizo por sí mismo y por su propio consentimiento.
· Jesús condescendió en humillarse para tomar la naturaleza humana.
· Se humilló a sí mismo, y asumió la mortalidad.
· El Hijo de Dios se había entregado a la voluntad del Padre y dependía de su poder.
· Tan completamente había anonadado Cristo al yo que no hacía planes por sí mismo.
· Aceptaba los planes de Dios para él, y día tras día el Padre se los revelaba.
· Al paso que llevaba la naturaleza humana, dependía del Omnipotente para su vida.
· En su humanidad, se aferraba de la divinidad de Dios.
6. Jesús tomó la naturaleza del hombre, pero no su pecaminosidad.
Aunque sujeto a la tentación y "tentado en todo según nuestra semejanza", sin embargo Jesús fue completamente "sin pecado" (Mat. 4: 1-11; Rom. 8: 3-4; 2 Cor. 5: 21; Heb. 2: 10; 4: 15; 1 Ped. 2: 21-22; 1 Juan 3: 5; Mat. 4: 1- 11; 26: 38, 41; Luc. 2: 40, 52; Heb. 2: 17; 4: 15).
· Nuestro Salvador asumió las desventajas y riesgos de la naturaleza humana, para ser probado y examinado.
· Como cualquier hijo de Adán, aceptó los efectos de la gran ley de la herencia. Podría haber pecado, pero ni por un momento hubo en él una mala propensión.
· Venció a Satanás en la misma naturaleza sobre la cual en el Edén Satanás obtuvo la victoria.
· Jesús no reveló cualidades ni ejerció facultades que los hombres no pudieran tener por la fe en él.
· Su perfecta humanidad es lo que todos sus seguidores pueden poseer.
· En su naturaleza humana él mantuvo la pureza de su carácter divino.
· Ningún vestigio de pecado mancilló la imagen de Dios en él.
7. El sacrificio de Jesús proporcionó una expiación plena y completa a nuestro favor. Por ende Jesús es nuestro Salvador Personal.
El sacrificio de Cristo proporcionó una expiación plena y completa para los pecados del mundo (Isa. 53: 4-6; Juan 3: 14-17; 1 Cor. 15: 3; Heb. 9: 14; 1 Ped. 3: 18; 4: 1; 1 Juan 2: 2; Isa. 53: 4; Mat. 16: 13).
· Fue condenado por nuestros pecados, en los que no había participado, a fin de que nosotros pudiésemos ser justificados por su justicia, en la cual no habíamos participado.
· El sufrió la muerte nuestra, a fin de que pudiésemos recibir la vida suya.
· En el huerto de Getsemaní Cristo sufrió en lugar del hombre, y la naturaleza humana del Hijo de Dios tambaleó bajo el terrible horror de la culpabilidad del pecado.
· En ese momento la naturaleza humana habría muerto bajo el horror de la sensación de pecado, si un ángel del cielo no lo hubiera fortalecido para que soportara la agonía.
· La condición de la expiación se había cumplido. La obra para la cual él había venido a este mundo se había efectuado.
8. Jesús resucitó, de esta manera da garantía al verdadero creyente al que cree en él, aunque baje la tumba resucitará el día postrero.
En su divinidad, Cristo tenía poder no sólo para deponer su vida sino también para recobrarla nuevamente, cuando fue llamado de la tumba por su, Padre (Juan 10: 18; Hech. 13: 32-33; Rom. 1: 3-4; 1 Cor. 15: 3-22; Heb. 13: 20; 1 Ped. 1: 3; Mat. 28).
· Cuando la voz del poderoso ángel fue oída junto a la tumba de Cristo, diciendo: Tu Padre te llama, el Salvador salió de la tumba por la vida que había en él.
· En su divinidad, Cristo poseía el poder de quebrar las ligaduras de la muerte.
9. Jesús ascendió al cielo y ministra a nuestro favor.
“Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios” (Mar. 16:19)
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:1-3)
Nuestro Salvador ascendió al cielo en su cuerpo glorificado, para ministrar allí en nuestro favor (Mar. 16: 19; Luc. 24: 39; Juan 14: 1-3; 16: 28; 20: 17; Hech. 1: 9-11; Rom. 8: 34; 1 Tim. 3: 16; Heb. 7: 25; 8: 1-2; 9: 24; 1 Juan 2: 1-2; Heb. 1: 9-11).
· Dios dio a su Hijo unigénito para que llegase a ser miembro de la familia humana, y retuviese para siempre su naturaleza humana.
· Dios adoptó la naturaleza humana en la persona de su Hijo, y la llevó al más alto cielo.
· Todos necesitan llegar a ser más inteligentes respecto de la obra de expiación que se está realizando en el santuario celestial.
10. Jesús volvió al cielo y retomó el lugar que antes tenía.
“Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:8-11)
Cuando volvió al cielo, Cristo retomó el puesto que había tenido con el Padre, antes de la encarnación (Mat. 28: 18; Juan 12: 23; 17: 5; Efe. 1: 19-22; Fil. 2: 8-9; Col. 1: 18; 1 Tim. 2: 5; Heb. 1: 3; 2: 9; 1 Ped. 1: 11; Fil. 2: 9).
· Cuando Cristo entró por los portales celestiales, fue entronizado en medio de la adoración de los ángeles.
· Cristo fue de veras glorificado con la misma gloria que había tenido con el Padre desde toda la eternidad. Como sacerdote y rey, había recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra (5CBA896).
REFLEXIONES Y APLICACIONES PARA LA VIDA
Mí querido(a) amigo(a) o hermano(a): ¿Cuántos textos de la Biblia mencionan la preexistencia y la divinidad de Cristo? ¿Puedes imaginarte el Creador del Universo en un pesebre? ¿Cuáles son las evidencias que Jesús fue completamente humano y completamente divino? ¿Por qué no debiéramos especular o formular hipótesis acerca de la encarnación de Jesús? ¿Cuál es tu premisa acerca de la encarnación y cuán real es en tu vida?
Reflexiona conmigo el siguiente texto: “Los hombres primero vieron a Cristo como a un nene, como a un niño. Sus padres eran muy pobres, y no tuvo nada en esta tierra salvo lo que tienen los pobres. Pasó por todas las pruebas por las que pasan los pobres y humildes desde la niñez a la adolescencia, de la juventud a la virilidad. Mientras más pensamos en Cristo convertido en un niñito aquí en la tierra, más maravilloso nos parece. ¿Cómo puede ser que el desvalido niño del establo de Belén sea el divino Hijo de Dios? Aunque no podamos comprenderlo, podemos creer que Aquel que hizo los mundos, debido a nosotros se convirtió en un niño desvalido. En él, Dios y el hombre se vuelven uno, y en ese hecho radica la esperanza de nuestra raza caída. Contemplando a Cristo en la carne, contemplamos a Dios en la humanidad, y vemos en él el resplandor de la gloria divina, la expresa imagen de Dios el Padre” (A fin de conocerle, p.29).
Manos a la obra:
- Escribe un texto, ¿Por qué razones vino Jesús al mundo?
- ¿Podrías citar dos ejemplos prácticos para tener una idea acerca de la encarnación de Jesús? ¿Podrías mezclar agua con aceite? ¿Sí? ¿No? ¿Por qué? ¿Con qué sustancias se puede mezclar el aceite? ¿Cuál es el procedimiento para cocer un huevo en frito? ¿Por qué se calienta el aceite antes de verter el huevo?
- ¿Qué esperas de Jesús? ¿Cuántos milagros de Jesús se registran en los evangelios? ¿Cuáles de sus milagros están relacionados directamente con el ser humano y cuáles con los fenómenos naturales?
- ¿Cuál es el mayor milagro que ha hecho Jesús en tu vida?
Resumen: Aunque no podamos comprender completamente la encarnación de Cristo, podemos identificarnos con su ejemplo en el bautismo y en el vencer la tentación. Cristo nos dio ejemplos que podemos seguir en nuestras vidas.
Ore conmigo, por favor…"Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mat. 1:21)…Feliz sábado
Elaboró: Delfino Jarquín, Si usted gusta ver los demás comentarios, temas de interés y enlaces inmediatos. Haga clic en:
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Bibliografía: Rodríguez Ángel Manuel, La Expiación y la Cruz de Cristo, Guía de estudio de la Biblia, Edición para maestros, octubre-diciembre de 2008__Notas de E.G. White para las Lecciones de la Escuela Sabática, octubre-diciembre de 2008__G. White Ellen: El camino a Cristo, La Historia de la redención, El Deseado de todas las gentes, Conflicto de los siglos__Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día: Comentario Bíblico adventista del Séptimo Día, Tomo I, IV, V &,VII- Diccionario Bíblico Adventista del Séptimo día, - Creencias de los Adventistas del Séptimo Día, 1988 & 2006, _D. Thomas Jerry, Las 28 Creencias fundamentales para mí, APIA, 2007_Stephanie Lorena, Treasha Toussaint, Soliwazi Khumalo, et al, La Expiación y la Cruz de Cristo , Guía de es estudio de la Biblia para jóvenes, El universitario, octubre-diciembre de 2008.
Hermanos y maestros de la Escuela Sabática, espero que les pueda servir de ayuda este material. El propósito es, abarcar toda la lección de la semana; considerando los objetivos principales y aplicándolos en nuestra vida cristiana...gracias por las sugerencias y comentarios que nos han enviado; que la honra y la gloria sea para Dios. Si gusta escribirnos este es el correo: delfino_comessab@hotmail.com; delfinosabbathschoolcomment@gmail.com ¡Dios les bendiga en cada una de sus actividades!, y esperando pronto la bendita esperanza de la Segunda Venida de Cristo Nuestro Señor, se despide su hermano en Cristo: Defino Jarquín López.