Para el 25 de octubre de 2008
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Lee: Romanos 3:19-22; 5:6-8; 5:20, 21; Efesios 1:4; Colosenses 1:26, 27; 2 Timoteo 1:8, 9; Tito 1:2.
Descubre: ¿Cuál es la obra de Cristo al venir a esta tierra? ¿Cuán completo ha sido el rescate de Jesús por el pecador? ¿De qué manera el plan de Salvación es una realidad en cada persona? ¿Por qué será que a veces los cristianos encuentran que es más fácil intentar ganar la salvación, en vez de aceptar la gracia que Dios nos concede gratuitamente? ¿Qué es la fe? ¿Qué es la gracia? ¿Qué implica obedecer? ¿Cómo debe de cambiar nuestra actitud cuando reconocemos que las obras son el resultado de la gracia, en vez de ser un medio para salvarnos a nosotros mismos? ¿Cómo puede ser la labor de servicio nuestro más elevado llamamiento? ¿Tus obras son selladas con la sangre de Cristo Jesús? ¿Por qué la encarnación de Cristo es un misterio? ¿Sabía la deidad de la apostasía de Satanás y la caída de Adán? ¿Cuánto le costo la Deidad por el rescate del hombre? ¿Cuál es la garantía de nuestra salvación? ¿Desde cuando la Deidad hizo un plan de redención para el hombre? ¿Estas dispuesto aceptar la invitación de Dios en este momento?
Memoriza y considera: “Dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Efe. 1:9, 10).
Pensamiento clave: Mostrar que la Deidad previó la Caída, y que preparó un plan para resolver el problema del pecado mucho antes de que este surgiera.
PROPÓSITOS DE LA LECCIÓN DE ESTA SEMANA
· Saber que Dios eligió salvar a la raza humana.
· Sentir que la separación causa dolor tanto a Dios como a nosotros.
· Hacer diariamente una meditación sobre el misterio de la encarnación de Cristo y lo que significa para nosotros en cuanto al amor y el carácter de Dios.
“La gracia es un atributo de Dios puesto al servicio de los seres humanos indignos. Nosotros no la buscamos, sino que fue enviada en busca nuestra. Dios se complace en concedemos su gracia, no porque seamos dignos de ella, sino porque somos rematadamente indignos. Lo único que nos da derecho a ella es nuestra gran necesidad.
Por medio de Jesucristo, el Señor Dios tiende siempre su mano en señal de invitación a los pecadores y caídos. A todos los quiere recibir. A todos les da la bienvenida. Se gloría en perdonar a los mayores pecadores. Arrebatará la presa al poderoso, libertará al cautivo, sacará el tizón del fuego. Extenderá la cadena de oro de su gracia hasta las simas más hondas de la miseria humana, y elevará al alma más envilecida por el pecado” (El ministerio de curación, p. 119).
I. EL MISTERIO DEL AMOR DE DIOS
· ¿Sabías que Dios te ama?
· ¿Por qué Cristo murió por ti? ¿Para qué Dios te amara o porque Dios te ama y siempre te ha amado?
1. ¿Cuáles son los atributos de Dios? ¿Cuál es la naturaleza de Dios?
“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5:6,8).
· Pablo prosigue con su demostración de que la esperanza del cristiano, basada en el amor de Dios, no puede fallar. Describe la inmensa grandeza de ese amor, tal como se reveló en el hecho de que Cristo murió por nosotros cuando aún estábamos desvalidos y éramos impíos.
· La referencia de Pablo a la impotencia y a la debilidad del pecador no regenerado contrasta con su descripción del creyente justificado, que ahora se regocija mientras se fortalece en esperanza, en paciencia, en carácter y en la seguridad del amor de Dios.
2. ¿Cuáles eran as condiciones del mundo cuando Jesús vino? ¿Se habían preparado los corazones de muchos para que recibieran con alegría las buenas nuevas del Evangelio? ¿Cuál era la mayor necesidad?
Durante miles de años se había permitido que el intento de lograr la justificación por medio de las obras siguiera su curso. Pero los más fanáticos legalistas judíos y los más destacados intelectuales griegos y romanos no habían podido idear ninguna fórmula que pudiera curar los males del mundo, salvando a los hombres del pecado y de la muerte. Por el contrario, el pecado y la degradación habían llevado a los hombres hasta su máxima profundidad cuando Jesús vino a esta tierra. En muchos casos los hombres y las mujeres se habían entregado completamente al dominio de Satanás, y el mismo sello de los demonios estaba impreso en sus semblantes. De esa manera se había demostrado ante el universo que la humanidad apartada de Dios nunca podría ser restaurada. Y a menos que el Creador impartiera algún nuevo elemento de vida y de poder, no había esperanza para la salvación del hombre (DTG 26-28). Este momento decisivo fue cuando Cristo vino a morir por los impíos (Gál. 4: 4; Mar. 1: 15).
· Este también fue el "tiempo señalado", porque era el tiempo predicho por el profeta Daniel en que moriría el Mesías (Dan. 9: 24-27; cf. Juan 13: 1; 17: 1).
· También era el tiempo "debido" porque las condiciones del mundo habían preparado el corazón de muchos para que recibieran con alegría las buenas nuevas del Evangelio.
· Por todo el mundo había hombres y mujeres que se habían cansado del ritual interminable y vacío de la religión legalista, y anhelaban ser liberados del pecado y de su poder. Además, por voluntad de la divina providencia el mundo estaba unido bajo un solo gobierno, predominaba un idioma: el griego, y el pueblo judío se había esparcido entre las naciones, lo que hacía posible una rápida difusión de las nuevas de la salvación.
· Cristo vino y murió cuando el mundo tenía la mayor necesidad de él, en el tiempo predicho y cuando su sacrificio podía cumplir mejor su propósito de revelar la justicia y el amor de Dios para la salvación del hombre caído (Gál. 4: 4).
· El sacrificio de Cristo permanece como la demostración máxima de ese amor. Jesús murió una vez por todos, pero en los resultados permanentes de su muerte tenemos una prueba constante del amor de Dios por cada uno de nosotros.
3. ¿En qué consiste el amor de Dios?
El amor del Padre fue manifestado en la muerte de Cristo. Este hecho vital debe ser reconocido para poder comprender correctamente la expiación (Rom. 3: 25). Cristo no murió para apaciguar a su Padre o para inducirlo a que nos ame. El amor divino fue el que concibió en el principio el plan de la expiación y de la salvación, y el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo han colaborado en perfecta armonía para efectuarlo (Juan 3: 16; 10: 30; 14: 16, 26; 15: 26; 17: 11, 22-23; Rom. 3: 24; 8: 32; Efe. 2: 4-7; 2 Tes. 2: 16; 1 Juan 4: 10).
· A algunos les resulta difícil conciliar este concepto del eterno amor de Dios con la ira divina que se menciona frecuentemente. Pero la ira divina es el antagonismo de Dios contra el pecado, lo que finalmente resultará en su erradicación completa del universo.
· Mientras los hombres elijan permanecer bajo el dominio del pecado, estarán bajo la ira de Dios (Rom. 1: 18). Su amor por los pecadores fue lo que indujo a Dios a dar a su Hijo para que muriera, y él se dio a sí mismo en ese sacrificio expiatorio (2 Cor. 5: 19).
· En el hombre no había nada que mereciera el amor de Dios. El hipotético hombre "bueno" era benévolo, amable e inspiraba afecto. Pero el amor de Dios para con nosotros no fue una respuesta a amor alguno que hubiéramos tenido por él, pues éramos sus enemigos. "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros" (1 Juan 4: 10).
Nuestra fe no añade nada a la dádiva de Dios, sólo la acepta. El precio infinito que fue pagado por nuestra redención no sólo revela el maravilloso amor de Dios, sino también cómo valora Dios al ser humano. El razonamiento de Pablo es que si Dios nos ama tanto que estuvo dispuesto a pagar un precio infinito por nuestra justificación, con seguridad guardará lo que ha sido comprado a tan elevado precio.
II. ESCOGIDOS AUN ANTES DE LA FUNDACION DEL MUNDO
· Aun antes de la fundación del mundo, el plan de Dios fue salvar al mundo, incluyendo a cada uno de nosotros. ¿Qué responden en esta hora acerca de esta de esta verdad?
· ¿Sabías que Dios siempre se ha preocupado por ti? Su propósito es salvarte aun antes de que existieras.
1. ¿Por qué el sacrificio de Cristo es para todos y no para beneficio de unos pocos escogidos? ¿Predestinó Cristo a todo el mundo para que sea salvo? De ser así, ¿Por qué se perderán algunos?
“Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” (Efesios 1:4,5).
Tal vez estos textos han sido utilizados en algunas ocasiones como una evidencia en favor de la doctrina de que algunos son elegidos para salvación y otros para perdición, sin que nada puedan hacer las personas involucradas para alterar el resultado final. Es cierto que estos versículos se refieren a la predestinación o designación de ciertos elegidos desde antes de la fundación del mundo para ser adoptados como Hijos de Dios; pero nada dice respecto a elegidos para perdición. También se llama "nosotros" a los elegidos, es decir a los cristianos que por la fe han aceptado al Señor Jesucristo. Cuando se trazó el plan de salvación antes de la fundación del mundo, se decidió que quienes se ajustaran a las condiciones de dicho plan serían considerados nuevamente como Hijos. El deseo de Dios era que todos aceptaran el plan y fueran salvos (1 Tim. 2: 4; 2 Ped. 3: 9).
Toda la vida espiritual del cristiano se centra en Cristo, por lo tanto constituye la esfera en la cual puede hacerse la elección. El que se acerca a Cristo es elegido para salvación, así como quien se une a un coro es elegido o escogido para cantar. Por esta razón no hay una elección arbitraria. El propósito de Dios es salvar a todos los que por fe aceptan a Cristo como su Redentor.
· Cristo es el instrumento del plan de salvación, es el Mediador entre Dios y el hombre (1 Tim. 2: 5). Pero no era un Dios iracundo que exigía que lo apaciguaran, pues el Padre actúa para lograr su propósito mediante Cristo: la salvación del hombre (Gál. 4: 3-5).
· El beneplácito de Dios fue idear y llevar a feliz término el plan de salvación, para que todos los que ejercieran firmemente su fe en Cristo Jesús fueran adoptados como Hijos en la familia de Dios (Juan 3: 16; Apoc. 22: 17).
· Uno de los propósitos del plan de salvación es la vindicación del carácter de Dios ante el universo (PP 55; DTG 578-580; Efe. 3: 10-11).
· La redención se efectúa por algo más que una cierta cooperación con Cristo o una simple unión mística con él. Cristo es la "esfera viviente" de la redención; en su persona tiene lugar esa gran obra.
· Cristo es el Arquitecto, el Constructor y la Piedra angular de la redención. El es no sólo el Pastor sino también la Puerta del aprisco (Juan 10: 1-14).
· La sangre derramada de Cristo representa la vida que fue entregada para redimir a la humanidad.
· Redención es liberación de la esclavitud en que cayó el hombre por transgredir la voluntad divina, liberación hecha a un costo infinito.
· El derramamiento de la sangre de Cristo fue "para remisión de pecados" (Mat. 26: 28).
III. EL MISTERIO REVELADO: CRISTO EN TI
· ¿Cómo podemos morir al yo?
· ¿Por qué razón el yo es tan poderoso?
· ¿Por qué existe tanto egoísmo, envidia y rencor?
1. ¿Para quiénes es el plan de Dios? ¿Quiénes son los santos? ¿De qué manera Cristo puede vivir en ti? ¿De qué manera el plan de Dios es una realidad en tu vida?
“De la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios, el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Col. 1:25-27)
Había llegado el tiempo de revelar el misterio de la voluntad de Dios. El mundo se había estado preparando durante mucho tiempo para esta hora, y el apóstol Pablo había sido sumamente honrado al ser uno de los portadores de un secreto "que había estado oculto desde los siglos y edades" (Col. 1: 26; Efe. 3: 3). La superabundancia de la gracia de Dios había sido un "misterio" hasta su proclamación en la vida y muerte de Cristo, y su extensión y aplicación a los gentiles sólo comenzaba a ser conocida ahora.
· El plan de Dios es que los suyos penetren en los misterios más profundos del conocimiento divino mediante la ayuda de su Espíritu Santo. Cuando reciban esta revelación Dios transformará de tal manera sus inclinaciones, que alcanzarán la santificación de sus caracteres.
Con el comienzo del plan de salvación Dios colocó frente a la humanidad caída la esperanza de su restauración ante la presencia divina. La encarnación de Cristo hizo que el hombre sintiera más próxima la cristalización de esta esperanza. La presencia interior de Cristo en el corazón del individuo demuestra que el poder de la gracia está actuando para transformar el carácter. Esto hace que sea real la esperanza de glorificación. El cristiano vive ahora en el reino de la gracia, lo que le da la seguridad de que llegará un día cuando vivirá con Cristo en el reino de gloria (Rom. 8: 18; 1 Tim. 1: 1).
IV. LA ESPERANZA DE VIDA ETERNA
· ¿Quién es Jesús para ti?
· ¿Cuál es el mensaje central del evangelio?
· ¿El mensaje que has predicado es Cristo céntrico?
· ¿Por qué muchos predicadores se olvidas que su mensaje debe ser Cristo céntrico?¿En vez de esto eligen filosofías humanas, fábulas e ilustraciones inadecuadas?
1. ¿Tienes la seguridad de que has recibido el don de la redención divina en tu vida? Describe el amor que Dios siente por ti.
“Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles”(2 Tim. 1:8-11)
Pablo estaba siendo humillado públicamente por causa del Evangelio, y cualquier cosa inferior a un pleno compañerismo con Pablo, público y privado, habría sido una cobardía. El apóstol comprendía bien que las fuerzas del mal persiguen implacablemente a todo hijo de Dios, y que antes de la corona de gloria está la cruz del sufrimiento y de la incomprensión (2 Tim. 3:12).
· La gracia de Dios es lo único que puede fortalecer al creyente para vencer las engañosas tentaciones y para soportar las aflicciones que causa el enemigo de las almas (Rom. l: 16; 1 Cor. l: 18).
· El "poder de Dios" es lo único que puede salvar a los hombres de sus malos hábitos. Su salvación es segura mientras sometan su voluntad a Dios (Mat. l: 21).
· Dios anhela que todos los hombres se salven (1 Tim. 2:4) sin embargo, hay muchos que rechazan el ofrecimiento divino de salvación (Mat. 23:37).
· La salvación por la fe es uno de los hechos fundamentales del Evangelio, que Pablo destaca de un modo especial debido a la falsa seguridad que los judíos depositaban en el poder salvador de "las obras de la ley" (Gál. 2:16; Rom. 3:19-24; 10:1-4; Efe. 2:8-9; Tito 3:5).
· El hombre no tiene nada que ofrecer a Dios para lograr su salvación; es impotente sin la misericordia que Dios le brinda gratuitamente.
· Debido a la naturaleza del amor (1 Juan 4:9,10), Dios tomó la iniciativa ofreciendo la salvación a los pecadores entregando a su Hijo, "Cristo Jesús". Para un análisis más detallado de los propósitos de Dios (Rom. 8:28-30; Efe. l: 3-11).
· El amor de Dios, que fluye sin cesar hacia los pecadores que no lo merecen, invita a cada hombre a que acepte la redención que le es propuesta en Cristo (Rom. 3:23-24; Efe. 2:4-10).
El conocimiento eterno de Dios lo capacitó para hacer frente a la tragedia y la crisis del pecado antes de que éste entrara en nuestro mundo (Rom. 16:25-26; Mat. 25:34; 1 Cor. 2:7). Dios conoce el pasado, el presente y el futuro. Ningún evento terrenal puede sorprenderlo. El pecado sería un ataque personal de seres creados contra la autoridad divina y por lo tanto contra el carácter de Dios. El Altísimo siempre estuvo preparado para demostrar su amor y equidad, no sólo ante un universo sin pecado sino también ante los que habían despreciado el amor divino (Juan 1.14; 3; 16; Rom. 5:5-10).
· El "propósito" de Dios y su "gracia" se revelaron claramente en Jesucristo. Los hombres deben pensar en el Dios invisible comparándolo con lo que ven en Jesús, pues ahora saben lo que Dios piensa de sus sufrimientos terrenales debido al ministerio de curación de Cristo y sus mensajes de ánimo y esperanza. Los hombres pueden medir la tierna consideración que Dios tiene por la humanidad guiándose por la pauta del amor paciente de Jesús.
· Cuando Cristo resucitó, se manifestó un poder más grande que el de la "muerte". Cristo ofrece este mismo poder sobre la "muerte" a todos los que aceptan el plan de salvación. No se debe, pues, temer a la "muerte".
· La venida de Jesucristo y su mensaje de liberación del pecado y de victoria sobre la muerte se comparan con la aurora de un día nuevo después de una noche oscura. Jesucristo es, sin duda alguna, la "luz" de los hombres (Juan l: 4). Mientras Pablo esperaba su inminente ejecución, la "luz" de la promesa de Dios de "vida" e "inmortalidad" producía una paz triunfante en su alma.
· La conquista de Cristo representó la máxima esperanza para un mundo que consideraba la muerte como un misterio tenebroso. Esta promesa de "vida" da gozo y significado a la fugaz peregrinación en esta tierra. En vez de inutilidad, proporciona un propósito; el gozo sustituye a la desesperación, gozo que es un reflejo de la utilidad de la fe cristiana.
“Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos, y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador, a Tito, verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador”(Tito 1:1-4)
2. ¿Quién era Tito? ¿Cuáles son las características de la carta de Pablo dirigido a Tito? ¿Cuál es el mensaje central de esta carta para nosotros?
Aunque Pablo era esclavo de Dios, que no disponía de propiedades ni de independencia de acción, era embajador del Rey de reyes, con todo el prestigio y todos los privilegios que acompañan a este cargo.
· Para Pablo, Jesucristo es Dios y posee los atributos de Dios (Col. 2:9; 1 Tim. 1:1; 2 Tim. 4: l). La autoridad de Jesucristo, quien personalmente lo comisionó para el apostolado (Col. 1: 11- 12), es la autoridad suprema del Dios eterno. La categoría de embajador, de la que goza Pablo, proviene del Altísimo; sus credenciales le fueron dadas en el camino a Damasco (Hech. 9:15; 22:14-15; 26:16-17; Col. 1:1).
· Pablo no vacila en referirse a su predicación como el vehículo mediante el cual la Palabra de Dios debía ser manifestada públicamente. El apóstol proclama con convicción el Evangelio como la revelación de los propósitos más profundos de Dios. Una solemne responsabilidad descansa sobre un hombre a quien Dios envía como su portavoz, pues se convierte en un eslabón viviente entre la suficiencia de Dios y la necesidad de los hombres. Como embajador de Dios, o "apóstol" (Tito 1:1), no proclama su propio mensaje sino el de Aquel a quien representa. El verdadero ministro predica, como Pablo, la verdad como es en Jesucristo.
· La dedicación de Pablo a la predicación no fue el resultado de plan alguno que él hubiera elaborado, sino de la voluntad y del propósito de Dios, quien había puesto sobre él esta responsabilidad de una manera tan abrumadora, que se sintió constreñido a exclamar: "¡Ay de mí si no anunciara el evangelio!" (1 Cor. 9:16).
Tito no es mencionado en el libro de los Hechos. Unas pocas informaciones referentes a él se pueden reunir de referencias aisladas en las epístolas paulinas. Era un cristiano de origen gentil (Gál. 2:3), quizá converso de Pablo (Tito 1:4). Se menciona por primera vez cuando acompañó a Pablo de Antioquía a Jerusalén con motivo del concilio celebrado en esa ciudad (Gál. 2:1-3; Hech. 14:26-28; 15:1-4). Por eso a veces se ha conjeturado que había nacido en Antioquía. Más tarde acompañó a Pablo durante parte del tercer viaje misionero del apóstol (2 Cor. 2:13; 7:6, 13). La Epístola a Tito nos informa que fue dejado en Creta para arreglar ciertas cosas y para organizar iglesias (Tito 1:5). El servicio que prestó en Creta fue sólo transitorio pues se le pidió que se reuniera con Pablo en Nicópolis (Tito 3:12). Tito es mencionado por última vez en 2 Tim. 4: 1 0, donde se dice que fue a Dalmacia.
· Común a los gentiles como Tito y a los hebreos como Pablo.
· La legitimidad del cargo de Tito como dirigente de la iglesia se basaba en la dirección espiritual y enseñanza que Tito había recibido de Pablo. Estaba plenamente autorizado para cumplir con sus deberes como dirigente de la iglesia de Creta.
· El cristianismo unifica a los hombres sin tener en cuenta raza, color, posición social o sexo. Todos son uno en Jesucristo (Gál. 3:28; 1 Tim. 1:2).
V. EL MISTERIO DE LA GRACIA DE DIOS
· ¿De qué manera has experimentado la gracia Dios en tu vida?
· ¿Cómo cambió tu vida como resultado de lo que Cristo hizo por ti?
1. ¿Por qué abundó el pecado? ¿Cuál es la importancia del contraste que hace Pablo entre el fenómeno del pecado y la revelación de la gracia de Dios? (Rom. 5:20, 21).
“Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia. Para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro” (Rom. 5:20,21).
Es claro que Pablo está pensando en el tiempo de Moisés como la ocasión cuando entró "ley" (Rom. 5: 13-14). Las leyes de Dios para la conducción de su pueblo fueron dadas formalmente en el Sinaí, aunque la ley moral -los Diez Mandamientos-, fue escrita en el corazón de Adán en la creación.
No era el propósito principal de la ley de que el pecado abundase, la que debía revelar la norma de justicia; pero debido a las tendencias humanas al mal, heredadas y cultivadas, lo que hizo la ley fue en realidad, multiplicar la transgresión. La ley tuvo este efecto porque prohibió ciertos actos pecaminosos que hasta ese tiempo no habían sido reconocidos como delito. Pero cuando la ley fue promulgada, el continuar en esos actos se convirtió en transgresión premeditada. Como la ley es espiritual y santa, y prohibe complacencias pecaminosas, inevitablemente despierta oposición en los corazones rebeldes, y se convierte en un instrumento que aguijonea el pecado al multiplicar o hacer conocer las transgresiones. Si el corazón del hombre fuera santo y estuviera dispuesto a hacer lo correcto, la ley no tendría este resultado.
· Dios permitió el pecado, y también que abundara y entonces predominó sobre esa situación con un supermaravilloso despliegue de la gloria divina y de su gracia, para que los beneficios de la redención superaran infinitamente a los males de la rebelión.
· El pecado reina sobre un reino de muerte. La gracia de Dios reina sobre un reino de vida.
Los hombres no tienen nada por lo cual puedan presentarse como justos delante de Dios, por lo tanto la justificación tiene que ser algo gratuito. El hombre estará capacitado para aceptar por fe la justificación como un don gratuito únicamente cuando, con toda humildad, esté preparado para reconocer que se halla destituido de la gloria de Dios, y que no tiene en sí mismo nada que lo haga aceptable delante de Dios.
2. ¿Qué es la gracia? ¿Cuál es la función de gracia divina en cada creyente?
El significado peculiar añadido al término "gracia" en el Nuevo Testamento -y especialmente en los escritos de Pablo- se refiere al abundante amor salvador de Dios para los pecadores según se revela en Jesucristo. Como "todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios" (Rom. 3: 23), es obvio que los hombres pecadores no merecen en lo más mínimo una gracia tal ni la amante bondad de Dios. Los hombres han vivido odiando a Dios y en rebelión contra él (Rom. 1: 21, 30, 32), han pervertido su verdad (Rom. 1:18, 25), han preferido adorar a cuadrúpedos y a reptiles (vers. 23); han deshonrado la imagen divina en sus propios cuerpos (Rom. 1:24-27), han blasfemado el nombre de Dios (Rom. 2: 24) y hasta lo han despreciado debido a su paciencia y longanimidad (Rom. 12:4). Finalmente dieron muerte a su Hijo enviado para salvarlos (Hech. 7: 52). Pero a pesar de todo, a través de ese proceso Dios a continuado considerando al hombre con amor y bondad, para que la revelación de su misericordia pudiera inducir a los hombres al arrepentimiento (Rom. 2: 4).
Esta es la gracia de Dios de acuerdo al significado peculiar que tiene en el Nuevo Testamento. No es únicamente el favor de Dios para los que podrían merecer su aprobación; es su amor transformador, ilimitado y que todo lo abarca, para los pecadores -hombres y mujeres- y la buena nueva de que esta gracia, tal como se revela en Jesucristo, es "poder de Dios para salvación" (Rom. 1: 16). No comprende sólo la misericordia y buena voluntad de Dios para perdonar, sino que es también un poder activo, vigorizante y transformador para salvar. Por eso puede:
· Llenar a una persona (Juan 1: 14)
· Ser dada (Rom. 12: 3)
· Todo lo abarca (2 Cor. 12: 9; Rom. 5: 20)
· Reina (Rom. 5: 21)
· Enseña (Tito 2: 11-12)
· Afirma el corazón (Heb. 13: 9).
En algunos casos, "gracia" parece casi equivaler a "Evangelio" (Col. 1: 6) y, en general, a la obra que Dios ejerce (Hech. 11: 23; 1 Ped. 5: 12). "La gracia divina es el gran elemento de poder salvador" (OE. 72). "Cristo dio su vida para ser posible que el hombre fuese restaurado a la imagen de Dios. Es el poder de su gracia el que une a los hombres en obediencia a la verdad." (CM. 236).
3. ¿Qué es la redención? ¿Podrás mencionar algunos ejemplos de cómo Dios redimió su pueblo a través de la historia?
La idea principal es "rescate", "liberación mediante un rescate". Esta palabra se usaba para referirse a la liberación de la esclavitud o cautiverio, o de un mal de cualquier naturaleza, y generalmente implicaba la idea del pago de un precio o rescate. "Redimir" deriva de un verbo latino que significa "comprar de vuelta", "rescatar".
· En el Antiguo Testamento el gran acto simbólico que representaba la redención fue la liberación de los israelitas de Egipto. Jehová, como el redentor o libertador, prometió: "Os redimiré con brazo extendido" (Exo. 6: 6; 15: 13).
· El propósito de la redención era la consagración de Israel al servicio de Dios (Exo. 6: 7); y para que los israelitas disfrutaran de la redención debían, como un acto de fe, asperjar en sus umbrales la sangre del cordero pascual y comer su carne (Exo. 12).
· Esos símbolos se cumplen en la redención del hombre, rescatado del pecado y de la muerte. Jesús es "el Cordero que fue inmolado" (Apoc. 5: 12; Juan 1: 29; 1 Cor. 5: 7; 1 Ped. 1: 18-19).
· El Nuevo Testamento enseña con claridad que se pagó un rescate o precio por nuestra redención. Jesús declaró que el Hijo del hombre vino "para dar su vida en rescate por muchos" (Mar. 10: 45).
· Pablo habla de Cristo como de Aquel "que se dio a sí mismo en rescate por todos" (1 Tim. 2:6). Se habla de los cristianos como "rescatados" (2 Ped. 2: 1; o "adquiridos"), o "comprados por precio" (1 Cor. 6:20).
· "Cristo nos redimió de la maldición de la ley hecho por nosotros maldición" (Gál. 3: 13). De modo que, en un sentido, la justificación no es gratuita, pues se ha pagado un grandísimo precio por ella: los sufrimientos y la muerte de Cristo. Pero es gratuita para nosotros, pues no tenemos que pagar su costo, pues ya fue pagado por el Hijo de Dios.
· Esta redención nos rescata del pecado (Efe, 1: 7; Col. 1: 14; Tito 2: 14; Heb. 9: 15; 1 Ped. 1: 18-19), de la corrupción y de la muerte (Rom. 8: 23), y finalmente nos liberará de nuestra mala condición actual y nos llevará a un estado de gloria y bienaventuranza (Luc. 21: 28; Efe. 4: 30). Cristo nos redime del castigo del pecado por medio de la justificación; nos salva del poder del pecado mediante la santificación; y nos redimirá de la presencia del pecado con su segunda venida y la resurrección de los suyos.
4. ¿Qué se requiere para que el plan divino sea efectivo en los corazones de las personas?
Nuestra aceptación ahora del plan divino de la redención que libera del pecado requiere, como en el caso de los israelitas cuando fueron liberados de Egipto, que ejercitemos fe, que reconozcamos y aceptemos personalmente a Jesús como nuestro Redentor, con todo lo que implica tal decisión.
· Jesús "nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención" (1 Cor. 1: 30). Es esencialmente y al mismo tiempo el Redentor (Tito 2: 14) y el precio del rescate (1 Tim. 2: 6). No es entonces de admirarse que Pablo exclamara: "Cristo es el todo, y en todos" (Col. 3: 11). El apóstol no se estaba colocando dentro de una estrecha limitación cuando declaró que estaba dispuesto a "no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado" (1 Cor. 2: 2), pues conocer bien a Cristo es conocer todo el plan y programa de Dios para la restauración del hombre. No hay sabiduría mayor que ésta.
· El propósito de Dios en la exhibición pública del sacrificio de Cristo fue "manifestar su justicia". Y esta manifestación o exhibición pública de la justicia de Dios no sólo fue para beneficio de la humanidad sino para todo el universo, a fin de que lo que estaba en juego en el gran conflicto pudiera ser entendido más claramente por todos los que pudieran haber sido tentados a dudar de la perfección del carácter de Dios (DTG 578, 706-707).
· "La expiación de Cristo no se hizo para inducir a Dios a que amara a los que de otro modo hubiera aborrecido; no se hizo para crear un amor que no existía, sino que se llevó a cabo como una manifestación del amor que ya había en el corazón de Dios" (CC 12). En realidad, Dios se sacrificó a sí mismo en Cristo para la redención del hombre. "Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo" (2 Cor. 5: 19; DTG 710).
VI. JUSTOS ANTE EL TRIBUNAL CELESTIAL
· ¿Qué función tiene la conciencia?
· ¿Quién únicamente nos puede declarar justos ante el tribunal celestial?
1. ¿Por qué será que a veces los cristianos encuentran que es más fácil intentar ganar la salvación, en vez de aceptar la gracia que Dios nos concede gratuitamente?
“Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia” (Rom. 3:19-22).
Literalmente "en ley", es decir dentro de la esfera de ley, de la autoridad de ley. En esta declaración general del principio del juicio de Dios, Pablo usa el término "ley" sin el artículo definido "la". En la Epístola a los Romanos "ley" aparece unas 35 veces con el artículo y unas 40 veces sin él. El problema de identificar a qué ley en particular se hace referencia en cada pasaje, ha sido el tema de muchos debates durante largos años. Para pisar sobre terreno firme, digamos que ninguna decisión final debiera basarse meramente teniendo en cuenta la presencia o la ausencia del artículo para saber si se hace referencia a los Diez Mandamientos, a la ley ceremonial o a algo diferente. Sin embargo, parece que generalmente se concuerda en que la ausencia del artículo determina que el énfasis se ha colocado principalmente sobre "ley" como un principio abstracto y universal. Cuando está presente el artículo, el énfasis recae sobre "la ley" como sobre un código especial y concreto.
· Como no hay una regla precisa y sencilla para determinar la identidad de "ley" mediante la presencia o la ausencia del artículo definido, lo más prudente quizá sea depender mayormente del contexto para saber cuál es la conclusión a que debe llegarse.
· En cada pasaje importante donde figure "ley" o "la ley" se mencionará si el artículo está presente o ausente en el texto griego. Después se considerará el contexto para que ayude a determinar si se hace referencia a la ley moral, o a la ley ceremonial, o ley como un principio, o a otros aspectos de la ley.
· Cuando el artículo no esta presente generalmente el pasaje podría entenderse como una declaración del principio de que los que han pecado contra una ley serán juzgados por ley, y que los que han pecado sin ley, perecerán sin ley Sin embargo, por el contexto es evidente que Pablo también alude al código de conducta moral revelado o escrito, contra el cual han pecado los judíos. Fundamentalmente ésta es la ley moral, los Diez Mandamientos; pero Pablo también pudo haber tenido en cuenta todo el sistema del Antiguo Testamento que consistía en instrucciones, reglas y normas de conducta moral que se basaban en los Diez Mandamientos (PP 496-497).
Los que han tenido el privilegio de conocer esta ley y sin embargo han pecado contra una expresión tan clara de la voluntad de Dios, deben recibir un castigo mayor que los que han tenido menos instrucción. La severidad del castigo corresponde con la medida de la culpabilidad, y la medida de la culpabilidad depende de la magnitud de las oportunidades. En la Biblia se enseña claramente que hay diferentes grados de castigo (Mat. 11: 21-24; 12: 41-42; Luc. 12: 47-48).
Dios tiene un registro exacto de cada acto secreto de nuestra vida (Ecl. 12: 14; Mat. 10: 26; Luc. 8: 17; 1 Cor. 4: 5); por lo tanto él puede juzgar sin hacer "acepción de personas" (Rom. 2: 6, 11; CS 540). "Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta" (Ecl. 12: 14). Este versículo explica en forma más amplia el tema principal de Pablo en Rom. 2. El judío favorecido con todo el conocimiento de la ley se sentía inclinado a menospreciar al gentil ignorante y a juzgarlo como completamente indigno de la salvación; pero sólo Dios, que puede leer lo íntimo de la vida, ocupa un puesto desde el que puede llegar a decisiones tales.
· La disposición movida por el amor, la prontitud para obedecer la ley de la conciencia, son cosas que sólo Dios puede conocer plenamente. Sin embargo, son las cosas esenciales que realmente constituyen la observancia de la ley de Dios; son las cualidades de carácter que Dios espera de judíos y gentiles, y en el juicio final no habrá ninguna cantidad de piedad externa que pueda suplir su falta.
· Los hombres tienen la facultad que los capacita para juzgar sus pensamientos, palabras y acciones. La conciencia puede ser demasiado escrupulosa (1 Cor. 10: 25), o puede estar "cauterizada" por haberse abusado de ella (1 Tim. 4: 2); puede estar iluminada por un conocimiento amplio de la verdad (1 Cor. 8: 7), y actúa de acuerdo con la luz que tiene.
· La Biblia enseña claramente que Jesús no sólo es nuestro Salvador sino también nuestro juez (Mat. 25: 31-46; Juan 5: 22, 27; Hech. 10: 42; 17: 31; 2 Tim. 4: 1).
La justificación significa, "considerar como justo", "declarar justo", "hacer "justo", o "justificar", siempre que no se entienda en el sentido de presentar un justificativo, sino en el sentido de poner en situación, justa o relación correcta.
Tal como se usa en el Nuevo Testamento con referencia a los seres humanos, la justificación indica el acto por el cual una persona es colocada en relación correcta con Dios. Por medio de ese acto Dios absuelve a un hombre que es culpable de faltas, o trata como justo al que ha sido injusto. Justificación significa la cancelación de las acusaciones presentadas contra el creyente en el tribunal celestial. "Si os entregáis a él y lo aceptáis como vuestro Salvador, por pecaminosa que haya sido vuestra vida, seréis contados entre los justos, por consideración a él" (CC 62, Rom. 3: 28; 4: 25; 5: 1).
2. ¿Cómo debe de cambiar nuestra actitud cuando reconocemos que las obras son el resultado de la gracia, en vez de ser un medio para salvarnos a nosotros mismos? ¿Cómo puede ser la labor de servicio nuestro más elevado llamamiento? ¿Tus obras son selladas con la sangre de Cristo Jesús?
La justificación mediante "obras de ley" (requeridas por ley) ha sido la base de todo sistema religioso falso, y también se había convertido en el principio aun de la religión judía (DTG 26 -27). Pero las obras que se hagan para obedecer cualquier ley, ya sea que ésta se conozca por la razón, la conciencia o la revelación, no pueden justificar al pecador delante de Dios (Gál. 3: 21). Pablo ya ha demostrado que los gentiles han violado la ley que les fue revelada en la naturaleza y en la conciencia (Rom. 1), y también ha comprobado que los judíos han violado la ley revelada a ellos en el Antiguo Testamento, especialmente en los Diez Mandamientos (Rom. 2). Judíos y gentiles necesitan justificación. Pero la ley no tiene poder para justificar; sólo puede mostrar la pecaminosidad del pecado en su exacta realidad. La justificación se puede alcanzar en una sola forma.
· La ley es la norma de justicia, y todo lo que no esté a la altura de las demandas de la ley, es pecado, pues el pecado es anarquía, desobediencia a la ley (1 Juan 3: 4).
· Cuanto más se familiariza una persona con la gran norma tanto más aumentan su conocimiento y sentimiento de pecado. Por eso nadie puede ser justificado por las obras de la ley. En lo que tiene que ver con la justificación, la ley ha hecho todo lo que te incumbe cuando el pecador ha sido inducido a exclamar: "¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" (Rom. 7: 24).
· La ley es un espejo: hace ver la mancha, la culpa, pero no puede quitarla.
· La ley tiene el propósito de llevarnos a Cristo (Gál. 3: 24), muestra claramente la relación entre la ley y el Evangelio. El Evangelio no ha puesto a un lado la función necesaria de la ley.
· La doctrina de la justificación por la fe "presenta la ley y el Evangelio, vinculando ambas cosas en un conjunto perfecto" (TM 94).
· La "fe de Jesús" es la que hace posible que Dios "sea justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús" (Rom. 3: 26). La "fe en Jesús" es el instrumento a través del cual el individuo entra en posesión de las bendiciones de la justificación.
· la justificación no se recibe como una recompensa por nuestra fe en Cristo, sino que la fe es el medio de apropiarse de la justificación. Cuando el creyente en Jesús, con amor y gratitud, se entrega sin reservas a la misericordia y a la voluntad de Dios, la rectitud de la justificación le es imputada. Y a medida que continúa diariamente experimentando esta confianza, entrega y comunión, aumenta su fe, capacitándolo para recibir más y más de la justicia impartida o la santificación.
3. ¿Qué es la fe?
La fe es, por así decirlo, la mano que el pecador extiende para recibir el "don gratuito" de la misericordia de Dios (Rom. 5: 15). Dios siempre está dispuesto a darnos este don, no como una recompensa por algo que hayamos hecho, sino sencillamente por su infinito amor. De nosotros depende que recibamos el don, y es recibido "por fe".
No hay contradicción entre la afirmación "los hacedores de la ley serán justificados" (Rom. 2: 13) y este pasaje: "por las obras de la ley ningún ser humano será justificado". En el primer caso se destaca que sólo serán justificados los que se entregan completamente a Dios y están dispuestos a hacer cualquier cosa que él ordene, por cuanto no son simples "oidores de la ley"; en el segundo caso se enfatiza el hecho igualmente cierto de que las buenas obras de obediencia nunca pueden comprar la salvación, pues en el mejor de los casos pueden ser únicamente la evidencia de la fe por medio de la cual se recibe la justificación.
· Los judíos tenían la oportunidad de escuchar la ley que se les leía regularmente en las sinagogas (Hech. 15: 21); pero habían llegado a suponer que un conocimiento teórico de la ley constituía en sí mismo la justificación. Concebían a la ley como el centro de la vida religiosa. Jesús reprochó a los judíos por esa actitud hacia la Palabra de Dios.
· "Los judíos poseían las Escrituras, y suponían que en el mero conocimiento externo de la palabra tenían vida eterna" (DTG 182).
· No faltan hoy quienes se conforman con el conocimiento de la Palabra de Dios, sin sentir la necesidad de ponerla por obra.
· Que la voluntad de Dios no sólo debe ser conocida sino obedecida (Mat. 7: 21, 24; Luc. 6: 47-49; Sant. 1: 22).
· Los que tienen una ley que pueden escuchar y por la cual pueden ser guiados, debieran ser obedientes a ella si quieren ser "justificados" en el juicio. El contexto indica que Pablo, en lo que atañía a los judíos, todavía estaba aludiendo a la norma de conducta moral de que disponían éstos: la norma revelada en el Antiguo Testamento, especialmente en los Diez Mandamientos.
REFLEXIONES Y APLICACIONES PARA LA VIDA
Mí querido(a) amigo(a) o hermano(a): ¿Cuál es la obra de Cristo al venir a esta tierra? ¿Cuán completo ha sido el rescate de Jesús por el pecador? ¿De qué manera el plan de Salvación es una realidad en tu vida? ¿Qué significa obedecer? ¿Tus obras son selladas con la sangre de Cristo Jesús? ¿Cuál es la garantía de nuestra salvación? ¿Cuál es tu decisión en este momento, si Dios ya lo hizo todo por ti?
Reflexiona conmigo el siguiente texto: “En su infinito amor Cristo ideó el plan de salvación. Está listo para cumplir ese plan en favor de todos los que cooperen con él. Intercediendo por ellos, dice al Padre: No les imputes a ellos sus pecados, sino colócalos sobre mí. Sé misericordioso con sus injusticias y no recuerdes más sus pecados e iniquidades” (En lugares celestiales, p. 12).
Manos a la obra:
- Redacta un texto acerca del significado de la palabra misterio desde un enfoque bíblico.
- Comparte tu experiencia de tu relación con Dios .
- Contempla la obra maravillosa de Dios en la Naturaleza y en el Espacio sideral.
- Entrevista algunas personas de experiencia en tu iglesia, ¿De cómo conocieron a Dios y cuál es el secreto de permanecer fieles a él?
- Haz un registro de cómo Dios te ha dirigido en el camino de la salvación hasta ahora.
- Ore, estudie la Biblia y comparte el estudio de esta semana con los demás.
Resumen: No necesitamos comprender plenamente la elección que hizo Dios de rescatarnos. Él sólo quiere que aceptemos y creamos que él ha provisto un camino de salida. Sencillamente debemos escoger aceptarlo.
Ore conmigo, por favor…"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”(Gál. 2:20)…Feliz sábado
Elaboró: Delfino Jarquín, Si usted gusta ver los demás comentarios, temas de interés y enlaces inmediatos. Haga clic en:
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Bibliografía: Rodríguez Ángel Manuel, La Expiación y la Cruz de Cristo, Guía de estudio de la Biblia, Edición para maestros, octubre-diciembre de 2008__Notas de E.G. White para las Lecciones de la Escuela Sabática, octubre-diciembre de 2008__G. White Ellen: El camino a Cristo, La Historia de la redención, El Deseado de todas las gentes, Conflicto de los siglos__Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día: Comentario Bíblico adventista del Séptimo Día, Tomo I, IV, V &,VII- Diccionario Bíblico Adventista del Séptimo día, - Creencias de los Adventistas del Séptimo Día, 1988 & 2006, _D. Thomas Jerry, Las 28 Creencias fundamentales para mí, APIA, 2007_Stephanie Lorena, Treasha Toussaint, Soliwazi Khumalo, et al, La Expiación y la Cruz de Cristo , Guía de es estudio de la Biblia para jóvenes, El universitario, octubre-diciembre de 2008.
Hermanos y maestros de la Escuela Sabática, espero que les pueda servir de ayuda este material. El propósito es, abarcar toda la lección de la semana; considerando los objetivos principales y aplicándolos en nuestra vida cristiana...gracias por las sugerencias y comentarios que nos han enviado; que la honra y la gloria sea para Dios. Si gusta escribirnos este es el correo: delfino_comessab@hotmail.com; delfinosabbathschoolcomment@gmail.com ¡Dios les bendiga en cada una de sus actividades!, y esperando pronto la bendita esperanza de la Segunda Venida de Cristo Nuestro Señor, se despide su hermano en Cristo: Defino Jarquín López.