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Lección 5: Se anuncia la expiación

Lección 5: Se anuncia la expiación

Para el 1 de noviembre de 2008

http://docs.google.com/Doc?id=dkc3vcv_63t872v4c4

http://groups.google.com.mx/group/fino2008escuelasabatica/files

Lee: Génesis 3:15; 22:1-18; Éxodo 32; 34:6-10; Daniel 9.

Descubre: ¿Qué te viene a la mente cuando escuchas la palabra expiación? ¿Te das cuenta de la importancia que tiene para tu vida? ¿Cuál es el mensaje central de esta lección? ¿Cómo aplicarías este mensaje en tu vida? Realmente, ¿Quién representa  la serpiente? ¿Quién representa la mujer? ¿Por qué en la Biblia se utilizan los símbolos?  ¿Cuáles son las consecuencias de la desobediencia? Cuando cometemos un error o pecado ¿Por qué tratamos de escondernos de la presencia de Dios o justificamos nuestros actos? ¿Por qué Adán y Eva trataron de excusarse? ¿De qué manera Dios hizo provisión para la raza caída? ¿De qué manera podemos obtener esperanza y perdón a través de Jesús? ¿Cuál es diferencia entre perdón y expiación?

Memoriza y considera: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isa. 53:5).

Pensamiento clave: Mostrar las diferentes formas en que Dios, siglos antes de la cruz, había anunciado su plan de salvación.

PROPÓSITOS DE LA LECCIÓN DE ESTA SEMANA

·        Saber que Dios repitió su promesa de salvación a una generación tras otra.

·        Sentir confianza en que Dios cumple sus promesas.

·        Hacer que quede fija en tu mente la idea: “Grande es tu fidelidad”.

“En la cruz, Cristo no sólo mueve a los hombres al arrepentimiento hacia Dios por la transgresión    de la ley divina (pues Dios induce primero al arrepentimiento a aquel a quien perdona), sino que Cristo ha satisfecho la justicia. Se ha ofrecido a sí mismo como expiación. Su sangre que mana abundantemente, su cuerpo quebrantado, satisfacen las demandas de la ley violada y así salva el abismo que ha producido el pecado. Sufrió en la carne para que con su cuerpo magullado y quebrantado pudiera cubrir al pecador indefenso. La victoria que ganó con su muerte en el Calvario destruyó para siempre el poder acusador de Satanás sobre el universo y silenció sus acusaciones de que la abnegación era imposible en Dios y, por lo tanto, no era esencial en la familia humana. La expiación de Cristo selló para siempre el pacto eterno de la gracia. Era el cumplimiento de todas las condiciones que, por estar quebrantadas, habían inducido a Dios a suspender la libre comunicación de la gracia a la familia humana. Se quebrantó entonces toda barrera que impedía la más libre actuación de la gracia, la misericordia, la paz y el amor hacia el más culpable de los miembros de la raza de Adán. En los atrios celestiales, Cristo intercede por su iglesia, intercede por aquellos para quienes pagó el precio de la redención con su sangre. Los siglos de los siglos no podrán menoscabar la eficiencia de su sacrificio expiatorio. Ni la vida ni la muerte, ni lo alto ni lo bajo, pueden separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús; no porque nosotros nos asimos de él tan firmemente, sino porque él nos sostiene con seguridad” (La maravillosa gracia, p.154).

I. SE ANUNCIA EL MESIAS: UNA PROMESA A ADÁN Y A  EVA.

1. ¿Qué provisión hizo Dios en ocasión a la caída del hombre? ¿Cuál es el costo de la expiación?

“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Gén. 3:15).

Aquí el Señor deja de dirigirse a la serpiente literal que habló a Eva, para pronunciar juicio sobre el diablo, la serpiente antigua.  Este juicio, expresado en lenguaje profético, siempre ha sido entendido por la iglesia cristiana como una predicción de la venida del Libertador.  Aunque esta interpretación es incuestionablemente correcta, puede señalarse que la profecía es también literalmente verdadera: hay una enemistad mortal entre la serpiente y el hombre doquiera se encuentran los dos.

Se hace referencia a la lucha secular entre la simiente de Satanás -sus seguidores- (Juan 8: 44; Hech. 13: 10; 1 Juan 3: 10) y la simiente de la mujer.  El Señor Jesucristo es llamado la "simiente" por antonomasia (Apoc. 12: 1-5; Gál. 3: 16, 19); fue él quien vino "para deshacer las obras del diablo" (Heb. 2: 14; 1 Juan 3: .

·        La "simiente" se expresa en singular, indicando que no es una multitud de descendientes de la mujer los que, en conjunto, se ocuparán de aplastar la cabeza de la serpiente, sino más bien que un solo individuo  zará eso.

·        Estas observaciones muestran claramente que en este anuncio está condensada la relación del gran conflicto entre Cristo y Satanás, una batalla que comenzó en el cielo (Apoc. 12: 7-9), continuó en la tierra, donde Cristo otra vez derrotó a Satanás (Heb. 2: 14), y terminará finalmente con la destrucción del maligno al fin del milenio (Apoc. 20: 10). 

·        Cristo no salió ileso de esta batalla.  Las señales de los clavos en sus manos y pies y la cicatriz en su costado serán recordativos eternos de la fiera lucha en la cual la serpiente hirió a la simiente de la mujer (Juan 20: 25; Zac. 13: 6; PE 53).

·        Este anuncio debe haber producido gran consuelo en los dos desfallecientes transgresores que estaban delante de Dios, de cuyos preceptos se habían apartado.  Adán, virrey de Dios en la tierra mientras permaneciera leal, había cedido su autoridad a Satanás al transferir su lealtad de Dios a la serpiente.  Que Satanás comprendía plenamente sus usurpados "derechos" sobre esta tierra, obtenidos al ganar la sumisión de Adán, es claro por su afirmación ante Cristo en el monte de la tentación (Luc. 4: 5, 6).  Adán empezó a comprender la magnitud de su pérdida: de gobernante de este mundo se había convertido en esclavo de Satanás.  Sin embargo, antes de oír el pronunciamiento de su propia sentencia, fue aplicado a su alma quebrantada el bálsamo sanador de la esperanza.  De ella, a quien había culpado por su caída, él debía esperar su liberación: la simiente prometida en quien habría poder para vencer al archienemigo de Dios y del hombre.

“El pecado de nuestros primeros padres trajo sobre el mundo la culpa y la angustia, y si no se hubiesen manifestado la misericordia y la bondad de Dios, la raza humana se habría sumido en irremediable desesperación. La caída del hombre llenó todo el cielo de tristeza.  El mundo que Dios había hecho quedaba mancillado por la maldición del pecado, y habitado por seres condenados a la miseria y a la muerte.  Parecería no existir escapatoria para aquellos que habían quebrantado la ley. Pero el amor divino había concebido un plan mediante el cual el hombre podría ser redimido.  La quebrantada ley de Dios exigía la vida del pecador.  En todo el universo sólo existía uno que podía satisfacer sus exigencias en lugar del hombre.  Puesto que la ley divina es tan sagrada como el mismo Dios, sólo uno igual a Dios podría expiar su transgresión. La primera indicación que el hombre tuvo acerca de su redención la oyó en la sentencia pronunciada contra Satanás en el huerto.  El Señor declaró: " Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar" (Gén. 3: 15).  Esta sentencia, pronunciada en presencia de nuestros primeros padres, fue una promesa para ellos.  Mientras predecía la lucha entre el hombre y Satanás, declaraba que el poder del gran adversario sería finalmente destruido. Aunque habrían de padecer por efecto del poder de su gran enemigo, podrían esperar una victoria final. Los ángeles celestiales explicaron más completamente a nuestros primeros padres el plan que había sido concebido para su redención.  Se les aseguró a Adán y a su compañera que a pesar de su gran pecado, no se los abandonaría a merced de Satanás.  El Hijo de Dios había ofrecido expiar, con su propia vida, la transgresión de ellos.  Se les otorgaría un tiempo de gracia y, mediante el arrepentimiento y la fe en Cristo, podrían llegar a ser de nuevo hijos de Dios” (Cristo en su santuario, p.25).

¡Cuán bondadoso fue Dios!  La justicia divina requería castigo para el pecado, pero la misericordia divina ya había hallado una forma para redimir a la raza humana caída: por el sacrificio voluntario del Hijo de Dios (1 Ped. 1: 20; Efe. 3: 11; 2 Tim. 1: 9; Apoc. 13: .

·        “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios”(1 Pedro 1:18-21).

·        “Conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él” (Efe. 3:11,12).

·        “Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Tim. 1:9).

Dios instituyó el ritual de los sacrificios para proporcionar al hombre una ayuda visual, a fin de que pudiera comprender algo del precio que se debía pagar para expiar su pecado.  El cordero inocente tenía que dar su sangre en lugar de la del hombre y su piel para cubrir la desnudez del pecador, a fin de que el hombre pudiera así recordar siempre por medio de los símbolos al Hijo de Dios, que tendría que entregar su vida para expiar la transgresión del hombre y cuya justicia sería lo único suficiente para cubrirlo.  No sabemos cuán clara fue la comprensión de Adán del plan de la redención, pero podemos estar seguros de que le fue revelado lo suficiente para asegurarle que el pecado no duraría para siempre, que de la simiente de la mujer nacería el Redentor, que sería recuperado el dominio perdido y que se restauraría la felicidad del Edén.  De principio a fin, el Evangelio de salvación es el tema de las Escrituras.

II. ABRAHAM VIO MI VIDA

·         ¿Qué cosas se te llama a sacrificar, por fe, ante el Señor?

·         ¿Qué cosas podrías tener que entregar a fin de que las bendiciones del Pacto siguieran siendo tuyas?

1. ¿Cuál es el mensaje central de Génesis 22? ¿Por qué Dios pidió a Abraham que sacrificara  su hijo Isaac?

 “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham.  Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo. Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos. Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros. Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos. Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío.  Y él respondió: Heme aquí, mi hijo.  Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío.  E iban juntos. Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham.  Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único. Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. ..Y llamó el ángel de Jehová a Abraham segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz. Y volvió Abraham a sus siervos, y se levantaron y se fueron juntos a Beerseba; y habitó Abraham en Beerseba…” (Gén. 22)

2. ¿Qué hizo posible que el pacto fuera renovado? (Gén. 22:13-18)

“Abrahán... vio a Cristo. Se le dio una comunicación sobrenatural, y reconoció el carácter divino de Cristo. Vio su día, y se gozó. Se le dio una visión del sacrificio divino por el pecado. Tuvo una ilustración de ese sacrificio en su propia vida. Recibió la orden: "Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas... y ofrécelo... en holocausto". Sobre el altar del sacrificio, colocó al hijo de la promesa, el hijo en el cual se concentraban sus esperanzas. Entonces, mientras aguardaba junto al altar con el cuchillo levantado para obedecer a Dios, oyó una voz del cielo que le dijo: "No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; que ya conozco que temes a Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único". Se le impuso esta terrible prueba a Abrahán para que pudiera ver el día de Cristo y comprender el gran amor de Dios hacia el mundo, tan grande que para levantarlo de la degradación dio a su Hijo unigénito para que sufriera la muerte más ignominiosa. Abrahán aprendió de Dios la mayor lección que haya sido dada a los mortales. Su oración porque pudiera ver a Cristo antes de morir fue contestada. Vio a Cristo; vio todo lo que el mortal puede ver y vivir. Mediante una entrega completa, pudo comprender esa visión referente a Cristo. Se le mostró que al dar a su Hijo unigénito para salvar a los pecadores de la ruina eterna, Dios hacía un sacrificio mayor y más asombroso que el que jamás pudiera hacer el hombre” (DTG, pp. 434, 435).

III. MOISÉS Y LA REVELACIÓN DE LA SALVACIÓN

·        ¿Qué tipo de idolatría existe en tu corazón? ¿Has permitido la presencia de Dios en tu vida para borrar tus pecados? ¿Cómo considera Dios el pecado? ¿Quién únicamente puede  quitar el pecado de nuestras  vidas?

1. ¿Cuáles son las implicaciones de escuchar y guardar el pacto? ¿Por qué la obediencia es trascendental en vida de los santos? ¿Cuáles son los requerimientos para pertenecer al reino de sacerdotes y gente santa?

“Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardarais mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.  Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado.  Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo” (Exo. 19:4-8).

Antes de ordenar a los hebreos que guardaran su pacto, como era su derecho soberano, bondadosamente Dios invitó a su pueblo a hacer lo que seria para su propio beneficio. El único sendero por el cual podemos transitar con Dios es el de la obediencia. Bajo ninguna otra condición, fuera de la obediencia, podía consentir Dios en ser el Dios de ellos, o tenerlos como su pueblo escogido. La gracia del Evangelio de Jesucristo que trae salvación a todos los hombres (Tito 2: 11) no los libra de la obligación de obedecer la ley divina (Rom. 3: 31).  La fe en el Cristo redentor, que está inseparablemente unida con el poder del Cristo que mora en el corazón, nos capacita para guardar los Diez Mandamientos (Rom. 8: 1-4). Jesús y los apóstoles con todo énfasis afirmaron el principio de obediencia a la ley divina (Mat, 5: 17, 18; 19: 16, 17; 1 Cor. 7: 19; Sant. 1: 25; 2: 10-12; 1 Juan 2: 3, 4).

El pacto que Dios hizo con Israel en el Sinaí generalmente es llamado "viejo" pacto (Heb. 8: 13).  Debido al fracaso del pueblo en apreciar plenamente el propósito de Dios, y por no haber entrado en el verdadero espíritu del pacto, el viejo pacto resaltó en contraste con el nuevo, o Evangelio, de la siguiente manera:

·        Era más elemental (Gál. 4: 1-5).

·        Estaba más estrechamente relacionado con ritos externos y ceremonias (Heb. 9: 1).

·        Sus motivos consistían principalmente en castigos y recompensas, pues siendo "niños", éstos eran los únicos incentivos que los israelitas estaban preparados para comprender (Gál. 4: 3; PP 387).

·        Sus bendiciones eran mayormente temporales.

·        Dependía de las realizaciones humanas y de buenas obras más bien que de la gracia divina y de un Salvador del pecado (ver com.  Exo. 19: . La bendición notable del nuevo pacto es que por la fe en Cristo se imparte poder al creyente para cumplir "la justicia de la ley" (Rom. 8: 1-4; Hech. 13: 37-39).

Dios permitió que Israel tratara de guardar la ley para que pudiera darse cuenta de su incapacidad para hacer lo que, erróneamente, se sintió capaz de realizar. Así iban a ser apartados de la confianza propia para confiar en Dios; de la confianza en sus esfuerzos propios, a la fe en la realización divina. Así la ley llegaría a convertirse en el medio de conducirlos a Cristo como su único Salvador del pecado (Gál. 3: 23-26). De esa manera se preparó el camino para la relación del nuevo pacto, el Evangelio de la gracia divina, la ley guardada en Cristo y mediante él (Jer. 31: 31-34; Rom. 3: 21-31; 8: 1-4; Heb. 8: 7-11). Como Pablo declara, esta relación del nuevo pacto no invalida la ley "por la fe" (Rom. 3: 31). La ley permanece como la norma del deber, la norma de una práctica santa. El nuevo pacto establece la ley como el código eterno de justicia, sin el cual no puede haber ninguna conducta santa.

·        De acuerdo con el plan y propósito divinos, los israelitas habían de ser una raza tanto real como sacerdotal.

·        En un mundo malo serían reyes, morales y espirituales, en el sentido de que habrían de prevalecer sobre el reino del pecado (Apoc. 20: 6).

·        Como sacerdotes, hablan de acercarse al Señor en oración, en alabanza y en sacrificio.

·        Como intermediarios entre Dios y los paganos, debían servir como instructores, predicadores y profetas, y habían de ser ejemplos de un santo vivir; exponentes celestiales de la verdadera religión.

·        En su reino venidero Dios tiene un lugar regio para sus hijos de la familia real (Mat. 19: 28; Luc. 19: 17-19; Juan 14: 1-3; Apoc. 1: 6; 2: 26; 3: 21;  Zac. 6: 13).

·        Como gente consagrada al servicio de Dios, debían ser diferentes de las otras naciones. Esto había de manifestarse externamente por medio de la circuncisión (Gén. 17: 9-14), e internamente por la piedad (2 Cor. 7: 1; 1 Ped. 2: 9). Un Dios santo requiere gente santa (Mat. 5: 48; 1 Ped. 1: 16).

·        No se necesitaron muchas palabras para presentar el importante asunto o para responder a la pregunta imperativa en cuanto a si el pueblo aceptaría el pacto en los términos requeridos por Dios.  Sin embargo, antes de presentar esos términos a la gente, Moisés convocó a los ancianos como una preparación para presentar el asunto delante del pueblo.

Convencidos y seguros en sus corazones de que los términos del pacto serían justos y buenos, y deseosos de asegurar para sí mismos y para su posteridad las bendiciones que el Señor había prometido, de buena gana los ancianos aceptaron el pacto antes de saber lo que serían sus estipulaciones exactas. Era deseable que el pueblo expresara su disposición de entrar en un pacto tal como Dios proponía y que tuviera tiempo para pensar bien en el asunto antes de que fuera llamado a la ratificación formal del pacto. Si estaban dispuestos a obedecer a Dios, los detalles del pacto vendrían después. Sin embargo, si bien es cierto que no había duda del noble deseo de los israelitas de responder a la demanda de obediencia que Dios hacía, entraron en la relación del pacto teniendo poco conocimiento de sí mismos y sin apreciar su incapacidad para guardar los preceptos divinos y cumplir así su parte en el convenio. Al igual que muchas almas engañadas pensaron que no tenían sino que intentar a fin de hacer. Dios les permitió que hicieran la prueba para que pudieras descubrir su incapacidad y así fueran inducidos a depender de Dios. La propia experiencia de Pablo concuerda con esto (Rom. 7).

·        El clamor espontáneo: "Todo lo que Jehová ha dicho, haremos" sin duda era una demostración superficial de entusiasmo religioso, una reacción momentánea ante una verdad gloriosa y sublime  Faltaba el espíritu de una conversión profunda y verdadera, el  "corazón" de hacer lo que Dios demandaba (Deut. 5: 29). No es de extrañar que el pueblo pronto apostatara y adorara el becerro de oro (Exo. 32).

·        El Señor iba a proclamar su santa ley en persona a fin de eliminar toda sospecha de que Moises tenía algo que ver con su redacción. La aparición de ellos en la presencia de Dios requería santificación, sin la cual nadie podrá verlo (Heb. 12: 14).

·        En su esencia la santificación es un asunto del espíritu, de ser "de limpio corazón" (Mat. 5: . Los actos externos de preparación tenían el propósito de impresionar en la gente la necesidad de preparar su corazón para encontrarse con Dios (1 Tes. 5: 23; 1 Juan 3: 3).

·        Aunque la purificación para los egipcios significaba lavarse el cuerpo  -lo que incluía también raparse el cabello de la cabeza, y a veces de todo el cuerpo-  parece que los israelitas se purificaban mediante un lavado únicamente.

La santidad debe considerarse seriamente cada vez que nos aproximamos a Dios. Los que no son santos no serán rechazados por Dios si se presentan con arrepentimiento, aceptando la gracia de Cristo. El acepta al pecador para hacerlo santo y, con ello, hacerlo apto Para el compañerismo con Dios (Efe. 1: 4; 5: 25-27; Tito 2: 11-14). Puesto que la ley que pronto iba a ser dada es una expresión de la santidad de Dios, lo único apropiado era que el pueblo se preparara santificándose para recibirla. Si los israelitas habían de ser el pueblo de Dios, era imperativo que apreciaran el  caracter sagrado de esa relación. Así podemos entender porqué, de la proclamación de su santa ley, hizo Dios una ocasión que debía impresionar profunda y dramáticamente al pueblo con la convicción de la santidad de la ley y de su importancia. Esto era muy necesario ya que los hebreos, oprimidos por sus amos egipcios, en gran medida habían perdido el conocimiento del carácter y majestad de Dios.

2. ¿Desde los días de los hebreos del antaño hasta nuestros días, cuáles son los medios que ha utilizado el Señor Nuestro Dios para salvarnos? ¿Qué espera de nuestra parte? (Exo. 20:1-17)

Las Escrituras hacen de Egipto un símbolo de pecaminosidad (Apoc. 11:8), la liberación de Israel de la esclavitud egipcia bien puede compararse con la liberación de todo el pueblo de Dios del poder del pecado. 

·        El Señor libró a los suyos de la tierra de Faraón a fin de que pudiera darles su ley (Sal. 105:42-45). 

·        De la misma manera, mediante el Evangelio, Cristo nos libra del yugo del pecado (Juan 8: 34-36; 2 Ped. 2: 19) para que podamos guardar su ley, que en él se traduce en verdadera obediencia (Juan 15: 10; Rom. 8: 1-4). 

·        Reflexionen en esta verdad los que enseñan que el Evangelio de Cristo nos libra de los santos mandamientos del Decálogo. 

·        La liberación de Egipto había de proporcionar el motivo de obediencia a la ley de Dios.  Nótese el orden aquí: primero el Señor salva a Israel; luego le da su ley para que la guarde.  El mismo orden es cierto bajo el Evangelio.  Cristo primero nos salva del pecado (Juan 1: 29; 1 Cor. 15: 3; Gál. 1: 4); luego vive su ley dentro de nosotros (Gál. 2: 20; Rom. 4: 25; 8: 1-3; 1 Ped. 2: 24).

“Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre” (Exo. 20:1-2)

El escenario ya se había alistado para la proclamación de la ley moral que, siempre, de allí en adelante, ha permanecido como la norma fundamental de conducta para incontables millones.  Nadie negará que éste fue uno de los sucesos trascendentales y decisivos de la historia. Tampoco puede nadie negar la necesidad vital que tienen todos los hombres de un código tal de conducta debido a sus imperfecciones morales y espirituales y su tendencia a hacer lo que es malo. El Decálogo descuella por encima de todas las otras leyes morales y espirituales. Abarca toda la conducta humana. Es la única ley que puede controlar con eficacia la conciencia. Es un manual condensado de la conducta humana que abarca todo lo que atañe al deber humano en todos los tiempos.  Nuestro Señor se refirió a los mandamientos como el camino por el cual se puede alcanzar la vida eterna (Mat. 19: 16-19).  Son adecuados para toda forma de sociedad humana; son aplicables y están en vigencia mientras dure el mundo (Mat. 5: 17, 18).  Nunca pueden volverse anticuados pues son la expresión inmutable de la voluntad y del carácter de Dios.  Con buena razón Dios los entregó a su pueblo tanto oralmente como por escrito (Exo. 31: 18; Deut. 4: 13).

·        Aunque fue dado al hombre por la autoridad divina, el Decálogo no es una creación arbitraria de la voluntad divina.  Más bien es una expresión de la naturaleza divina.  El hombre fue creado a la imagen de Dios (Gén. 1: 27), fue hecho para ser santo como él es santo (1 Ped. 1: 15, 16), y los Diez Mandamientos son la norma de santidad ordenada por el cielo (Rom. 7: 7-25).  La clave de la interpretación espiritual de la ley fue dada con toda claridad por nuestro Señor Jesucristo en el inmortal Sermón del Monte (encontrados en Mateo los capítulos 5 al 7).

·        El Decálogo es la expresión no sólo de la santidad sino también del amor (Mat. 22: 34-40; Juan 15: 10; Rom. 13: 8- 10; 1 Juan 2: 4). Si carece de amor cualquier servicio que prestemos a Dios o al hombre, no se cumple la ley.  Es el amor quien nos protege de violar los Diez Mandamientos pues, ¿cómo podríamos adorar otros dioses, tomar el nombre de Dios en vano y descuidar la observancia del día de reposo, si verdaderamente amamos al Señor? ¿Cómo podemos robar lo que pertenece a nuestro prójimo, testificar contra él o codiciar sus posesiones, si lo amamos?  El amor es la raíz de la fidelidad para con Dios y de la honra y el respeto por los derechos de nuestros prójimos.  Este siempre debiera ser el gran motivo que nos mueva a la obediencia Juan 14: 15; 15:10; 2 Cor. 5: 14; Gál. 5: 6).

·        Cuando un hombre viene primero a Cristo, con pleno conocimiento se abstendrá de todo el mal al cual ha estado acostumbrado.  En su origen, con el propósito de ayudar a los pecadores a distinguir entre el bien y el mal, el Decálogo fue dado principalmente en forma negativa.  La repetición de la palabra "No" demuestra que hay fuertes tendencias en el corazón que deben ser suprimidas (Jer. 17: 9; Rom. 7: 17-23; 1 Tim. 1: 9, 10).  Pero esta forma negativa abarca un amplio y satisfactorio campo de acción moral que se abre ante el hombre, y permite toda la amplitud de desarrollo del carácter que es posible.  El hombre sólo está restringido por las pocas prohibiciones mencionadas.  El Decálogo certifica de la verdad de la libertad cristiana (Sant. 2: 12; 2 Cor. 3: 17).  Aunque la letra de la ley, debido a sus pocas palabras, pueda parecer estrecha en sus alcances, su espíritu es "amplio sobremanera" (Sal. 119: 96).

El hecho de que los Diez Mandamientos fueran escritos en dos tablas de piedra, hace resaltar su aplicación a dos clases de obligaciones morales: deberes para con Dios y deberes para con el hombre (Mat. 22: 34-40).  Nuestras obligaciones para con Dios están forzosamente ligadas con nuestras obligaciones para con el hombre, pues el descuido de los deberes tocantes a nuestro prójimo rápidamente será seguido por el descuido de nuestros deberes para con Dios.  La Biblia no ignora la distinción entre la religión (deberes directamente relacionados con Dios) y la moral (deberes que surgen de las relaciones terrenales), sino que une ambas en un concepto más profundo: que todo lo que uno hace es hecho, por así decirlo, para Dios, cuya autoridad es suprema en ambas esferas (Miq. 6: 8; Mat. 25: 34-45; Sant. 1: 27; 1 Juan 4: 20).

Siendo palabras de Dios, los Diez Mandamientos deben distinguirse de las "leyes" (Exo. 21: 1) basadas en ellos, e incluidas con ellos, en el "libro del pacto" para constituir la ley estatuida de Israel (Exo. 24: 3).  Las dos tablas que comprenden el Decálogo -con exclusión de las otras partes de la ley - son llamadas de diversas formas: "el testimonio" (Exo. 25: 16), "su pacto" (Deut. 4: 13), "las palabras del pacto" (Exo. 34: 28), las "tablas del testimonio" (Exo. 31: 18; 32: 15) y "las  tablas del pacto" (Deut. 9: 9-11).  Esas tablas de piedra, y sólo ellas, fueron colocadas dentro del arca del pacto (Exo. 25: 21; 1 Rey. 8: 9). Fueron así consideradas, en un sentido especial, como el vínculo del pacto.  La colocación de las tablas debajo del propiciatorio permite comprender la naturaleza del pacto que Dios hizo con Israel.  Muestra que la ley es la base, el fundamento del pacto, el documento obligatorio, el título de la deuda.  Sin embargo, sobre la ley está el propiciatorio, salpicado con la sangre de la propiciación, un testimonio reconfortante de que hay perdón en Dios para los que quebrantan los mandamientos.  El Antiguo Testamento uniformemente hace una clara distinción entre la ley moral y la ley ceremonial (2 Rey. 21: 8; Dan. 9:11).

Dios proclamó su santa ley en medio de truenos y relámpagos, cuyo retumbar parece encontrar eco en las formas verbales imperativas de los mandamientos.  Los terrores del Sinaí tuvieron el propósito de colocar vívidamente delante del pueblo la pavorosa solemnidad del último gran día del juicio (PP 352).  Los exigentes preceptos del Decálogo hacen resaltar la justicia de su Autor y el rigor de sus requerimientos.  Pero la ley era también un recordativo de la gracia divina, pues el mismo Dios que proclamó la ley es Aquel que sacó a su pueblo de Egipto y lo libró del yugo de servidumbre.  Es Aquel que dio las preciosas promesas a Abrahán, Isaac y Jacob.

3. ¿Cuál fue la reacción de Dios ante el acto de idolatría del pueblo de Israel junto al Monte Sinaí? ¿Por qué fue tan fuerte? Éxo. 32:7-10.

“Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz. Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande” (Exo. 32:7-10).

Hacía tan sólo unas pocas semanas desde que el pueblo se había comprometido en un solemne pacto con Dios y le había prometido obedecerle (Éxo.19: 8; 24: 3). Ahora ese pacto había sido quebrantado (PP 331). Al no tener "raíz" en sí mismos, cuando sobrevino la tentación cayeron fácilmente en el pecado (ver Mat. 13: 20, 21). Muchos de ellos, especialmente las personas que no eran israelitas, fueron vencidos por sus viejas prácticas idolátricas (2 Ped. 2:22). La expresión "de dura cerviz" da la idea de caprichosa obstinación, como la de un caballo que endurece el pescuezo cuando se tiran las riendas hacia la derecha o hacia la izquierda, negándose a seguir en la dirección deseada.

“Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte? ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo. Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre. Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo”(Exo. 32:11-14).

Moisés replica que Israel es todavía el pueblo de Dios, y no suyo (Exo.32: 7). Dios había hecho tanto por ellos que seguramente no los dejaría ahora, reconociendo así el fracaso de su propio plan.  Moisés puso eso como primer argumento, afirmando que Dios no podía retractarse. Moisés no podía excusar el pecado de su pueblo, pero podía interceder por él para que fuese perdonado (Job. 42: 10; Jer. 14: 19-21; Eze. 14: 14, 20; Dan. 9: 4-11).

Las naciones circunvecinas habían sabido de la maravillosa liberación de los hebreos de Egipto y, como resultado, temían lo que el Señor pudiese hacer en favor de Israel. Por lo tanto, si Israel era destruido, los paganos se regocijarían y Dios sería deshonrado. Las acusaciones de los egipcios resultarían verdaderas y se vería que en vez de llevar a su pueblo al desierto a sacrificar (Exo. 5: 1- 3), lo había llevado allí para ser sacrificado (Exo. 10: 10). El segundo ruego de Moisés fue que se evitara que los paganos se regocijaran en triunfo sobre Israel.

En tercer lugar, Moisés le recuerda a Dios sus promesas a Abrahán (Gén. 15: 5; 17: 2-8), a Isaac (Gén. 26: 4), y a Jacob (Gén. 28: 14; 35: 11). Hasta ese momento las promesas sólo habían tenido cumplimiento parcial, pero seguramente Dios no faltaría a su palabra.

El Señor se conmovió por la oración ferviente y desinteresada de su fiel siervo. Dios no podía rechazar los ruegos de uno que pensaba más en su pueblo que en su propia exaltación y honor. ¡Qué tributo para el carácter de Moisés! ¡Qué revelación del amor divino! (Juan 3: 16; Fil. 2: 5-8). Las palabras "Jehová se arrepintió" son un débil intento de expresar la voluntad divina en lenguaje humano.  En realidad, Dios no puede cambiar de propósito, porque conoce "lo por venir desde el principio" (1 Sam. 15: 29; Isa. 46: 9, 10; 55: 11). Sin embargo, cuando los pecadores abandonan el pecado y se vuelven a él, cuando sus hijos le suplican misericordia y perdón, entonces Dios se "arrepiente". Cambia de la ira a la misericordia, del castigo al generoso perdón (Sal. 106: 44, 45; Jer. 18: 5-10; 26: 3; Joel 2: 12-14; Jon. 3: 9, 10; 4: 2).

4. ¿Qué dijo Moisés a Dios después del incidente? Éxo. 32:30-32. ¿Observas la promesa del evangelio en este pasaje ?

“Y aconteció que al día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado, pero yo subiré ahora a Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado. Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito” (Exo. 32:30-32).

Esto sugiere que finalmente el pueblo se había dado cuenta de su gran culpa y estaba aterrorizado pensando que todos los culpables serían muertos. El amor y la misericordia de Moisés hacia su pueblo lo llevaron a interceder nuevamente ante el Señor en su favor. Hay aquí una profunda lección que los ministros del Evangelio debieran examinar bien. Si bien es cierto que, como pastores del rebaño, debieran amar a sus miembros y atraerlos hacia Dios, también deben mostrar al pueblo sus transgresiones (Isa. 58: l). Al mismo tiempo, deben rogar fervorosamente a Dios pidiendo el perdón del pecado mediante la misericordia de Cristo.

Moisés había hablado con Dios haciendo referencia a los israelitas como "tu pueblo" (Exo. 32:1l).  Aquí, pensando en la gravedad del pecado que los hacía indignos de ser llamados pueblo de Dios, se refiere a ellos como "este pueblo".

Tan grande era el amor que Moisés sentía por sus hermanos descarriados, que si no podía impedir su destrucción, por lo menos no quería verla (Núm. 11: 15). Estaba dispuesto a no estar registrado "entre los vivientes" (Isa. 4: 3). Estaba dispuesto a entregar su propia vida, si eso podía servir para hacer expiación por el pecado de ellos. Estaba dispuesto a llevar su culpa, en esta vida y en la venidera, a fin de conseguir su perdón. Pablo manifestó una abnegación similar para con los judíos de sus días (Rom. 9: 1-3). Moisés realizó muchas acciones nobles, pero ésta fue la más noble de todas. No es fácil estimar la medida del amor poseído por hombres como Moisés y Pablo, pues nuestras limitadas facultades mentales no lo comprenden más de lo que un niñito puede comprender el valor de los héroes. Moisés es un símbolo del Buen Pastor, que puso su vida por sus ovejas (Juan 10: 11, 15), que fue "cortado de la tierra de los vivientes", por la rebelión de su pueblo (Isa. 53: 8; Dan. 9: 26; Juan 15: 13).

5. ¿De qué modo Dios resolvió finalmente el problema? Éxo. 34:6-10.

“Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró. Y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu heredad. Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo”(Exo. 34:6-10)

Como había sido prometido en Exo. 33: 22, 23.  El nombre del Señor representa su carácter, que según esta descripción, consta de tres cualidades fundamentales: misericordia, justicia y verdad.  El primer lugar se le asigna a la misericordia puesto que la relación de Dios con nosotros se basa en ella (1 Juan 4: 7-12).  Tenía especial importancia en esta ocasión cuando se había perdido el favor divino, y a no ser por su misericordia, ese favor no hubiera sido extendido de nuevo al pueblo.  Hay seis diferentes formas en las cuales el Señor manifiesta su amor hacia su pueblo.  Es "misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado".  Sería difícil imaginar una declaración más completa de su estima y amor por los pecadores.  Cuando el Señor se le reveló a Moisés en la zarza ardiente, declaró ser el "Yo soy", o sea "El que existe por sí mismo", lo que hace resaltar la gran diferencia existente entre él y todos los otros dioses.

En ese momento, en vista del pesar y de la humillación de Israel (Exo. 33: 4-6), hacia falta algo más para impartirles esperanza y seguridad.  Por sí misma la ley no podía ser "misericordioso y piadosa".  Sólo podía recalcar la rectitud, Se necesitaba una revelación suplementaria del bondadoso carácter de Dios.  En la revelación que Moisés recibió del carácter de Dios, el Sinaí proclama no solamente la ley divina, sino también la gracia divina.  Este hecho demuestra que no tiene fundamento la idea popular de que el Sinaí representa solamente la justicia y no la misericordia.  La excelsa proclamación de la gracia, hecha en el Sinaí, de ninguna manera anulaba la ley ni desbarataba la justicia divina; más bien aclaraba la relación existente entre la gracia y la ley.  En una crisis posterior, Moisés le recordó a Dios el equilibrio entre la justicia y la misericordia que había proclamado en esta ocasión (Núm. 14: 11-19).

Este mismo carácter inmutable de Dios es el que da hoy al pobre pecador desvalido la esperanza de la vida eterna (Sal. 103: 8-14; 145: 8; Jer. 29: 11; 31: 3).  En vista de que no se puede tener confianza en una persona que no sea verídica, Dios es totalmente digno de recibir nuestra confianza puesto que es "grande" en "verdad".  La verdad está en la base misma del carácter moral; es lo opuesto de la hipocresía (Sal. 108: 4; 117: 2; Juan 14: 6; Sant. 3: 14).

IV. ISAIAS ANUNCIA LA VENIDA DEL MESIAS: EXPIACIÓN Y PERDON

·        ¿Cuál es la diferencia entre expiación y perdón?

·        Si con muerte de Jesús en el Calvario ya vino expiar nuestros pecados, ¿Por qué necesitamos el perdón divino?

·        ¿Qué significa arrepentirse y la confesión de pecados?

1. ¿Qué es la expiación?

 

Del hebreo kippurîm, literalmente, "cubiertas"; de los verbos  kâfar, "cubrir", "hacer expiación", "reconciliar"; y kipper, "cubrir pecados"; kappêr, "sustitución"; del griego katallague, "reconciliación".

 

·        La expiación es una obra exclusiva de Dios a través de Cristo a favor de los seres humanos pecadores. Dios ha decidido  voluntariamente  proporcionar la salvación que necesitamos. La expiación es la obra de Dios por nosotros

·        La doctrina de la expiación revela claramente a un Dios que no está separado, sino uno que desciende a nuestro nivel con el propósito de participar de nuestra miseria, e incluso, tomarla sobre sí mismo. Se puede identificar, no solo con nuestro gozo y nuestra felicidad, sino también con nuestro sufrimiento y nuestro dolor. Él dijo a Moisés: “Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias” (Éxo. 3: 7).

 

Los escritores bíblicos presentan a Dios como ansioso de una reconciliación, y muestran que él ha hecho las provisiones necesarias para lograr esto.  No es necesario cambio alguno de parte de él para producir la reconciliación, porque el hombre en su estado natural es un pecador que ni siquiera tiene el deseo de ser reconciliado, y por lo tanto es necesario un cambio de su parte.  Es el pecador quien debe ser "cubierto" o reconciliado con Dios, no Dios con respecto al pecador.

El sistema ritual proporcionaba una ilustración objetiva de cómo los hombres se pueden reconciliar con Dios.  La sangre de los animales sacrificados proveía la cobertura objetiva (Lev. 17:11), pero esta sangre no podía, en sí misma y por sí sola, cubrir realmente al pecador (Heb. 10:1, 4, 6, 8, 11).  Sólo si por fe veía en ella un símbolo de la sangre de Cristo y aceptaba la promesa de la gracia divina así representada, era "cubierto" en la realidad y de ese modo reconciliado con Dios (Heb. 10:10, 12, 14-18).  A esta "cobertura" siempre le acompañaban el perdón de los pecados y la aceptación divina (Lev. 4:20; Núm. 15:25). Dios quedaba satisfecho con la sinceridad de propósito de la persona en cuyo favor se hacía la "cobertura", y no hacía nuevas acusaciones contra ella mientras permanecieran en armonía con él.

 

Unas pocas ilustraciones del uso de la palabra "expiación" en el Antiguo Testamento serán suficientes para aclarar su significado.  El santuario y sus objetos estaban hechos con materiales comunes, y era necesario "cubrirlos", o "hacer expiación" por ellos, antes de ser entregados al uso sagrado (Exo. 29:36, 37; 30:10; Lv. 8:15).  Aarón y sus hijos eran personas corrientes, y del mismo modo debieron ser "cubiertos" cuando fueron separados para el sacerdocio (Exo. 29:35; Lev. 8:34).  También se indicaba una cubierta de sangre por los pecados de la congregación entera (Lev. 4:20; Núm. 15:25), por los de las personas individuales (Lev. 4:27-35; Núm. 15:28) y por diversas formas de impureza ritual (Lev. 12:7, 8; 14:18, 20, 53; 15:28).  Al fin de la serie anual de ceremonias, en un día especial de "expiación" (Lev. 16:21-28; He. 10:1-3), Aarón y sus hijos, los sacerdotes, hacían una "cobertura" específica por las impurezas acumuladas en el año (Lev. 16:6, 11,24), por el santuario y sus muebles (Lev. 16:16-20, 33, 34), y por el pueblo de Israel (Lev. 16:30, 34).  Esto simbolizaba la eliminación completa y final del pecado del universo de Dios.

En el Nuevo Testamento se describe esta obra de expiación con la palabra "reconciliación".  También se usan los vocablos griego hilasterion (Rom. 3:25), hiláskomai (Heb. 2:17) e hilasmós (1 Juan 2:2; 4:10), "propiciación", "ser propicio" o "expiar".  La "cobertura" verdadera ha sido provista por la preciosa sangre de nuestro Salvador, y la reconciliación con Dios es posible mediante la fe en él (Rom. 5:8-11; 2 Cor. 5:17-19). 

2. ¿En que consiste el Perdón?

La traducción de varias palabras hebreas y griegas que tienen en común la idea de liberar a un ofensor de la culpa y restaurar la relación personal que existía ante de la ofensa.  Los dos verbos hebreos más comunes para "perdonar" son nâsâ'(literalmente "levantar [quitar]" la culpa) y sâlaj. También se usa el verbo kâfar, "cubrir", "ocultar", que implica la idea de expiar.  Los verbos griegos son jarízomai (literalmente "dar con gracia" como un favor), "remitir", "perdonar"; afí'mi (literalmente "soltar", "enviar"), "cancelar", "remitir", "perdona"; aní'mi; y afairéô.  Los sustantivos son: heb. selîjâh y gr. áfesis.  El perdón implica siempre una ofensa cometida contra la persona que extiende el perdón, y debería estar precedida por el arrepentimiento del ofensor.

Todos los hombres han pecado contra Dios (Rom. 3:23) y están condenados a la muerte eterna (Rom. 6:23), a menos que se arrepientan de sus pecados (Luc. 13:3, 5; Hech. 3:19) y con ello obtengan el perdón (1 Juan 1:9), con lo que se restaura una relación correcta con él (Rom. 5:1).  Dios no está obligado a perdonar al pecador culpable, pero su carácter bondadoso lo impulsa a hacerlo cada vez que se desea o se pide perdón (Exo. 34:6, 7; Lam. 3:42).  El pedido debe hacerse, sin embargo, con toda sinceridad y con la intención de no aprovecharse de la gracia libremente otorgada.  Cuando Dios perdona lo hace completamente y sin reservas, restaura al pecador al mismo estado de favor que antes gozaba, y elimina toda alienación y separación.

En las Escrituras se usan diversas expresiones en un esfuerzo por transmitir a las mentes humanas la plenitud del perdón divino.  El arroja, por así decirlo, los pecados de los hombres a lo profundo del mar (Miq. 7:19); los aleja de sí y de ellos "cuanto está lejos el oriente del occidente" (Sal. 103:12); tras sus espaldas (lsa. 38:17); y promete borrarlos y olvidarlos (lsa. 43:25; Jer. 31:34).  El perdón de Dios es perfecto, así como Dios es perfecto.

El cristiano, dentro de lo que le permiten sus limitaciones finitas, debería imitar la forma perfecta y completa del modo como Dios perdona cuando alguien lo ofende.  El espíritu de perdón debe acompañar al acto de perdón.  Además, puesto que el cristiano ha recibido una medida plena del perdón divino, está bajo la obligación más estricta de perdonar a sus semejantes, cuando se presenta la ocasión de hacerlo, con la misma medida conque él fue perdonado.  En realidad, el cristiano que rehúsa perdonar a otros está renunciando al perdón de Dios para sí mismo (Mat. 6:12-15), y un espíritu no perdonador es un pecado horrible ante Dios.  El aborrecimiento total con que Dios considera un espíritu no perdonador fue ilustrado por Jesús en la parábola del siervo que no perdonó (Mat. 18:23-35).  Quien rehusa perdonar no puede, por la misma naturaleza de las cosas, ser perdonado mientras conserve ese espíritu no perdonador.  Como le explicó Cristo a Pedro, para los cristianos no hay un límite en la extensión del perdón ni número de veces que se haya de perdonar cuando alguien venga a pedirlo (Mat. 18: 21, 22).  El cristiano siempre debe mantener el espíritu de perdón, aun antes de tener la oportunidad de perdonar.  No sólo será así, sino que también tomará la iniciativa en hacer todo esfuerzo razonable para ganar a quien lo ofendió y facilitarle la posibilidad de pedir perdón (Mat. 18:15-17).

3. ¿De qué modo describe Isaías el Sacrificio de Cristo hecho por ti y por mí? ¿Cuántos años trascurrieron para su cumplimiento? ¿Cuán real es para ti el sacrificio de Cristo?

“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.  Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Más él fue por nuestra rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como oveja, cada cual se apartó, por su camino; mas Jehová cargó en él pecado de todos nosotros.  Angustiado él y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Isa. 53:3-7).

·        Durante toda su vida Cristo supo lo que era ser odiado, despreciado y rechazado.

·        Cuando tomó sobre sí la forma de hombre, Cristo llegó a ser sensible a todo el dolor, la tristeza y los desengaños que el hombre conoce.  Por medio de la humanidad de Jesús, la divinidad experimentó todo lo que el hombre ha heredado.  Le tocó en suerte sufrir todos los malos tratos y las maldades que los hombres impíos y los ángeles caídos pudieran causarle.  Esto culminó en el juicio la crucifixión.

·        En vez de compartir la aflicción de Cristo, los hombres se apartaron de él con amargura y desprecio.  No se apiadaron de él, sino que lo reprocharon por su desdicha suerte (Mat. 26: 29-31; 27: 39-44).  Hasta sus discípulos lo abandonaron y huyeron (Mat. 26: 56).

·        En Isa. 53: 4-6 se destaca la naturaleza vicaria de los sufrimientos y de la muerte de Cristo.  Sufrió en nuestro lugar.  Tomó sobre sí el dolor, la humillación y el maltrato que nosotros merecemos (DTG 16).

·        El enemigo hizo que los sufrimientos de Jesús parecieran como castigo infligido sobre él por un Dios vengativo por causa de sus pecados (DTG 436).  Si eso hubiera sido verdad, no podría haber sido el Redentor del mundo.

·        Jesús no protestó, ni se quejó para defenderse. El silencio fue la evidencia de una sumisión total e incondicional (Mat. 26: 39-44). Lo que el Mesías hizo, lo hizo voluntariamente y con alegría, a fin de que el pecador condenado pudiera ser salvo.

“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isa. 53: 6).

Cristo sufrió en lugar del hombre en el huerto del Getsemaní y la naturaleza del Hijo de Dios vaciló bajo el terrible horror de la culpabilidad del pecado, hasta que de sus pálidos y temblorosos labios fue arrancado el clamor agonizante: "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú" (Mat. 26: 39).

El poder que infligía el castigo sobre el Sustituto y Seguridad del hombre, era el poder que sostuvo y mantuvo al Doliente bajo el tremendo peso de la ira que hubiera caído sobre un mundo pecaminoso. Cristo estaba sufriendo la muerte a la que fueron condenados los transgresores de la ley de Dios.  Es horrenda cosa que el pecador no arrepentido caiga en las manos del Dios vivo.  Esto se demostró en la historia de la destrucción del mundo antiguo por el diluvio, por el relato del fuego que cayó del cielo y destruyó a los habitantes de Sodoma.  Pero nunca se demostró esto más plenamente como en la agonía de Cristo. La naturaleza humana puede soportar sólo una cantidad limitada de prueba y aflicción Lo finito sólo puede soportar una medida finita y sucumbe la naturaleza humana, pero la naturaleza de Cristo tenía una capacidad mayor para sufrir, pues lo humano existía en la naturaleza divina y esto le daba una capacidad para sufrir y soportar el resultado de los pecados de un mundo perdido.  La agonía que soportó Cristo amplía, profundiza y nos da un concepto más amplio del carácter del pecado y el carácter de la retribución que Dios traerá sobre los que continúan en el pecado.  La paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Jesucristo para el pecador arrepentido (A fin de conocerle, p. 67)

V. DANIEL ANUNCIA EL MESIAS: EL CUMPLIMIENTO EXACTO DE LAS 70 SEMANAS (490 AÑOS)

·        ¿De qué manera Dios ha contestado tus oraciones?

·        ¿Por qué Daniel estaba preocupado y triste?

·        ¿Cuán exacto se cumplieron las profecías predichas por Daniel?

1. ¿De qué manera fue contestada la oración de Daniel? ¿Cuánto tiempo empleó Gabriel desde el trono celestial atravesando por el espacio sideral para contestar la oración de Daniel? ¿Cuánto tiempo esperas para que tus oraciones sean contestadas? (Dan. 9:3-23)

“Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios; aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde. Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento. Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión” (Dan. 9:20-23)

Si quisiéramos tener por lo menos una idea de la rapidez con que viajo el ángel Gabriel para darle respuesta inmediata a la oración de Daniel, bastaría con que observáramos al espacio sideral solamente en un momento; en una noche cuando el cielo este despejado. Posiblemente descubriríamos que el número de estrellas observables a simple vista desde la Tierra serían de 8 000, la mitad en el hemisferio norte celeste y la otra mitad en el sur. Durante la noche no se pueden ver más de 2 000 al mismo tiempo en cada hemisferio. A las demás están ocultas por  la neblina atmosférica, sobre todo cerca del horizonte, y la pálida luz del cielo. Los astrónomos han calculado que el número de estrellas de la Vía Láctea, la galaxia a la que pertenece el Sol, asciende a cientos de miles de millones. A su vez, la Vía Láctea es sólo una más de entre los varios cientos de millones de galaxias visibles mediante los potentes telescopios modernos. Las estrellas individuales visibles en el cielo son las que están más cerca del Sistema Solar en la Vía Láctea. La más cercana es Proxima Centauri, uno de los componentes de la estrella triple Alpha Centauri, que está a unos 40 billones de kilómetros de la Tierra. En términos de velocidad de la luz, patrón utilizado por los astrónomos para expresar la distancia, esta estrella triple está a unos 4.29 años luz. Es decir, la luz, que viaja a unos 300 000 km/s, tarda más de cuatro años y tres meses en llegar desde esta estrella hasta la Tierra.

Considerando que el tercer cielo donde esta localizado el Trono Celestial, debe encontrarse mas allá de las  muchas Galaxias tan extensas como la nuestra, el ángel tal vez viajó durante  algunos millones de años; este sería el tiempo aproximado que el ángel Gabriel gastaría en viajar de la región del trono del Altísimo hasta Babilonia; pero realmente,  el ángel sólo empleó algunos minutos. ¿Qué significa esto para nosotros como humanos?

  • La velocidad de un ángel, por lo tanto, es incalculable para los cálculos matemáticos humanos.
  • Aunque nuestro ángel de la guardia no estuviera acampando a nuestro alrededor y estuviera acampando en algunas de esa estrellas como Alpha Centauri , que está a 40 billones de kilómetros de distancia de la Tierra  y desde allá observara, vigilándonos, los peligros existentes en este nuestro mundo, en una emergencia él podría llegar para socorrernos en fracciones de segundos; imaginémonos ahora el hecho de que este ángel se encuentra acampando a nuestro alrededor. “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y  los defiende” (Sal. 34:7)
  • Estos datos nos deben reconfortar y darnos seguridad en nuestra jornada en un mundo tan peligroso y turbulento y, que Dios tiene elemento más que suficiente que para responder a nuestras oraciones, aunque sea a través de los ángeles, en sólo algunos minutos; Vale la pena esperar orando porque a veces nuestras oraciones podrían estar siendo respondidas aún antes que terminemos de orar

2. ¿Qué debería entender Daniel? ¿Cuál era la visión que no había entendido?

 Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión” (Dan. 9:23), la única visión (mareh) que Daniel no entendió fue la de Dan.8:14.  La mareh de los 2300 días que no fue explicada ni entendida.

3. ¿De qué manera  el ángel Gabriel le explica a Daniel la visión de los 2300 días? (Dan. 9:24-27)

“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador” (Dan. 9:24-27)

Diez años atrás a Daniel se le dijo: “La visión de las tardes y mañanas que se ha referido es verdadera; y tú guarda la visión, porque es para muchos días” (Dan. 8:26), esta profecía se ha considerado como la profecía mas larga que menciona la Biblia. De hecho  Dan. 8:13, nos da la clave, después de las obras infames del cuerno pequeño el santuario será purificado.  “Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados? Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado” (Dan. 8:13,14). Ahora el ángel explica que de las 2 300 tardes y mañanas deben ser cortadas, según Dan. 9:24, que dice: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos” (Dan. 9:24).

4. Considerando Daniel  9: 24, ¿Qué significa la frase “están determinadas”?

“Están determinadas”. La palabra hebrea jathak, palabra que en la Biblia sólo aparece aquí. Se usa en hebreo postbíblico y su significado es "cortar", "separar", "determinar", "decretar".  Debe determinarse el matiz exacto de significado por el contexto. En vista de que Daniel 9 es una exposición de la parte que no se explicó de la visión del Daniel 8 (ver Dan.9: 3, 21-23), y puesto que la parte no explicada tenía que ver con los 2.300 días, es lógico concluir que las 70 semanas, o 490 años, habrían de ser "cortadas" de ese período más largo. Además, faltando pruebas contrarias, puede deducirse que las 70 semanas serían cortadas a partir del comienzo de ese período.  La traducción de jathak como "cortar" es muy apropiada. Puesto que los 490 años estaban especialmente asignados a los judíos respecto a su papel como pueblo escogido de Dios, las traducciones "determinar" y "decretar" también son apropiadas en este contexto.

5. ¿Cuál es el principio bíblico, que debemos aplicar  para el estudio tanto de las 70 semanas como otra profecía bíblica? (Núm. 14:34, Eze. 4:6)

 El principio de día por año.  Es importante señalar brevemente el principio de día por año, para interpretar correctamente las profecías. Al iniciar el estudio tanto de los 2300 tardes y mañanas o 2300 días como la de  las setenta semanas o 490 días, será bueno recordar que en la profecía bíblica un día representa un año, esta regla profética se encuentra en  Números 14:34, el texto bíblico dice: “Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día y conoceréis mi castigo”, ver también en (Eze.4:6).

Debemos considerar que estamos estudiando una profecía simbólica, y por ello esta medida de tiempo no puede ser literal sino simbólica.

6. Aplicando la regla profética, ¿Cuántos años abarcan  los  2300 días?

Si: 1 día = 1 año; entonces, 2300 días = 2300 años.      Los 2300 días abarcan un período de 2300 años.

Bueno, también se puede resolver utilizando “la regla de tres simple”, que se aplica en Aritmética para la resolución de problemas en la vida diaria y es algo muy simple. Consiste en tener tres valores conocidos y un valor desconocido, este último se le conoce como la incógnita y por conveniencia se le asigna una literal (x).

Aplicando la regla:     1 día     =   1 año             Se multiplica en forma cruzada y despeja “x”

                             2300 días    =   x  año             (x  año) (1 día) = (1 año) (2300 días)

                                                                            Entonces:   (x) =     (1 año) (2300 días)       =   2300 años

                                                                                                                       (1 día)

Las unidades quedan en años, pues al dividir días entre días se hace la unidad; esto es [días] ÷ [días] = 1, y toda cantidad multiplicada por la unidad nos da la misma cantidad. En esta conversión matemática, ahora los días “desaparecen” y “aparecen”  los años.

                     x  =     (2300 días) (1 año)     =    2300 años

                                          (1 día)

Teniendo como base lo anterior, damos por sentado que el período de los 2 300 días o 2300 años, tiene su principio en alguna fecha del Antiguo Testamento, se extenderá hasta el tiempo en que el santuario sea purificado

7. ¿Cuántos años abarcan  las 70 semanas?

 1 semana    =  7 días                    x =        (70 semanas  x  7 días)    =  490 días 

70 semanas  =  x  días                                             (1 semana)

Ahora aplicando el principio de 1 día = 1 año; esto significa que 490 días = 490 años

                         Las 70 semanas abarcan un período de  490 años

La profecía de las 2300 tardes y mañanas de Daniel 8:14 y las 70 semanas de Daniel 9:24-27, forman parte de una misma profecía, y en consecuencia las 2300 tardes y mañanas, no son días literales sino proféticos, como también lo es la profecía de las 70 semanas.

 

8. ¿Qué actividades debían de  realizarse en el período de los 490 años? (Dan. 9:24)

“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. (Dan. 9:24)

1 - Para hacer cesar la transgresión. En Dan. 8:12 somos informados de que el cuerno pequeño tuvo éxito en sus hazañas contra el santuario, la verdad y el pueblo de Dios, a causa de las transgresiones; los 490 años, envuelven, también una reforma nacional del pueblo escogido, con el objetivo de prepararlos para recibir el Mesías, tanto en el aspecto nacional como individual. La obra de Juan Bautista con el pueblo, tendría su inicio a partir del inicio de las setenta semanas y, culminaría, quienes saben, con la misión del Bautista propiamente dicho.

2 - Para dar fin a los pecados. La cruz no erradicó el pecado del Universo, pero individualmente hablando, miles descendieron a la sepultura sin pecado, así fue dado fin a sus pecados por el factor cruz y por que hayan aceptado el Gran Sustituto de esta cruz. Este efecto retroactivo del sacrificio de la cruz de Cristo, se extiende, naturalmente, hasta el primer pecador humano de este planeta, pero Dios tenía en vista el periodo de las setenta semanas, para que hubiera un endoso general y nacional del Mesías al tiempo en que Este apareciera entre Su pueblo; imaginen una nación entera revestida de la justicia de Cristo, su Mesías, Esperándolo y Aguardándolo y preparada para Recibirlo; ¡que maravilla!

3 - Para expiar la iniquidad. Esta obra fue realizada de un golpe por todas en la cruz de Cristo, en la mitad de la última semana de las setenta de la profecía. Heb. 9:12; note la última parte de este verso: "...entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, habiendo obtenido redención eterna"; esta redención mencionada es referente la expiación en la cruz, en su aspecto precio pagado, en este aspecto, nada quedó para ser hecho en el Santuario Celestial. Cuando Cristo subió al cielo Él fue directamente al Santísimo del Santuario para presentar al Altísimo, una expiación totalmente completa, sin retoques y nada, absolutamente nada, para ser hecho dentro del Santuario.

4 - Para traer la Justicia Eterna. La Justicia eterna es una Persona,  o sea, el Mesías de la profecía de las setenta semanas, Esta Justicia no es referente a la justicia que Dios requiere del hombre, sino a la Justicia que Él ofrece a la humanidad, además de darle también el don de la fe para que acepten Esta Justicia. "Porque de ti proceden todas las cosas, y de lo recibido de tu mano te damos." I Crón. 29:14.

5 - Para sellar la visión y la profecía. El Santuario Celestial es el palacio y morada del Altísimo ( Sal. 4:6 y 45:8 ), y, como tal, no es, propiamente dicho, un lugar para ministerios sacerdotales y Sumo Sacerdotales, pero a partir del año 31 d.C., este Santuario fue ungido para estas funciones con la presencia del Dios hecho Hombre, que fue muerto y resucitado para ejercer este ministerio. Cristo fue ungido el año 27 d.C., como el Mesías de las profecías, para ejercer su ministerio público y terrestre y, en el 31 d.C., fue ungido como el Cordero inmolado y sacrifical; en ese mismo año, después de su resurrección y ya en su Santuario Celestial, fue ungido como Sumo Sacerdote y Sacerdote eternamente según la orden de Melquisedec. Cristo es el Ungido de Dios desde su gestación y nacimiento, pero tratándose de una unción en carácter oficial para determinadas funciones, existe una orden pre-establecida en el programa divino.

Para los judíos la visión y la profecía terminaron a la conclusión de las 70 semanas con el apedreamiento de Esteban (Hech. 6:12-7:60). Indicaba el fin de su posición especial como nación. ¿Por qué fue tan significativo el apedreamiento de Esteban? ¿Por qué fue su martirio más importante que el de otros en ese tiempo? El discurso de Esteban en Hechos 7 es paralelo al discurso profetice de la "disputa sobre el pacto". Cuando el Espíritu Santo vino sobre él, recibió una visión del cielo. De modo que, por definición, Esteban llegó a ser un profeta en ese momento. Al ver su discurso a través de los ojos de los profetas del Antiguo Testamento, se convierte en otro ejemplo en el cual un profeta divino trae un pleito pactual contra los representantes de la comunidad del pacto de Dios. Su muerte, por lo tanto, no es simplemente la muerte de otro mártir. Esteban es el último de los profetas del Antiguo Testamento que habla al pueblo judío como el pueblo elegido de Dios. Pero al apedrearlo también silenciaron la voz profética que se les dirigió.

6. Para ungir al santo de los santos.  Los templos eran ungidos para inaugurar sus servicios (Exo. 40:9). El ungimiento del santuario celestial predicho en este verso señala la inauguración del ministerio sacerdotal de Cristo en el santuario celestial después de su ascensión (Heb. 9:21).

9. ¿Cuáles son las palabras que utiliza el ángel Gabriel para ubicar el punto de partida de las 70 semanas o 490 años? (Dan. 9:25)

“Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos”

El ángel Gabriel dijo a Daniel que el punto de partida de la profecía de los 490 años era “la orden  para restaurar y edificar a Jerusalén”

10. ¿Cual es el punto de partida de las 70 semanas y cómo puede verificarse desde el punto de vista bíblico?

En la Biblia se registran  por lo menos  tres  decretos relacionados con Jerusalén y su templo:

1.       Ciro promulgó el primero en  al año 538 a.C. (2 Cron. 36; 22,23; Esdras 1:1-4)

2.      Darío I en el  año 519 a.C. (Esdras. 6:1-12),

3.      Artajerjes  en el año 457 a.C. (Esdras  7:1-26)

11 ¿Cuál de ellos es el decreto mencionado por Gabriel en Daniel 9:25, que dice: “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos”?

1. El decreto de Ciro el Grande en el año 538 a.C

En Esdras. 1:2-4 expresa de la siguiente manera: “En el primer  año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo: Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén.  Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde more, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén”

En el edicto de Ciro autoriza:

 (1) El regreso de los exiliados a Jerusalén

 (2) La reconstrucción del templo

 (3) Las provisiones para la reconstrucción del templo.

·        Siendo que Daniel 9:25 especificaba claramente la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén el decreto de Ciro obviamente no califica como el punto de partida para la profecía de los 490 años.

2. El decreto de Darío I en 519 a.C.

Darío emitió otro documento confirmando el decreto de Ciro, este se encuentra en Esdras. 6:3-12, que dice: “Entonces el rey Darío dio la orden de buscar en la casa de los archivos, donde guardaban los tesoros allí en Babilonia...En el año primero del rey Ciro, el mismo rey Ciro dio orden acerca de la casa de Dios, la cual estaba en Jerusalén, para que fuese la casa reedificada como lugar para ofrecer sacrificios, y que sus paredes fuesen firmes; su altura de sesenta codos, y de sesenta codos su anchura; y tres hileras de piedras grandes, y una de madera nueva; y que el gasto sea pagado por el tesoro del rey. Y también los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, los cuales Nabucodonosor sacó del templo que estaba en Jerusalén y los pasó a Babilonia, sean devueltos y vayan a su lugar, al templo que está en Jerusalén, y sean puestos en la casa de Dios.   Dejad que se haga la obra de esa casa de Dios; que el gobernador de los judíos y sus ancianos reedifiquen esa casa de Dios en su lugar...Y el Dios que hizo habitar allí su nombre, destruya a todo rey y pueblo que pusiere su mano para cambiar o destruir esa casa de Dios, la cual está en Jerusalén.  Yo Darío he dado el decreto; sea cumplido prontamente”

El decreto de Darío es, básicamente, el mismo que el edicto de Ciro. De acuerdo con Esdras 6:15, que dice: “Esa casa fue terminada el tercer día del mes de Adar, que era el sexto año del reinado del rey Darío”, el pueblo de Jerusalén completó el templo en marzo del año 515 a.C.

  • De nuevo, es importante notar que el decreto de Darío se refería únicamente a la reconstrucción del templo y no a la de la ciudad de Jerusalén.

Consulte le diagrama en: http://groups.google.com.mx/group/fino2008escuelasabatica/files

 

3. El decreto de Artajerjes I en 457 a.C.

12 ¿Cuáles son los argumentos para establecer dicha fecha como punto de partida de las 70 semanas en el año 457 a. C.?

Según el relato bíblico encontrado en Esdras 7:12-26, se tiene la siguiente información: “Artajerjes rey de reyes, a Esdras, sacerdote y escriba erudito en la ley del Dios del cielo: Paz. Por mí es dada orden que todo aquel en mi reino, del pueblo de Israel y de sus sacerdotes y levitas, que quiera ir contigo a Jerusalén, vaya. Porque de parte del rey y de sus siete consejeros eres enviado a visitar a Judea y a Jerusalén, conforme a la ley de tu Dios que está en tu mano; y a llevar la plata y el oro que el rey y sus consejeros voluntariamente ofrecen al Dios de Israel, cuya morada está en Jerusalén, y toda la plata y el oro que halles en toda la provincia de Babilonia, con las ofrendas voluntarias del pueblo y de los sacerdotes, que voluntariamente ofrecieron para la casa de su Dios, la cual está en Jerusalén”

El decreto de Artajerjes incluía varios elementos importantes:

1. Concedía permiso a los exiliados que quisieran regresar a Judea, que lo hicieran.

 2. Esdras debía investigar la condición espiritual del pueblo de Judá, con el propósito de poner sus vidas en armonía con la ley de Moisés.

 3. El dinero recibido del rey y sus consejeros junto con otros fondos sería para apoyar el templo de Jerusalén y para suplir cualquier otra necesidad que hubiera.

 4. El templo y su personal estaban excluidos del pago de impuestos.

5. Esdras debía establecer un sistema judicial y civil basado en la Torah. El último punto implicaba que el rey restauraría la autoridad de los judíos para gobernarse a ellos mismos sobre la base de la ley de Dios.

Estos dos primeros decretos se referían principalmente a la restauración del templo y de su culto de parte de los judíos, no a la restauración de su estado civil y político, todo lo cual debe incluir la orden de "restaurar y edificar a Jerusalén."       

Por otro lado el pasaje bíblico en  Dan. 9:25 nos da la clave: “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas” Es decir: 7 semanas + 62 semanas = 69 semanas, al termino de las 69 semanas (483 años) vendría el Mesías Príncipe, y esto ocurrió, “ En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea.... Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió,  y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia. Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí” (Luc. 3:1,21-23). Si revisamos la historia este evento se ubica en el año 27 d.C.; si restamos  483-27= 456 a.C., pero como se habla de años a.C. y d.C. , cuando termina los años a.C. termina con una unidad ( 1 a.C) y empieza los años d. C también con una unidad (1 d.C), de ahí al hacer operaciones prácticamente se considera una unidad, eso es la razón por la cual nos lleva hasta el año 456 a.C. , en vez de hacerlo hasta 457 a.C., pero si agregamos la unidad faltante (456+1= 457) , nos ubicamos exactamente la fecha predicha por la profecía ( 457 a.C). Por otro es necesario aclarar, cuando algunos se han preguntado cómo Cristo pudo haber comenzado su obra en 27 d. C. cuando el registro dice que tenía alrededor de 30 años cuando comenzó su ministerio público (Luc. 3: 23). Esto se debe a que cuando se calculó por primera vez la era cristiana, hubo un error de alrededor de unos cuatro años. Es evidente que Cristo no nació en el año 1 d. C. puesto que cuando nació todavía vivía Herodes el Grande, y Herodes murió en el año 4 a. C. (Mat. 2: 13-20).

Muchos comentaristas creen que el decreto de Artajerjes, registrado en Esdras 7, era lo suficientemente amplio para permitir la reconstrucción de Jerusalén. El texto de una carta registrada en Esdras 4 indica que los judíos, bajo el liderazgo de Esdras, reconstruyeron, de hecho, la ciudad. Esdras 4:7-23 (estos eventos ocurrieron después de la orden de Artajerjes o sea no sigue un orden cronológico) declara que un grupo de oficiales persas escribieron una carta a Artajerjes para expresar su oposición a la reconstrucción de Jerusalén por los judíos. "Sea notorio al rey, que los judíos que subieron de ti a nosotros vinieron a Jerusalén; y edifican la ciudad rebelde y mala, y levantan los muros y reparan los fundamentos" (Esdras 4:12).

“El ángel declaró que las setenta semanas datan del momento en que salió el edicto para reedificar a Jerusalén. Si se puede encontrar la fecha de aquel edicto, queda fijado el punto de partida del gran período de los 2 300 días. Ese decreto se encuentra en el capítulo séptimo de Esdras. (Vers. 12 - 26.) Fue expedido en su forma más completa por Artajerjes, rey de Persia, en el año 457 ant. de J. C. Pero en Esdras 6:14 se dice que la casa del Señor fue edificada en Jerusalén "por mandamiento de Ciro, y de Darío y de Artajerjes rey de Persia." Estos tres reyes, al expedir el decreto y al confirmarlo y completarlo, lo pusieron en la condición requerida por la profecía para que marcase el principio de los 2 300 años. Tomando el año 457 ant. de J. C. en que el decreto fue completado, como fecha de la orden, se comprobó que cada especificación de la profecía referente a las setenta semanas se había cumplido” (C. S. p.373)

 
13. ¿Cuál es el punto focal de las setenta semanas? (Dan. 9:25-27)

“Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas...Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí... Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda...” (Dan. 9:25-27)

Después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida.

Se mataría al Mesías después de este período y no durante él. Esta expresión no tiene por objeto fijar el tiempo exacto cuando ocurriría el calamitoso acontecimiento de la muerte del Mesías. Eso se hace en el vers. 27, donde ese suceso se ubica "a la mitad de la semana". Según esta declaración profética, el Mesías no aparecería como lo esperaban los judíos, como glorioso vencedor y emancipador. En cambio, sería muerto en forma violenta.

Confirmará el pacto con muchos.

La persona de quien se habla aquí es el Mesías de los versículos anteriores. Si se interpreta así el versículo, la profecía de las 70 semanas o 490 años aparece como una unidad coherente y continua. Las declaraciones hechas hallan un cumplimiento exacto en tiempos del Mesías. La confirmación del pacto con muchos puede considerarse como la continuación de la nación judía como pueblo escogido de Dios durante el período citado. Por otra parte la "confirmación" puede ser la del pacto eterno (Dan. 11: 28).

La mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda.

La mitad de la semana sería la temporada de la pascua del 31 d. C., 3 1/2 años después del bautismo de Cristo en el otoño del 27 d. C. Ver Mat. 4: 12 respecto a la prueba de que ésta fue la duración del ministerio público de Cristo. Los sacrificios hallaron su cumplimiento en el sacrificio voluntario de Cristo, al que habían simbolizado. La ruptura del velo del templo hecha por una mano invisible en el instante de la muerte de Cristo fue el anuncio del cielo de que los sacrificios y las oblaciones habían perdido su significado.

Una argumentación oportuna sobre el problema del “año cero.”

Es preciso tener en mente que cuando calculamos matemáticamente los esquemas proféticos a.C. que nos llevan más allá de los años d.C., el año cero aparece en estos cálculos, aunque no exista del punto de vista puramente histórico, y es este el motivo de las diferencias para las fechas 27 d.C.; 34, d.C. y 1844 d.C. y que en estos cálculos matemáticos surgen los años, 26; 33 y 1843. En otras palabras: la matemática reconoce el año cero en la historia entre los años a.C. y los años d.C., pero la historia no lo reconoce; los historiadores y astrónomos nunca habrían añadido este año cero.

En las matemáticas no existen los  errores: Si trazamos una recta numérica, nos encontraremos que hay un cero que significa ausencia de valor, pero que sirve como punto referencia para los números positivos que se encuentran en la derecha y los números negativos que se encuentran a la izquierda. Se puede apreciar que existen dos números  con 1, uno de ellos se encuentra a la derecha del cero y  es positivo (+1) y el otro se encuentra a la izquierda del cero y es negativo (-1).  Al analizar los números se descubre que cuando termina el espacio del número (-1), llegamos el número (0) que no tiene espacio, pero este número se inicia el valor de (+1), es decir donde termina el espacio de (-1) inmediatamente se inicia el numero (+1). Haciendo una analogía de la recta numérica con la línea del tiempo: los años a.C. y los años d.C., se descubre que hay  1 año a.C y 1 año d.C. y debe de existir el cero al terminar el año 1 a.C  y luego continuar con el año  1 d. C.   Aquí esta precisamente el  enigma de las matemáticas de la profecía de los 2 300 días, en las pequeñas operaciones que realizamos solamente se considera una unidad, cuando en realidad son dos unidades (1 a.C. y 1 d.C.).

Haciendo operaciones:                   457 a.C.  -    49 = 408  a.C. (se observa que mientras nuestra operaciones no pasan más allá de            los años a.C. los cálculos son correctos)

                                        457 a.C. -  483 menos  =    26 d.C. (ahora se puede apreciar que falta una unidad para llegar al año 27 d.C., esto se debe por que  nada más se tomo en cuenta una unidad, cuando en realidad hay dos unidades: 1 a.C y 1 d.C. De ahí que,  si tomamos en cuenta la otra unidad nos llevaría hasta el año 27 d.C., esto es: 26+1= 27 d.C. (La venida del Mesías)

  457 a.C – 490 menos  = 33 d.C, siguiendo el mismo procedimiento anterior tenemos: 33 +1 = 34 d.C     (muerte de Esteban)

  457 a.C -  2 300 menos   = 1833 d.C, siguiendo el algoritmo anterior se tiene: 1833 + 1 = 1844 d.C    (inicio del juicio)            

De este estudio hemos aprendido que el punto de partida de las 70 semanas o 490 años, y por lo tanto también de los 2 300 días o 2 300 años , fue el año 457 a.C. "Hasta el Mesías príncipe", explicó Gabriel, "habrá siete semanas y 62 semanas" (Dan. 9:25). Este período de tiempo tiene dos secciones porque durante las primeras siete semanas, o 49 años, (457-408 a.C) la ciudad de Jerusalén seria restaurada. Las siguientes 62 semanas, o 434 años (408 a.C.-27 d.C), nos lleva hasta el año en el cual Jesús, después de ser bautizado, llegó a ser el Ungido. En ese tiempo, "Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret" (Hech. 10:38). Fue entonces, y no antes, que llegó a ser oficialmente el Mesías. Después de su bautismo Jesús comenzó a predicar el evangelio del reino de Dios (Mar. 1; 15) y confirmó el pacto como Daniel 9:27 predijo; este evento ocurrió los primeros días del ministerio de Cristo, su presentación en el  Sermón del Monte.  Jesús tomó una selección de mandamientos del antiguo pacto y los amplificó y los fortaleció, no los hizo a un lado (Mat. 5:21-48). Luego les añadió su nuevo mandamiento (Mat. 6:19-7). A mediados de la última de las 70 semanas (27-34 d.C.), exactamente como Gabriel le había dicho a Daniel, el Mesías fue "cortado" o muerto, y el ritual o sacrificio diario y la ofrenda perdió su significado (Dan. 9:27), el tipo se encontró con el antitipo [es decir, el símbolo se encontró con la realidad simbolizada]. Otros tres años y medio más tarde, con el apedreamiento de Esteban en el año 34 d.C., las 70 semanas llegaron a su conclusión. "Así, con estas fechas terminales establecidas, cada fecha intermedia cae en su lugar correcto como los dientes de una rueda bien diseñada encajan uno en el otro, así las predicciones y los eventos armonizan perfectamente. Todo esto es una prueba de inspiración, y prueba también la condición mesiánica de Jesús de Nazaret.

Los 490 años proféticos de Daniel, no son en ningún aspecto, otra profecía, pero sí la extensión de  Dan. 8:14; es sólo una anticipación histórica-profética que anticipó los acontecimientos a que tengan lugar en la primera parte de las dos mil y trescientas tardes y mañanas, y no una otra profecía, como ya se estudio en el versículo 24, están “cortadas” o descontadas de los 2 300 años.

Nosotros somos el pueblo de la profecía, la iglesia remanente que reapareció en la historia y en los últimos días de esta historia, en el tiempo marcado por profecía de tiempo definido, esta iglesia, como iglesia, no tendrá sustituta, ella tendrá, eso sí, que ser zarandeada, sacudida y purificada, para que aparezca en los últimos días “...como la alba del día, hermosa como la luna, brillante como el sol, formidable como un ejército con banderas.” Cantares 6:10. Nosotros somos el pueblo del Santuario Celestial; estamos en el mundo pero no somos de este mundo, somos del Santuario Celestial donde está la Luz de las profecías y las respuestas para todas nuestras dudas, porque Esta Luz es la Estrella de la Alba que necesita nacer en el seno de la iglesia y resplandecer intensamente con su resplandor;  la profecía misma afirma que: “...Ningún de los impíos entenderá, pero los sabios entenderán.” Dan. 12:10. Que las palabras del ángel Gabriel a Daniel, sean para nosotros también: “...pon atención a la orden y entiende la visión” Dan. 9:23.

 

Para ver el diagrama consulte en: http://groups.google.com.mx/group/fino2008escuelasabatica/files

 

Que podamos nosotros ser, también en la práctica, el pueblo de la profecía, el pueblo del Santuario y que podamos cumplir al pie de la letra, las siguientes palabras: “Escribe la visión y grábala en tablas” (Hab. 2:2), para que todos puedan leerlas fácil, fluida y prontamente.

 

REFLEXIONES Y APLICACIONES PARA LA VIDA

Mí querido(a) amigo(a) o hermano(a): ¿De cuántas maneras Dios anunció el plan de Salvación? ¿Cuál fue la  decisión de la Deidad en el momento en que  la primera pareja cayó? ¿Cuál fue la promesa que les  hizo a Adán y a Eva? ¿A quién tenemos que acudir para triunfar en la vida cristiana? ¿Quién es el remedio divino? ¿Te sientes derrotado de tantas promesas que le has hecho al Señor Jesús y no las has cumplido? ¿Por que? ¿Sabías que…si se abrieran nuestros ojos para ver la obra de los agentes buenos y malos, tendríamos mas cuidado de lo que hacemos? ¿Cuántas de nuestras acciones nos dicen que estamos en el lado de Cristo o de Satanás? En esta lucha, no hay neutralidad, ¿De qué lado estamos? ¿La de Cristo o la de Satanás? ¿En quién pensamos y tenemos concentrados nuestros afectos? ¿A quién amamos y servimos? ¿Cuál es la voz que escuchas? ¿La de Cristo o la de Satanás? ¿Por qué no te centras en una sola cosa en la aceptar a Cristo Jesús como tu Salvador personal de una vez por todas? ¿Por qué vacilas entre dos pensamientos?

Reflexiona conmigo el siguiente texto: “La justicia demanda que el pecado no sea meramente perdonado, sino que debe ejecutarse la pena de muerte. Dios, en dádiva de su Hijo unigénito, cumplió esos dos requerimientos al morir en lugar del hombre Cristo agotó el castigo y proporciono el perdón. Debemos aprender en la escuela de Cristo.  Sólo su justicia  puede darnos derecho  las bendiciones del pacto de gracia. Jesús es nuestro único salvador, y aunque millones que necesitan ser curados rechacen su misericordia ofrecida, nadie que confía en sus méritos será abandonado para perecer” (La maravillosa gracia, p. 140).

Manos a la obra:

 

1.      Obedece los mandamientos de Dios. Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).

2.      Nunca olvides Cristo murió por ti. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mat. 26:27,28),

3.      Permite que el Espíritu Santo te enseñe y dirija tu vida. “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).

4.      Ama y acepta a los demás como son. “Esto os mando: Que os améis unos a otros” (Juan 15:12).

5.      Abandona el pecado, arrepiéntete, confiésalos a Dios y consagra tu vida para él. “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mat.  5:8).

6.      Ore por ti y por los demás pidiendo poder y conocimiento para compartir las maravillosas nuevas de salvación en Cristo Jesús.

7.      Envié a tus contactos de correo electrónico o coloca en alguna página de Internet un mensaje compartiendo las bendiciones de la maravillosa gracia  de Dios (Efesios 2:8,9) y los beneficios de los diez mandamientos de Dios encontrados en Éxodo  20: 3-17.

Resumen: Aun cuando podamos luchar porque somos quebrantadores del pacto, Dios nos trae continuamente de regreso a quien restaura el pacto, Jesús.

Ore conmigo, por favor…"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad"(1 Juan 1: 9)…Feliz sábado

 

Elaboró: Delfino Jarquín, Si usted gusta ver los demás comentarios, temas de interés y enlaces inmediatos. Haga clic en:

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Bibliografía: Rodríguez Ángel Manuel, La Expiación y la Cruz de Cristo, Guía de estudio de la Biblia, Edición para maestros, octubre-diciembre de 2008__Notas de E.G. White para las Lecciones de la Escuela Sabática,  octubre-diciembre de 2008__G. White Ellen: El camino a Cristo, La Historia de la redención, El Deseado de todas las gentes, Conflicto de los siglos__Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día: Comentario Bíblico adventista del Séptimo Día, Tomo I, IV, V &,VII- Diccionario Bíblico Adventista del Séptimo día, - Creencias de los Adventistas del Séptimo Día, 1988 & 2006, _D. Thomas Jerry, Las 28 Creencias fundamentales para mí, APIA, 2007_Stephanie Lorena, Treasha Toussaint, Soliwazi Khumalo, et al, La Expiación y la Cruz de Cristo , Guía de es estudio de la Biblia para jóvenes, El universitario, octubre-diciembre de 2008.

Hermanos y maestros de la Escuela Sabática, espero que les pueda servir de ayuda este material. El propósito es, abarcar toda la lección de la semana; considerando los objetivos principales y aplicándolos en nuestra vida cristiana...gracias por las sugerencias y comentarios que nos han enviado; que la honra y la gloria sea para Dios. Si gusta escribirnos este es el correo: delfino_comessab@hotmail.com;  delfinosabbathschoolcomment@gmail.com  ¡Dios les bendiga  en cada una de sus actividades!, y esperando pronto la bendita esperanza de la Segunda Venida de Cristo Nuestro Señor, se despide su hermano en Cristo: Defino Jarquín López.

 

 

 

 
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Lecciones y comentarios para la escuela sabática_Segundo trimestre de 2014  
  Cristo y su Ley

Autor: Keith Burton

Lecciones y Comentarios para la escuela sabática-Segundo trimestre_Abril - Junio de 2014

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Cristo y su Ley  
  1. Las leyes en los días de Cristo (Levítico 1:1-9; Deuteronomio 17:2-6; Lucas 2:1-5;Hebreos 10:28; Santiago 2:8-12)
2. Cristo y la Ley de Moisés (Éxodo 13:2,12; Deuteronomio 22:23,24; Mateo 17:24-27; Lucas 2:21-24; 41-52; Juan 8:1-11)
3. Cristo y las tradiciones religiosas (Isaías 29:13; Mateo 5:17-20; 23:1-7; 15:1-6; Romanos 10:13)
4. Cristo y la Ley en el Sermón del Monte (Mateo 5:17-37; Lucas 16:16; Romanos 7:24)
5. Cristo y el sábado (Génesis 2:1-3; Isaías 65:17; Mateo 2:23-28; Juan 5:1-9; Hechos 13:14; Hebreos 1:1-3)
6. La muerte de Cristo y la Ley (Hechos 13:38,39; Romanos 4:15; 7:1-13; 8:5-8; Gálatas 3:10)
7. Cristo, el fin de la ley( Romanos 5:12-21; 6:15-23; 7:13-25; 9:30-10:4; Gálatas 3:19-24)
8. La Ley de Dios y la ley de Cristo
9. Cristo, la Ley y el evangelio
10. Cristo, la Ley y los pactos
11. Los apóstoles y la Ley
12. La iglesia de Cristo y la Ley
13. El reino de Cristo y la Ley
 
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