Lección 11 Para el 11 de diciembre de 2010
La viuda de Sarepta: El Salto de Fe
Sábado 4 de diciembre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 1 Reyes 17; Job 38; 42:5, 6; Lucas 4:24-28; Hebreos 11:1; Apocalipsis 1:17.
1 Reyes 17
1 ENTONCES Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra.
2 Y vino a él palabra de Jehová, diciendo:
3 apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, que está frente al Jordán.
4 Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer.
5 Y él fue e hizo conforme a la palabra de Jehová; pues se fue y vivió junto al arroyo de Querit, que está frente al Jordán.
6 Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo.
7 Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra.
8 Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo:
9 Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente.
10 Entonces él se levantó y se fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba.
11 Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano.
12 Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y 809 para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir.
13 Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo.
14 Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.
15 Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella y su casa, muchos días.
16 Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías.
17 Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de la casa; y la enfermedad fue tan grave que no quedó en él aliento.
18 Y ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo?
19 El le dijo: Dame acá tu hijo. Entonces él lo tomó de su regazo, y lo llevó al aposento donde él estaba, y lo puso sobre su cama.
20 Y clamando a Jehová, dijo: Jehová Dios mío, ¿aun a la viuda en cuya casa estoy hospedado has afligido, haciéndole morir su hijo?
21 Y se tendió sobre el niño tres veces, y clamó a Jehová y dijo: Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él.
22 Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él, y revivió.
23 Tomando luego Elías al niño, lo trajo del aposento a la casa, y lo dio a su madre, y le dijo Elías: Mira, tu hijo vive.
24 Entonces la mujer dijo a Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.
Job 38
1 ENTONCES respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo:
2 ¿Quién es ése que oscurece el consejo Con palabras sin sabiduría?
3 Ahora ciñe como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me contestarás.
4 ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia.
5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel?
6 ¿Sobre qué están fundadas sus basas? ¿O quién puso su piedra angular,
7 Cuando alababan todas las estrellas del alba, Y se regocijaban todos los hijos de Dios?
8 ¿Quién encerró con puertas el mar, Cuando se derramaba saliéndose de su seno,
9 Cuando puse yo nubes por vestidura suya, Y por su faja oscuridad,
10 Y establecí sobre él mi decreto, Le puse puertas y cerrojo,
11 Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, Y ahí parará el orgullo de tus olas?
12 ¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar,
13 Para que ocupe los fines de la tierra, Y para que sean sacudidos de ella los impíos?
14 Ella muda luego de aspecto como barro bajo el sello, Y viene a estar como con vestidura;
15 Mas la luz de los impíos es quitada de ellos, Y el brazo enaltecido es quebrantado.
16 ¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar, Y has andado escudriñando el abismo?
17 ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte, Y has visto las puertas de la sombra de muerte?
18 ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra? Declara si sabes todo esto.
19 ¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz, Y dónde está el lugar de las tinieblas,
20 Para que las lleves a sus límites, Y entiendas las sendas de su casa?
21 ¡Tú lo sabes! Pues entonces ya habías nacido,Y es grande el número de tus días. 603
22 ¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve, O has visto los tesoros del granizo,
23 Que tengo reservados para el tiempo de angustia, Para el día de la guerra y de la batalla?
24 ¿Por qué camino se reparte la luz, Y se esparce el viento solano sobre la tierra?
25 ¿Quién repartió conducto al turbión, Y camino a los relámpagos y truenos,
26 Haciendo llover sobre la tierra deshabitada, Sobre el desierto, donde no hay hombre,
27 Para saciar la tierra desierta e inculta, Y para hacer brotar la tierna hierba?
28 ¿Tiene la lluvia padre? ¿O quién engendró las gotas del rocío?
29 ¿De qué vientre salió el hielo? Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?
30 Las aguas se endurecen a manera de piedra, Y se congela la faz del abismo.
31 ¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades, O desatarás las ligaduras de Orión?
32 ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos, O guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?
33 ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos? ¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?
34 ¿Alzarás tú a las nubes tu voz, Para que te cubra muchedumbre de aguas?
35 ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan? ¿Y te dirán ellos: Henos aquí?
36 ¿Quién puso la sabiduría en el corazón? ¿O quién dio al espíritu inteligencia?
37 ¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría? Y los odres de los cielos, ¿quién los hace inclinar,
38 Cuando el polvo se ha convertido en dureza, Y los terrones se han pegado unos con otros?
39 ¿Cazarás tú la presa para el león? ¿Saciarás el hambre de los leoncillos,
40 Cuando están echados en las cuevas, O se están en sus guaridas para acechar?
41 ¿Quién prepara al cuervo su alimento, Cuando sus polluelos claman a Dios, Y andan errantes por falta de comida?
Job 42:5, 6
5 De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven.
6 Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza.
Lucas 4:24-28
24 Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra.
25 Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra;
26 pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón.
27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio.
28 Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira;
Hebreos 11:1
1 DIOS, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
Apocalipsis 1:17
17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último.
PARA MEMORIZAR:
“Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6).
ELLA CONOCÍA LO QUE ERA LA MUERTE. Vio morir a su esposo y ahora veía, impotente, como todo a su alrededor moría. El pasto se secó, los árboles dejaron caer sus hojas, las vacas eran apenas esqueletos, y las cabras balaban tristemente. Cada día miraba el cielo sin nubes, esperando, contra toda esperanza, nubes y lluvia. Había racionado la harina y el aceite, tratando de estirarlos hasta el fin de la sequía. Ella partía el panecillo diario en forma desigual: su hijo necesitaba todo el alimento que ella podía darle. Se afligía al ver al muchacho tan delgado y sin energía. Pero su sacrificio parecía inútil; temía que ambos morirían de hambre.
Solo le quedaba lo suficiente como para una comida final. La viuda salió de la aldea de Sarepta a fin de buscar leña para su última comida. Y allí, esta mujer entró en la narración bíblica, donde su relato nos enseña lecciones que podemos, miles de años más tarde, aplicarlas a nosotros. Esta semana veremos el gran conflicto entre Dios y Satanás expuesto en miniatura en la vida de una viuda sin nombre que elige a Dios y es llevada, paso a paso, a una jornada de fe.
A SAREPTA
Aunque nuestro relato comienza con la orden de ir a Sarepta, dada por Dios al profeta Elías, debemos recordar cómo surgió a esa orden. El reino de Israel había caído en la idolatría. La adoración a Baal era la religión oficial. Dios había “desafiado” dramáticamente al dios de las tormentas declarando, por medio de su profeta Elías, que no habría más rocío ni lluvia (1 Rey. 17:1).
¿Qué ironía surge de que Dios le diga que no habría lluvia, justamente, al reino que adoraba al dios de las tormentas? ¿Qué enseña esto acerca del poder de Dios en nuestro mundo en contraste con todo otro poder? Ver también Salmo 86:8, Jeremías 10:6, Hebreos 1:1 al 3 y Job 38.
Salmo 86:8
8 Oh Señor, ninguno hay como tú entre los dioses.
Jeremías 10:6
6 No hay semejante a ti, oh Jehová; grande eres tú, y grande tu nombre en poderío.
Hebreos 1:1 al 3
1 DIOS, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
3 El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
Job 38
1 ENTONCES respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo:
2 ¿Quién es ése que oscurece el consejo Con palabras sin sabiduría?
3 Ahora ciñe como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me contestarás.
4 ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia.
5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel?
6 ¿Sobre qué están fundadas sus basas? ¿O quién puso su piedra angular,
7 Cuando alababan todas las estrellas del alba, Y se regocijaban todos los hijos de Dios?
8 ¿Quién encerró con puertas el mar, Cuando se derramaba saliéndose de su seno,
9 Cuando puse yo nubes por vestidura suya, Y por su faja oscuridad,
10 Y establecí sobre él mi decreto, Le puse puertas y cerrojo,
11 Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, Y ahí parará el orgullo de tus olas?
12 ¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar,
13 Para que ocupe los fines de la tierra, Y para que sean sacudidos de ella los impíos?
14 Ella muda luego de aspecto como barro bajo el sello, Y viene a estar como con vestidura;
15 Mas la luz de los impíos es quitada de ellos, Y el brazo enaltecido es quebrantado.
16 ¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar, Y has andado escudriñando el abismo?
17 ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte, Y has visto las puertas de la sombra de muerte?
18 ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra? Declara si sabes todo esto.
19 ¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz, Y dónde está el lugar de las tinieblas,
20 Para que las lleves a sus límites, Y entiendas las sendas de su casa?
21 ¡Tú lo sabes! Pues entonces ya habías nacido,Y es grande el número de tus días.
22 ¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve, O has visto los tesoros del granizo,
23 Que tengo reservados para el tiempo de angustia, Para el día de la guerra y de la batalla?
24 ¿Por qué camino se reparte la luz, Y se esparce el viento solano sobre la tierra?
25 ¿Quién repartió conducto al turbión, Y camino a los relámpagos y truenos,
26 Haciendo llover sobre la tierra deshabitada, Sobre el desierto, donde no hay hombre,
27 Para saciar la tierra desierta e inculta, Y para hacer brotar la tierna hierba?
28 ¿Tiene la lluvia padre? ¿O quién engendró las gotas del rocío?
29 ¿De qué vientre salió el hielo? Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?
30 Las aguas se endurecen a manera de piedra, Y se congela la faz del abismo.
31 ¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades, O desatarás las ligaduras de Orión?
32 ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos, O guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?
33 ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos? ¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?
34 ¿Alzarás tú a las nubes tu voz, Para que te cubra muchedumbre de aguas?
35 ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan? ¿Y te dirán ellos: Henos aquí?
36 ¿Quién puso la sabiduría en el corazón? ¿O quién dio al espíritu inteligencia?
37 ¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría? Y los odres de los cielos, ¿quién los hace inclinar,
38 Cuando el polvo se ha convertido en dureza, Y los terrones se han pegado unos con otros?
39 ¿Cazarás tú la presa para el león? ¿Saciarás el hambre de los leoncillos,
40 Cuando están echados en las cuevas, O se están en sus guaridas para acechar?
41 ¿Quién prepara al cuervo su alimento, Cuando sus polluelos claman a Dios, Y andan errantes por falta de comida?
Ni obras que igualen tus obras.
Elías se había escondido en el arroyo de Querit (1 Rey. 17:3), mientras la tierra de Israel se marchitaba bajo la devastadora sequía. El arroyo finalmente se secó, y Dios ordenó al profeta ir a Sarepta (1 Rey. 17:1-9).
Dios envió a Elías a un país extranjero. Sarepta estaba ubicada sobre la costa del Mar Mediterráneo, entre Tiro y Sidón. De este territorio de Fenicia había venido la terrible reina Jezabel. Uno de los importantes dioses nacionales de Fenicia era Baal, y la esposa del rey Acab importó y fomentó la adoración a Baal en Israel. En el mundo antiguo, se pensaba que los dioses pertenecían a una ciudad o a una región específicas. Sarepta, situada fuera de Israel, parecía estar lejos del área de influencia de Jehová. La gente de esa nación pagana también debía encontrarse lejos del alcance de Dios. Pero, nunca alguien está fuera del alcance de Dios. Allí, en el mismo centro de la adoración a Baal, Dios hizo conocer su presencia y su poder.
Es importante notar que Dios usa la necesidad del profeta para llegar a una mujer en la lejana Sarepta. No necesitamos cubrir nuestros problemas o pretender que no tenemos necesidades, porque todos sabemos que esto no es cierto. Como cristianos, sufrimos y sentimos dolor, y también necesitamos obtener alivio y ayudar a otros, que pueden profesar otra fe diferente de la nuestra, o ninguna.
¿Qué está mal en la actitud de alguien que dice que mostramos falta de fe cuando buscamos la ayuda de otros? ¿De qué manera, por medio de nuestras necesidades, podemos revelar a otros la bondad y el carácter de Dios?
Lunes 6 de diciembre
UN INSTRUMENTO INUSUAL (1 Rey. 17:7-12)
1 Rey. 17:7-12
7 Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra.
8 Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo:
9 Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente.
10 Entonces él se levantó y se fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba.
11 Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano.
12 Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y 809 para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir.
La viuda, que está juntando leña a fin de hacer su última comida para ella y para su hijo, reconoce de inmediato a Elías como un creyente en Dios. El texto no dice qué fue, pero algo le hizo saber, a ella, que Elías adoraba a Dios.
Lee cuidadosamente el versículo 12. La mujer reconoce que Dios existe pero, en ese momento, ¿qué significa eso para ella? Medita en la frase: “para que lo comamos, y nos dejemos morir”. ¿Qué implica esto?
¿Qué semejanzas puedes observar entre 1 Reyes 17:3 y 4, y 17:8 y 9?
1 Reyes 17:3 y 4
3 apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, que está frente al Jordán.
4 Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer.
1 Reyes 17:8 y 9
8 Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo:
9 Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente.
Dios guía al profeta Elías a fin de salvarle la vida. Primero le dice que se esconda junto al arroyo de Querit. Los cuervos lo alimentan. Después, Dios le da otra orden y lo envía a Sarepta, donde ha “dado orden allí a una mujer viuda” (vers. 9) que lo alimente.
Ella parece un instrumento inusual de Dios. Es viuda, no es israelita, no tiene posición social, ni influencia, ni poder. Ella misma está a punto de morir de hambre.
¡Qué lección increíble podemos aprender de esta estrategia divina! Con frecuencia, Dios nos escoge no por ser fuertes, sino más bien a pesar de nuestra debilidad (2 Cor. 12:9).
Ayer vimos que Dios no está limitado por la geografía. Hoy vemos que Dios no está limitado por las limitaciones humanas. Dios es el que da las órdenes. En todo el relato, es claro que Dios está en el control, algo muy importante en el contexto más amplio del ministerio de Elías en la gran batalla entre Jehová y Baal. Nada ni nadie cierra el camino de la voluntad de Dios. Más tarde, en la historia, veremos que ni siquiera la muerte puede interferir con los propósitos de Dios. Las cosas y los acontecimientos pueden herir nuestra vida o ser perjudiciales, pero los propósitos de Dios siempre son buenos (Jer. 29:11), aun cuando no podamos verlo de inmediato. Necesitamos aprender a confiar en Dios en toda situación, buena o mala, porque en algún momento atravesaremos una u otra.
¿De qué manera Dios ha sido capaz de usarte a pesar de tus debilidades? ¿Cuánto más podrías hacer si, por su poder, vencieras esas debilidades?
ENTREGA TOTAL
Lee 1 Reyes 17:13 al 16. ¿Qué le dice Elías a la viuda, y por qué?
1 Reyes 17:13 al 16
13 Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo.
14 Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.
15 Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella y su casa, muchos días.
16 Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías.
Las viudas eran personajes marginales en el mundo bíblico. Si no tenían hijos que se ocuparan de ellas, eran víctimas fáciles; tenían pocos recursos legales, y era peor en tiempo de sequía. Cada familia luchaba por sobrevivir y no había limosnas para las pobres viudas. El profeta le pide a esta mujer que lo alimente. Ella no es una buena candidata para esto. Solo un puñado de harina y un poco de aceite están entre esta pobre mujer y la muerte por hambre.
¿A quién debe ella alimentar primero? ¿Qué pensamientos debieron haber pasado por su mente cuando oyó el pedido? ¿Qué clase de fe se requería de su parte?
En muchas culturas, es más apropiado ofrecer algo a otros antes que tomar para uno mismo. El profeta no solo le pide a una persona que no puede darle casi nada, sino también pide que lo sirvan primero.
Recuerda que el profeta es un representante de Dios ante esta mujer. Al pedirle su última porción de pan, el profeta invita a esta mujer a dar el salto de fe, a entregar a Dios todo lo que tiene.
¿Qué otros ejemplos encuentras, en la Biblia, en los que Dios pide una entrega completa? Por ejemplo, ver Génesis 22.
Génesis 22
1 ACONTECIO después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
2 Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.
3 Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.
4 Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos.
5 Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.
6 Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su 361 mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos.
7 Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?
8 Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos.
9 Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña.
10 Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.
11 Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
12 Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.
13 Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
14 Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto.
15 Y llamó el ángel de Jehová a Abraham segunda vez desde el cielo,
16 y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo;
17 de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.
18 En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.
19 Y volvió Abraham a sus siervos, y se levantaron y se fueron juntos a Beerseba; y habitó Abraham en Beerseba.
20 Aconteció después de estas cosas, que fue dada noticia a Abraham, diciendo: He aquí que también Milca ha dado a luz hijos a Nacor tu hermano:
21 Uz su primogénito, Buz su hermano, Kemuel padre de Aram,
22 Quesed, Hazo, Pildas, jidlaf y Betuel.
23 Y Betuel fue el padre de Rebeca. Estos son los ocho hijos que dio a luz Milca, de Nacor hermano de Abraham.
24 Y su concubina, que se llamaba Reúma, dio a luz también a Teba, a Gaham, a Tahas y a Maaca.
Cuando damos a Dios todo lo que tenemos, siempre ganamos. La mujer tenía para una sola comida. Al dársela primero al profeta, ella avanzó por fe, confiando en lo que no podía ver ni comprender. Pero ¿acaso no es la fe confiar en un Dios que no podemos ver y en promesas que no comprendemos completamente (Heb. 11:1)? También asombra que no sea una mujer israelita, sino una mujer pagana, rodeada de prácticas religiosas degradantes. Y, no obstante, de algún modo Dios se comunicó con ella (vers. 9), y ella respondió con fe. Hizo lo que se le había ordenado hacer.
¿En qué ocasión confiaste en lo que no podías ver ni entender? ¿Qué lecciones aprendiste acerca de lo que significa vivir por fe?
Miércoles 8 de diciembre
RECORDAR MIS INIQUIDADES (1 Rey. 17:17, 18)
1 Rey. 17:17, 18
17 Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de la casa; y la enfermedad fue tan grave que no quedó en él aliento.
18 Y ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo?
La viuda dio su último panecillo, y Dios realizó un milagro. Ella y su hijo escaparon de la muerte por el hambre y tuvieron una fuente constante de alimentos. Es difícil imaginar el asombro que ella debió sentir al ver que ese milagro increíble sucedía día tras día.
¿Cuál es la respuesta humana al estar en contacto con Dios? Job 42:5, 6; Isa. 6:5; Dan. 10:8; Luc. 5:8; Apoc. 1:17. ¿Por qué crees que esa reacción es tan común?
Job 42:5, 6
5 De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven.
6 Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza.
Isa. 6:5
5 Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto;169 porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.
Dan. 10:8
8 Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno.
Luc. 5:8
8 Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.
Apoc. 1:17
17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último.
Por medio del profeta Elías, la viuda entra en contacto con Dios. También para nosotros, al entrar en contacto con un Dios santo, nuestros pecados llegan a ser más visibles. Y, cuando algo terrible nos sucede, podemos sentir que Dios nos está castigando. En 1 Reyes 17:18, la viuda culpa al profeta de Dios por estar allí y, en consecuencia, atraer la atención de Dios sobre ella.
Considera el razonamiento de la viuda (vers. 18). ¿Por qué ella habrá pensado de esa manera?
18 Y ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo?
Tal vez ella vio la clase de vida fiel y santa de Elías, y en su presencia se sintió convencida de cuánto contrastaba con él. O, al ver ese milagro, tal vez sintió la presencia de Dios y su santidad, y vio su pecaminosidad como la causa de esta tragedia.
Esta es una reacción muy común. A menudo nos echamos la culpa a nosotros y nuestros pecados por las tragedias que nos hieren. ¿Qué hice para que mi hijo enfermara? ¿Qué pecado causó esta calamidad en mi vida? Es cierto que muchas veces el dolor y el sufrimiento resultan de las elecciones pecaminosas que hacemos, pero también es cierto que otras veces las tragedias vienen sin razón aparente y no por faltas nuestras. Recuerda a Job. Dios admitió que era un hombre justo, y observa qué le pasó. Necesitamos ser muy cuidadosos al querer explicar las causas de una calamidad. Lo más importante es cómo respondemos frente a ella. Obsesionarnos con la supuesta causa no ayuda.
Todos afrontamos tragedias inesperadas e inexplicables. Es parte de lo que significa ser seres caídos en un mundo caído. ¿Cómo puedes aprender a confiar en Dios y amarlo, aun en medio del dolor?
FE PUESTA A PRUEBA
¿Cómo fue probada la fe de la viuda y la de Elías? 1 Rey. 17:17-24.
1 Rey. 17:17-24
17 Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de la casa; y la enfermedad fue tan grave que no quedó en él aliento.
18 Y ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo?
19 El le dijo: Dame acá tu hijo. Entonces él lo tomó de su regazo, y lo llevó al aposento donde él estaba, y lo puso sobre su cama.
20 Y clamando a Jehová, dijo: Jehová Dios mío, ¿aun a la viuda en cuya casa estoy hospedado has afligido, haciéndole morir su hijo?
21 Y se tendió sobre el niño tres veces, y clamó a Jehová y dijo: Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él.
22 Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él, y revivió.
23 Tomando luego Elías al niño, lo trajo del aposento a la casa, y lo dio a su madre, y le dijo Elías: Mira, tu hijo vive.
24 Entonces la mujer dijo a Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.
Nota la lucha que Elías tuvo con la muerte del muchacho. Parece que él no estaba seguro de que Dios lo resucitaría. Su oración parece reflejar alguna de las actitudes de la madre, al echar la culpa a Dios por esa muerte. Aun los profetas pueden luchar con la comprensión de las cosas que suceden (Mat. 11:1-3).
Por un tiempo, tanto la viuda como Elías vivieron viendo un milagro –el suministro continuo de harina y aceite– que debería haber ayudado a mantener firme su fe. Y ahora, con algo tan dramático, su fe es puesta a prueba.
Nosotros también podemos haber tenido una experiencia increíble con Dios, algo que nos haya marcado en forma poderosa, solo para cuestionarlo más tarde cuando surgen eventos que no nos gustan. Por eso, aunque los milagros tienen su lugar en la edificación de la fe, no deberían ser el centro de ella.
¿De qué modo Elías se refiere a Dios? ¿Qué nos indica esto acerca de su relación con él?
Elías tenía una relación muy íntima con Dios; lo llama “Dios mío”. Tener una estrecha relación con Dios no significa que uno tiene todas las respuestas. Elías no entendía por qué Dios había permitido que el niño muriera. Pero, al tener una relación íntima con Dios, podemos experimentar mejor su poder. El milagro no ocurrió por una fórmula mágica o por el intento del profeta de mantener el calor del niño. El texto aclara que fue Dios quien resucitó al muchacho.
Elías mismo está emocionado por el resultado. “Mira, tu hijo vive”, probablemente le gritó a la viuda. Además de lo que este incidente hizo por la fe de la mujer, seguramente también ayudó a Elías.
La respuesta de la viuda termina con una declaración de fe. Ella ahora sabe que el Dios de Israel es capaz de mantener la vida, y de darla.
Lee Lucas 4:24 al 26, donde se menciona otra vez a esta viuda. ¿De qué modo las palabras de Cristo nos ayudan a comprender mejor esta historia? ¿Qué lecciones podemos obtener de ella nosotros, como parte de un grupo privilegiado?
Lucas 4:24 al 26
24 Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra.
25 Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra;
26 pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón.
Viernes 10 de diciembre
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “Les dijo: ‘Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo: de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra. Y dijo: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. Mas en verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, que hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a Sarepta de Sidón, a una mujer viuda. [...]’.
“Por esta relación de sucesos ocurridos en la vida de los profetas, Jesús hizo frente a las dudas de sus oyentes. A los siervos a quienes Dios había escogido para una obra especial no se les permitió trabajar por la gente de corazón duro e incrédula. Pero, los que tenían corazón para sentir y fe para creer se vieron especialmente favorecidos por las evidencias de su poder mediante los profetas. En los días de Elías, Israel se había apartado de Dios. Se aferraba a sus pecados y rechazaba las amonestaciones del Espíritu enviadas por medio de los mensajeros del Señor. [...] El Señor pasó por alto las casas de Israel, y halló refugio para su siervo en una tierra pagana, en la casa de una mujer que no pertenecía al pueblo escogido. Pero ella fue favorecida porque seguía la luz que había recibido, y su corazón estaba abierto para recibir la mayor luz que Dios le enviaba mediante su profeta” (DTG 205).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. ¿Cuál es la conexión entre el pecado y el sufrimiento? La viuda de Sarepta pensó que su pecado había causado la muerte de su hijo. En el Nuevo Testamento, los discípulos pensaron que ser ciego era el resultado de los pecados propios o de los padres (Juan 9:2, 3). ¿Deberíamos relacionarnos en forma distinta con personas que sufren como resultado de sus pecados a diferencia de quienes parecen sufrir por otra causa? ¿O no deberíamos emitir siquiera esos juicios? Defiende tu respuesta.
2. Un niño nace con un desorden genético raro, y la madre siente que Dios la está castigando por su juventud rebelde. ¿Qué consejo y consuelo puedes darle?
3. ¿Alguien en la clase fue testigo de un milagro que solo pudo venir de Dios? ¿Cuál fue la reacción de la persona? ¿Cuál fue el impacto del milagro en la vida de esa persona? ¿Luchó esa persona otra vez con la duda, a pesar de haber presenciado algo tan asombroso? ¿Qué lecciones podemos aprender de esas experiencias acerca de lo que significa vivir por fe?
Compilador: Delfino J.