La Epístola del Apóstol San Pablo a los ROMANOS
Capítulo 4
1 La fe de Abrahán se le contó como justicia 10 antes de ser circuncidado. 13 El y sus descendientes recibieron la promesa sólo por la fe 16 Abrahán es el padre de todos los que creen. 24 Nuestra fe en Dios también se nos cuenta o atribuye como justicia.
1 ¿QUE, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne?
2 Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios.
3 Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.
4 Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda;
5 mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.
6 Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras,
diciendo:
7 Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos.
8 Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.
9 ¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia.
10 ¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión.
11Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia;
12 y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado.
13 Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe.
14 Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa.
15 Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión.
16 Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros
17 (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen.
18 El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.
19 Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara.
20 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios,
21 plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido;
22 por lo cual también su fe le fue contada por justicia.
23 Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada,
24 sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro,
25 el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.
Comentario bíblico adventista
La Epístola del Apóstol San Pablo a los ROMANOS
Capítulo 4
1.
¿Qué, pues, diremos?
Expresión típica de Pablo, que sirve de nexo entre el pasaje precedente y lo que viene a continuación 508 (cf. cap. 6: 1; 7: 7; 9: 14, 30). Si el plan de la justificación por la fe excluye toda jactancia (cap. 3: 27) y no hace distinción entre judíos y gentiles (vers. 22-23), ¿qué pues diremos en cuanto al caso de Abrahán? Los judíos podían afirmar, sin duda, que el padre del pueblo escogido fue aceptado por Dios debido a sus grandes méritos. Pero Pablo continúa explicando, basado en la autoridad de las Sagradas Escrituras, que aun Abrahán fue justificado bajo las mismas condiciones en que se ofrece la justificación a los paganos. Aún más: Abrahán disfrutó de esta experiencia antes de ser circuncidado (cap. 4: 10). De modo que difícilmente podría acusarse a Pablo de que exponía una extraña y nueva doctrina cuando sostenía que la justificación sólo se alcanza por la fe. Y con justicia podía argumentar que estaba en completa armonía con el espíritu de la religión del AT cuando enseñaba que el mundo gentil, aunque estaba compuesto de incircuncisos, también podía ser justificado por la fe. La fe de Abrahán (Gén. 15: 6) es un ejemplo de justificación "aparte de la ley", y sin embargo "testificada por la ley" (Rom. 3: 21).
Que halló.
Aunque en algunos MSS faltan estas palabras, la evidencia textual favorece (cf. p. 10) la inclusión; pero ya sea que se las retenga o no, el propósito de Pablo es claro. La pregunta general: "¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión?" (cap. 3: 1) es contestada por medio de lo que le sucedió al gran patriarca. ¿En qué consistió realmente la innegable superioridad de Abrahán?
Abraham, nuestro padre.
La evidencia textual favorece (cf. p. 10) la variante "Abraham nuestro antepasado". Los judíos se sentían muy orgullosos de que Abrahán fuese su progenitor, y un ejemplo tomado de su vida y conducta tendría mucha fuerza (ver com. Mat. 3: 9; Juan 8: 39-40, 53).
Según la carne.
Se ha vacilado un poco entre si esta frase debe relacionarse con "que halló" o con "nuestro padre". Con la primera relación leeríamos: "¿Qué, pues, diremos que Abraham nuestro padre ha hallado respecto a la carne?"; es decir, ¿fue justificado Abrahán por alguna cosa que tuviera que ver con la carne? La otra posible relación coincide con el texto tal como está en la RVR, y en este caso la referencia es a Abrahán como antepasado natural de los judíos. Ambas variantes son lógicas dentro del contexto. Otros ven una tercera relación posible: "¿Qué, pues, diremos? ¿Que hemos hallado que Abrahán [es] nuestro antepasado [sólo] según la carne?" (Lenski).
2.
Fue justificado.
Si Abrahán fue justificado como recompensa por sus obras de obediencia, ciertamente tendría algo por lo cual estar orgulloso. Pero en realidad Abrahán no tenía nada de qué jactarse delante de Dios. Pablo explica esto en los vers. 3-5. La verdad es que Abrahán no recibió su justificación como recompensa por sus obras, sino en la misma forma en que la reciben todos los otros creyentes.
3.
La Escritura.
Es una cita de Gén. 15: 6 (LXX). Este versículo es un comentario sobre la fe de Abrahán, cuando se le prometió que sus descendientes serían tan innumerables como las estrellas.
Creyó.
Gr. pisteúÇ, que se relaciona con el sustantivo pístis, "fe" (ver com. cap. 3: 3). Por lo tanto, la cita podría traducirse: "Abrahán tuvo fe en Dios", o "Abrahán puso su fe en Dios". La fe de Abrahán no fue simplemente una creencia en algo impersonal, sitio una confianza personal en Dios (ver com. cap. 3: 22).
Contado.
Gr. logízomai. La misma palabra se traduce como "atribuye", "imputa" (vers. 6, NC). En el griego clásico y en los papiros este término se usaba en asuntos de contabilidad. La fe de Abrahán fue acreditada a su haber para justificación. La palabra hebrea que se usa en Gén. 15: 6 (jashab) significa "pensar", "reputar", "considerar", "computar". "Elí la tuvo por ebria" (1 Sam. 1: 13). Ver cómo se usa jashab en Gén. 38: 15; 2 Sam. 19: 19; Sal. 32: 2; Isa. 10: 7; Jer. 36: 3; Ose. 8: 12.
Por justicia.
Las implicaciones legales de contar la fe de Abrahán como justicia han sido motivo de agitadas discusiones entre muchos estudiantes de la Biblia. Pero conviene advertir que es posible tratar el plan de la justificación por la fe en términos tan legalistas, que deja de ser justificación por la fe. Los judíos recibieron los principios de la justificación por la fe en el monte Sinaí, pero cono dieron un enfoque legalista a este plan para su restauración, pronto lo convirtieron en justificación por las obras.
El hecho de que la fe de Abrahán le fuera contada como justicia, no significa que su fe poseyera en sí misma algún mérito que pudiera ganar la justificación (ver Material Suplementario 509 de EGW com. cap. 4: 3-5). Fue la fe de Abrahán en Dios lo que se le contó como justicia. Esta fe es una relación, un modo de ver, una disposición del hombre hacia Dios. Implica estar dispuesto a recibir con gozo cualquier cosa que Dios pueda revelar, y hacer con gozo cualquier cosa que Dios pueda ordenar. Abrahán amó a Dios, confió en él y le obedeció, porque lo conocía y era su amigo (Sant. 2: 21-23). Su fe fue una relación genuina de amor, confianza y sumisión. Más aún: Abrahán conocía el Evangelio de salvación, y sabía que su justificación dependía del sacrificio expiatorio de Aquel que vendría (Gál. 3: 8; cf. Juan 8: 56). Cuando se estableció el pacto, a Abrahán "le fue revelado el plan de redención, en la muerte de Cristo, el gran sacrificio, y su venida en gloria" (PP 131). Abrahán creyó en la promesa referente al Mesías, y "la fe del patriarca se fijó en el Redentor que había de ver" (PP 150). Abrahán aceptó con agradecimiento y confianza la expiación hecha por Cristo y la justicia de Cristo en lugar de la suya. Esto le permitió que se le contara o acreditara la justicia de Cristo. Esta es la justificación por la fe de la cual disfruta todo creyente cristiano.
4.
Al que obra.
Es decir, que espera merecer así la justificación. Pablo toma su ilustración de la vida cotidiana. Este verbo comúnmente se usaba para describir el trabajo en un oficio para ganarse la vida (Hech. 18: 3; 1 Cor. 9: 6; 2 Tes. 3: 12).
Cuenta.
Gr. logízomai (ver com. vers. 3), palabra que podía usarse para referirse a algo que se acreditaba a una persona, ya le correspondiera o no. En este versículo, el salario del obrero se le "cuenta" o "acredita" como algo que le corresponde legalmente. En el vers. 8 Pablo habla de que no se "inculpa", o "imputa" (BJ), o "toma a cuenta" (BC) el pecado al pecador.
Salario.
Gr. misthós, "paga", "salario", "retribución" (ver Mat. 20: 8; Sant. 5: 4).
Como gracia.
Es decir, como un regalo (ver com. cap. 3: 24).
Como deuda.
"El obrero es digno de su salario" (Luc. 10: 7). Si es necesario puede reclamarlo ante un tribunal. Esto representa el método legalista de buscar la salvación. Si la justificación es una recompensa por las obras, Dios es nuestro deudor. No hay gracia.
5.
Al que no obra.
Es decir, a la persona que no intenta comprar la justificación por medio de sus obras. Pero esto no niega la necesidad de las buenas obras (ver com. cap. 3: 28). Pablo realza nuevamente la verdad fundamental de que el hombre no es justificado por obras, sino por la fe que lo hace participante de la vida y de la justicia de Dios, y de este modo genera e inspira buenas obras.
Cree en aquel.
O "tiene fe en aquel", "confía en aquel" (ver com. cap. 3: 3). Esta fe no es una simple creencia en la bondad de Dios, sino plena confianza en que él justifica a aquellos que no podrían ser justificados si se ejerciera justicia sin misericordia. No sólo implica confianza en las promesas de Dios, sino también una completa entrega del corazón y de la vida a Aquel en quien el creyente ha aprendido a confiar. Creer en Dios significa mucho más que considerar su Palabra como verdadera: equivale a una relación personal (ver com. cap. 4: 3).
Impío.
Gr. aseb's, una palabra más expresiva que "injusto". Describe al que no adora al verdadero Dios, como en el caso de un pagano, y en un sentido más general se refiere a una persona irreligioso e impía. Quizá Pablo escogió esta palabra para destacar el contraste entre la indignidad del hombre y la misericordia de Dios al justificarlo.
Su fe le es contada.
Es decir la fe de quien reconoce que es "impío", indigno e incapaz de justificarse a sí mismo por sus propias obras, pero confía plenamente en la misericordia de Dios para justificarlo. En contraste con la suficiencia propia del hombre que pretende que tiene derecho a la justificación como recompensa por sus buenas obras, la fe que es contada por justicia implica esencialmente que ha renunciado a todo mérito. Mediante la fe el pecador arrepentido presenta delante de Dios los méritos de Cristo, y el Señor le abona a su favor la obediencia del Hijo de Dios (ver Material Suplementario de EGW com. cap. 4: 3-5).
Como lo hemos expresado antes, la palabra "fe" no implica únicamente una transacción legal, sino la aceptación gozosa de una nueva vida de amor, obediencia y transformación. La justicia de Cristo revelada en su vida perfecta y en su muerte expiatorio ha hecho posible que Dios sea justo ante los ojos del universo, y el que justifica a todo aquel que tiene fe en Jesús (ver com. cap. 3: 26). La aceptación de la justicia de Cristo por la fe hace posible que el pasado pecaminoso del 510 pecador sea cubierto y que su yo dominado por el pecado sea transformado.
6.
Como también David.
Una cita de Sal. 32: 1-2, que concuerda con la LXX y no con el texto masorético. Pablo cita la declaración de David para confirmar y explicar más ampliamente su interpretación del caso de Abrahán, el cual resume en Rom. 4: 9. En esta forma se añade una prueba más de que la doctrina de la justificación por la fe, sin tomar en cuenta obras, tiene un sólido apoyo en el AT y así era comprendida por los más eminentes judíos.
Habla de la bienaventuranza.
Literalmente "habla la bienaventuranza", que es la traducción preferida por muchos intérpretes. Sin embargo, otros prefieren dejar con Dios el pronunciamiento de la bienaventuranza. Esto corresponde con la traducción de la RVR: "David habla de la bienaventuranza", pero ni la concede ni la proclama.
Atribuye.
Gr. logízomai (ver com. vers. 3). Reconocer justicia es esencialmente lo mismo que justificar. El propósito del Sal. 32, del cual está citando Pablo, es mostrar la bienaventuranza del hombre que es perdonado, cuyos pecados no le son atribuidos y que, por lo tanto, es tratado como una persona justa. Ya no se le considera más como un pecador rebelde, sino como un amigo de Dios.
Sin obras.
David no usa estas palabras, pero la idea está implícita en el salmo. Las obras no tienen absolutamente ningún valor para expiar las iniquidades pasadas (ver com. cap. 3: 28).
7.
Bienaventurados.
Gr. makários, que también puede traducirse "feliz". Se usa la misma palabra en las bienaventuranzas (ver com. Mat. 5: 3).
Iniquidades.
Gr. anomía, literalmente "ilegalidad", "violación de la ley".
Pecados.
Gr. hamártema, "fracaso", "falta", pecado y desviación de toda clase.
Cubiertos.
Gr. epikalúptÇ, literalmente "cubiertos como con mortaja", "velados". En el NT esta palabra sólo aparece aquí.
8.
A quien.
La evidencia textual establece (cf. p. 10) la variante "de quien", "cuyo". Así es posible la traducción: "Bienaventurado es el varón cuyo pecado el Señor no tomará en cuenta".
No inculpa de pecado.
Es decir, el Señor no debitará o computará su pecado contra él. Este es el lado negativo de la justificación, el perdón de los pecados pasados. El lado positivo, como se expresa en los vers. 3, 5-6, 9, 11, 22, es la imputación de justicia. Ambos aspectos son inseparables. Destacar lo primero -pensar en la justificación únicamente como perdón y remisión- puede despojar a esta experiencia de una parte de su poder reconciliador y vivificador. La comprensión positiva de que Dios no sólo me ha perdonado sino que también me ha imputado la justicia de Cristo, no sólo me llena de gratitud sino también de esperanza y anhelo para el futuro. Dios anhela no sólo perdonarme sino también restaurar mi comunión con él. Pensar en la justificación sencillamente como un perdón es quizá ocuparse demasiado del pasado. Dios desea que yo sepa que no sólo me ha perdonado sino que también está preparado para tratarme como si yo nunca hubiera pecado (ver CC 62). Mi pasado no será presentado más contra mí. De hoy en adelante seré tratado como un amigo, aun como un hijo (1 Juan 3: 1-2). De ese modo Cristo me proporciona un nuevo comienzo revitalizador. Él ha hecho todo lo posible para mi reconciliación completa. Y la comprensión por la fe del significado de la experiencia de la justificación, me infunde valor y determinación para el futuro. Sé que el perfecto carácter de Cristo, que me ha sido imputado en la justificación, desde ahora en adelante puede serme impartido en la santificación, para transformar mi carácter a semejanza del suyo. Por lo tanto, aunque la justificación tiene que ver primeramente con el pasado, no sólo representa el fin de una vida de descarrío y rebelión, sino también -y esto es lo más importante- el comienzo de una nueva vida de amor y obediencia.
El Catecismo evangélico de Heidelberg (evangélico), publicado por primera vez en 1563, explica la justificación con estas palabras: "¿Cómo eres justo delante de Dios? Respuesta. Sólo mediante fe verdadera en Jesucristo; es decir, aunque mi conciencia me acusa de que he pecado gravemente contra todos los mandamientos de Dios y nunca he guardado ninguno de ellos, y aunque todavía sigo teniendo inclinación a todo mal, sin embargo Dios, sin mérito alguno mío y por pura gracia, y si sólo acepto un beneficio tal con corazón creyente, me concede e imputa la perfecta reparación, justicia y santidad de Cristo, como si yo nunca hubiera cometido o tenido pecado alguno, y hubiera cumplido toda la obediencia que Cristo ha cumplido por mí". Compárese 511 con el Material Suplementario de EGW com. Rom. 4: 3-5.
9.
¿Es, pues, esta bienaventuranza?
O "¿es esta declaración de bienaventuranza?" En este pasaje no hay verbo en el griego. Pablo ahora se prepara para dar respuesta a la posible objeción de que si bien es cierto que evidentemente se debe admitir que la justificación es por la fe y no por las obras, sin embargo, el hecho de que David y Abrahán hubieran obedecido la ley de la circuncisión debe ciertamente haber tenido alguna relación con la justificación de ellos. Si se acepta esto, entonces no hay duda de que los que están circuncidados deben tener alguna ventaja en este plan de justificación. Pablo da respuesta a este argumento destacando que Abrahán fue justificado antes de ser circuncidado. La verdad es que Abrahán no fue circuncidado sino hasta los 99 años de edad, cuando su hijo Ismael tenía 13 (Gén. 17: 1, 10-11, 24-25). La expresión de fe de Abrahán en la promesa de Dios ocurrió antes de que naciera Ismael (Gén. 15: 6).
La circuncisión.
Es decir, los judíos, que están circuncidados.
10.
¿Cómo, pues, le fue contada?
O ¿en qué circunstancias estaba Abrahán cuando fue justificado? ¿Experimentó esto antes o después de que fue circuncidado? El AT dice con claridad que su justificación fue mucho antes de su circuncisión (Gén. 15: 6; cf. cap. 17: 24).
11.
Circuncisión como señal.
Cuando Dios instituyó la circuncisión, dijo: "Será por señal del pacto entre mí y vosotros" (Gén. 17: 11).
Como sello.
Gr. sfragís. Esta palabra se aplicaba a ciertas marcas mediante las cuales se confirmaban o autenticaban los contratos y convenios, o se aplicaba al instrumento mediante el cual se hacían las marcas (1 Cor. 9: 2; 2 Tim. 2: 19; Apoc. 5: 1; 7: 2). La circuncisión tuvo el propósito de ser una marca externa que significaba la ratificación del pacto hecho con Abrahán y la confirmación de su experiencia previa de justificación por la fe. Por lo tanto, la circuncisión no podía ser considerada como la razón para que un hombre fuera aceptado por Dios y recibiera el favor divino, pues sólo fue una señal y un sello para Abrahán y sus descendientes, de la justificación que proviene de la fe. La circuncisión no confería justificación; sólo era una evidencia externa de ella. Algo similar ocurre con los cristianos: el rito del bautismo no proporciona justificación, sino que sólo puede ser considerado como señal y sello de la fe y de la justificación que se experimenta antes del bautismo.
La justicia de la fe.
O "la justicia por la fe". Compárese con la frase "obedezcan a la fe" (cap. 16: 26); "obediencia de la fe" (BC, BJ).
Padre.
Es decir, el padre espiritual. Abrahán es el antepasado de los que tienen fe, y como tal, modelo y ejemplo. Los que siguen en sus pisadas son considerados como sus hijos espirituales (Luc. 19: 9; Juan 8: 39; Gál. 3: 7, 29).
Creyentes.
El don de la salvación se ofrece en los mismos términos a todos los hombres por doquiera, estén circuncidados o no (cap. 3: 29-30). Abrahán y todos sus verdaderos hijos han cumplido con esas condiciones. La fe es el vínculo de unión en esa familia espiritual. Algunos miembros de ella poseen la señal externa de esta fe; otros no. El pertenecer a ella no depende de tener la señal sino más bien de poseer lo que esa señal tenía el propósito de representar.
Si no se hubiese perdido el significado original de la circuncisión, los judíos siempre habrían recordado los alcances universales del plan de salvación mediante el cual se ofrece a todos los creyentes la imputación de la justicia. De esa manera habrían estado más dispuestos a cooperar con Dios en el cumplimiento del significado espiritual de sus promesas para Abrahán, de que él sería el padre de "muchedumbre de gentes" o naciones (Gén. 17: 4), y de que en él serían benditas todas las familias de la tierra (cap. 12: 3).
12.
Padre de la circuncisión.
O padre de los circuncidados, lo cual debe relacionarse con las palabras "para que fuese" (vers. 11). El propósito de Dios era que Abrahán transmitiera el rito de la circuncisión a todos sus descendientes carnales, para que fuera una señal de la fe que debían compartir con él. Si se entiende correctamente se verá que Pablo no disminuyó el significado de la circuncisión (ver cap. 3: 1-2). Era un privilegio ser miembro de la raza elegida y llevar el sello de la justificación por la fe.
Para los que no solamente son de la circuncisión.
Abrahán era el antepasado literal de todos los judíos circuncidados, y también el padre, según se usa el término en este contexto, de sólo los que recibieron la circuncisión con el mismo espíritu y fe de él. La circuncisión 512 no tenía valor en sí misma, pero sí lo tenía cuando estaba unida a una fe semejante a la de Abrahán. Era una marca o sello de sus verdaderos descendientes (cap. 2: 28-29; 9: 6-7).
Siguen.
Gr. stoijéÇ, "seguir a una persona [o cosa]", "estar en línea con", "concordar con", "someterse a". Como término militar significa "alinearse". Compárese con el uso de stoijéÇ en Gál. 5: 25; Fil. 3: 16. Abrahán es el padre de aquellos que no sólo están circuncidados sino que también "siguen las pisadas" y el ejemplo de la fe que él tuvo antes de ser circuncidado. El ejemplo de la fe de Abrahán proyecta una luz adicional al significado de la fe genuina. Su fe no fue una experiencia transitoria, sino el hábito de toda una vida que se manifestó en una obediencia continua y en buenas obras. Dios mismo testificó que "oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes" (Gén. 26: 5).
13.
No por la ley.
Gr. "no por ley", sin el artículo (ver com. cap. 2: 12). Esta frase se halla al comienzo de la oración, quizá para darle énfasis: "Porque no mediante ley la promesa a Abraham". Este razonamiento de Pablo se parece mucho al que presenta en Gál. 3: 18. Allí "ley", sin el artículo (ver com. Rom. 2: 12), es un principio opuesto a "promesa". La herencia no puede depender de la ley, porque Dios la ha concedido a Abrahán mediante una promesa. En este caso (cap. 4: 13), ambas, "ley" y "justicia de fe", están sin artículo y son dos principios que contrastan. Pablo afirma que debe comprenderse la promesa y tino debe apropiarse de ella "no por la ley" (cf. vers. 14-15), sino "por la justicia de la fe" (cf. vers. 16-17).
Heredero del mundo.
Esta expresión no está exactamente así en ninguna de las promesas hechas a Abrahán. Pablo quizá resuma todas las promesas en esta expresión abarcante, o tal vez se refiere en forma especial a la más amplia de todas las promesas: "En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra" (Gén. 22: 18). Esta fue "la bendición de Abraham" que habría de extenderse también a los gentiles por medio de Jesucristo (Gál. 3: 14). Todos los que son de Cristo ciertamente son "linaje de Abraham" y "herederos según la promesa" (Gál. 3: 29). Puesto que el reino de Cristo llenará toda la tierra, sin duda Abrahán y su linaje serán herederos del mundo. La promesa se cumplirá literalmente cuando los reinos de este mundo sean dados al "pueblo de los santos del Altísimo" y Cristo reine con ellos para siempre jamás (Dan. 7: 27).
14.
De la ley.
Literalmente "de ley", sin el artículo (ver com. cap. 2: 12). Los que aquí se describen son los que dependen de su propia obediencia para lograr la justificación; es decir, son legalistas.
Vana.
Si los legalistas heredan el reino, entonces la fe queda vacía de todo significado, y no hay razón para que Dios alabe a Abrahán.
Anulada.
Gr. katargéÇ, "anular", "invalidar" (ver com. cap. 3: 3). Si el cumplimiento de la promesa dependiera de nuestra obediencia legalista, de ninguna manera podría cumplirse. Pablo explica el porqué (cap. 4: 15; cf. Gál. 3: 17-19).
15.
La ley produce ira.
Los legalistas que dependen de la obediencia a la ley para la justificación de los pecados, basan su esperanza en una falsa suposición. La función de la ley es revelar el pecado (cap. 3: 20) y mostrar que es transgresión de la voluntad de Dios. Pero lejos de justificar al pecador o de proporcionarle paz, lo condena y atrae sobre él la ira de Dios. Como Pablo ya ha demostrado que todos los hombres han pecado (cap. 1-3), se deduce que cualquiera que intente justificarse por la ley sólo se verá rodeado de ira y condenación. De manera que la ley puede reducir el efecto contrario del que se propone la promesa.
Pablo no está negando con este versículo la necesidad de que haya ley. Sólo está aclarando la función de la ley dentro del plan de salvación (ver com. Rom. 3: 20, 31; cf. Gál. 3: 21).
Tampoco hay transgresión.
O sea que no hay desobediencia a un mandamiento conocido. Pablo parece estar usando este argumento negativo para sostener la verdad de su afirmación positiva: donde existe una ley hay transgresión, y la ira amenaza. Está tratando de aclarar a los legalistas que si la justificación no es por la fe sino por la ley, no hay esperanza de salvación. En el caso concreto de los judíos: tienen una ley y todos han transgredido sus principios, por lo tanto, todos están ahora expuestos al castigo de la transgresión; y si no se extiende a ellos la promesa de la justificación sin las obras de la ley, están completamente sin esperanza.
16.
Por tanto, es por fe.
El texto griego dice "por esto de fe". Puede entenderse que 513 la promesa de la fe "depende" (BJ), o viene por fe, o que se recibe por fe. Lo que depende de la fe es la promesa (vers. 13), o la herencia (vers. 14), o hablando en términos generales, se dice que la fe es la forma de obtener la salvación. Puesto que la ley tan sólo produce condenación, la justificación y la salvación deben provenir de la fe, como fue en el caso de Abrahán (Gál. 3: 11-12).
Por gracia.
Ver com. cap. 3: 24. En este capítulo Pablo está contrastando la ley, las obras y los méritos con la promesa, la fe y la gracia. El legalismo trata de obtener la salvación por medio de los tres primeros; pero este sistema está condenado al fracaso por las razones ya expuestas. La salvación sólo puede producirse por medio de la gracia, la promesa y la fe, pues Dios debe suplir la completa impotencia del hombre. Más aún: la gracia y el amor de Dios son los que hacen que el pecador obtenga la reconciliación y vuelva a una vida de fe.
A fin de que.
O "con el propósito".
Firme.
Gr. bébaios, "establecida", lo opuesto de "anulada" (vers. 14). Si la promesa dependiera de la perfecta conformidad del hombre con la ley, no sería firme, pues sólo la obediencia de Cristo ha sido perfecta. Pero la promesa es firme para toda la descendencia de Abrahán, tanto judíos como gentiles, pues su única condición es la respuesta de la fe ante la gracia de Dios.
Toda su descendencia.
Es decir, todos los creyentes (Gál. 3: 29). Pablo los divide en dos clases.
De la ley.
Es decir, para los creyentes judíos, que poseían la ley. El artículo se usa aquí en el griego (ver com. cap. 2: 12).
De la fe.
O sea los gentiles creyentes.
Padre de todos nosotros.
Judíos y gentiles creyentes constituyen la familia de la cual Abrahán es el padre espiritual (ver com. vers. 11).
17.
Está escrito.
Una cita de Gén. 17: 5. Cuando se le hizo la promesa, el nombre de Abram fue cambiado a Abraham (o Abrahán en su forma más castiza). Ver com. Gén. 17: 5. Pablo interpreta esta promesa como una referencia a la paternidad espiritual de Abrahán.
Te he puesto.
Gr. títh'mi, "nombrar", constituir". El verbo hebreo usado en Gén. 17: 5 también puede traducirse de esa manera. En Mat. 24: 51; Juan 15: 16 y Hech. 13: 47 el mismo verbo griego se ha traducido con alguna forma de "poner". La traducción de la RVR correspondiente a 1 Tim. 2: 7 es "fui constituido".
Delante.
O mejor "en la presencia de". Esta frase podría relacionarse con las palabras que están inmediatamente antes del paréntesis que contiene la cita de Gén. 17: 5. Entonces el pasaje diría así: "El cual es padre de todos nosotros en la presencia de Dios, a quien creyó". O la frase podría también relacionarse con la primera parte del versículo previo, para destacar la seguridad de la garantía de la promesa de Dios.
Quizá Pablo esté recordando el momento cuando Abrahán conversó con Dios y aceptó por fe, en la presencia del Señor, la promesa divina de que sería el padre de muchas naciones (Gén. 17: 1-4). Para los hombres era imposible que se cumpliera esa promesa; pero Abrahán, como amigo de Dios, se mantuvo en la presencia del Creador omnipotente que podía predecir el futuro y hacer que se cumplieran las órdenes divinas. Y mientras Abrahán permanecía allí fue constituido como el padre de muchas naciones.
El caso de Abrahán es un símbolo del de todos los creyentes. Dios promete la restauración perfecta para el pecador, y humanamente hablando no parece posible que alguna vez pueda cumplirse la promesa. Pero la promesa es segura, pues nos es dada por Aquel que nos ve y nos conoce a todos, el Dios que posee el poder creador para transformarnos de nuevo a su imagen. Todo lo que se nos pide es que lo aceptemos por fe como lo hizo Abrahán.
Da vida a los muertos.
El poder de Dios que obra milagros con frecuencia es presentado en la Biblia como el poder que puede dar vida a los muertos (Deut. 32: 39; 1 Sam. 2: 6; Isa. 26: 19; Juan 5: 21; 2 Cor. 1: 9).
No es del todo clara la razón por la cual Pablo se refiere en este versículo al poder de Dios para resucitar. Parece que por lo general se concuerda en que Pablo está pensando, en primer lugar, en las circunstancias del nacimiento de Isaac (Rom. 4: 19) y, luego, en la resurrección de Cristo (vers. 24; cf. Heb. 11: 19).
Llama las cosas.
La parte final de este versículo dice literalmente: "Llama lo no existente como existente", lo cual podría entenderse que Dios llama a la existencia lo que no existe, o que Dios habla de cosas que no existen como si existieran. También podría 514 haber aquí una remota referencia a la invitación hecha a los gentiles, quienes aunque aún no eran pueblo de Dios estaban incluidos en la promesa, como si lo fueran. "Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada" (Rom. 9: 25; cf. Ose. 1: 9-10).
Todas estas interpretaciones en realidad podrían implicar el mismo pensamiento. Dios le promete a Abrahán que será el padre de muchas naciones que aún no existían en el tiempo cuando tampoco tenía un heredero, e incluso había pasado de la edad en que en forma natural podría esperar tenerlo (Rom. 4: 19); pero Abrahán tuvo fe para creer que Dios podía dar vida a su cuerpo muerto y llamar a la existencia las cosas prometidas, de las cuales Dios habla en su presciencia como si ya existieran. La fe cristiana no debe ser menor, y en los versículos siguientes Pablo presenta la fe de Abrahán como un ejemplo.
18.
Contra esperanza.
A pesar de las circunstancias aparentemente desesperadas, Abrahán continuó ejerciendo fe y esperanza. "Contra esperanza" se refiere al hecho de que la edad hacía imposible el cumplimiento de la promesa en su forma natural. La segunda "esperanza" era la inspirada por la palabra de la promesa de Dios.
Para llegar a ser.
O "para que así llegara a ser". Puede entenderse que se refiere al relatado de la fe de Abrahán: "y así llegó a ser el padre de muchas naciones". O podría referirse al propósito de Dios para Abrahán: "él creyó para que, de acuerdo con el propósito de Dios, pudiera llegar a ser el padre de muchas naciones"; o a la esperanza de Abrahán y a su aspiración de que pudiera llegar a ser todo lo que fue prometido. Creyó con la plena intención de llegar a ser lo que Dios le había prometido: el "padre de muchas gentes".
Lo que se le había dicho.
Es decir, la promesa de Gén. 15: 5, que su descendencia sería tan numerosa como las estrellas.
19.
No se debilitó en la fe.
"No vaciló en su fe" (BJ); "y sin desmayar en la fe" (BC); "y no flaqueó en la fe" (NC).
Al considerar su cuerpo.
La evidencia textual se inclina por (cf. p. 10) el texto que sirve de base a la RVR; sin embargo, algunos MSS tienen una negación que permitiría traducir "No desfalleció en su fe ni tuvo en cuenta su cuerpo ya muerto" (BJ, nota). En este caso puede entenderse que Pablo se refiere al relato de Gén. 15: 1-6. En aquella ocasión Abrahán no pensó en las dificultades que se oponían a la promesa, sino que la aceptó inmediatamente. Si se sigue el texto omitiendo la negación, como está en la RVR, podría entenderse que la referencia es a lo registrado en Gén. 17: 17, de donde evidentemente Pablo toma algunas de sus expresiones. En esa ocasión Abrahán tuvo en cuenta las circunstancias desfavorables -que Sara y él habían pasado hacía muchos años la edad normal para tener hijos-, pero su fe no se debilitó. Una fe que persiste ante dificultades plenamente reconocidas es, en realidad, mayor que una fe que simplemente las ignora.
Muerto.
Es decir, incapaz de procrear (cf. Heb. 11: 12). La evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por la inclusión de "ya". La primera promesa de un hijo le fue hecha a Abrahán antes del nacimiento de Ismael (Gén. 15: 3-4), y ya tenía 86 años cuando nació Ismael (cap. 16: 16). La segunda promesa ocurrió cuando tenía 99 años (Gén. 17: 1), aunque él dijo que tenía "cien", y Sara probablemente tenía 89 (vers. 17).
Esterilidad.
Cf. Gén. 18: 11.
20.
Tampoco dudó.
O "no vaciló". El verbo griego implica una lucha mental; él no la tuvo.
Se fortaleció en fe.
O "fue fortalecido en [o por] la fe". Su fe crecía a medida que la ejercía. O podría significar que Abrahán mismo recibió poder por medio de su fe. No vaciló debido a incredulidad, sino que, por el contrario, su fe le dio fuerza. En otro pasaje Pablo afirma que "Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir" (Heb. 11: 11); lo cual parecería confirmar la segunda interpretación, aunque la primera indudablemente corresponde con lo que experimentó Abrahán.
Dando gloria a Dios.
Esto no implica necesariamente una expresión de alabanza con palabras, sino que podría referirse a cualquier cosa que tienda a glorificar a Dios, y sea en pensamientos, palabras o hechos (cf. Jos. 7: 19; Jer. 13: 16; Luc. 17: 18; Juan 9: 24 Hech. 12: 23). Abrahán dio gloria a Dios mediante su firme confianza en las promesas de Dios, y de esa manera reconoció su omnipotencia. Todos los que creen en las promesa divinas honran a Dios en forma semejante dan testimonio de que Dios es digno de confianza. Abrahán también dio gloria a Dios en sus hechos y pensamientos por medio de su pronta obediencia (Gén. 17: 22-23). 515
21.
Plenamente convencido.
Gr. pl'roforéÇ, "llenar plenamente". En la voz pasiva que aquí se usa significa estar lleno, completo o convencido de algo. Pablo usa el mismo verbo para exhortar a Timoteo (2 Tim. 4: 5) al cumplimiento de su tarea: "desempeña a la perfección tu ministerio" (BJ). Pablo usa además este verbo para expresar el propósito de Dios de que por su medio "se proclamará plenamente el mensaje" (2 Tim. 4: 17, BJ). En este caso tampoco es muy expresiva la traducción de la RVR: "Fuese cumplida la predicación". En Luc. 1: 1 equivale a la frase: "han sido ciertísimas" o "del todo certificadas" (VM).
La verdadera fe significa convicción. La vida de fe es una vida de confianza y seguridad. Por eso Pablo podía decir: "Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día" (2 Tim. 1: 12). Es un error suponer que la falta de una convicción tal es una evidencia de humildad; por el contrario, poner en duda las promesas de Dios o su amor es deshonrar al Señor, porque dudar es cuestionar su carácter y su palabra (ver TM 518-519). A muchos les parece más difícil creer que Dios pueda amarlos y perdonarlos, a pesar de su pecaminosidad, que lo que le costó al anciano patriarca creer que sería el padre de "muchas gentes"; pero en ambos casos es necesaria la completa confianza en que Dios puede hacer lo que para nosotros es imposible. El pecador honra tanto a Dios cuando confía en su gracia como cuando Abrahán lo honró confiando en su poder.
Poderoso.
Gr. dunatós. Este expresivo vocablo griego también aparece en Luc. 24: 19; Hech. 18: 24; 2 Cor. 10: 4. Cuando Abrahán aceptó la promesa no fue la única ocasión en que demostró confianza en el poder de Dios. Su fe fue igualmente implícita y vigorosa cuando se le pidió que sacrificara al hijo de la promesa (Heb. 11: 19).
El propósito del discurso en cuanto a Abrahán es mostrar, basándose en Gén. 17: 15-22; 18: 9-15, cómo la fe de Abrahán en la promesa de un descendiente por medio de Sara corresponde, en esencia, con nuestra fe "en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro" (Rom. 4: 24). Abrahán tuvo fe en un poder divino, sobrenatural, en Aquel que puede infundir vida a lo que humanamente está muerto. Y así como la fe de Abrahán en la promesa del nacimiento de Isaac implicaba fe adicional en el cumplimiento de todas las promesas mediante Isaac, así también la fe del cristiano en la resurrección de Cristo implica tener fe en todo lo que significa y nos asegura ese acontecimiento. No sólo en el caso que aquí se presenta, sino en toda su vida como se registra en Génesis, Abrahán se destaca como un ejemplo de fe continua en una orden divina, fe que va más allá de lo que alcanza a ver la vista humana.
Lo que había prometido.
Dios era el que había hecho la promesa, y por lo tanto Abrahán creyó sin preguntar. La fe en Dios es esencialmente una relación entre dos personas. El conocimiento que Abrahán tenía de Dios y su confianza en el Eterno eran de tal naturaleza, que el patriarca estuvo dispuesto a aceptar todo lo que Dios decía y a obedecer todo lo que él le ordenaba.
22.
Por lo cual.
Se refiere al contexto precedente (vers. 18-21). Fue la fe firme de Abrahán de que Dios podía cumplir todo lo que había prometido, y que lo haría, lo que se le contó como justicia. El análisis que hace Pablo del caso de Abrahán es una evidencia adicional en cuanto a la clase de fe que puede computarse de esa manera. La fe que animaba a Abrahán no era una simple creencia en que Dios estaba diciendo la verdad. Su vida de confianza consecuente y firme obediencia, a pesar de la evidencia natural que pudiera haberlo tentado a pensar y a proceder de otra manera, revela que su fe era una genuina relación personal con Dios. Abrahán creyó a Dios (vers. 3, 17); es decir, depositó su fe en Dios, no en algo impersonal. Su fe no se afianzó en una doctrina o en un credo, sino en una Persona. Por eso fue posible que Abrahán aceptara y obedeciera todo lo que el Señor le prometía o le ordenaba, aun cuando, humanamente hablando, parecía irrazonable suponer que tales promesas y órdenes jamás pudieran ser cumplidas.
La fe del cristiano no debe ser menor ahora que aquella fe de Abrahán (PVGM 254). Nuestras vidas revelarán claramente si estamos disfrutando de esa experiencia o no.
En ninguno de estos versículos que hablan de computar la justicia, o de atribuir (o imputar) la fe como justicia, se afirma explícitamente que la justicia de Cristo es imputada al creyente; sin embargo, eso está implícito en el significado pleno de la experiencia de la justificación por la fe, tal como se entiende a la luz de todo el gran plan de Dios para la 516 restauración del hombre (ver com. vers. 3, 5, 8; cf. com. cap. 3: 25-26, 28). La ley demanda justicia, la cual el hombre es incapaz de poseer. Pero mientras Jesús estuvo en la tierra vivió una vida de rectitud y manifestó un carácter perfecto, y ambos los ofrece como dádiva a los que los pidan de él. Su vida ocupa el lugar de la del hombre (ver DTG 710; Material Suplementario de EGW com. cap. 4: 35). Debido a la vida perfecta de Cristo que culminó con su muerte expiatoria, es posible que yo sea tratado como si hubiera cumplido los requerimientos de la ley. Así es como se me imputa o atribuye la justicia de Cristo.
23.
No solamente con respecto a él.
Pablo no sólo se ocupa de la interpretación histórica de las Escrituras, sino también de su aplicación práctica a la vida del cristiano.
24.
También con respecto a nosotros.
Para que la experiencia de Abrahán no fuera sólo un hecho histórico, un ejemplo (ver com. Rom. 4: 21: cf. cap. 15: 4; 1 Cor. 10: 11), sino especialmente para asegurarnos que la justicia nos será imputada lo mismo que a él.
A los que creemos.
Literalmente "a los creyentes", es decir, aquellos a quienes la fe les será contada por justicia.
En el que.
Pablo pone de relieve que la fe que es contada por justicia debe ser depositada en Dios como Persona. De esta manera la fe no es simplemente una convicción de la verdad de un hecho histórico, sino una relación entre dos personas. La misma Persona en quien Abrahán confió para el cumplimiento de la promesa, es Aquel cuyo poder y fidelidad se han manifestado en una era posterior mediante la resurrección de Cristo, y en quien, por lo tanto, los creyentes cristianos tienen toda razón para confiar.
Levantó de los muertos a Jesús.
La fe del cristiano es similar a la de Abrahán no sólo en que es una fe personal en Dios, sino también en que es una fe en Dios como quien tiene el poder de resucitar a los muertos. Así como Abrahán puso su fe en una promesa divina que sólo podía cumplir el poder vivificador y creador de Dios (vers. 17), de la misma manera confían los cristianos para la justificación y redención en Aquel que ya resucitó a Jesús de los muertos con ese mismo propósito.
Sólo mediante la acción del poder creador de Dios es posible que el hombre caído sea restaurado a la imagen de Dios en la cual fue creado. La resurrección de Jesús es la seguridad suprema para nosotros de que el poder vivificador de Dios puede triunfar sobre la muerte y de que, por medio de la fe, ese mismo poder creador está a nuestra disposición para restaurar la imagen de Dios en nosotros. La resurrección de Cristo fue un triunfo del omnímodo poder de Dios, similar -aunque mucho mayor- a la procreación de Isaac mediante el cuerpo "muerto" de Abrahán. Por la fe en el milagro de la resurrección, con todo lo que esto implica, se repite espiritualmente en nosotros la resurrección cuando nos convertimos en nuevas criaturas en Cristo y caminamos con él en una vida nueva (Rom. 6: 4; Efe. 1: 19-20; Col. 3: 1).
25.
Fue entregado.
Gr. paradídÇmi. Este verbo significa básicamente "entregar algo a otro". Se usa en los Evangelios para señalar la forma como Cristo fue traicionado (Mat. 10: 4; 17: 22; Juan 6: 64, 71).
Por.
O "debido a". Se sobreentiende que Jesús fue entregado debido a nuestras transgresiones, es decir, como resultado de ellas o a fin de expiarlas. En realidad, ambos elementos están implicados, pues la muerte de Cristo fue el resultado de nuestras transgresiones, y el propósito de Dios era que mediante esa muerte se hiciera expiación por nuestros pecados.
Transgresiones.
Gr. paráptÇma, "paso en falso", "equivocación". Esta palabra se ha traducido como "ofensas" en Mat. 6: 14 y "falta" en Gál. 6: 1.
Para nuestra justificación.
O "a causa de nuestra justificación", con el significado de "teniendo en cuenta nuestra justificación". La afirmación de Pablo de que nuestra justificación no sólo depende de la muerte de Cristo sino también de su resurrección, aclara el significado de la experiencia de ser contado como justo por Dios (ver com. cap. 3: 20, 28). Lo que más le interesa a Dios no es el pasado pecaminoso del hombre, sino su restauración futura. La justificación no es solamente perdón, también es reconciliación, el restablecimiento de una nueva relación, la experiencia de ser puesto en armonía con Dios. Esta vida nueva sólo es posible mediante la fe en el Cristo que vive "siempre para interceder por" nosotros (Heb. 7: 25). La justificación sólo se concede a los que aceptan todo el plan de Dios de justificación por la fe en Cristo y se entregan a él. Esto significa amar al Cristo viviente y depender de él para 517 la intercesión y el poder transformador. Nuestro Señor se dio a sí mismo por nosotros en la cruz y se da a nosotros mediante su resurrección.
Además, la resurrección de Cristo nos asegura que lo que fue hecho para nuestra redención ha sido aprobado por el Padre (Hech. 2: 36; 3: 13-15; 1 Cor. 15: 15, 17-18) y que se está cumpliendo el propósito de Dios mediante Cristo (Hech. 17: 31). La resurrección prueba que era verdad lo que Cristo afirmaba de sí mismo (ver com. Rom. 1: 4) y confirma la certidumbre de sus promesas de salvación para el pecador (Juan 5: 40; 6: 33, 63; 10: 10; 11: 25-26; 1 Cor. 15: 20, 22; 2 Cor. 4: 14).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-5 PVGM 331
3 MC 14; PP 131; 5T 526
11 PP 132
13 PP 167
15 1JT 441
17 Ed 248
25 5T 221