La Epístola del Apóstol San Pablo a los ROMANOS
Capítulo 1
1 Pablo presenta a los romanos la dignidad de su llamado 9 y su anhelo de Visitarlos 16 explica que es el Evangelio y la justicia que manifiesta. 18 La ira de Dios contra toda clase de pecado. 21 Cuáles son los pecados de los gentiles.
1 PABLO, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios,
2 que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras,
3 acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne,
4 que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos,
5 y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre;
6 entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo;
7 a todos los que estáis en Roma, amados 466 de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
8 Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo.
9 Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones,
10 rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros.
11 Porque deseo veros, para comunicaras algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados;
12 esto es, para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mí.
13 Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (pero hasta ahora he sido estorbado), para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los demás gentiles.
14 A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor.
15 Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciamos el evangelio también a vosotros que estáis en Roma.
16 Porque no me avergüenzo de¡ evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.
17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el por la fe vivirá.
18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;
19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.
20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.
21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.
22 Profesando ser sabios, se hicieron necios,
23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.
24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos,
25 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.
26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso por el que es contra naturaleza,
27 y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.
28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen;
29 estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades;
30 murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres,
31 necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia;
32 quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.
Comentario bíblico adventista
La Epístola del Apóstol San Pablo a los ROMANOS
Capítulo 1
1.
Pablo.
Antes se llamaba Saulo. En cuanto al significado de los nombres, ver la Nota Adicional de Hech. 7. Pablo seguía una antigua costumbre cuando puso su nombre como el autor en los saludos introductorios. Otros ejemplos de esto se pueden ver en Josefo, Antigüedades xvi. 6. 3-4; Hech. 23: 26; 1 Mac. 11: 30, 32.
Siervo.
Gr. dóulos, literalmente ,esclavo". Pablo usa con frecuencia este término para 467 expresar su relación con Cristo como creyente en él (Gál. 1: 10; Fil. 1: 1; Tito 1: 1). La palabra contiene la idea de pertenecer a un amo y de servirle como esclavo. Pablo reconocía que los cristianos pertenecen a Cristo por haber sido comprados (1 Cor. 6: 20; 7: 23; Efe. 1: 7; 1 Ped 1: 18-19), y con frecuencia aplicaba el sustantivo dóulos a los creyentes (Rom. 6: 22; 1 Cor. 7: 22; Efe. 6: 6; cf. 1 Ped. 2: 16; Apoc. 19: 2, 5).
No es un nombre del cual debemos avergonzarnos. Debiéramos reconocer con gozo que somos la posesión comprada de Cristo y entregarnos a su voluntad. Esa clase de servicio absoluto es verdadera libertad (1 Cor. 7: 22; Gál. 4: 7), porque cuanto más sujetos estamos a la autoridad de Cristo tanto más libres estamos del yugo de los hombres (1 Cor. 7: 23).
Jesucristo.
En cuanto al significado de este nombre, ver com. Mat. 1: 1.
Apóstol.
Gr. apóstoles, literalmente "enviado", por lo tanto, "mensajero", "enviado en una misión especial". En el NT este título generalmente se da sólo a los hombres que fueron personalmente elegidos e instruidos por Cristo, es decir a los Doce (Luc. 6: 13), y también a Pablo, quien fue llamado directamente por el Señor (Hech. 9: 15; 22: 14-15; 26: 16-17; Gál. 1: 1) e instruido por él (Gál. 1: 11-12).
Apartado.
Gr. aforízÇ, "separar de otros mediante un límite". AforízÇ se usa para describir al pueblo de Dios separado del mundo (Lev. 20: 26, LXX), para la separación final de los justos y los impíos (Mat. 13: 49; 25: 32), y para la separación de los apóstoles para el cumplimiento de deberes especiales (Hech. 13: 2). Es una explicación adicional de la vocación apostólica de Pablo, e implica que fue elegido sacándolo del mundo y de entre sus compañeros para ser consagrado al ministerio evangélico.
Evangelio.
Gr. euaggJlion, palabra compuesta: "bueno" y "mensaje" o "noticias" (ver com. Mar. 1: 1). La palabra "evangelizar" deriva de esta misma raíz. El evangelista es el que presenta las buenas nuevas. En la carta a los Romanos, Pablo cumple su misión de hacer conocer las buenas nuevas de Dios. Tyndale (1525) entendía que las palabras "para el Evangelio" significaban "para predicar el Evangelio". Su interpretación ha sido imitada por una cantidad de traductores modernos. Otros prefieren dejar la frase en forma ambigua. El contexto parece indicar que Pablo está afirmando el propósito de su vocación y separación: que ha sido llamado para ser apóstol y apartado para proclamar las buenas nuevas de Dios acerca de su Hijo (ver com. Rom. 1: 3).
2.
Prometido antes.
Esta promesa fue hecha específicamente en los pasajes del AT que predecían la venida del Mesías, pero también estaba implícita en el significado de todo el AT. El Evangelio no fue una idea tardía de Dios, ni un súbito cambio en su firme y constante propósito para el hombre: fue el cumplimiento de su promesa hecha a nuestros primeros padres (ver com. Gén. 3: 15) y para cada generación sucesiva.
Por sus profetas.
No sólo los escritores de los libros proféticos del AT profetizaron acerca del Evangelio (cf. Heb. 1: 1) sino otros como Moisés (Deut. 18: 18), Samuel (Hech. 3: 24) y el salmista (Sal. 40: 7).
Santas Escrituras.
A través de toda la epístola Pablo se refiere con frecuencia a pasajes del AT para mostrar que el Evangelio concordaba plenamente con las enseñanzas de los oráculos de Dios que ya eran reconocidos (ver Hech. 26: 22-23). Especialmente anhelaba demostrar a sus compatriotas que el cristianismo estaba basado sobre el fundamento de sus propios profetas y sus escritos sagrados.
3.
Acerca de su Hijo.
Estas palabras podrían relacionarse con "el evangelio de Dios" de la última parte del vers. l; pero también podrían referirse a "las santas Escrituras" con que termina el vers. 2. Ambas posibilidades concuerdan con el contexto de la epístola.
Nuestro Señor Jesucristo.
En el texto griego estas palabras no están en el vers. 3, sino al fin del vers. 4 (ver el comentario respectivo).
Era.
Gr. gínomai, "llegar a ser", "nacer", o simplemente "ser". La palabra puede tener aquí el significado de "nacer" (ver Gál. 4: 4; com. Juan 8: 58).
Linaje de David.
Los judíos esperaban que el Mesías procediera del linaje real (Mat. 22: 42; Juan 7: 42) como había sido predicho (Isa. 11: 1; Jer. 23: 5). Ver com. Mat. 1: 1.
La carne.
Es decir, su naturaleza humana (ver cap. 9: 5).
4.
Declarado.
Gr. horízÇ, "delimitar", "separar", "determinar", "definir". La palabra se traduce como "puesto" en Hech. 10: 42 ("constituido", BC, BJ); "establecido" en cap. 17: 31. HorízÇ es la raíz de la palabra compuesta 468 griega que se traduce "apartado" en Rom. 1: 1.
Con poder.
O "en poder". Esta frase puede tener función de adverbio junto a "declarado", o de adjetivo, con "Hijo de Dios". Si se usa como adverbio, la frase significaría que Jesús fue declarado poderosa o milagrosamente como el Hijo de Dios mediante la resurrección, si se usa como adjetivo, se referiría a la suprema condición de Cristo como el poderoso "Hijo de Dios" en su resurrección o desde la resurrección. Ambas interpretaciones concuerdan con otros pasajes (ver Efe. 1: 19-21). Ninguna de estas interpretaciones apoya la idea de que a Jesús le faltó poder divino o la condición de Ser divino antes de su resurrección.
Espíritu de santidad.
Algunos entienden que esta frase se refiere al Espíritu Santo, y citan el cap. 8: 11 en apoyo de esta interpretación; sin embargo, el Espíritu Santo no es llamado "Espíritu de santidad" en ningún otro pasaje bíblico. Otros consideran que esta frase complementa la expresión "según la carne" (cap. 1: 3), haciendo notar que según la carne Jesús descendía de David, pero que de acuerdo con el espíritu de santidad también era el Hijo de Dios.
Las consecuencias teológicas de este pasaje han sido ampliamente discutidas por muchos intérpretes. Sin embargo, no parece que Pablo se preocupe aquí principalmente con el contraste entre la humanidad y la divinidad de Cristo, sino más bien por aclarar que en Jesús se conjugan al mismo tiempo el Mesías judío prometido y el divino Hijo de Dios.
De entre los muertos.
Pablo está presentando la resurrección de Jesús como una prueba de que era Hijo de Dios. Jesús siempre había afirmado que era el Hijo de Dios (Mat. 27: 43; Juan 5: 17-30; 10: 36), y había predicho que resucitaría al tercer día (Mat. 12: 40; Juan 2: 19, 21). Ahora Pablo está afirmando que Jesús había demostrado concluyentemente que era el Hijo de Dios mediante el milagroso cumplimiento de su predicha resurrección.
En el texto griego las palabras "nuestro Señor Jesucristo" (vers. 3) están al final del vers. 4. Finalmente Pablo identifica al Hijo de David y al Hijo de Dios con el Jesús de Nazaret ya reconocido como Cristo y Señor por los cristianos.
Estos nombres estaban llenos de significado para un judío. Ç"Jesús", transliteración de la forma griega de la palabra aramea YeshuB, "Josué", significa "Jehová es salvación" (ver com. Mat. 1: 1). "Cristo" es la transliteración del equivalente griego del Heb. Mashiaj, "Mesías", el "ungido" (ver com. Mat. 1: 1). "Señor", como título para un rey y amo divino, ya era familiar por su uso en la LXX (ver com. Juan 20: 28).
5.
Por quien.
O "mediante quien". Pablo afirma que su comisión apostólica derivaba sólo de Cristo, no de los hombres.
Recibimos.
Quizá este plural represente al singular, como suelen usarlo las personas de autoridad; sin embargo, también es posible que Pablo esté incluyendo a los otros apóstoles.
La gracia y el apostolado.
Muchos intérpretes unen estos dos términos como el equivalente de la gracia o favor del apostolado. Pablo habla frecuentemente de "la gracia que de Dios me es dada" (Rom. 15: 15-16, Gál. 2: 7-9; Efe. 3: 7-9); sin embargo, otros prefieren entender que "gracia" se refiere especialmente a la gracia personal de la salvación que Pablo aceptó por primera vez en el camino a Damasco (Hech. 9: 1-16; cf. 1 Cor. 15: 10). En cuanto a los significados del término "gracia", ver com. Rom. 3: 24.
Para Pablo su conversión y llamamiento al apostolado, que ocurrieron casi simultáneamente, deben haberle parecido como un mismo suceso. Después de haber sido "blasfemo, perseguidor e injuriador" (1 Tim. 1: 13), fue llamado inmediatamente a predicar "la fe que en otro tiempo asolaba" (Gál. 1: 23). No es de admirarse que Pablo pudiera exclamar: "por la gracia de Dios soy lo que soy" (1 Cor. 15: 10). No solamente era un cristiano convertido, sino también un apóstol enviado.
Obediente a la fe.
El texto griego dice: "obediencia de fe". No se habla aquí de "fe" como conjunto de doctrinas que deben ser recibidas y creídas (ver Hech. 6: 7; Jud. 3). Fe más bien significa ese hábito y actitud de la mente mediante los cuales el cristiano muestra su lealtad y dedicación a Cristo y su dependencia de él. Una fe tal produce obediencia.
La "obediencia de fe" puede entenderse como producida por la fe o una obediencia dirigida hacia la fe o caracterizada por la fe. Sea como fuere, el hecho significativo es que Pablo asocia la fe con la obediencia. El gran mensaje de la Epístola a los Romanos es que la justificación proviene de la fe (cap. 3: 22; etc.). 469 Esta es la buena nueva a la que Pablo ha sido llamado para que la dé a conocer. Considera su apostolado como una misión entre todas las naciones para que se produzca la obediencia que brota de la fe.
Todas las naciones.
Por lo general esta frase se refiere a los gentiles y los distingue de los judíos. Podría también destacar el apostolado especial de Pablo en favor de los paganos (Hech. 22: 21; Gál. 1: 16; 2: 7-9; Efe. 3: 1, . Sin embargo, la frase podría reflejar aquí la misión original que Jesús dio a sus discípulos (Mat. 28: 19-20; Mar. 16: 15-16) y la comisión que recibió Pablo en ocasión de su conversión (Hech. 9: 15): llevar el Evangelio a todo el mundo.
Por amor de su nombre.
Probablemente signifique "por causa de su nombre" (VM). El propósito final de la misión de Pablo era promover el conocimiento de Cristo y su gloria. Especialmente anhelaba que el nombre de Cristo fuera magnificado por la obediencia que deriva de la fe en él. Pablo estaba dispuesto a arriesgar su vida por esa causa (Hech. 15: 26; 21: 13; cf. Hech. 9: 16).
6.
Entre las cuales.
Es decir, entre todas las naciones o "gentiles" entre los cuales había recibido la misión de trabajar. Pablo de esta manera quizá está expresando su autoridad para dirigirse a los creyentes de Roma.
Llamados a ser de Jesucristo.
Podría significar "los llamados que pertenecen a Jesucristo", "llamados por Jesucristo", o "llamados a pertenecer a Jesucristo".
7.
Todos los que estáis en Roma.
Es evidente que con esta frase Pablo se refiere a todos los cristianos de Roma (vers. .
Amados de Dios.
Dios ama a todos los hombres (Juan 3: 16; Efe. 2: 4-5), pero para los cristianos que han sido reconciliados con Dios por medio de la muerte de Cristo, ha sido quitada la barrera que una vez los separó del amor de Dios (Rom. 5: 10; ver com. Juan 16: 27).
Santos.
Este término es común en el NT para describir a los cristianos (Hech. 9: 32, 41; 26: 10; Efe. 1: 1; etc.). No denota necesariamente personas ya perfeccionadas en la santidad (1 Cor. 1: 2; cf. 1 Cor. 1: 11), sino a aquellos que por su profesión de fe y bautismo pueden considerarse como separados del mundo y consagrados a Dios.
La idea básica de hágios (santo) es "separado del uso común para el sagrado". En este sentido se usaba y aplicaba en el AT el término hebreo equivalente qódesh o qadesh para referirse, por ejemplo, al tabernáculo y sus muebles (Exo. 40: 9). Se usaba para el pueblo judío como nación (Exo. 19: 5-6; Deut. 7: 6), no porque individualmente fueran perfectos y santos, sino para que se mantuvieran separados de las otras naciones y apartados para el servicio del Dios verdadero, pues las otras naciones se dedicaban al culto de sus ídolos. Hágios se usa aquí para referirse a los cristianos de Roma que habían sido llamados a separarse de los otros hombres y de las otras formas de vida, y a consagrarse al servicio de Dios.
Gracia.
Gr. járis, "buena voluntad", "favor" o "gracia", no la palabra común para saludarse usada en las cartas escritas en griego. El saludo común era jáirein, una expresión de deseo de salud y prosperidad. Jáirein aparece en el NT en la carta de Lisias al gobernador romano Félix (Hech. 23: 26) y en la Epístola de Santiago (Sant. 1: 1). En ambos casos a veces se ha traducido "salud" (BC, RVR). Jáirein, como se traduce en 2 Juan 10, "bienvenido", "salud" (BC), indica que los cristianos estaban acostumbrados a saludarse mutuamente en esta forma (ver Mat. 26: 49; 27: 29; 28: 9; Mar. 15: 18; Luc. 1: 28; Juan 19: 3, donde jáire y jáirete se traducen como "salve").
Pero en vez de jáírein, "saludos", con la idea prevaleciente de prosperidad temporal, Pablo usa aquí járis, "gracia", palabra que comenzaba a adquirir un significado cristiano peculiar (ver Rom. 3: 24).
Paz.
La forma usual hebrea para saludar era shalom, "paz", o shalom leka, "paz a ti" (Gén. 29: 6; 43: 23; Dan. 10: 19; Luc. 10: 5-6; etc.). Jesús saludó en esta forma a sus discípulos reunidos después de la resurrección (Juan 20: 19, 26).
La vida, muerte y resurrección de Cristo habían dado un nuevo significado a estos dos antiguos términos familiares. "Gracia" ahora se entendía como el amor redentor de Dios en Cristo (2 Tim. 1: 9). "Paz" era ahora la paz con Dios mediante la redención (Rom. 5: l). "Gracia" y "paz" se convirtieron con este significado cristiano en el saludo habitual de Pablo en todas sus epístolas (1 Cor. 1: 3; 2 Cor. 1: 2; Gál. 1: 3; Efe. 1: 2; Fil. 1: 2; Col. 1: 2; 1 Tes. 1: 1-2; 2 Tes. 1: 2; File. 3; cf. 1 Tim. 1: 2; 2 Tim. 1: 2; Tito 1: 4). Pedro y Juan también usaban saludos similares (1 Ped. 1: 2; 2 Ped. 2; 2 Juan 3; Apoc. 1: 4).
Dios nuestro Padre.
Dios, como Creador, 470 es el Padre de todos los hombres (Hech. 17: 28-29), pero especialmente de los cristianos que han nacido de nuevo de él (Juan 1: 12-13; 1 Juan 5: 1; cf. 1 Juan 3: 1-2), que han sido adoptados en la familia celestial (Rom. 8: 15), y que se están transformando a la semejanza de él (Mat. 5: 43-48).
El saludo de Pablo es en realidad una oración para que Dios conceda gracia y paz a los creyentes de Roma. Sus saludos en todas sus epístolas son de este modo más que una simple cortesía: por el amor cristiano se han transformado en una oración que implora la bendición celestial.
Señor Jesucristo.
Jesús y el Padre son colocados juntos, pues ambos son considerados como la fuente de gracia y de paz. Esta es una evidencia de que Pablo reconocía la divinidad de Cristo (ver Fil. 2: 6). En el NT con frecuencia se hace referencia a Jesús como a Aquel que ha traído la paz al hombre (Juan 14: 27; 16: 33; Hech. 10: 36; Rom. 5: 1; Efe. 2: 17).
8.
Doy gracias.
Pablo comienza algunas de sus cartas agradeciendo a Dios en nombre de sus lectores (1 Cor. 1: 4; Fil. 1: 3; Col. 1: 3; 1 Tes. 1: 2; 2 Tes. 1: 3; 2 Tim. 1: 3-5; File. 4), y a veces expresa su deseo de verlos (Fil. 1: 8; 2 Tim. 1: 4). Reconocía los progresos que ya habían hecho otros en el camino cristiano, y estaba agradecido por ese avance, aun cuando en cierto sentido pudieran merecer una censura
(1 Cor. 1: 4-5, 11). De esta manera animaba a los creyentes y conquistaba su atención para la instrucción que luego vendría.
Mi Dios.
Una frase que destaca la naturaleza personal de la relación de Pablo con Dios como cristiano y como apóstol (cf. 1 Cor. 1: 4; Fil. 1: 3; 4: 19; File. 4).
Mediante Jesucristo.
Tanto en el agradecimiento como en la oración podemos aproximarnos a Dios mediante Cristo (Efe. 5: 20; Heb. 13: 15).
Vuestra fe.
Es decir vuestra lealtad y consagración a Cristo, vuestro cristianismo. Un informe igualmente bueno se menciona en otro pasaje: "Vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos" (cap. 16: 19).
Todo el mundo.
Este podría ser el equivalente de la expresión "en todas partes" (ver com. Juan 12: 19; cf. Hech. 17: 6, Col. 1: 6), o podría representar al Imperio Romano. Roma era la ciudad capital y los viajeros constantemente pasaban por ella en sus viajes a diversas partes del imperio, por lo tanto, es fácil comprender cómo los informes de la nueva religión de los cristianos romanos pudieron divulgarse por "todo el mundo". Estas noticias podrían ser llevadas y recibidas con interés especialmente por los miembros de las otras iglesias cristianas en todo el imperio. Pablo puede haber estado pensando especialmente en aquellos que proclamaban la fe y la obediencia de sus hermanos en Roma.
9.
Testigo me es Dios.
Sólo Dios podía conocer la veracidad de una declaración como ésta, y el apóstol lo pone como testigo (cf. 2 Cor. 1: 23; 11: 31; Gál. 1: 20; Fil. 1: 8; 1 Tes. 2: 5, 10). Pablo está escribiendo su carta desde Corinto, en donde su sinceridad poco antes había sido seriamente puesta en duda, principalmente porque había pospuesto una visita ya prometida (2 Cor. 1: 15-24). Ahora está por viajar a Jerusalén, dando evidentemente la espalda a la iglesia de Roma. Es posible que su sinceridad otra vez sea puesta en duda. Aun podrían haber sospechado que se avergonzaba de ir a predicar el Evangelio en Roma. En este momento a Pablo no le era posible demostrar lo contrario; sólo podía expresar su amor, sus muchas oraciones, su ferviente deseo de verlos, y poner a Dios -que todo lo sabe- como testigo de que decía la verdad (Rom. 1: 9-16).
En mi espíritu.
El servicio de Pablo no era una acción ceremonial, sino espiritual, una consagración al servicio de Dios para propagar el Evangelio de Cristo.
Sin cesar.
Pablo demostraba una preocupación similar por otras iglesias (Efe. 1: 15-16; Fil. 1: 3-4; Col. 1: 3-4; 1 Tes. 1: 2-3; 2: 13). El progreso del Evangelio por dondequiera era su interés absorbente.
Hago mención.
Pablo nunca había visto a la comunidad cristiana de Roma; pero tampoco dejaba de recordar a esos fieles en sus oraciones.
Siempre.
Hay quienes prefieren poner una coma después de "vosotros", con lo que relacionan "siempre en mis oraciones" con el vers. 10. "Rogándole siempre en mis oraciones. . . de llegarme hasta vosotros" (vers. 10, BJ); "suplicándole siempre en mis oraciones. . . se me allane el camino para ir hacia vosotros" (vers. 10, NC).
10.
Al fin.
Hacía mucho que Pablo deseaba visitar a Roma (vers. 13).
La voluntad de Dios.
Dios conoce el fin 471 desde el principio, y siempre conviene que nos sometamos a su voluntad y a su dirección. Esta era siempre la práctica de Pablo en su ministerio (Hech. 16: 7, 9-10), y se nos instruye que hagamos lo mismo (Sant. 4: 15). El pedido de Pablo de visitar a Roma le fue concedido posteriormente mediante la voluntad de Dios, pero no en la forma en que el apóstol lo esperaba: llegó a Roma prisionero, encadenado (Hech. 28: 14-16, 20).
Un próspero viaje.
El significado literal de la palabra griega es "tener un buen viaje", pero en los días del NT se usaba comúnmente para denotar "ser prosperado" en términos generales (ver 1 Cor. 16: 2; 3 Juan 2): "si por ventura algún día tuviere yo la fortuna" (BC); "encuentre por fin algún día ocasión favorable" (BJ); "se me allane el camino" (NC).
11.
Don.
Gr. járisma, "don dado por favor o gracia", de la palabra járis, "gracia". Este don espiritual que Pablo anhelaba compartir personalmente con los creyentes de Roma sin duda era la bendición del fervor y el crecimiento en la fe cristiana, como lo explica posteriormente en el vers. 12.
Seáis confirmados.
"Corroborados" (BC); o "fortalecidos". Pablo no dice: "Para que yo pueda fortaleceros", pues sabe que no es sino un instrumento mediante el cual Dios mismo fortalecerá y vigorizará la vida espiritual de los cristianos de Roma (ver Rom. 16: 25; 2 Tes. 2: 17).
12.
Esto es.
Pablo se apresura con toda humildad cristiana y cortesía a corregir cualquier impresión que pueda haber dejado con su afirmación del vers. 11, de que sólo a él le correspondía impartir y a ellos recibir. No tenía el intento de "enseñorearse" de la fe de ellos (2 Cor. 1: 24). Reconocía que sus lectores también eran cristianos, y él también esperaba beneficiarse compartiendo "la fe que nos es común".
Confortados.
O "reanimados". El ver. 12 parece ser más que una mera expresión de tacto y cortesía. El experimentado apóstol se une con los creyentes de Roma como quien tiene tanta necesidad de ser reanimado por la fe de ellos como ellos por la de él. La perfección cristiana no se encontrará apartándose o aislándose de los demás. Se desarrolla cuando la fe es reanimada y estimulada por la de los que participan de la misma fe.
13.
No quiero, hermanos, que ignoréis.
Una expresión favorita de Pablo cuando desea llamar especialmente la atención a algún punto importante (Rom. 11: 25; 1 Cor. 10: 1; 12: 1; 2 Cor. 1: 8; 1 Tes. 4: 13).
Estorbado.
Pablo destaca más la sinceridad de su deseo de visitar a la iglesia de Roma. No sólo había sido ése su deseo, sino que con frecuencia había abrigado el firme propósito de verlos (Hech. 19: 21). Pero en una forma u otra había sido impedido de hacer ese viaje (Rom. 15: 22; cf. 1 Tes. 2: 18; Hech. 16: 6-7).
Tener. . . algún fruto.
Pablo esperaba obtener entre ellos una cosecha de personas llevadas al conocimiento de Cristo, o al aumento de la fe y las buenas obras. Jesús había instruido a sus discípulos para que llevaran "fruto" en su vida y en la de otros (Juan 15: 16; cf. Juan 4: 36). "Fruto" es una figura de lenguaje común en el NT. Pablo la emplea para representar tanto los buenos como los malos resultados (Rom. 6: 21-22; 7: 4-5; Gál. 5: 22; Fil. 1: 22; 4: 17; Col. 1: 6).
Gentiles.
O "naciones " (vers. 5). La frase "entre vosotros... como entre los demás gentiles" sugiere que en sus orígenes la iglesia de Roma había sido principalmente gentil.
14.
A griegos.
Los griegos dividían a toda la humanidad en griegos y no griegos. Pablo utiliza esta misma división. Los griegos consideraban como "bárbaros" a todos los que no hablaban el idioma griego. El término "bárbaro" no era necesariamente despectivo. Se lo usaba principalmente para señalar diferencia de raza y de idioma (ver 1 Cor. 14: 11 ). En la gran metrópoli de Roma había representantes de todas las naciones y de todos los niveles de cultura y conocimiento. Pablo declara que era deudor de predicar el Evangelio a todo el mundo gentil, sin tener en cuenta raza o cultura.
A sabios.
El Evangelio tiene un mensaje para todos. Los filósofos tenían la tendencia de despreciar a la multitud ignorante, y los escribas judíos consideraban malditos a quienes no conocían la ley (Juan 7: 49); pero el Evangelio es para todos los hombres. En realidad, parece que fue recibido más fácilmente al principio por la gente común (1 Cor. 1: 26-29). Tampoco debían ser pasados por alto los "sabios". Los griegos se enorgullecían de su sabiduría y la buscaban ávidamente (1 Cor 1: 22); sin embargo, el Evangelio también era para ellos. Pablo era un hombre muy culto. Puede haber diferencia de idioma, cultura e inteligencia en la gente, pero el 472 Evangelio es para todos. La relación que los hombres mantienen con Cristo es más significativa que cualquier distinción nacional o personal.
Deudor.
Pablo sentía la profunda "necesidad" de predicar el Evangelio (1 Cor. 9: 16). Este sentimiento de obligación de hacer conocer el Evangelio hasta donde le fuera posible a todas las naciones de la tierra, quizá se debía en parte a su misión especial para los gentiles (Hech. 9: 15; Rom. 11: 13). Pero una obligación similar descansa sobre todos los cristianos, sobre los que han recibido las bendiciones del conocimiento de la salvación (ver DMJ 114).
15.
En cuanto a mí.
Expresión idiomática griega de difícil interpretación. Muchos intérpretes entienden que la primera parte de este versículo quiere decir: "en lo que a mí respecta y hasta donde pueda tener oportunidad, estoy listo a predicar el Evangelio también a vosotros".
En Roma.
Pablo ya había predicado en las grandes ciudades de Efeso, Atenas y Corinto. Ahora sentía deseos de proclamar el Evangelio en Roma, la capital del mundo de esa época.
16.
No me avergüenzo.
Los judíos consideraban a Pablo como apóstata. Había sido despreciado y perseguido entre los gentiles, expulsado de una y otra ciudad y considerado como "la escoria del mundo" y "el desecho de todos" (1 Cor. 4: 13). Comprendía claramente que la predicación de la cruz era "la locura" para los griegos y "tropezadero" para los judíos (1 Cor. 1: 23). Pero como estaba tan completamente convencido de la verdad del Evangelio y él mismo había experimentado tan plenamente su bendición y poder, no sólo no estaba avergonzado en nada del Evangelio sitio que aun se gloriaba en lo que era lo más desagradable para muchos: la cruz de Cristo (Gál. 6: 14).
Poder de Dios.
El Evangelio es la forma como Dios ejerce su poder para la salvación de los hombres. Dondequiera que el Evangelio encuentra corazones creyentes, es un Poder divino por medio del cual desaparecen todos los obstáculos para la redención del hombre. Pablo está afirmando un trecho que sabe que es verdadero por su propia experiencia. Ha sentido este "poder de Dios" en su propia vida y ha sido testigo de sus efectos en otros (1 Cor. 1: 18, 24; 2: 1-5).
Que cree.
El Evangelio es para todos los hombres (1 Tim. 2: 4), pero es "poder de Dios para salvación" sólo para los que están dispuestos a aceptarlo. Esa aceptación voluntaria es la fe (ver Juan 3: 16-17).
Al judío primeramente.
Pablo siempre coloca a los judíos primero en privilegios y en responsabilidades (cap. 2: 9-10). A ellos se les había confiado la Palabra de Dios (cap. 3: 12); a ellos les habían pertenecido la ley y los servicios simbólicos del templo. El Mesías había descendido de ellos (cap. 9: 5). Entonces lo más natural era que el Evangelio les fuera predicado primero. Este fue sin duda el orden en que el Evangelio se comenzó a proclamar al mundo (Hech. 13: 46; cf. Mat. 10: 56; 21: 43; Luc. 24: 47; Hech. 18: 6). Pablo acostumbraba en su ministerio comenzar su obra en las sinagogas (Hech. 17: 1-2; 18: 4, 6; 19: . Una de las primeras cosas que hizo al llegar preso a Roma fue presentar el Evangelio a los dirigentes judíos de esa ciudad (Hech. 28: 17, 23).
Griego.
Gr. héll'n, "heleno", equivalente aquí a "gentil", como en Rom. 2: 9-10; 3: 9; ver com. Juan 7: 35. "Judío y griego" era la forma judaica, de acuerdo con la religión, de referirse a toda la humanidad (ver Hech. 14: 1; 1 Cor. 10: 32). "Griegos y bárbaros" era la división griega de acuerdo con la nacionalidad y la cultura (ver com. Rom. 1: 14).
17.
La justicia de Dios.
Puede entenderse que esta frase se refiere a la justicia propia de Dios, o a la justicia que deriva de Dios, o a la justicia que es aceptable para Dios, o al método de Dios para restaurar al hombre a la justicia. Parece que en esta declaración resumida del gran tema de la epístola, Pablo usa la frase "la justicia de Dios" en un sentido general y abarcante. El Evangelio revela Injusticia y la perfección de Dios (cap. 3: 26); manifiesta la clase de justicia que deriva de Dios y cómo puede ser recibida por el hombre (Mat. 5: 20; Fil. 3: 9; ver com. Rom. 4: 3-5).
Se revela.
O "es revelada". El tiempo presente del verbo indica una acción continua. La justicia de Dios estaba siendo revelada especialmente en la muerte de Cristo (cap. 3: 21-26), pero la revelación se repite en la proclamación continua del Evangelio y en la experiencia espiritual de cada persona que oye y cree en el Evangelio (Gál. 1: 16). El hombre nunca podrá concebir o alcanzar sin ayuda esta justicia divina mediante su propia razón y filosofía. La justicia de Dios es una revelación de Dios. 473
Por fe y para fe.
Literalmente "de fe para fe". Compárese con "de gloria en gloria" (2 Cor. 3: 18) y "de poder en poder" (Sal. 84: 7). La justicia de Dios es recibida por la fe, y cuando se recibe, produce una fe siempre creciente. A medida que se utiliza la fe, podemos recibir más y más de Injusticia de Dios, hasta que la fe se convierte en una actitud permanente hacia él.
Como está escrito.
Aquí, como en el vers. 2 y en muchos otros pasajes de la epístola, Pablo procura probar que el mensaje evangélico concuerda con las enseñanzas del AT.
El justo por la fe vivirá.
O "aquel que por fe es justo, vivirá". La frase "por fe" podría relacionarse con "el justo" o con "vivirá". La cita está tomada de Hab. 2: 4. Durante la invasión de los caldeos el profeta Habacuc fue consolado con la seguridad de que el justo es amparado por su fe y confianza en Dios (ver com. Hab. 2: 4). Un significado similar se puede ver en el uso que hace Pablo de esta cita en Rom. 1: 17. El justo no vivirá por confiar en sus propias obras y en sus méritos, sino por su confianza y fe en Dios.
Otros prefieren relacionar "por fe" con "el justo" para expresar más exactamente el tema de la epístola: la justificación por la fe. Pablo está tratando de demostrar que el hombre puede ser justo delante de Dios únicamente por la fe. Sólo vivirá la persona que es justa por la fe. En todo caso el significado es esencialmente el mismo; sea como fuere, el énfasis se pone sobre la fe.
18.
Porque.
Aquí comienza el principal argumento de la epístola. Pablo primero procura demostrar que todos, gentiles y judíos por igual, necesitan la justificación que se revela en el Evangelio. Esto se debe a que todos los hombres son pecadores y por lo tanto están expuestos a la ira de Dios, ya sean gentiles (cap. 1: 13-32) o judíos (cap. 2: 1 a 3: 20).
La ira de Dios.
Es decir, el desagrado divino contra el pecado, que termina finalmente con la entrega del hombre al castigo de la Muerte (ver Rom. 6: 23; Juan 3: 36). La ira del Dios infinito no puede ser comparada con la pasión humana. Dios es amor (1 Juan 4: , y aunque odia el pecado, ama al pecador (CC 53-55). Sin embargo, Dios no impone su amor a los que no están dispuestos a recibir su misericordia (ver DTG 13, 431, 707). La ira de Dios contra el pecado se manifiesta cuando él retira su presencia y su poder vivificador de los que eligen permanecer en el pecado, y de esa manera participan de sus inevitables consecuencias (ver Gén. 6: 3; cf. DTG 82, 711-713; CC 17 - 18).
La terrible suerte que corrieron los judíos después de que rechazaron a Cristo ilustra lo que estamos comentando. Como finalmente persistieron en su obstinada impenitencia y rechazaron los últimos ofrecimientos de misericordia, "Dios les retiró entonces su protección y dio rienda suelta a Satanás y a sus ángeles, y la nación cayó bajo el dominio del caudillo que ella misma había elegido" (CS 31).
Cuando la ira de Dios contra el pecado cayó sobre Cristo como nuestro sustituto, la separación de su Padre le causó una enorme angustia. "No debía ejercer su poder divino para escapar de la agonía. Como hombre debía sufrir las consecuencias del pecado del hombre. Como hombre debía soportar la ira de Dios contra la transgresión" (DTG 637). Finalmente en la cruz, "la ira de Dios contra el pecado, la terrible manifestación de su desagrado por causa de la iniquidad, llenó de consternación el alma de su Hijo. . . Al sentir el Salvador que de él se apartaba el semblante divino en esta hora de suprema angustia, atravesó su corazón un pesar que nunca podrá comprender plenamente el hombre" (DTG 701).
Por lo tanto, como Pablo lo explica en Rom. 1: 24, 26, 28, Dios revela su ira entregando a los pecadores impenitentes a los resultados finales de su rebelión. Esta resistencia persistente contra el amor de Dios y su misericordia culminará en la revelación final de la ira de Dios en aquel día cuando el Espíritu de Dios sea finalmente retirado. Los impíos no tienen ninguna protección contra el mal sin el amparo de la gracia divina. Cuando "los ángeles de Dios dejen ya de contener los vientos violentos de las pasiones humanas, todos los elementos de contención se desencadenarán" (CS 672). Finalmente descenderá el fuego de Dios que procede del cielo, y el pecado y los pecadores serán destruidos para siempre (Apoc. 20: 9; cf. Mal. 4: 1; 2 Ped. 3: 10).
Pero aun esta revelación final de la ira de Dios en la destrucción de los impíos no es ti acto de poder arbitrario. "Dios es la fuente de la vida; y cuando uno elige el servicio del pecado, se separa de Dios, y se separa así de la vida" (DTG 712). Mientras Dios da la existencia a los hombres por un tiempo, ellos eligen 474 a quién han de servir. Finalmente recibirán los resultados de su propia elección. "Por una vida de rebelión, Satanás y todos los que se unen con él se colocan de tal manera en desarmonía con Dios, que la misma presencia de él es para ellos un fuego consumidor" (DTG 712-713; cf. CS 598).
Se revela.
O "está siendo revelada" (cf. vers. 17). La plena manifestación de la ira de Dios será vista al fin del mundo (Rom. 2: 5; 1 Tes. 1: 10; 2 Tes. 1: 7-9; Apoc. 6: 16-17). Pero el desagrado de Dios contra el pecado también está siendo revelado en la condición de la humanidad. Los vicios degradantes y la impiedad deliberada a la cual se entregan los pecadores (Rom. 1: 24-32), dan lugar a la condenación de Dios y al castigo del pecado. La predicación de Pablo acerca de la justicia de Dios revelada en el Evangelio (vers. 17) también sirve para demostrar la ira de Dios más claramente que nunca antes.
Desde el cielo.
La revelación de la ira de Dios viene como un mensaje de amonestación desde el trono de Dios.
Impiedad.
Gr. asébeia, "falta de reverencia a Dios", "irreligión" (vers. 21).
Injusticia.
Gr. adikía, "falta de conducta recta", "injusticia" (vers. 29).
Detienen.
Gr. katéjÇ, "poseer", "retener con firmeza", "detener", "impedir", "suprimir". Aquí mejor "detener" o "suprimir".
Con injusticia.
Por su impiedad los hombres estaban deteniendo y suprimiendo la verdad acerca de Dios. Afianzados en su determinación de practicar la iniquidad, no estaban dispuestos a atesorar el conocimiento de un Dios puro y santo que sabían que se oponía a esos hechos, y que los castigaría. Al hacerlo no sólo estaban suprimiendo la verdad de su propio corazón, sino también ocultándola de otros.
Verdad.
Se refiere especialmente al conocimiento acerca de Dios (ver Rom. 1: 19, 25; com. Juan 8: 32).
19.
Se conoce.
O "es conocido".
Les es manifiesto.
Es decir, en sus corazones y conciencias (ver cap. 2: 15).
Dios se lo manifestó.
Dios se revela al hombre en tres formas: (a) mediante una revelación interna a la razón y a la conciencia de cada uno (Rom. 2: 15: cf. Juan 1: 9); (b) mediante una revelación externa en las obras de la creación (Rom. 1: 20); y (c) mediante una revelación especial en las Escrituras y en la persona y obra de Cristo, que confirma y completa las otras revelaciones. Pablo se está refiriendo aquí a las primeras dos. Dios ha dotado a los hombres de razón y conciencia; los ha hecho capaces de ver e investigar las obras de Dios; ha desplegado ante ellos las evidencias de la bondad divina, de su sabiduría y poder; por lo tanto, ha hecho que sea posible que los gentiles y los judíos aprendan de él.
20.
Las cosas invisibles.
Es decir, "su eterno poder y piedad", como se menciona después. Los hombres, inducidos por su ceguera, habían sustituido esos invisibles atributos de Dios por imágenes visibles.
Deidad.
Gr. theiót's, "naturaleza divina", "divinidad". Esta es la única vez que aparece theiót's en el NT. El apóstol habla aquí de la esencia divina y de la manifestación de los atributos divinos. Compárese con la palabra theót's en Col. 2: 9, que significa "deidad".
Claramente visibles.
Las cosas invisibles de Dios pueden ser percibidas con claridad por la mente con la ayuda de las obras creadas de la naturaleza. Aunque marchitadas por el pecado, "las cosas hechas" testifican del poder infinito de Aquel que creó esta tierra. Alrededor de nosotros vemos abundantes pruebas de la bondad y del amor de Dios, hasta el punto que es posible que aun los paganos reconozcan y admitan el poder del Creador.
Desde la creación.
Es decir, siempre, a partir de la creación.
No tienen excusa.
La revelación de Dios mediante la conciencia y la naturaleza es suficiente para que los hombres conozcan los requerimientos divinos. Ante esa revelación quedan sin excusa por el incumplimiento del deber, es decir, por su idolatría y por estorbar la verdad.
21.
Habiendo conocido a Dios.
O "aunque conocían a Dios", es decir, mediante la revelación de la conciencia y la naturaleza (ver com. vers. 20). Además, los hombres temerosos de Dios, como Noé y sus hijos, conocían a Dios y transmitieron ese conocimiento a sus descendientes; pero debido a un descuido pecaminoso, la mente de la mayoría de sus descendientes pronto se entenebreció, y el conocimiento de Dios en gran medida se perdió entre los gentiles.
No le glorificaron.
El no querer honrar a Dios como el Creador divino fue la verdadera causa de que hubiera mentes entenebrecidas y prácticas abominables entre los gentiles. 475 Glorificar a Dios significa reverenciarlo, amarlo y obedecerle.
Ni le dieron gracias.
El negarse a dar gracias a Dios por su amor y bondad hacia los hombres es una de las causas de corrupción e idolatría. La ingratitud endurece el corazón e induce a los hombres a olvidar al Ser a quien no quieren expresar gratitud.
Se envanecieron.
Gr. mataióÇ, "hacerse necio", o "llegar a ser vano". Los gentiles se habían hecho vanos y necios ideando vanidades. La mente humana que adora ídolos mudos de oro, madera o piedra se hace seme ante a los objetos de su culto (Sal. 115: . Compárese con kenós, palabra que se traduce "vano" (1 Cor. 15: 10), y que significa "vacío" o "hueco".
Razonamientos.
Gr. dialogismós, "razonamiento" "pensamiento", "especulación". Pablo está usando este término para referirse a las vanas ideas y especulaciones a que habían llegado los gentiles acerca de Dios, en oposición a la verdad que una vez habían conocido y que todavía les era presentada en las obras creadas por Dios (vers. 20).
Necio.
Gr. asúnetos, literalmente "sin entendimiento" (ver Mat. 15: 16), por lo tanto, "sin inteligencia", "insensato".
Corazón.
Término que se usa para referirse a todas las facultades humanas del pensamiento (Rom. 10: 6), la voluntad (1 Cor. 4: 5), o el sentimiento (Rom. 9: 2). Los judíos consideraban que el corazón era la sede de la vida íntima del hombre. Allí podría albergarse o el Espíritu Santo (cap. 5: 5) o los malos deseos (Rom. 1: 24; cf. Mar. 7: 21-23).
Fue entenebrecido.
Los hombres se habían hundido tan profundamente en la ignorancia y el pecado, que su mente se había entenebrecido y era insensible; ya no percibían ni entendían la verdad. El propósito de Satanás en el gran conflicto ha sido producir siempre tal entenebrecimiento. Dios ha dado a cada hombre "individualidad, la facultad de pensar y hacer" (Ed 15). La salvación depende del recto ejercicio y del desarrollo de esta facultad al elegir tener fe en Dios y obedecer su voluntad. Por lo tanto, durante como seis mil años el propósito deliberado de Satanás ha sido debilitar y destruir esta facultad que tiene su origen en Dios, para que los hombres lleguen a ser completamente incapaces de reconocer, recibir y practicar la verdad.
Por esta razón, una de las primeras promesas del Evangelio y la más necesaria, es que Dios dará al hombre un corazón nuevo, o sea una mente nueva (Eze. 36: 26; cf. Juan 3: 3). "Las palabras 'os daré corazón nuevo' (Eze. 36: 26) significan, os daré una mente nueva" (CM 436). El mensaje de Pablo en la Epístola a los Romanos es que esta maravillosa transformación del corazón y de la mente ha sido hecha posible para todo el que tiene fe en Cristo.
22.
Ser sabios.
Pablo no se está refiriendo simplemente a las pretensiones de la filosofía griega, aunque él colocó en un nivel inferior ese tipo de sabiduría (1 Cor. 1: 18-25). Está describiendo la infatuación de aquellos cuya sabiduría se relaciona con cualquier tipo de separación voluntaria de la verdad divina, y de la cual originalmente debe haber surgido la idolatría en sus muchas y fantásticas formas. Los hombres se apartaron del verdadero conocimiento de Dios por su supuesta sabiduría, y el paganismo fue el resultado inevitable.
Se hicieron necios.
La idolatría fue el extremo de su necedad (ver Jer. 10: 14-15), ¿pues qué necedad podría haber sido mayor que adorar a un animal en lugar de Dios?
23.
Cambiaron.
Los hombres dominados por su necedad, habían cambiado el culto de Dios por el de imágenes. En vez de elevar la mirada a un Ser revestido de majestad y poder, se inclinaban ante reptiles y bestias. Cambiaron un glorioso objeto de culto por lo que degrada y humilla (ver Sal. 106: 20; Jer. 2: 11). El hombre fue colocado como el señor de los seres irracionales (Sal. 8: 6-8), pero se degradó a sí mismo rindiendo culto a las criaturas que Dios hizo para que le sirvieran (cf. Ose. 8: 6).
Incorruptible.
Es decir, no sujeto a la muerte, por lo tanto, no sometido a la descomposición como todas las criaturas. Pablo contrasta la "incorruptibilidad" de Dios con la "corruptibilidad" del hombre. Sólo Dios es inmutable, indestructible, inmortal y, por lo tanto, digno de adoración (1 Tim. 1: 17).
Imagen.
Los hombres no estaban satisfechos con adorar a Dios "en espíritu" (Juan 4: 23-24); no se sentían contentos con la revelación que hace Dios de sí mismo en la naturaleza (Rom. 1: 20). Prefirieron representarlo mediante imágenes a semejanza de hombres, aves, cuadrúpedos o reptiles. Pablo parece estar señalando las etapas sucesivas de la degradación moral e intelectual de los 476 paganos, que termina en la representación del Dios viviente con reptiles inmundos y otros seres que se arrastran sobre la tierra.
En la religión griega y romana eran comunes los dioses en forma humana. El culto de toda clase de seres como toros, cocodrilos, serpientes y aves prevalecía en Egipto. Los israelitas, imitando la idolatría de Egipto, hicieron un becerro de oro (Exo. 32: 4). Posteriormente Jeroboam erigió dos becerros de oro, uno en Dan, y otro en Bet-el, y les ofreció sacrificios (1 Rey 12: 28-32).
Algunos de los paganos más cultos quizá consideraban las imágenes sólo como representaciones simbólicas, pero muchos del pueblo veían en los ídolos a los mismos dioses. La Biblia no hace una distinción tal, sino que sencillamente condena como idólatras a todos los adoradores de imágenes (Exo. 20: 4-5; Lev. 26: 1; Miq. 5: 13; Hab. 2: 18-19).
24.
Los entregó.
Cuando los paganos voluntariamente se apartaron de Dios y lo eliminaron de su mente y corazón, el Señor los dejó que caminaran en sus propias sendas de autodestrucción (Sal. 81: 12; Hech. 7: 42; 14: 16). Esto es parte del precio de nuestra libertad moral. Si los hombres insisten en seguir en sus malos caminos, Dios permitirá que lo hagan retirando su bondadosa ayuda y restricción. En ese caso son dejados para que cosechen los resultados de su rebelión, siendo esclavizados cada vez más profundamente bajo el poder del pecado (ver Rom. 1: 26, 28; cf. CS 484).
Inmundicia.
Es decir, impureza, contaminación moral, como la que se especifica en los vers. 26 y 27. La idolatría generalmente va acompañada de una cruda inmoralidad, y ésta era considerada antiguamente como una parte de la religión.
En las concupiscencias.
Se refiere a la condición moral en la que ya estaban cuando Dios los dejó entregados a las consecuencias de sus inclinaciones y deseos depravados.
Deshonraron entre sí sus propios cuerpos.
Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, pero con la inmoralidad pierde esa dignidad (1 Cor. 6: 15-19; 1 Tes. 4: 3-4). El paganismo deja sus huellas en el cuerpo, así como también en el alma de los seres humanos.
25.
Cambiaron la verdad.
Cambiaron la verdad divina por lo falso.
La mentira.
Cf. Jer. 10: 14. Los ídolos son mentiras personificadas. El hombre los hace, y sin embargo los ve como una representación de Aquel que hizo al hombre (Isa. 40: 18-20). Tienen ojos, pero no pueden ver; tienen boca, pero no pueden hablar (Sal. 115: 5-7; 135: 15-17).
Honrando y dando culto.
"Honrando" podría referirse a rendir culto en forma general; "dando culto", a una adoración mediante ritos y sacrificios especiales.
Las criaturas.
Cualquier cosa o ser creado.
Antes que.
Mejor "en vez de", "primero que". Rechazaron al Creador para adorar a las cosas creadas.
Bendito.
Gr. eulog'tós; no es la misma palabra que se usa en las bienaventuranzas (ver com. Mat. 5: 3), sino una expresión de alabanza y gloria que, como aquí, se atribuye con frecuencia a Dios (ver Sal. 89: 52, LXX; Rom. 9: 5; 2 Cor. 1: 3; 11: 31). Esta alabanza es especialmente apropiada aquí, pues muestra la lealtad de Pablo a Dios en contraste con la apostasía de los paganos, a los cuales está describiendo el apóstol.
26.
Los entregó.
Ver com. vers. 24.
Pasiones vergonzosas.
Literalmente "pasiones de deshonra". La historia confirma la práctica de estos vicios antinaturales en la sociedad pagana; pero, en contraste con la libertad de los escritores paganos de sus días, Pablo describe con mucha reserva la inmoralidad que prevalecía entonces. Considera que hasta era una vergüenza hablar de tales cosas (Efe. 5: 12).
27.
Hombres. . . unos con otros.
Pablo se refiere eufemísticamente a las depravadas aberraciones de la sodomía y la homosexualidad.
Retribución debida.
El castigo de sus errores, fruto de la idolatría, fue una degradación física, mental y espiritual: la consecuencia inevitable de lo que habían hecho.
28.
No aprobaron.
Esto implica que rechazaron a Dios conscientemente. Se negaron a reconocerlo. En vez de aumentar su conocimiento de Dios (vers. 21), suprimieron la verdad (vers. 18), y se convirtieron en "los gentiles que no conocen a Dios" (1 Tes. 4: 5).
Tener en cuenta.
Gr. epígnÇsis, "completo conocimiento".
Los entregó.
Ver com. vers. 24.
Reprobada.
Gr. adókimos, "desaprobado". Una palabra de la misma raíz, dokimázÇ "aprobar", se usó en la primera parte del versículo ("aprobaron"). Como no" aprobaron" recibir el conocimiento de Dios, el Eterno los 477 entregó a una mente "reprobada"; y como consecuencia de su determinación de olvidarse de Dios, él los abandonó al malvado estado mental que habían elegido y que él no podía aprobar.
No conviene.
Es decir, impropio, indecente.
29.
Injusticia.
Un término general ya usado para describir la condición que merece la ira de Dios (vers. 18). Compárese con la lista de pecados en Gál. 5: 19-21; 1 Tim. 1: 9-10; 2 Tim. 3: 2-4.
Fornicación.
La evidencia textual (cf. p, se inclina por la omisión de esta palabra.
Perversidad.
Gr. pon'ría , término general para expresar bajeza, malignidad, vileza, maldad.
Avaricia.
Gr. pleonexía, "el deseo de tener más". Pablo también describe este pecado como idolatría (Col. 3: 5).
Maldad.
Gr. kakía, cuyo significado es algo similar al de pon'ría (ver com. "perversidad"). Algunos sugieren que pon'ría representa una impiedad activa, en contraste con kakía, que destaca un estado interior de impiedad.
Envidia.
Gr. fthónos. La envidia también está en la lista de las obras de la carne (Gál. 5: 19-21).
Contiendas.
Gr. éris, "contienda". Pablo no se refiere a discusiones en el sentido moderno del término. La palabra griega destaca principalmente los elementos de lucha, disputa e ira (cf. Rom. 13: 13; 1 Cor. 1: 11; 3: 3; 2 Cor. 12: 20; Gál. 5: 20; Fil. 1: 15; 1 Tim. 6: 4; Tito 3: 9. En todos esos pasajes se ha traducido "contiendas" en la RVA, excepto en el último donde se tradujo "contenciones").
Engaños.
Gr. dólos, "astucia", "engaño". Esta palabra está en Mat. 26: 4; Juan 1: 47; Hech. 13: 10; 1 Tes. 2: 3, etc., en donde se ha traducido "engaños".
Malignidades.
Gr. kako'theia, "malicia". "encono", "malevolencia", "astucia".
30.
Murmuradores.
Gr. psithurist's, "chismoso", "propagador de escándalos".
Detractores.
Es decir, "difamadores".
Aborrecedores de Dios.
Gr. theostug's, que también podría traducirse "aborrecibles para Dios". En el griego clásico esta palabra generalmente se emplea en un sentido pasivo: aborrecidos por Dios"; sin embargo, muchos intérpretes consideran que en esta lista de pecados corresponde mejor el sentido activo: "aborrecedores de Dios".
Injuriosos.
Es decir, insolentes. Pablo emplea este término para describir su propio comportamiento antes de su conversión ("injuriador", 1 Tim. 1: 13).
Soberbios.
Gr. huper'fanos,"que se autodestaca por sobre otros", "arrogante", "altivo".
Altivos.
Gr. alazÇn, "jactancioso", "persona vanidosa".
Inventores de males.
Es decir, inventores de nuevas formas de vicios y complacencia propia, de los cuales Nerón era un vivo ejemplo (ver pp. 83-86; DTG 28).
Desobedientes a los padres.
La inclusión de este pecado en esta lista demuestra la forma en que Pablo consideraba la desobediencia a los padres (cf. Mal. 4: 6; Luc. 1: 17).
31.
Necios.
Gr. asúnetos, cuya forma singular se ha traducido "necio" en el vers. 21.
Desleales.
Es decir, que no cumplen lo que prometen.
Sin afecto natural.
El infanticidio y el divorcio eran comunes en los días de Pablo. Cuando, debido a su persistente rebelión contra Dios, los hombres alejan al Espíritu Santo, contristándolo (Efe. 4: 30), sus vidas revelan la falta de amor y afecto natural. Dios no impone su Espíritu de amor sobre los hombres. Cuando persisten en oponerse a su voluntad, el Señor los entrega a sus propias inclinaciones antinaturales y egoístas (Rom. 1: 24, 26, 28).
Implacables.
La evidencia textual (cf. p. 10) establece la omisión de esta palabra; sin embargo, el mismo vocablo griego aparece en la lista de pecados de 2 Tim. 3: 3.
Sin misericordia.
Es decir, sin piedad ni compasión. La morbosa satisfacción de los espectadores que contemplaban la matanza de gladiadores y de mártires en Roma, indica cuán poca piedad y compasión había en el corazón de los hombres de esa época. Jesús enseñó que ser inmisericorde es una evidencia de un carácter corrupto, que no es apto para el cielo (Mat. 25: 41-43).
32.
Habiendo entendido.
En el texto griego estas palabras implican "conocimiento pleno" (cf. com. vers. 28).
Juicio.
Gr. dikaíÇma, "ordenanza", "decreto". Pablo se está refiriendo a la recta sentencia de Dios que define qué es bueno y qué es malo y relaciona la muerte con el pecado y la vida con la rectitud. Este decreto no sólo se revela en el AT sino también en la conciencia de cada hombre (cap. 2: 14-16). 478
Pablo ha destacado claramente en este primer capítulo, que los pecados de los paganos se cometían a pesar de tener un gran conocimiento acerca de Dios (vers. 19-21, 25, 28).
Practican.
El griego insinúa una acción repetida y continuada.
Dignos de muerte.
No se refiere al fallo de la justicia civil sino más bien a las fatales consecuencias del pecado (cap. 6: 23).
Se complacen.
O "aprueban cordialmente", "aplauden". Esta palabra describe algo más que una aprobación pasiva ante el mal; sugiere un consentimiento y tina aprobación activos (ver Hech. 8: 1; 22: 20). El punto culminante de esta enumeración de pecados que hace Pablo es la depravada impiedad de hallar satisfacción en las malas prácticas de otros. El hombre se degenera hasta este punto cuando se niega a conocer y honrar al verdadero Dios.
El sombrío cuadro que pinta Pablo de la corrupción de los paganos puede verificarse leyendo a los escritores seculares del siglo I. Una de las descripciones que se cita con más frecuencia en cuanto a la iniquidad que prevalecía en los días de Pablo, es la del filósofo Séneca, contemporáneo del apóstol: "Todo lugar está lleno de crímenes y vicio; se cometen demasiados crímenes para que puedan ser curados mediante restricción alguna. Los hombres compiten en una grandiosa rivalidad de impiedad. Cada día es mayor el deseo de hacer el mal, y es menor el temor de hacerlo. Se ha desvanecido toda consideración por lo que es mejor y más justo; la concupiscencia impera por dondequiera, y los crímenes no se encubren más. Se lucen delante de nuestros mismos ojos, y la impiedad se ha hecho tan pública, ha ganado tal poder sobre los corazones de todos, que la inocencia ya no sólo es rara: no existe" (De Ira ii. 9.1). Ver también la Sabiduría de Salomón 14: 22-30. Cf. DTG 27-28.
Desde que cayeron nuestros primeros padres se había llevado a cabo el experimento en cuanto a si el hombre podía salvarse a sí mismo por sus propias obras. "El principio de que el hombre puede salvarse por sus obras. . . es [el] fundamento de toda religión pagana" (DTG 26). Se había hecho evidente que se necesitaba otro plan de salvación. "Satanás se estaba regocijando de que había logrado degradar la imagen de Dios en la humanidad. Entonces vino Jesús a restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor" (DTG 28; ver Gál. 4: 4-5). Las buenas nuevas de que la condición del hombre no es desesperada sino que la justificación está al alcance de todos los que tienen fe en Cristo, era el mensaje de esperanza que Pablo presentaba ante el mundo pagano. Este es el "Evangelio de Cristo", el tema de esta epístola para los creyentes de Roma.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
4 DTG 551
14 CMC 224; DMJ 114; DTG 407; Ed 62, 135, 256; Ev 163; HAp 200, 305; 2JT 327; 4T 52
16 CM 194; FE 200; MC 165; MeM 62, 231; OE 17; 7T 12
16-17 HAp 305
17 CS 134; SR 341
18-32 CN 412
20 CM 145; DTG 248; Ed 130; MC 319; MM 103; PP 109; PVGM 8, 12, 78; 8T 255
21 FE 331; HAp 12; 2JT 335; PP 68; PVGM 9
21-22 CM 324
22 PVGM 157; 2T 42
25 CS 13; FE 329; 1JT 591; PP 79; PR 211; PVGM 9
28 PP 68, 79
29-32 Ed 231 479