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Comentario bíblico adventista_Romanos_Capitulo_03

La Epístola del Apóstol San Pablo a los ROMANOS 

Capítulo 3

 

1 Prerrogativas de los judíos, 3 que aún no han perdido; 9 pero de todas maneras la ley los convence de pecado. 20 Por lo tanto, nadie se justificará por la ley, 28 sino únicamente -y sin diferencias- por medio de la fe; 31 pero a pesar de todo, la ley no ha sido abolida.

1 ¿QUE ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión?

2 Mucho, en todas maneras.  Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios.

3 ¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios? 

4 De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras, Y venzas cuando fueres juzgado.

5 Y si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Será injusto? ¿Justo Dios que da castigo? (Hablo como hombre.)

6 En ninguna manera; de otro modo. ¿cómo juzgaría Dios al mundo?

7 Pero si por mi mentira la verdad de Dios abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como pecador?

8 ¿Y por qué no decir (como se nos calumnia, y como algunos, cuya condenación es justa, afirman que nosotros decimos): Hagamos males para que vengan bienes?

9 ¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos?  En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado.

10 Como está escrito:

No hay justo, ni aun uno;

11 No hay quien entienda.

No hay quien busque a Dios.

12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles;

no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

13 Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios;

14 Su boca está llena de maldición y de amargura.

15 Sus pies se apresuran para derramar sangre;

16 Quebranto y desventura hay en sus caminos;

17 Y no conocieron camino de paz.

18 No hay temor de Dios delante de sus ojos.

19 Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios;

20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.

21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado ¡ajusticia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;

22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él.  Porque no hay diferencia,

23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,

24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,

25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,

26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

27 ¿Dónde, pues, está la jactancia?  Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras?  No, sino por la ley de la fe.

28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.

29 ¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles?  Ciertamente, también de los gentiles.

30 Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión.

31 ¿Luego por la fe invalidamos la ley?  En ninguna manera, sino que confirmamos la ley. 492

Comentario bíblico adventista

La Epístola del Apóstol San Pablo a los ROMANOS 

Capítulo 3

 

1.

¿Qué ventaja? 

"¿Qué demasía o excedente?" ¿Qué privilegio especial o ventaja tiene el judío sobre el gentil? Ya que un verdadero judío lo es interiormente, ¿cuál es la ventaja de pertenecer a la raza escogida? Si un gentil incircunciso que cumple con los requisitos de la ley es considerado como si fuera en realidad circuncidado (cap. 2: 26), ¿de qué vale ser circuncidado? Un cristiano también podría preguntar: Si el bautismo y el pertenecer a la feligresía de la iglesia no proporcionan por sí mismos ninguna ventaja especial (ver com. cap. 2: 29), ¿de qué vale ser bautizado y unirse a la iglesia?

2.

Primero.

O "antes que todo", "primeramente". Pablo sólo menciona una ventaja en este pasaje, y no prosigue enumerando otras.  Responde después más plenamente a la pregunta (cap. 9: 4-5).

Les ha sido confiada.

O "les fueron confiados los oráculos". Ver el comentario siguiente.

Palabra.

Gr. lógia, literalmente "dichos breves"; "oráculos" (BC, BJ).  Esta palabra sólo aparece cuatro veces en el NT (Hech. 7: 38; Heb. 5: 12; 1 Ped. 4: 11). Es evidente que en este contexto Pablo la usa para referirse a las Escrituras del AT, aunque puede estarse refiriendo en forma particular a las promesas y órdenes de Dios para su pueblo Israel. La primera ventaja de que disfrutaban los judíos consistía en que se les había confiado la revelación directa de Dios acerca de la voluntad divina para el hombre. Este era un gran honor y privilegio, pero imponía la correspondiente obligación de compartir esa revelación divina con el mundo (ver Deut. 4: 6-8). Si los judíos hubiesen reconocido y apreciado el privilegio y la responsabilidad que se les había confiado, Dios hubiera podido salvar al mundo mediante ellos (ver t.IV, pp. 28-29).

3.

Han sido incrédulos.

O "fueron infieles" (BJ). El verbo griego pistéuÇ significa tanto "creer" como "confiar" o "ser fiel". El sustantivo pístis se traduce "fe", "creencia" y "confianza". El verbo opistéo es lo contrario de pistéuÇ: significa tanto "no creer" como "ser infiel".

Sin duda la referencia es a la falta de creencia y de fe en la revelación de Dios, y especialmente a la falta de fe en Jesús, el Salvador prometido. Quizá haya una referencia a la infidelidad generalizada entre los judíos, a su fracaso por no vivir a la altura del  conocimiento y de la instrucción que se les había confiado. Pablo no dice que todos los judíos eran incrédulos o infieles. "Algunas de las ramas fueron desgajadas" (ver com. cap. 11: 17); pero "algunas" (tines) podría representar la gran mayoría (cf. Heb. 3: 16).

Incredulidad.

 O "falta de fe".

Habrá hecho nula. 

Gr. katargéÇ, "anular", "invalidar". Esta palabra aparece frecuentemente en las epístolas de Pablo, y se la ha traducido de diversas maneras en la RVR: "invalidamos" (Rom. 3: 31), "deshacer" (1 Cor. 1: 28), "dejé" (1 Cor. 13: 11), "aboliendo" (Efe. 2: 15), "quitado" (Gál. 5: 11), etc. El significado básico es "hacer inútil" o "innecesario". Los fracasos de los judíos no implican que Dios dejó de cumplir las promesas que les hizo. Continúa en vigencia la promesa de la salvación, pero siempre y únicamente para los que tienen fe (Rom. 1: 16). En nuestros días algunos pueden sentirse tentados a considerar que la larga demora del regreso de Cristo es un fracaso de Dios en el cumplimiento de las promesas hechas a los suyos; pero recordemos esto: las promesas de Dios son condicionales (ver com.  Eze. 12: 27). Nuestros pecados y nuestra falta de fe han hecho que Dios no pudiera cumplir su promesa de un pronto regreso. Los mismos pecados que cerraron la tierra de Canaán para el antiguo Israel han demorado la entrada del moderno Israel en la Canaán celestial. "En ninguno de los dos casos fallaron las promesas de Dios. La incredulidad, la mundanalidad, la falta de consagración y las contiendas entre el profeso pueblo de Dios nos han mantenido en este mundo de pecado y tristeza tantos años" (Ev 505). Ver t. IV, pp. 32-36.

La fidelidad de Dios.

Es decir, la fidelidad de Dios en cumplir sus promesas. En cuanto a la fidelidad de Dios, ver 2 Tim. 2: 13; Heb. 10: 23; 11: 11; 1 Juan 1: 9.

4.

De ninguna manera.

Gr. m' génoito, literalmente "no acontezca". Pablo usa esta expresión 14 veces, y siempre para expresar un sentimiento de profunda repugnancia. La expresión hebrea correspondiente es jalilah, literalmente "cosa profana, abominable, impensable" (ver com. 1 Sam. 20: 2).

Sea Dios veraz.

O "continúe Dios siendo veraz" o "sea hallado Dios veraz", o "quede demostrado que Dios es veraz". Aunque los hombres han demostrado que son desleales a su cometido, véase y reconózcase que Dios es 493 veraz (cf. 2 Tim. 2: 13).

Todo hombre mentiroso. 

Palabras de Sal. 116: 11 según la LXX.

Como está escrito.

Una cita de Sal. 51: 4 según LXX David expresó en este salmo la profundidad de su arrepentimiento por su pecado con Betsabé, y reconoció que Dios era justo en la condenación y el castigo del pecado. Pablo presenta estas palabras de David para apoyar su argumento del vers. 3: que la infidelidad de los hombres en nada ha anulado la fidelidad de Dios, sino que sólo ha servido para establecer su justicia.

Justificado. 

O "reconocido justo", o "declarado justo". Este es el único significado de la palabra que podría aplicarse al Dios de toda justicia.

Venzas. 

O "prevalezcas". Esta palabra griega a veces se usaba para referirse a los juicios en los tribunales.

Fueres juzgado.

O "vayas a la ley", "entres en juicio" (ver 1 Cor. 6: 1, 6, donde se traduce igual el mismo término griego). Pablo quizá se refiera aquí al motivo central del gran conflicto entre el bien y el mal. El carácter de Dios y su justicia han sido juzgados, por así decirlo, ante los hombres y ante todo el universo (ver Rom. 3: 25-26).

5.

Hace resaltar. 

Gr. suníst'mi. Esta palabra y sus afines se usan en el NT con tres matices de significado: (1) "alabar" (2 Cor. 12: 11) o "recomendar" (Rom. 16: 1); (2) "existir" (Col. 1: 17); y (3) "mostrar" (Rom. 5: 8;  2 Cor. 7: 11). Este último sentido ("realzar", BJ) es el que posiblemente deba aplicarse en este pasaje. Pablo está preparándose para hacer frente a la objeción de que si el pecado del hombre sólo tiende a destacar y establecer la justicia de Dios, ¿por qué entonces tiene que castigarse ese pecado?

Justicia de Dios.

Ver com. cap. 1: 17. Parece que en este contexto Pablo está realzando en primer lugar la perfección del carácter divino.

¿Qué diremos? 

Una expresión común en los escritos de Pablo (cap. 4: 1; 6: 1; etc.).

¿Será injusto Dios? 

La manera en que se hace esta pregunta en griego, exige que la respuesta sea negativa.

Que da castigo. 

Literalmente "descargar la ira". Es decir, quien descarga el desagrado divino contra el pecado (ver com. cap. 1: 18).

Hablo como hombre. 

Cf. Rom. 6: 19; Gál. 3: 17. El sentimiento de reverencia de Pablo Parece imponerle la necesidad de disculparse por haber recurrido a una analogía entre lo humano y lo divino.

6.

En ninguna manera. 

Ver com. vers. 4.

¿Cómo juzgaría Dios? 

Se da por sentado, sin necesidad de prueba alguna, que Dios juzgará al mundo. Pablo no habría necesitado de ninguna manera persuadir a los judíos de esta verdad fundamental (por ejemplo, ver Ecl. 12: 14). Por lo tanto, como generalmente se acepta que Dios será el juez del mundo, debe rechazarse la conclusión insinuada en el vers. 5: que es injusto al castigar el pecado. Pues si es injusto que Dios condene y castigue el pecado porque el pecado indirectamente ha servido para establecer la justicia divina, ¿de qué manera podría él juzgar?

7.

Mi mentira. 

Es decir, mi falsedad, mi infidelidad ante las demandas de Dios y de mi conciencia; mi virtual negación de la realidad de las promesas de Dios, especialmente mi rechazo de su ofrecimiento de salvación por medio de Cristo. Pablo repite el contraste del vers. 4, pero esta vez -quizá para seguir la lógica de su argumento- habla como si él mismo estuviera presentando la objeción (cf. 1 Cor. 4: 6).

La verdad de Dios. 

Es decir, la confiabilidad de Dios, su veracidad; su fidelidad frente a sus promesas.

Abundó. 

La veracidad de Dios no podría ser aumentada, pero sí podría abundar más para su gloria manifestándose más plenamente.

Juzgado. 

O "condenado" (ver com. cap. 2: 1). Si mi incredulidad y falsedad sirven para revelar la verdad de Dios, ¿por qué todavía estoy siendo condenado como pecador? Un acto que tiende a promover la gloria de Dios, ¿cómo puede ser considerado como un mal; Y si esta objeción es válida, ¿por qué no debiéramos continuar en pecado de modo que resultara un bien mayor? Pablo no se detiene para explicar la evidente falacia de semejante razonamiento, tan destructivo de toda moralidad. Es evidente que el pecador no merece ninguna alabanza por el bien que, en contra de sus intenciones, se origina en su pecado.

8.

Como se nos calumnia.

Literalmente "somos blasfemados". El falso informe era una manifiesta tergiversación de la fe y doctrina de Pablo, y sin embargo se "afirmaba" que el apóstol había dicho cosas tales. La acusación de que Pablo, y los cristianos en general, 494 eran culpables de enseñar un error tal, evidentemente era una conclusión sacada de enseñanzas como la de que el hombre es jusificado por la fe y no por las obras de la ley (cap. 3: 20, 28) y que "cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia" (cap. 5: 20). En el cap. 6 se presenta la refutación plena de esta acusación.

Condenación. 

Es decir, juicio. No es claro si la última frase se refiere a los calumniadores que acaban de ser mencionados, o a aquellos que se atrevían a decir: "hagamos males para que vengan bienes", o a aquellos que hablaban y procedían de acuerdo con un principio tan pernicioso. La última interpretación parece cuadrar mejor dentro del contexto, pues la alusión de Pablo a los calumniadores es sólo incidental para su propósito principal de los vers. 5-8: eliminar de los judíos cualquier posible pretensión de quedar exceptuados del juicio de Dios.

9.

¿Qué, pues?

La pregunta expresa una transición en el argumento de Pablo. Aquí se refiere retrospectivamente a los vers. 1 y 2.

¿Somos nosotros mejores que ellos?

Gr. proéjÇ, que en voz activa significa "tener ventaja", pero que aquí aparece en forma media o pasiva, por única vez en el NT. Se ha pensado que podría significar (como la voz media fuera del NT) "poner algo delante para protegerse".  Pablo estaría preguntando: ¿Nos defendemos?" o "¿estamos protegiéndonos con excusas?" Si se toma con el sentido pasivo, preguntaría: "¿Somos aventajados por otros?" El contexto no favorece este sentido. La ambigüedad de esta forma verbal parece haber llevado a algunos copistas a usar otro verbo: prokatéjÇ, "tener ventaja desde antes". Sin embargo, la evidencia textual favorece el verbo proéjÇ.  Pablo ha declarado en el vers. 2 que los judíos tenían importantes ventajas sobre los gentiles. Sin embargo, un privilegio mayor implica una responsabilidad mayor, y en ese sentido los judíos, con la luz que tenían, merecían un castigo más severo que los entenebrecidos gentiles (Luc. 12: 47-48).  El resto del versículo aclara que -sin tener en cuenta ventajas o desventajas- los judíos y gentiles están todos bajo pecado y necesitan justificación.

En ninguna manera.

Es decir, ni en lo más mínimo.

Ya hemos acusado.

La acusación fue hecha contra los gentiles (cap. 1: 18-32) y contra los judíos (cap. 2: 1-29).

Gentiles.

Literalmente "griegos", que, sin embargo, significa gentiles (ver com. cap. 1: 16).

Bajo pecado. 

Es decir, bajo el poder o dominio del pecado. La expresión denota sujeción al pecado como un poder que rige en la vida de todos los hombres en su estado natural, cuando no han sido renovados por la gracia de Dios (ver Rom. 7: 14; Gál. 3: 22).

10.

Como está escrito. 

Pablo ahora recurre a las Escrituras para dar validez a su acusación de pecaminosidad universal, que ya ha presentado con otros fundamentos. Esta comprobación bíblica destaca particularmente que aun el pueblo escogido comparte la necesidad universal de rectitud. La siguiente serie de citas procede de Sal. 14: 1-3 ó 53: 1-3; 5: 9; 140: 3; 10: 7; Isa. 59: 7; Sal. 36: 1. El texto corresponde mayormente con la LXX, aunque con algunas variaciones. Pablo no especifica dónde se pueden encontrar esos pasajes. Es evidente que daba por sentado que sus lectores judíos estaban bien versados en las Escrituras del AT. También usa citas múltiples en Rom. 9: 25-28; 11: 26-27, 34-35; 12: 19-20; 2 Cor. 6: 16-18.

No hay justo, ni aun uno. 

Cita de Sal. 14: 1 ó 53: 1. En vez de "haga bien" Pablo usa el término "justo", dando así el mismo sentido, pero en una forma que coincide mejor con todo su razonamiento en cuanto a la justificación por la fe. Esta sentencia es un resumen de todo lo siguiente.

11.

No hay quien entienda. 

De Sal. 14: 2. Al abreviar el pasaje, Pablo expresa adecuadamente el sentido negativo implicado en el original.  La falta generalizada de entendimiento se debe al oscurecimiento y a la perversión del intelecto debido al pecado (Rom. 1: 31). Las cosas

 de Dios se han convertido en necedad para el inconverso (1 Cor. 2: 14; cf. Efe. 4: 18).  El salmo del cual está citando Pablo, comienza con la declaración: "Dijo el necio en su corazón: No hay Dios" (Sal. 14: 1).

Quien busque.

No hay deseo espiritual ni esfuerzo por conocer a Dios (cf. cap. 1: 28).

12.

Se desviaron.

Una cita del Sal. 14: 3 que concuerda exactamente con la LXX (donde aparece como Sal. 13: 3; ver t. III, p. 632).

Se hicieron inútiles.

La expresión hebrea equivalente, en el salmo citado, significa "corromperse" (ver com. Sal. 14: 3). En griego significa "hacerse inservible".

Lo bueno.

Gr. Jr'stól's. En el NT esta palabra 495 sólo aparece en los escritos de Pablo; en la RVR se ha traducido "bondad" en Efe. 2: 7, y "benignidad" en Gál. 5: 22 (donde está en la lista de los frutos del Espíritu) y en Col. 3: 12. La palabra puede definirse como una disposición bondadosa hacia el prójimo.  Cuando los hombres no tienen el deseo de conocer a Dios y se ha entenebrecido su entendimiento, no sienten esa bondadosa disposición (cf. Rom. 1: 28-31).

No hay ni siquiera uno. 

Podría objetarse que la Biblia y la historia registran las vidas de muchos hombres y mujeres nobles que vivieron rectamente en el temor del Señor. Después de esta declaración el salmista mismo se refiere a "la generación de los justos" (Sal. 14: 5). Lucas, discípulo y compañero de Pablo (ver com. Hech. 16: 10), no vacila en decir que Zacarías y Elisabet "ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor" (Luc. 1: 6). Pero "la generación de los justos" estaría pronta en convenir con Pablo que "todos pecaron" (Rom. 3: 23) y que ellos no constituyen una excepción de la descripción que hace el apóstol de la pecaminosidad general; serían los primeros en reconocer que una vez estuvieron bajo el dominio del pecado y que la justicia de la cual disfrutaron, provino de Dios por medio de la fe.

13.

Sepulcro abierto. 

Así como una tumba abierta pronto quedará llena de muerte y corrupción, en la misma forma la garganta de los impíos, abierta para hablar vanidades, se llena de corrupción y falsedad mortífera. Cf. Jer. 5: 16, donde la alejaba de los caldeos también es llamada "sepulcro abierto". Algunos explican la figura de lenguaje diciendo que significa que sus palabras son como la hediondez nauseabunda de un sepulcro recién abierto (cf.  Juan 11: 39).

Engañan. 

Mejor "engañaban". El tiempo imperfecto indica perseverancia en la práctica del engaño. En el texto hebreo de Sal. 5: 9 dice literalmente "hacen sus lenguas suaves"; es decir, usaban palabras suaves y halagüeñas.

Veneno de áspides. 

Esta parte del versículo corresponde exactamente con Sal. 140: 3 según la LXX. El veneno de la falsedad es tan mortífero como el de una serpiente.

14.

Su boca. 

Cf. Sal. 10: 7. "Garganta", "lengua", "labios" (Rom. 3: 13) pueden considerarse como etapas sucesivas por las cuales se produce el habla. "Boca" las resume todas en una.

15.

Sus pies. 

Los vers. 15-17 son una cita abreviada de Isa. 59: 7-8, donde el profeta está describiendo el carácter de la nación judía de su tiempo.

18.

No hay temor de Dios. 

Cita de Sal. 6: 1. Pablo comenzó esta serie de citas con una declaración general en cuanto a la pecaminosidad de todos los hombres; después se refirió a algunas de las diversas manifestaciones del pecado; y Finalmente citó una declaración en cuanto al origen del pecado. La impiedad se origina en la falta de reverencia a Dios. Donde faltan el respeto o reverencia por el carácter, la autoridad y el honor de Dios, el mal no tiene restricciones (ver también Rom. 1: 32).

Estas citas del NT han servido para apoyar la afirmación de Pablo de que los judíos están muy lejos de ser excluidos de la pecaminosidad universal de los hombres.  Ante esta descripción de la condición del pueblo judío, es evidente que un judío no podría haber esperado salvarse sencillamente por ser judío. Y si tal era el carácter del pueblo escogido, con todos sus privilegios y ventajas, ¿cuál debe haber sido la condición de los paganos que tenían menos conocimiento?  No resulta, pues, difícil creer en la exactitud de la terrible descripción que hay del mundo pagano en el cap. 1.  El mundo entero está sumido, sin duda alguna, en pecado, y todos sus habitantes contaminados, arruinados e indefensos.  Esta situación calamitosa bien podría inducirnos a un abatimiento sin esperanza, si no fuera porque el Dios de misericordia se ha compadecido de nosotros en nuestra condición degradada y ha ideado un plan por el cual el hombre caído y perdido puede ser ensalzado hasta alcanzar "gloria y honra e inmortalidad" (cap. 2: 7).

19.

Sabemos. 

Expresión usual de Pablo para referirse a algo generalmente aceptado (ver com. cap. 2: 2; cf. cap. 7: 14; 8: 22; etc.).

La ley.

El artículo también está en el griego (ver com. cap. 2: 12).  Por lo general se entiende que la referencia es a las Escrituras del AT, de las cuales Pablo ha extraído las citas previas.  El AT estaba dividido en tres colecciones de libros:  la Ley, los Profetas y los Salmos o Escritos (ver t. I, pp. 40-41). Pero el título completo, tal como aparece en Luc. 24: 44, rara vez se usaba, y podría estarse refiriendo a las tres divisiones con la expresión 496 "la ley" y "los profetas" (Rom. 3: 21; cf. Mat. 5: 17; 22: 40; etc.), o sencillamente "la ley" (ver com. Juan 10: 34). Para que los judíos vieran más clara y directamente la evidencia de las Escrituras, y para impedir cualquier intento de ellos para eludir la referencia y aplicarla a los gentiles, Pablo llama la atención al hecho de que el AT -el cual ha estado citando- habla especialmente a aquellos a quienes fue dado. Los judíos reconocían la inspiración divina del AT, que denunciaba tan específicamente los pecados de la nación judía. Por lo tanto, era muy difícil que eludieran la conclusión de Pablo de que con justicia fueran considerados participantes, junto con los gentiles, en la culpabilidad universal de todos los hombres.

Dice, lo dice. 

Literalmente "lo que la ley dice, lo habla". El primer "dice" es la traducción del Gr. légÇ, que aquí destaca el tema de que se habla, y el segundo "dice", es la traducción del Gr. laléÇ, que se refiere a la forma de expresarse. La primera palabra es aplicable particularmente al contenido de la ley, en tanto que la segunda se refiere especialmente a la proclamación de ella. Esta distinción entre las dos palabras se aclara con la siguiente traducción: "Todo lo que la ley dice está dirigido a los que están sometidos a la ley".

Bajo la ley.

 Literalmente "en la ley". Es decir, sometidos a la autoridad de la ley (cf. cap. 2: 12).

Se cierre. 

En vista de la evidencia presentada, los hombres no tienen ninguna excusa que presentar (Rom. 2: 1; cf. Sal. 63: 11).

Todo el mundo.

Judíos y gentiles. Pablo ya ha declarado la culpabilidad de los paganos (cap. 1: 20, 32).

Juicio.

La palabra "juicio" es traducción del Gr. hupódikos, vocablo que sólo aparece aquí en el NT y que no se halla en la LXX. En el griego clásico significa "sujeto a procesamiento", y a continuación del cual puede haber una referencia a la ley violada, o a la parte perjudicada, o al demandante que está en su derecho. De ahí estas traducciones: "se reconozca reo ante Injusticia de Dios" (BC); "se reconozca reo ante Dios" (11); "se confiese reo ante Dios" (NC). Se presenta a Dios como teniendo un pleito con los pecadores (ver Jer. 25: 3 l). Pablo puede estar hablando aquí de Dios no sólo como la parte perjudicada, sino también como el juez (Rom. 2: 5-6, 16).

20.

Ya que.

Mejor "porque". Lo que sigue presenta la razón por la cual toda boca debe cerrarse y todo el mundo debe ser tenido como culpable delante de Dios (vers. 19).

Por las obras de la ley. 

Literalmente "de obras de ley"; indicando origen o procedencia; es decir, "en base a obras de ley", o sea obras ordenadas por la ley En el texto griego "ley, no está precedida por el artículo (ver com. cap. 2: 12). Pablo está declarando tina verdad general que es aplicable a gentiles y indios. La justificación mediante "obras de ley" (requeridas por ley) ha sido la base de todo sistema religioso falso, y también se había convertido en el principio aun de la religión judía (DTG 26 -27). Pero las obras que se hagan para obedecer cualquier ley, ya sea que ésta se conozca por la razón, la conciencia o la revelación, no pueden justificar al pecador delante de Dios (Gál. 3: 21). Pablo ya ha demostrado que los gentiles han violado la ley que les fue revelada en la naturaleza y en la conciencia (Rom. 1), y también ha comprobado que los judíos han violado la ley revelada a ellos en el AT, especialmente en los Diez Mandamientos (cap. 2). Judíos y gentiles necesitan justificación. Pero la ley no tiene poder para justificar; sólo puede mostrar la pecaminosidad del pecado en su exacta realidad. La justificación se puede alcanzar en una sola forma.

No hay contradicción entre la afirmación "los hacedores de la ley serán justificados" (cap. 2: 13) y este pasaje: "por las obras de la ley ningún ser humano será justificado". En el primer caso se destaca que sólo serán justificados los que se entregan completamente a Dios y están dispuestos a hacer cualquier cosa que él ordene, por cuanto no son simples "oidores de la ley"; en el segundo caso se enfatiza el hecho igualmente cierto de que las buenas obras de obediencia nunca pueden comprar la salvación, pues en el mejor de los casos pueden ser únicamente la evidencia de la fe por medio de la cual se recibe la justificación.

Ningún ser humano. 

Sin duda Pablo está aludiendo a Sal. 143: 2.

Será justificado.

Gr. dikaiÇÇ, "considerar como justo", "declarar justo", "hacer  "justo", o "justificar", siempre que no se entienda en el sentido de presentar un justificativo, sino en el sentido de poner en situación, justa o relación correcta. La palabra aparece 39 veces en el NT, 27 de ellas en los escritos de Pablo. DikaiÇÇ, "justificar", díkaios, "justo", dikaiosú497n',   "justicia" derivan de la misma raíz, y se ve claramente la relación entre las tres palabras.

Tal como se usa en el NT con referencia a los seres humanos, la justificación indica el acto por el cual una persona es colocada en relación correcta con Dios. Por medio de ese acto Dios absuelve a un hombre que es culpable de faltas, o trata como justo al que ha sido injusto. Justificación significa la cancelación de las acusaciones presentadas contra el creyente en el tribunal celestial. "Si os entregáis a él y lo aceptáis como vuestro Salvador, por pecaminosa que haya sido vuestra vida, seréis contados entre los justos, por consideración a él" (CC 62; ver com. cap. 3: 28; 4: 25; 5: 1)

Por medio de la ley. 

Literalmente "mediante ley". En el texto griego no está el artículo (ver com. cap. 2: 12).

Conocimiento. 

Gr. epígnÇsis, término que significa un conocimiento claro y exacto (Rom. 1: 28; 10: 2; Efe. 4: 13), no la palabra usual para conocimiento (gnósis). La ley es la norma de justicia, y todo lo que no esté a la altura de las demandas de la ley, es pecado, pues el pecado es anarquía, desobediencia a la ley (1 Juan 3: 4). Cuanto más se familiariza una persona con la gran norma tanto más aumentan su conocimiento y sentimiento de pecado. Por eso nadie puede ser justificado por las obras de la ley. En lo que tiene que ver con la justificación, la ley ha hecho todo lo que te incumbe cuando el pecador ha sido inducido a exclamar: "¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" (ver com. Rom. 7: 24). La ley es un espejo :hace ver la mancha, la culpa, pero no puede quitarla.

Este versículo, más la afirmación de Pablo de que la ley tiene el propósito de llevarnos a Cristo (Gál. 3: 24), muestra claramente la relación entre la ley y el Evangelio. El Evangelio no ha puesto a un lado la función necesaria de la ley. La doctrina de la justificación por la fe "presenta la ley y el Evangelio, vinculando ambas cosas en un conjunto perfecto" (TM 94).

21.

Pero ahora.

Puede entenderse o en su sentido temporal -"en el momento presente"-, o en su sentido lógico -"en esta situación"-. Para su uso con el segundo significado, cf. Rom. 7: 17; 1 Cor. 13: 13. Pablo ha presentado la necesidad universal que hay de justificación (Rom. 1: 18 a 3: 20), y ahora pasa del lado negativo al positivo del tema propuesto en el cap. 1: 17.

Aparte de la ley.

En el texto griego no está el artículo (ver com. cap. 2: 12).  Estas palabras contrastan con "las obras de la ley" (cap. 3: 20).  Destacan que la justicia de Dios se ha manifestado sin ninguna referencia con la ley; es decir, que Injusticia de Dios se ha manifestado sin tener necesidad de ningún principio de ley, ni de ninguna idea de obediencia legal como un medio de obtener justicia, ni con ninguna relación con el sistema legalista que los judíos presentaban como la base de la justificación.

Se ha manifestado.

Estas palabras podrían implicar que lo que ahora se ha manifestado, anteriormente había estado oculto (cf. Rom. 16: 25-26; Col. 1: 26). Aunque la justicia de Dios se había revelado hasta cierto punto en el AT, la manifestación plena de la justicia divina ha venido con la persona de Cristo (ver PP 390).

La justicia de Dios.

Ver com. cap. 1: 17. En contraste con la pecaminosidad generalizada entre los hombres y sus inútiles esfuerzos de ganar la justificación por las obras de la ley, Pablo procede a describir Injusticia de Dios, una, justicia que el Señor está listo a dar a todos los que tienen fe en Jesucristo.

Testificada.

"Atestiguada"; es decir, confirmada.

Por la ley y por los profetas.

Las Escrituras del AT (ver com. vers. 19). En el griego "ley" está precedida por el artículo (ver com. cap. 2: 12). No hay contradicción entre el AT y el NT. Aunque esta manifestación de la justicia de Dios es aparte de la ley, no se opone en forma alguna a la ley y a los profetas; por el contrario, fue anticipada por ellos (cf.  Juan 5: 39). El AT es esencialmente una profecía de Injusticia que se revelaría en Cristo y sería recibida por fe, según se registra en el NT (ver Hech. 10: 43; 1 Ped. 1: 10-11). Pablo ya ha citado a Hab. 2: 4: "El justo por la fe vivirá" (Rom. 1: 17). A través de toda la epístola constantemente recurre al AT para confirmar su tesis de que la justificación es por fe (cap. 4; 10: 6, 11). El propósito central de la ley de ceremonias y sacrificios era enseñar que un hombre podía ser justificado no por su obediencia a la ley moral, sino por la fe en el Redentor venidero (ver PP 383).

22.

Por medio de la fe en Jesucristo.

Gr. día písteÇs I'sóu Jristóu, "por fe de Jesucristo", lo que podría entenderse también como "por fe en Jesús". En Mar. 11: 22 el texto griego 498 dice literalmente: "tened fe de Dios", y la RVR traduce correctamente: "Tened fe en Dios".  Así también la "fe de [literalmente] su nombre" de Hech. 3: 16 se ha traducido "fe en su nombre". Los santos son "los que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús" (ver Apoc. 14: 12); interpretado en TM 54 como "fe en Jesús".

Algunos han preferido entender que "fe de Jesús" significa aquí la fe que Jesús mismo albergó, su fidelidad, la santa vida que vivió y el carácter perfecto que alcanzó, que es dado gratuitamente a todos los que lo reciben (ver DTG 710). Compárese con "la fidelidad de Dios" (ver com. Rom. 3: 3). Además, la "fe" de Jesús incluía su fidelidad expresada en su muerte vicaria voluntaria (ver Rom. 3: 25-26; cf. Fil. 2: .

En cualquier forma en que se aplique la justificación, ambos aspectos son válidos. La "fe de Jesús" es la que hace posible que Dios "sea justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús" (Rom. 3: 26). La "fe en Jesús" es el instrumento a través del cual el individuo entra en posesión de las bendiciones de la justificación (ver Material Suplementario de EGW, com. cap. 4: 3-5).

Sin embargo, la justificación no se recibe como una recompensa por nuestra fe en Cristo, sino que la fe es el medio de apropiarse de la justificación. Cuando el creyente en Jesús, con amor y gratitud, se entrega sin reservas a la misericordia y a la voluntad de Dios, la rectitud de la justificación le es imputada. Y a medida que continúa diariamente experimentando esta confianza, entrega y comunión, aumenta su fe, capacitándolo para recibir más y más de la justicia impartida o la santificación.

La fe es, por así decirlo, la mano que el pecador extiende para recibir el "don [gratuito]" de la misericordia de Dios (cap. 5: 15). Dios siempre está dispuesto a darnos este don, no como una recompensa por algo que hayamos hecho, sino sencillamente por su infinito amor. De nosotros depende que recibamos el don, y es recibido "por fe".

Para todos.

La evidencia textual (cf. p. 10) favorece la inclusión de esta frase; sin embargo su omisión no afecta esencialmente el sentido.

Creen.

O "tienen fe" (ver com. vers. 3).

No hay diferencia.

O "no hay distinción". Tanto gentiles como judíos están incluidos en el mismo método de salvación. La razón para que no se haga diferencia es porque no hay diferencia en la necesidad de ambos (vers. 23).

23.

Todos pecaron.

El pecado de Adán desfiguró la imagen divina en el ser humano (ver com. cap. 5: 12; cf. OE 83), y siempre, a partir de la caída del hombre, todos los descendientes de Adán han continuado siendo deficientes y han quedado destituidos de la imagen y de la gloria de Dios (ver comentario de "gloria"). Pablo insta a judíos y a gentiles a reconocer el hecho vital de que todas las evidencias emanadas de la experiencia y de la historia claramente demuestran que el hombre caído, con su naturaleza depravada, es completamente incapaz de cumplir con los requerimientos de la ley de Dios y de establecer su propia justicia. La única forma posible de lograr la justificación es por la fe en Jesucristo. Así, mediante la aceptación del sacrificio de Cristo, los seres humanos son debidamente reconciliados con Dios (cap. 3: 24), se crea un nuevo corazón dentro de ellos, y son capacitados por la fe para vivir una vez más obedeciendo la ley de Dios (ver com. cap. 5: 1).

Están destituidos.

Gr. huteréÇ, que se usa con el significado de "padecer necesidad" (Fil. 4: 12), "ser pobres" (Heb. 11: 37), "faltar" (Luc. 15: 14). En el relato de la fiesta de las bodas de Caná se usa husteréó al hablar del vino que faltó (Juan 2: 3). El verbo griego indica que los pecadores todavía continúan en su deficiencia. Más aún: la significación particular del verbo puede expresar el hecho de que hay una carencia y, además, que se siente esa falta. Si tal es el caso ahora, el verbo podría traducirse: "se dan cuenta de que continúan estando destituidos". La comprensión de esta carencia ha inducido a muchos a tratar de establecer su propia justicia por medio de las obras de la ley.

Gloria.

Gr. dóxa. En la Biblia dóxa se usa en dos formas principales, pero algo diferentes, aunque ambas se basan en el significado original del griego clásico: "opinión", "noción", "reputación". Con frecuencia se la usa para significar "honor", "fama", "reconocimiento" (Juan 5: 44; 7: 18; etc.). En este sentido se opone a "deshonra" (1 Cor. 11: 14-15; 15: 43; 2 Cor. 6: , y por ello se la busca (Juan 5: 44; 7: 18; 1 Tes. 2: 6), se la recibe (Juan 5: 41, 44), se la da (Luc. 17: 18; Juan 9: 24), se la atribuye a Dios (Luc. 2: 14; Apoc. 1: 6).

Si éste es el sentido que Pablo le da aquí, entonces "la gloria de Dios" significa el honor, 499 la alabanza o aprobación que Dios imparte, y de la cual están destituidos los hombres.  Como Pablo está tratando en este pasaje con la forma en que el hombre es visto delante de Dios, y se refiere en el versículo siguiente a la justificación -el único medio por el cual el hombre puede recuperar la aprobación de Dios-, el sentido de "gloria" podría ser apropiado en este contexto.

Por otro lado, "gloria" también se usa en la Biblia para indicar "brillo", "apariencia gloriosa" (Mat. 4: 8; Luc. 12: 27; Hech. 22: 11). A veces se usa en un sentido paralelo con "imagen", "parecido", "forma", "apariencia" (ver Rom. 1: 23; cf. Núm. 12: 8, LXX, donde doxa se usa con el sentido de "apariencia"). La gloria revelada a Moisés (Exo. 33: 18, 22) era el carácter de Dios: bondad, misericordia, perdón (ver OE 431). Esa gloria también se puede reflejar en aquellos hijos de Dios que son capaces de conocer, amar y parecerse cada vez más a su Hacedor. Por eso Pablo habla del hombre como "imagen y gloria de Dios" (1 Cor. 11:7), sin duda porque puede recibir y reflejar la gloria divina. La revelación completa de la gloria y perfección de Dios es "la gloria de Dios en la faz de Jesucristo" (2 Cor. 4: 6).

A medida que esta gloria de Dios, revelada en Cristo, refulge desde el Evangelio y penetra en el corazón y en la mente del creyente, lo transforma en "luz en el Señor" (Efe. 5: . De esa manera "nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen" (2 Cor. 3: 18). La esperanza y aspiración del cristiano es la de participar más y más plenamente en la gloria de Dios (ver Rom. 5: 2; 1 Tes. 2: 12; 2 Tes. 2: 14).

Si "la gloria de Dios" se entiende más bien en este último sentido, estar "destituidos de la gloria de Dios" significaría no haber alcanzado la perfección de Dios, haber perdido su imagen y estar destituidos de su semejanza.

Estas dos interpretaciones quizá no se excluyan entre sí y cuadren dentro de este versículo.

24.

Siendo justificados.

Los hombres no tienen nada por lo cual puedan presentarse como justos delante de Dios, por lo tanto la justificación tiene que ser algo gratuito. El hombre estará capacitado para aceptar por fe la justificación como un don gratuito únicamente cuando, con toda humildad, esté preparado para reconocer que se halla destituido de la gloria de Dios, y que no tiene en sí mismo nada que lo haga aceptable delante de Dios.

Gratuitamente.

Gr. dÇreán, "gratuitamente, como regalo". Compárese con el uso de esta palabra en Mat. 10: 8; 2 Cor. 11: 7; Apoc. 21: 6; 22: 17.

Gracia.

Gr..járis, que aparece unas 150 veces en el NT. Pablo usa esta significativa palabra más que cualquiera de los otros escritores del NT: la utiliza unas 100 veces en sus epístolas; y Lucas, su íntimo colaborador, la usa unas 25 veces en Lucas y en Hechos. O sea que entre los dos la emplean más del 80 por ciento de todas las veces que aparece en el NT. "Gracia" de ninguna manera fue una palabra inventada por los apóstoles. Este término se usa mucho con una variedad de matices en la LXX, en la literatura griega clásica y posterior; sin embargo, el NT parece dar con frecuencia un significado especial a "gracia", que no se encuentra plenamente en otras partes.

"Gracia" también significa "atractivo que tienen ciertas personas", lo que da la idea de belleza, donosura, donaire, algo que deleita al que contempla.  Compárese con "la gracia se derramó en tus labios" (Sal. 45: 2, LXX; cf. Prov. 1: 9; 3: 22).  La misma idea se le da algunas veces cuando aparece en el NT Cuando Jesús habló en Nazaret, sus oyentes "estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca" (Luc. 4: 22).  Pablo aconsejó a los creyentes de Colosas que sus palabras siempre debían ser "con gracia" (Col. 4: 6).

"Gracia" también da la idea de un sentimiento bello o agradable experimentado o expresado hacia otros, como bondad, favor, buena voluntad. José halló "gracia" ante Faraón (Hech. 7: 10; cf. vers. 46).  Mientras los discípulos predicaban, despertaban "favor" -literalmente "gracia"- en toda la gente (Hech. 2: 47); y cuando Jesús era joven "la gracia de Dios era sobre él" (Luc. 2: 40). Este mismo sentido se observa en Luc. 2: 52, "en gracia para con Dios y los hombres".  Evidentemente, en estos textos de Lucas no cuadra la acepción "favor inmerecido".

La palabra "gracia" también se usaba como la manifestación de un sentimiento de buena voluntad al expresar agradecimiento.  "¿Acaso da gracias al siervo?" (Luc. 17: 9).  Con frecuencia se usa en el sentido de expresar gratitud a Dios: "Gracias sean dadas a Dios"  500 (1 Cor. 15: 57; 2 Cor. 8: 16; cf. Rom. 6: 17; 2 Cor. 2: 14; 9: 15). Es, pues, claro que no es un "favor inmerecido" el que los mortales expresan ante Dios.

"Gracia" se usaba además como una expresión concreta de buena voluntad, para referirse a un regalo, un favor, una merced. Los judíos que comparecieron ante Festo le pidieron "como gracia" una medida contra Pablo (Hech. 25: 3); a su vez el apóstol habla del "donativo" (RVR), "generosidad" (BC), "liberalidad" (BJ), "obsequio" (NC), "beneficencia" (VM) que las iglesias habían reunido para los pobres de Jerusalén como "gracia" (1 Cor. 16: 3; cf. 2 Cor. 8: 4, 6-7, 19).

Ninguna de las formas mencionadas difiere de las maneras en que se usa esa palabra en otros pasajes de la literatura griega. El significado peculiar añadido al término "gracia" en el NT -y especialmente en los escritos de Pablo- se refiere al abundante amor salvador de Dios para los pecadores según se revela en Jesucristo. Como "todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios" (Rom. 3: 23), es obvio que los hombres pecadores no merecen en lo más mínimo una gracia tal ni la amante bondad de Dios. Los hombres han vivido odiando a Dios y en rebelión contra él (cap. 1: 21, 30, 32), han pervertido su verdad (vers. 18, 25), han preferido adorar a cuadrúpedos y a reptiles (vers. 23); han deshonrado la imagen divina en sus propios cuerpos (vers. 24-27), han blasfemado el nombre de Dios (cap. 2: 24) y hasta lo han despreciado debido a su paciencia y longanimidad (vers. 4). Finalmente dieron muerte a su Hijo enviado para salvarlos (Hech. 7: 52). Pero a pesar de todo, a través de ese proceso Dios a continuado considerando al hombre con amor y bondad, para que la revelación de su misericordia pudiera inducir a los hombres al arrepentimiento (Rom. 2: 4).

Esta es la gracia de Dios de acuerdo al significado peculiar que tiene en el NT. No es únicamente el favor de Dios para los que podrían merecer su aprobación; es su amor transformador, ilimitado y que todo lo abarca, para los pecadores -hombres y mujeres- y la buena nueva de que esta gracia, tal como se revela en Jesucristo, es "poder de Dios para salvación" (cap. 1: 16). No comprende sólo la misericordia y buena voluntad de Dios para perdonar, sino que es también un poder activo, vigorizante y transformador para salvar. Por eso puede llenar a una persona (Juan 1: 14) y ser dada (Rom. 12: 3), todo lo abarca (2 Cor. 12: 9; cf. Rom. 5: 20), reina (Rom. 5: 21), enseña (Tito 2: 11-12), afirma el  corazón (Heb. 13: 9). En algunos casos, "gracia" parece casi equivaler a "Evangelio" (Col. 1: 6) y, en general, a la obra que Dios ejerce(Hech. 11: 23; 1 Ped. 5: 12). "La gracia divina es el gran elemento de poder salvador" (OE. 72). "Cristo dio su vida para ser posible que el hombre fuese restaurado a la imagen de Dios. Es el poder de su gracia el que une a los hombres en obediencia a la verdad." (CM. 236).

Redención.

  Gr. apolútÇsis, "rescate", "liberación mediante un rescate".  Es una palabra griega compuesta de apó, "procedente de", y lútrÇsis, afín de lútron, "rescate". Lútron es un término común en los papiros para describir el precio de compra de los esclavos libertados. Se usaba para referirse a la liberación de la esclavitud o cautiverio, o de un mal de cualquier naturaleza, y generalmente implicaba la idea del pago de un precio o rescate. "Redimir" deriva de un verbo latino que significa "comprar de vuelta", "rescatar".

En el AT el gran acto simbólico que representaba la redención fue la liberación de los israelitas de Egipto. Jehová, como el redentor o libertador, prometió: "Os redimiré con brazo extendido" (Exo. 6: 6; cf. cap. 15: 13). El propósito de la redención era la consagración de Israel al servicio de Dios (Exo. 6: 7); y para que los israelitas disfrutaran de la redención debían, como un acto de fe, asperjar en sus umbrales la sangre del cordero pascual y comer su carne (Exo. 12).

Esos símbolos se cumplen en la redención del hombre, rescatado del pecado y de la muerte. Jesús es "el Cordero que fue inmolado" (Apoc. 5: 12; cf. Juan 1: 29; 1 Cor. 5: 7; 1 Ped. 1: 18-19). El NT enseña con claridad que se pagó un rescate o precio por nuestra redención. Jesús declaró que el Hijo del hombre vino "para dar su vida en rescate por muchos" (Mar. 10: 45).  Pablo habla de Cristo como de Aquel "que se dio a sí mismo en rescate por todos" (1 Tim. 2:6). Se habla de los cristianos como "rescatados" (2 Ped. 2: 1; o "adquiridos", BJ), o "comprados por precio" (1 Cor. 6:20). "Cristo nos redimió de la maldición de la ley hecho por nosotros maldición" (Gál. 3: 13). De modo que, en un sentido, la justificación no es gratuita, pues se ha pagado un grandísimo precio por ella: los 501 sufrirnientos y la muerte de Cristo. Pero es gratuita para nosotros, pues no tenemos que pagar su costo, pues ya fue pagado por el Hijo de Dios.

Esta redención nos rescata del pecado (Efe, 1: 7; Col. 1: 14; Tito 2: 14; Heb. 9: 15; 1 Ped. 1: 18-19), de la corrupción y de la muerte (Rom. 8: 23), y finalmente nos liberará de nuestra mala condición actual y nos llevará a un estado de gloria y bienaventuranza (Luc. 21: 28; Efe. 4: 30). Cristo nos redime del castigo del pecado por medio de la justificación; nos salva del poder del pecado mediante la santificación; y nos redimirá de la presencia del pecado con su segunda venida y la resurrección de los suyos.

Nuestra aceptación ahora del plan divino de la redención que libera del pecado requiere, como en el caso de los israelitas cuando fueron liberados de Egipto, que ejercitemos fe, que reconozcamos y aceptemos personalmente a Jesús como nuestro Redentor, con todo lo que implica tal decisión.

En Cristo Jesús.

Jesús "nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención" (1 Cor. 1: 30). Es esencialmente y al mismo tiempo el Redentor (Tito 2: 14) y el precio del rescate (1 Tim. 2: 6). No es entonces de admirarse que Pablo exclamara: "Cristo es el todo, y en todos" (Col. 3: 11). El apóstol no se estaba colocando dentro de una estrecha limitación cuando declaró que estaba dispuesto a "no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado" (1 Cor. 2: 2), pues conocer bien a Cristo es conocer todo el plan y programa de Dios para la restauración del hombre. No hay sabiduría mayor que ésta.

25.

Puso.

"Exhibió" (BC, BJ). Gr. protíth'mi, verbo griego que puede tener dos significados relacionados entre sí. El primero es "exhibir para que se vea". Compárese con "los panes de la proposición", literalmente "los panes de la presentación" (ver Mar. 2: 26). El segundo, derivado de la idea de presentar algo delante, es "determinar un propósito", "decretar", "proponer". La misma palabra se traduce "propuesto" en Rom. 1: 13. Este último significado concuerda con la enseñanza de Pablo en otros pasajes (Efe. 3: 11; 2 Tim. 1: 9); pero el contexto parece indicar que lo que se destaca en este versículo es la exhibición pública del sacrificio de Cristo. Compárese con "ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente [o públicamente retratado] entre vosotros como crucificado" (Gál. 3: 1) y con "como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado" (Juan 3:14).

El propósito de Dios en la exhibición pública del sacrificio de Cristo fue "manifestar su justicia". Y esta manifestación o exhibición pública de la justicia de Dios no sólo fue para beneficio de la humanidad sino para todo el universo, a fin de que lo que estaba en juego en el gran conflicto pudiera ser entendido más claramente por todos los que pudieran haber sido tentados a dudar de la perfección del carácter de Dios (ver DTG 578, 706-707).

Propiciación.

Gr. hilastérion. Esta importante palabra ha sido ampliamente discutida por muchos comentadores e interpretada de diferentes maneras. La dificultad parece hallarse no sólo en descubrir el significado exacto del término griego, sino también en encontrar una palabra o frase castellana que represente este significado.

Hilastérion sólo aparece aquí y en Heb. 9: 5, donde claramente se refiere a esa parte del arca del pacto generalmente conocida como "propiciatorio". Este uso de la palabra es común en la LXX para traducir el Heb. kappóreth, que se refiere a la tapa del arca. Sobre ese artefacto que era de oro puro, se esparcía la sangre en el día de la expiación (Ley. 16: 14-15) y desde allí, "en virtud de la expiación, se otorgaba el perdón al pecador arrepentido" (PP 36 l). Esta era la más sagrada de todas las ceremonias hebreas, y como era un símbolo de la obra expiatorio de Cristo, una comprensión del significado del sustantivo kapporeth, que era el centro de la ceremonia simbólica de la expiación, puede aclarar algo el uso que hace de él Pablo al referirse al sacrificio de Cristo.

Esta palabra hebrea empleada para denominar al "propiciatorio" deriva de kafar, vocablo que significa básicamente "cubrir"; sin embargo, en el AT, kafar se emplea sólo una vez en su forma más sencilla con el significado corriente de cubrir (Gén. 6: 14). Lo más frecuente es que aparezca en otra forma y se use en forma figurada con el sentido de "cubrir pecado", y por lo tanto con el significado de "perdonar", "ser misericordioso", "expiar". Lutero tradujo kapporeth con la palabra alemana Gnadenstuhl: "asiento de misericordia" (lo que en castellano se ha traducido como "propiciatorio"). Posteriormente 502 Tyndale tradujo el vocablo de Lutero al inglés como mercy seat ("centro o sede de la misericordia"), y de allí ha pasado a las principales versiones inglesas de la Biblia. Algunos han sugerido la traducción "lugar  de expiación"* para representar más claramente la obra de redención y reconciliación que allí se efectuaba.

Los traductores de la LXX sin duda comprendían muy bien el significado del nombre cuando lo tradujeron con el vocablo griego hilast'rion. El significado de hilast'rion se aclara más comparándolo con otras palabras de la misma raíz que aparecen en el NT.  Hiláskomai se usa en la oración: "Dios, sé propicio a mí pecador" (Luc.  18: 13) y en la descripción de la obra de Jesús de "expiar los pecados del pueblo" (Heb. 2: 17).  Otra palabra de la misma raíz, hilasmós, parece dos veces en la descripción de Cristo como "la propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 2: 2; 4: 10).

Tal como se usa en Rom. 3: 25, y en este contexto que describe el ofrecimiento de justificación y redención mediante Cristo, hilast'rion, "propiciación", parece representar el cumplimiento de todo lo que estaba simbolizado por el hilast'rion, el "propiciatorio" del santuario del AT. Jesús ha sido presentado mediante su muerte expiatorio como el medio de expiación (ver DTG 434), el sacrificio expiatorio, la propiciación (ver CC 12) y la reconciliación. En castellano quizá no haya una palabra que describa adecuadamente todo este significado. Los teólogos han dado definiciones a algunos de los términos que hemos mencionado, pero que de ninguna manera coinciden con la verdadera naturaleza de la expiación.  Hay que tener mucho cuidado en el uso de estos términos para no atribuirles matices incorrectos de significado.

Cualquiera que sea la palabra que se use, es evidente que la muerte expiatorio de Jesús ha pagado el precio del castigo del pecado y ha hecho posible el perdón y la reconciliación de todos los que tienen fe en él.  Por supuesto, esto no debe entenderse que significa que el sacrificio de Cristo se ofreció, como los sacrificios paganos, para aplacar a un dios ofendido y para persuadirlo a que considerara con más benignidad a los pecadores.  "La expiación de Cristo no se hizo para inducir a Dios a que amara a los que de otro modo hubiera aborrecido; no se hizo para crear un amor que no existía, sino que se llevó a cabo como una manifestación del amor que ya había en el corazón de Dios" (EGW ST 30-5-1895; cf. CC 12).  En realidad, Dios se sacrificó a sí mismo en Cristo para la redención del hombre.  "Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo" (2 Cor. 5: 19; cf. DTG 710).

Por medio de la fe en su sangre.

La relación de este pasaje con el resto del versículo puede entenderse en varias formas.  Como lo han traducido en la RVR significa que el sacrificio de Jesús proporciona perdón y reconciliación a los que tienen fe en su sangre; pero también es posible entender el griego de esta parte tal como lo traduce la BJ: "A quien Dios exhibió como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe". Ambas traducciones son posibles gramaticalmente.  En este contexto podría preferirse la última, pues indica más claramente el sacrificio de Cristo como el medio por el cual se puede lograr la propiciación.  El sacrificio expiatorio se hace eficaz mediante la fe que lo acepta. A menos que por medio de la fe se acepte el perdón ofrecido, la expiación no tiene valor para reconciliar la mente y el corazón de aquellos por quienes se hizo el sacrificio.

El NT pone mucho énfasis en la sangre de Cristo en relación con la obra de la redención.  Jesús dijo que su sangre "por muchos es derramada" (Mar. 14: 24); somos "justificados en su sangre" (Rom. 5: 9); "tenemos redención por su sangre" (Efe. 1: 7); Cristo hizo "la paz mediante la sangre de su cruz" (Col. 1: 20).  Los que estaban "lejos" han sido "hechos cercanos por la sangre de Cristo" (Efe. 2: 13).  La iglesia de Dios ha sido comprado "por su propia sangre" (Hech. 20: 28).  Somos lavados "de nuestros pecados con su sangre" (Apoc. 1: 5).

En el AT se considera que la sangre representa la vida (ver com.  Lev. 17: 11). Dios prohibió comer "carne con su vida, que es su sangre" (Gén. 9: 4; Lev. 17: 10-14).  El derramamiento y el esparcimiento de la sangre en los servicios del santuario del AT significaban quitar la vida de los animales sacrificados 503 para ofrendarla.  De modo que el derramamiento de la sangre de Jesús -simbolizada en el AT- significa el ofrecimiento de su vida como un sacrificio.  La sangre de Cristo representa su vida ofrendada como sacrificio expiatorio por los pecados del mundo.

La sangre de Cristo, que representa la perfecta vida de Jesús dada por el hombre, es eficaz como "propiciación" (Rom. 3: 25), justificación (Rom. 5: 9) y reconciliación (Efe. 2:13).  "Es recibiendo la vida derramada por nosotros en la cruz del Calvario como podemos vivir la vida santa" (DTG 615).

Para manifestar su justicia.

Literalmente "para demostración de su justicia", es decir, para exhibir su propia justicia.  Era necesaria esa exhibición debido a la obra de Cristo para absolver los pecados que ahora están en el pasado.  Su propósito se explica más en el vers. 26.

A causa de.

  Gr. diá, "debido a", "teniendo en cuenta".  Así comienza la razón por la cual fue necesaria la manifestación de la justicia de Dios.

Haber pasado por alto.

Gr. páresis, palabra que sólo aparece aquí en el NT.  Difiere de áfesis, palabra que se traduce "remisión" en varios pasajes (Mat. 26: 28; etc.).  El significado principal de páresis no es perdonar, sino pasar por alto.  En los papiros se usa páresis con el sentido de remisión de un castigo o de una deuda.

Paciencia.

Gr. anoj', "aguante", "retención".  En el NT sólo aparece aquí y en el cap. 2: 4 (ver el comentario respectivo).  Dios, en su amor por los pecadores y de acuerdo con su plan de revelar más plenamente su amor a todas las inteligencias creadas del universo, había protegido paciente y misericordiosamente a los hombres del resultado pleno de su pecado (ver DTG 712).  Esta aparente condonación del pecado había inducido a una Peligrosa tergiversación del concepto del carácter de Dios (ver Sal. 50: 21; Ecl. 8: 11).  Es cierto que había prevalecido la muerte y que había habido alguna revelación del desagrado divino contra el pecado (Rom. 1: 18-32).  También es cierto que se había instituido el sistema de ceremonias para simbolizar, mediante sus sacrificios, la forma como Dios considera el horror del pecado y el precio infinito que habría que pagarse para redimir al hombre del castigo del pecado y de su poder.  Pero la gran demostración de la justicia de Dios y de su odio se expresó en la vida y la muerte de Jesús.  Nunca más la paciencia de Dios podría confundirse con indiferencia ante el pecado.

La forma misericordiosa como Dios trata a los pecadores culpables no significa que ame la culpa y el pecado, porque él expresó por medio del sacrificio expiatorio de su Hijo que aborrece esa contaminación.  Cuando él recibe como amigos a los que una vez fueron pecadores rebeldes, y permite que entren en el cielo, no significa que aprueba su conducta pasada y su carácter, pues ha demostrado cuánto odiaba los pecados de ellos dando a su Hijo para que muriera vergonzosamente por ellos.

Pecados.

Gr. hamárt'ma.  No es la palabra en sentido abstracto: hamartía (cf. com. Mat. 18: 15), es decir, el pecado como pecaminosidad (1 Juan 3:4).  Hamárt'ma se refiere a los actos individuales de pecado y desobediencia.  Esta palabra aparece en otros pasajes (Mar. 3: 28; 4: 12; 1 Cor. 6: 18).

Pasados.

Es decir, hechos antes, previamente cometidos.  En este contexto parece que Pablo no está hablando principalmente de los pecados de los individuos antes de la conversión, sino de los pecados del mundo antes de la muerte expiatorio de Cristo. Dios había permitido que los gentiles anduvieran "en sus propios caminos" (Hech. 14: 16); había pasado por alto o "había tolerado" los tiempos de esa ignorancia (Hech. 17: 30); y debido a eso la rectitud y la justicia de Dios se habían oscurecido algo, y de ahí la necesidad de una manifestación pública o demostración.  Ahora, al fin "en este tiempo" (Rom. 3: 26) el sacrificio de Cristo había proporcionado una manifestación tal. Cf. com. Juan 15: 22; Hech. 17: 30; Sant. 4: 17.

26.

En este tiempo.

O "en el tiempo de ahora".  En el griego se emplea la palabra kairós tiene la idea de "momento oportuno".  Durante siglos Dios había "tolerado" los pecados de los hombres (Hech. 17: 30), pero ahora, al fin, en "el cumplimiento del tiempo" (Gál. 4: 4; Efe. 1: 10) se había manifestado su justicia al enviar a su Hijo.

Justo.

Gr. díkaios, "recto".  "Justo" y "recto" en el NT son traducciones de la misma palabra griega.  El significado de la frase es "que se pueda ver que Dios es justo".

Y el que justifica.

O "y justificador" (BJ).  La relación con la justicia de Dios sería más clara si esta parte del versículo se tradujera "para que él sea justo y justifique (o declare 504 justos)".  Estos versículos reflejan el punto esencial del gran conflicto, el tema central en el plan de redención (ver com. vers. 4).  Satanás había declarado que injusticia era incompatible con la misericordia, y que si la ley era quebrantada sería imposible que el pecador fuera perdonado (DTG 709).  Cuando se produjo la rebelión del hombre y apareció el pecado, esto dio una nueva oportunidad a Satanás para que presentara sus arrogantes acusaciones contra el carácter de Dios y su gobierno. "Insistía en que Dios no podía ser justo y, al mismo tiempo, mostrar misericordia al pecador" (DTG 710).

Durante varios miles de años Dios toleró las acusaciones de Satanás y la rebelión del hombre.  Durante todo ese tiempo el Señor fue desarrollando gradualmente su maravilloso plan, un plan que no sólo haría posible el perdón y la restauración de los pecadores, sino que también demostraría en los siglos venideros la absoluta perfección del carácter divino y la completa unión de la justicia y el amor en el gobierno divino.

Todo esto fue anticipado mediante emblemas, símbolos y profecías del AT.  La demostración suprema se cumplió en la encarnación, la vida, los sufrimientos y la muerte del Hijo de Dios.  Entonces Dios quedó completamente vindicado ante el universo por haber pasado por alto, generosamente, los pecados anteriores de los hombres y por haber justificado a los que tenían fe.  La vida y la muerte de Jesús demostraron para siempre cómo consideraba Dios el pecado (2 Cor. 5: 19; cf.  DTG 711).  Quedó demostrado eternamente el insondable amor de Dios por todas sus criaturas, un amor que no sólo podía perdonar, sino también hacer que los pecadores caídos se sintieran compungidos, tuvieran fe y prestaran perfecta obediencia.  De ese modo fueron refutadas las acusaciones de Satanás y se aseguró eternamente la paz del universo.  El carácter de Dios había sido vindicado ante el universo (ver PP 54-55).

Al que es de la fe de Jesús.

Es decir justifica al que tiene fe en Jesús (ver com. vers. 22). La justificación sólo es para la persona que acepta la revelación en Jesús de la justicia y del amor de Dios, para el que reconoce que es un ser perdido y condenado que necesita de un Redentor, y que después de encontrarlo, lo reconoce con confianza y le entrega todo su corazón.

27.

¿Dónde, pues, está la jactancia?

Como todos han pecado y no han podido establecer su propia justicia por las obras de la ley, y todos, sin excepción, dependen de la gracia de Dios para la justificación, es obvio que haya sido eliminada toda razón de jactancia en el ser humano.  Probablemente se refiera en particular a las pretensiones de los judíos, que se enorgullecían de sus privilegios especiales (cap. 2: 17, 23).

Queda excluida.

O "eliminada" (BJ).

¿Por cuál ley?

Literalmente "¿por qué clase de ley?" En el texto griego "ley" no está precedida por el artículo (ver com. cap. 2: 12).  Pablo usa "ley" en el sentido de un principio.

De las obras.

Es decir, la ley o principio de que la justificación proviene de hacer obras como manda una ley.  Un principio tal no excluiría la jactancia, pues si un hombre pudiera alcanzar justificación y rectitud debido a que ha cumplido con las exigencias de una ley, podría tener algún derecho a enorgullecerse y jactarse (Rom. 4: 2; Efe. 2: 9); pero entonces no habría lugar para la gracia.

Por la ley de la fe.

Literalmente "por ley de fe", sin artículo (ver com. cap. 2: 12). Pablo se refiere al principio del Evangelio de que la justificación y la justicia provienen de la fe.  La fe recibe con humildad y gratitud lo que Dios ha preparado, y esto no puede dejar lugar para la jactancia. "Qué es la justificación por la fe? Es la obra de Dios que abate en el polvo la gloria del hombre, y hace por el hombre lo que él no tiene la capacidad de hacer por sí mismo" (TM 456).

28.

Concluimos.

Gr. logízomai, palabra que se usa con el significado de "pensar" (cap. 2: 3), "contar" (cap. 4: 3), "computarse" (cap. 4: 4), "tener por cierto" (cap. 8: 18), "atribuir" (cap. 4: 6), o "pensar que" (cap. 14: 14).  El sentido aquí parece ser "considerar", "sostener que".

Pues.

El orden de la frase griega sugiere que en este versículo se expresa la conclusión lógica de lo que ya se ha presentado en el vers. 27.

El hombre.

Gr. ánthrÇpos, término general usado para referirse al ser humano.

Justificado por fe.

El hecho de que la justificación sea por fe implica con claridad que ésta no es simplemente un reajuste impersonal de la condición legal en que el hombre se encuentra a la vista de Dios.  La fe en Cristo implica una relación personal con el Redentor; significa amor y gratitud para con el 505 Salvador en respuesta a su amor por nosotros, los pecadores.  Se basa en una profunda admiración por Jesús debido a todo lo que él es, con un sincero deseo de conocerlo mejor y llegar a ser como él es.  Significa que confiamos enteramente y sin reservas en Cristo, hasta el punto en que nos sentimos dispuestos a aceptar plenamente lo que él nos dice y a seguir su conducción cualquiera que sea.

Sin una fe tal no puede haber justificación.  El propósito de Dios no es sólo perdonar pecados pasados; su principal ideal es la restauración del hombre, y ésta sólo se puede experimentar por medió de una fe incondicional en Jesucristo.  Por lo tanto, la justificación no puede ser separada de sus frutos: las experiencias transformadoras de la conversión, el nuevo nacimiento y el consiguiente crecimiento en la santificación. La fe que gozosamente acepta cada fase del programa divino para nuestra restauración y voluntariamente participa de ellas, es la que ha aceptado plenamente la justicia que Cristo imparte inmerecidamente en la justificación (ver com. vers. 22; cap. 4: 25; 5: 1).

Sin las obras de la ley.

Literalmente "sin obras de ley"; en el griego, "ley" está sin el artículo "la" (ver com. cap. 2: 12).  El significa de esta frase es claro en el contexto de todo el capítulo.  La base de todo sistema religioso falso ha sido la idea errónea de que la justificación se puede obtener mediante la obediencia a una ley; pero, ya lo hemos dicho, las obras realizadas para cumplir con una ley no pueden expiar los pecados pasados.  No se puede ganar la justificación; ésta sólo puede recibirse por fe en el sacrificio expiatorio de Cristo.  Por lo tanto, en este sentido las obras de la ley no tienen ninguna relación con la justificación.  Ser justificados sin obras significa ser justificados sin que haya en nosotros mismos nada que merezca la justificación.

Pero esto no debe interpretarse como que la persona justificada por fe queda libre de las exigencias de la ley o de hacer buenas obras.  La fe que justifica también produce la obediencia.  Pablo destaca repetidas veces el lugar de las buenas obras en la vida del cristiano (1 Tim. 5: 10; 6: 18; 2 Tim. 3: 17; Tito 2: 7, 14; 3: 8; etc.); pero también aclara que esas buenas obras no ganan la justificación (Rom. 4: 2, 6; 9: 32; 11: 6; Gál. 2: 16; 3: 2, 5, 10; Efe. 2: 9; 2 Tim. 1: 9).

29.

¿Solamente Dios de los judíos?

Si la justificación es por la fe y no por las obras de la ley, está, sin excepción, a disposición de los gentiles, que no poseen la ley escrita, y de los judíos, que han sido más privilegiados.  La salvación se ofrece con las mismas condiciones a los gentiles y a los judíos.  "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo" (Juan 3: 16); no lo dio sólo para los judíos. Él quiere "que todos los hombres sean salvos" (1 Tim. 2: 4). No era fácil que algunos dirigentes de la primitiva iglesia cristiana de origen judío, captaran este concepto del amor de Dios que abarca a todos (Hech. 10: 28, 34; 11: 1-3, 17-18; 15: 1, 8-11).  Dios es imparcial (Rom. 2:11).

30.

Porque Dios es uno.

Pablo sabía que la idea de un Dios único era tan familiar para sus lectores como para él mismo, pero se expresa en esta forma para hacer más eficaz la lógica de su argumento.  La más fundamental de todas las creencias judías era que Jehová es Dios único y el Dios de todos los reinos de la tierra (Deut. 6: 4; 2 Rey. 19: 15; Isa. 44: 6; 1 Cor. 8: 4-6; 1 Tim. 2: 4-6).  Él "de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres. . ., [y] en él vivimos, y nos movemos, y somos" (Hech. 17: 26, 28).  Este mismo y único Dios ofrece la justificación a todos los hombres por doquiera sobre la base de la fe, sin hacer "acepción de personas".

La circuncisión.

Es decir, los circuncidados, los judíos (Gál. 2: 9).

Por medio de la fe.

La fe a la cual ya se ha hecho referencia antes en este versículo.  No es seguro que deba darse importancia a la diferencia de palabras entre esta frase y "por la fe".  Algunos han considerado que su significado es, en esencia, el mismo.  El énfasis se pone en la fe; ésta, y no la circuncisión, proporcionará justificación a los judíos.  Y los gentiles, aunque no estuvieron circuncidados, también serían justificados por la misma fe que se exigía de los judíos.

31.

¿Por la fe invalidamos la ley?

En el texto griego "ley" no está precedida del artículo "la" (ver com. cap. 2: 12).  Pablo ya ha dicho que la justicia de Dios se ha manifestado "aparte de la ley" (cap. 3: 21) y que el hombre es justificado por la fe "sin las obras de la ley" (vers. 28).  Es evidente que comprende que estas afirmaciones suyas podrían hacer creer falsamente que la fe anula el principio de que haya una ley, y por eso el apóstol hace esta pregunta retórica, y se apresura a darle respuesta con una negativa inmediata y 506 categórica.  Es cierto que Pablo "invalidó" la idea judaica de que la ley era un medio para obtener la justificación, y la insistencia, también judaica, de que los gentiles debían someterse al mismo método (Hech. 15: 1; Gál. 2: 16-19).  Pero la ley, antes que ser abrogada, es confirmada en su verdadera función mediante el método dispuesto por Dios para justificar a los pecadores (ver com.  Rom. 3: 28).

Invalidamos.

Gr. katargéÇ, "anular", "invalidar".

En ninguna manera.

Ver com. vers. 4.

Sino.

O "por el contrario".  "Más bien" (BJ); "antes bien" (BC).

Confirmamos la ley.

Pablo destaca el lugar de la ley como un principio y, especialmente, en el contexto de este capítulo, tal como está incluido en la ley revelada del AT.  Ya ha hablado del testimonio del AT en cuanto a las enseñanzas que pronto serían conocidas como el NT (vers. 21).  Ahora afirma que la ley, vista como una revelación de la santa voluntad de Dios y de los eternos principios de moral, está plenamente respaldada y establecida por el Evangelio de la justificación por la fe en Jesucristo.  Jesús vino a esta tierra para magnificar la ley (Isa. 42: 21; cf. Mat. 5: 17) y para revelar por su vida de obediencia perfecta que los cristianos pueden, mediante la gracia de Dios que suministra poder, obedecer la ley divina.  El plan de la justificación por la fe revela cómo respetó Dios su ley, cuando fijó y proveyó el sacrificio expiatorio.  Si la justificación por la fe invalidase la ley, entonces no habría habido necesidad de la muerte expiatorio de Cristo para liberar al pecador de sus pecados y restablecer su paz con Dios.

Además, la fe genuina implica en sí misma una disposición sin reservas de cumplir con la voluntad de Dios mediante una vida de obediencia a su ley (ver com. Rom. 3: 28).  La fe verdadera, basada en amor pleno por el Salvador, sólo puede inducir a la obediencia.  El hecho de que Cristo soportara un sufrimiento tal debido a nuestra transgresión de la ley de Dios, es uno de los motivos más poderosos que hay para la obediencia.  Es muy difícil que estemos dispuestos a repetir errores que abrumen a nuestros amigos terrenales sumiéndoles en la desgracia.  Por analogía, sólo podemos odiar los pecados que tanto afligieron a Cristo, el mejor Amigo de todos.  Una de las grandes maravillas del plan de salvación es que hace posible la justificación del pecador por la fe y, además, le da el poder suficiente para producir en él el deseo y la capacidad de obedecer.

El plan de la justificación por la fe coloca a la ley en su debido lugar.  El propósito de la ley es dar a conocer el pecado (vers. 20) y revelar la gran norma de justicia.  El pecador que se mira en la ley ve sus pecados, y también su falta de cualidades positivas.  De ese modo la ley lo conduce a Cristo y al Evangelio (Gál. 3: 24).  Entonces la fe y el amor producen una nueva obediencia a la ley de Dios: la obediencia que emana de la fe (Rom. 1: 5; 16: 26), la obediencia del amor (cap. 13: 8, 10).

El conflicto final de la larga lucha entre Cristo y Satanás girará en torno de esta cuestión de la autoridad de la ley de Dios y de su función.  El último gran engaño que Satanás presentará al mundo es que ya no se necesita obedecer completamente cada mandamiento de la ley de Dios (Apoc. 12: 17; 14: 12; cf. DTG 711-712).

COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE

2 HAp 305; 2JT 205

4 1JT 171

11-12 PVGM 148

18 CN 426; 1JT 255; 2T 292, 630

20 CS 521; 1JT 262; 2T 449, 512

25 CS 514, 521

26 DTG 711; 2JT 336; 3JT 390; MJ 67; PVGM 127, 132; 4T 418

27-28 CC, 59

31 CS 521, 641; DMJ 47; PP 390, PVGM

99, 254. 507

 

 

 

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3. Cristo y las tradiciones religiosas (Isaías 29:13; Mateo 5:17-20; 23:1-7; 15:1-6; Romanos 10:13)
4. Cristo y la Ley en el Sermón del Monte (Mateo 5:17-37; Lucas 16:16; Romanos 7:24)
5. Cristo y el sábado (Génesis 2:1-3; Isaías 65:17; Mateo 2:23-28; Juan 5:1-9; Hechos 13:14; Hebreos 1:1-3)
6. La muerte de Cristo y la Ley (Hechos 13:38,39; Romanos 4:15; 7:1-13; 8:5-8; Gálatas 3:10)
7. Cristo, el fin de la ley( Romanos 5:12-21; 6:15-23; 7:13-25; 9:30-10:4; Gálatas 3:19-24)
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