Libro Complementario de las lecciones de escuela sabática_ Tercer Trimestre de 2010
La redención en Romanos
Capítulo once
La elección de gracia
Autor: John Brunt
Difícilmente se nos podría echar la culpa si concluimos de Romanos 9 que Dios es arbitrario. Basta con mirar la siguiente lista de afirmaciones que podrían llevarnos a esa conclusión:
· Versículo 13 Dios amó a Jacob y aborreció a Esaú.
· Versículo 15 Dios tiene compasión del que quiere tener compasión.
· Versículo 17 Dios levantó a Faraón para sus propios propósitos.
· Versículo 18 Dios tiene misericordia de quien él quiere, y endurece a quien él quiere.
· Versículo 20 Los seres humanos no tienen derecho a contestar a Dios.
· Versículo 21 Dios es el Alfarero, que puede hacer con nosotros lo que quiere.
· Versículo 22 Dios prepara a algunos para la destrucción.
· Versículo 27 Sólo un remanente será salvo.
Este no es un cuadro de Dios que a la mayoría de nosotros nos gustaría tener. Como notamos al comienzo del capítulo 10 de este libro, estas afirmaciones tienen sentido sólo cuando consideramos la conclusión del argumento muy bien estructurado de Pablo en los tres capítulos (Romanos 9 al 11). Todo su propósito es mostrar que Dios es fiel y que tiene planes de salvar a todos y mostrar misericordia a todos. Eso llegará a quedar claro a medida que avanzamos en Romanos 10 y 11.
Siguiendo la justicia (Romanos 10:1-3)
Pablo comienza el capítulo 10 como lo hizo con el capítulo 9, expresando su preocupación profunda por su propio pueblo, los judíos. Pero hay un problema: ellos siguieron la justicia, pero lo hicieron del modo equivocado. Tenían dos conceptos errados: primero, pensaron que podían obtenerla por sí mismos, y segundo, pensaron que era sólo para ellos.
Recuerde lo dicho antes acerca de que la justicia es más que salvación individual. Aunque el trasfondo del término es legal, el sistema legal de los días de Pablo difería del nuestro. El juez salía y trataba de arreglar las injusticias, las cosas que no eran como debían ser. Del mismo modo Dios, el Juez verdadero, quiere que todas las cosas estén bien. Quiere crear una comunidad en la cual la gente viva en armonía con él y los unos con los otros. La justicia que él desea es social, no sólo individual, y universal, no sólo privada.
Pablo afirma que su pueblo, aunque celoso de Dios, no comprende esto. Dice que ellos quieren establecer su propia justicia, una que ellos crearon como su propiedad privada. Él trata de expandir su pensamiento para ver la amplitud y profundidad de la justicia de Dios, una justicia para todos.
Cristo, el fin de la ley (Romanos 10:4)
Pablo dice en Romanos 10:4: “Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree”. La palabra griega télos, como su contraparte española, fin, puede tener diferentes significados. Si estoy secando un plato recién lavado, se me escapa de la mano y se rompe en pedazos en el piso, puedo decir: “¡Este es el fin del plato!”. En este caso, fin significa desaparición. Ese plato no existe más. Pero también puedo decir: “Estamos reuniendo dinero en la iglesia con el fin de preparar una nueva capilla para los jóvenes”. Aquí no estoy hablando de la desaparición de algo sino de una meta o propósito. Así que, ¿cuál es el significado que Pablo quería indicar cuando escribió que Cristo es el “fin” de la ley? Los comentadores presentan varias posibilidades:
1. Cristo llevó la ley a su fin, a su terminación. Es ahora irrelevante y no tiene más valor.
2. Cristo es la meta hacia la cual señala la ley. Él cumplió la ley.
3. Cristo hace concluir una mala comprensión de la ley.
Como evidencia de que Pablo no pensaba en la posibilidad número 1, todo lo que tenemos que hacer es volver a leer Romanos 6 al 8. Recuerde que la ley “es santa, justa y buena” (7:12). Lo que Pablo quiere decir con fin quizá sea una combinación de las posibilidades números 2 y 3. Cristo es el propósito de la ley. Él es a quien señala la ley. Y pone punto final a la comprensión exclusivista de la ley: separar a los judíos de los gentiles. De acuerdo con Romanos 10:4, la meta de Dios es proveer, en Cristo, justicia para todos los que creen. Ya nadie puede usar la ley para pretender tener la justicia como una posesión privada de unos pocos.
Un estudio bíblico (Romanos 10:5-12)
En Romanos 10:5 al 12 Pablo cita varios pasajes del Antiguo Testamento.
· Versículo 5 “El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas” (Levítico 18:5).
· Versículos 6-8 “Cerca de ti está la palabra”, no es algo que debes buscarla muy lejos (Deuteronomio 30:12-14).
· Versículo 11 “Todo aquel que en él [en Dios] creyere, no será avergonzado” (Isaías 28:16).
· Versículo 13 “Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Joel 2:32).
· Versículo 15 “¡Cuan hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Isaías 52:7).
· Versículo 16 “Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?” (Isaías 53:1).
· Versículo 18 “Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, y hasta los fines de la tierra sus palabras” (Salmo 19:4).
· Versículo 19 “Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo”, dice Dios (Deuteronomio 32:21).
· Versículo 20 “Fui hallado de los que no me buscaban” (Isaías 65:1).
· Versículo 21 “Extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor” (Isaías 65:2).
¿Cuál es el propósito de este estudio bíblico? Pablo sabe que la idea de que la salvación es para cada uno parece extraña para algunos de sus oyentes judíos, de modo que va al Antiguo Testamento para mostrarles que, en sus propias Biblias, Dios presenta los mismos puntos: está abierto para todos los que confían en él, cada uno puede ser salvo, él enviará su mensaje a los que están fuera de Israel e Israel ha sido desobediente. En esencia, Pablo está usando las Escrituras judías para mostrar que lo que él ha dicho en los primeros cuatro versículos no es una novedad ni es herético, sino que viene de la Biblia misma. La meta de Dios siempre ha sido la de proveer justicia para todas las personas. Así que Dios no es infiel cuando extiende su misericordia a los gentiles. Si los judíos hubiesen escuchado realmente, habrían sabido que Dios estaba preocupado más que por sólo ellos. El plan de Dios no había sido el de alejarse de sus hijos, sino de ser fiel a la visión más inclusiva que él ha tratado de mostrarles todo el tiempo.
El asombroso plan de Dios: Tener misericordia de todos (Romanos 11:1-16)
Sin embargo, algunos judíos podrían oír lo que Pablo está diciendo como una afrenta contra ellos. Si Dios ahora está buscando incluir a los gentiles, ¿no significa que está rechazando al mismo pueblo al cual le había hecho las promesas? Dios dijo que Israel sería “su pueblo”. Este movimiento hacia los gentiles ¿significa que estaría rechazando a su pueblo y siendo infiel a sus promesas?
Pablo comienza preguntando: “¿Ha desechado Dios a su pueblo?” (11:1). Su respuesta es otro sonoro”¡Absolutamente no!”Como un buen abogado, Pablo presenta evidencias: A y B.
La evidencia A es Pablo mismo. Él es un judío. Pablo nunca dejó de considerarse un judío de la tribu de Benjamín. Si Dios hubiera rechazado a los judíos, Pablo también habría sido rechazado. En cambio, él está predicando la buena noticia de la misericordia y la gracia de Dios para todos. Por tanto, si ellos lo miraran sólo a él, verían que Dios no había rechazado a Israel.
La evidencia B viene de la historia de Elías en el Antiguo Testamento. Como profeta de Dios, Elías llegó a la conclusión de que él era el único que había quedado fiel a Dios. Pero Dios le hizo saber que había siete mil que no habían adorado a Baal. Dios tenía un remanente que había quedado fiel aun cuando la inmensa mayoría de Israel había dejado de ver lo que Dios estaba haciendo en Cristo. Pablo dice que el hecho de que todavía existía un remanente fiel revela que Dios no había rechazado a su pueblo. Este “remanente”, dijo Pablo, fue “escogido por gracia [de Dios]” (versículo 5).
De acuerdo con Romanos 11:7, Dios había endurecido al resto de Israel. Aquí vamos otra vez: ¡Pablo hace parecer que Dios es arbitrario! Pero ahora llegamos más cerca de la presentación del plan definitivo de Dios: un plan que muestra que Dios no es arbitrario. En los versículos 8 al 10 Pablo cita varios pasajes del Antiguo Testamento para afirmar que Israel falló (Deuteronomio 29:4; Isaías 29:10; Salmo 69:22, 23). Pero en el versículo 11 él dice que no han caído más allá de una recuperación. Y entonces, en los versículos siguientes, Pablo revela el asombroso plan que Dios tenía. Es increíble e inverosímil: La transgresión de Israel y su rechazo del evangelio ha provocado a que el evangelio sea dado a los gentiles. Su aceptación del evangelio hará que los judíos se pongan envidiosos, y por medio de esta envidia los judíos aceptarán el evangelio. Dicho de otro modo, el No de los judíos condujo al Sí de los gentiles, quienes, a través de la envidia, conducen al Sí de los judíos.
Pablo sabía a dónde se dirigía. Todos esos cuadros que hacían que se viera a Dios como arbitrario estaban conduciendo a esto: Dios no es arbitrario. Tiene un plan, y todo conducirá hacia ese plan: salvar a todos. Todo lo que Dios haga en ese camino tiene como propósito último el tener misericordia de todos, judíos y gentiles. Dios es fiel a Israel. También es fiel a los gentiles. Él no quiere destruir a ninguno. Su blanco es misericordia para todos.
¡Esto es casi demasiado bueno para ser cierto! Pablo ve los resultados como escatológicos, equivalentes a la resurrección de los muertos. Él resume su asombro en Romanos 11:15: “Si su exclusión [de los judíos] es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?”
La alegoría del olivo (Romanos 11:17-24)
Uno de los mayores escándalos en dos mil años de historia cristiana fueron los malos tratos y la persecución a los judíos por parte de algunos cristianos. Si los cristianos sólo leyeran estos versículos de Romanos, se acabaría todo antisemitismo cristiano.
Recuerde: Pablo escribe como pastor. La dificultad de su argumentación en estos tres capítulos nos tienta a olvidar eso. Pero todo su argumento tiene que ver con los problemas reales en la Iglesia de Roma. Cuando Pablo está escribiendo, la mayoría de los feligreses en Roma es gentil. Esto es un gran cambio de cuando la iglesia comenzó allí. Sin duda comenzó como una iglesia compuesta totalmente por cristianos de origen judío. ¿De qué modo la mayoría actual de gentiles en la iglesia debería tratar a la minoría judía? Pablo busca otra vez en el Antiguo Testamento lo necesario para enviar un mensaje muy claro acerca de cómo, judíos y gentiles, deberían llevarse en la iglesia.
En el Antiguo Testamento, Israel a menudo fue comparado con un árbol. La clase de árbol podía variar. Podrían ser robles (Isaías 61:3, NVI, BJ) o cedros (Salmo 92:12). Pero en Jeremías 11:16 y 17 Israel es comparado con un olivo, y Pablo probablemente recordaba este pasaje cuando escribió Romanos 11:17 al 24, ya que tanto Jeremías como Pablo hablan de la infidelidad de Israel en términos de ramas quebradas. Jeremías dice: “Olivo verde, hermoso en su fruto y en su parecer, llamó Jehová tu nombre. “A la voz de recio estrépito hizo encender fuego sobre él, y quebraron sus ramas.
“Porque Jehová de los ejércitos que te plantó ha pronunciado mal contra ti, a causa de la maldad que la casa de Israel y la casa de Judá han hecho, provocándome a ira con incensar a Baal”.
En la alegoría de Pablo, la raíz del árbol es Dios, quien sostiene todas sus ramas: las ramas naturales son los judíos y las ramas silvestres son los gentiles. Pablo compara: que algunas ramas sean quebradas del olivo es la consecuencia del rechazo del evangelio por parte de algunos judíos. Quienes lo rechazaron han sido quebrados y remplazados por los cristianos gentiles; éstos son como ramas silvestres injertadas en el olivo. Pero ahora Pablo advierte a los gentiles -las ramas silvestres que fueron injertadas-: no se vuelvan altaneros ni desprecien a los judíos. No deben jactarse acerca de haber sido injertados, porque si Dios pudo cortar las ramas naturales, ciertamente también puede cortar las ramas silvestres. Y si Dios pudo injertar las ramas silvestres, ciertamente podría volver a injertar las ramas naturales que habían sido cortadas. De modo que ninguno debe ser orgulloso.
Aparentemente, algunos gentiles fueron tentados a ser vanidosos y a despreciar a los judíos que habían rechazado el evangelio. Su actitud orgullosa hacia los judíos es evidencia de su fracaso en comprender que la misericordia de Dios es para todos; no sólo para los gentiles sino también para los judíos.
Este cuadro de la preocupación continua de Dios en favor de los judíos y su compromiso con ellos demuele todo antisemitismo. Ningún verdadero cristiano puede despreciar a uno de estos judíos a quienes Dios continúa amando.
Misericordia para todos (Romanos 11:25-32)
Pablo ahora repite el asombroso plan que Dios ha revelado. Israel ha experimentado un endurecimiento hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles. Probablemente esto no significa una cantidad específica de gentiles, sino más bien un momento cuando el evangelio haya ido a todos los que necesitan escucharlo en todo el mundo gentil. Pero entonces Pablo dice que “todo Israel será salvo” (11:26). Esta ha sido una declaración muy controvertida. ¿Quiso decir algo literal, que cada judío se salvará? Quizá no. Pero, claramente, es el plan de Dios salvar a todo Israel. No debemos dejar de lado esta afirmación livianamente. Pablo dice en el versículo 29 que “irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios”. Obtengo la idea de que Pablo veía el compromiso de la gracia de Dios con los judíos y con nosotros como algo mucho más fuerte y tenaz de lo que generalmente lo consideramos. La gracia de Dios es tan persistente que hará cualquier cosa que pueda hacer para salvar a cada persona individual, judía y gentil.
La conclusión de este argumento difícil en los tres capítulos es clara. Dios ha entregado a todos a la desobediencia con un propósito y uno solo. Su deseo es tener misericordia de todos. No sólo con los judíos. No sólo con los gentiles. Ni siquiera sólo algunos judíos y sólo algunos gentiles. Su meta es misericordia para todos.
Doxología
Cuando Pablo trata de captar el significado del plan de Dios, sólo puede detenerse con asombro y cantar una doxología: un himno de alabanza a Dios. Romanos 9 al 11 puede presentar desafíos de interpretación. Pero no termina con teología. Termina con adoración. El asombroso plan de Dios, la persistencia de su gracia y la profundidad de su amor son tan maravillosos que Pablo sólo puede prorrumpir en canto. Y comentar ese canto es sólo desmerecerlo. Lo que debemos hacer es cantarlo junto con Pablo:
“¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!
¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (11:33-36).
Compilador: Delfino J.