Lección No. 10 El significado de su muerte
Para el 7 de Junio de 2008
http://groups.google.com.mx/group/fino2008escuelasabatica
Lee: Mateo 27:45, 46; Lucas 2:25-35; 1 Corintios 15:3; 2 Corintios 5:18-21; Gálatas 6:14; Hebreos 2:17.
Descubre: ¿Por qué Jesús murió? ¿Cuál es la esencia de la salvación en los evangelios? ¿Cuáles son evidencias de que Dios nos ama? ¿Cuál es el papel de la sangre? ¿Qué logró el rescate? ¿Qué logra realizar el sacrificio expiatorio?
Memoriza y considera: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 10:45).
Pensamiento clave: Cristo es nuestro Redentor. Es el Verbo que se hizo carne y habitó entre nosotros. Es la fuente en la cual podemos ser lavados y limpiados de toda impureza. Es el costoso sacrificio hecho por la reconciliación del hombre. El universo celestial, los mundos no caídos, el mundo caído y la confederación del mal no pueden decir que Dios podía hacer más por la salvación del hombre de lo que ha hecho. Nunca puede sobrepujarse su dádiva (AFC 72)
PROPÓSITOS DE LA LECCIÓN DE ESTA SEMANA
· Saber y comprender que el sacrificio de muerte del Señor para toda la gente fue hecho por su propia elección. Él vino por su propia voluntad para salvarnos.
· Sentir gozo por su poder para quitar los pecados de tu vida.
· Hacer que tu vida esté libre del poder esclavizante del pecado mediante el poder de la morada en ti del Espíritu de Cristo.
I. SIMEON ANUNCIA LA MUERTE DE JESUS
· El hecho de que Jesús tenía que morir a fin de expiar nuestros pecados debería decirnos algo acerca de cuán serio realmente es el pecado.
· ¿Cuán en serio tomas el pecado en tu propia vida? ¿Qué has hecho para vencerlos?
1. ¿De que manera Simeón predijo la muerte de Cristo? ¿Qué acontecimientos mencionó tanto para María como para Jesús? (Lucas 2:25-35).
“Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; Porque han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel. Y José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de él. Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones” (Luc. 2:25-35).
Este Simeón, la tradición lo identifica como el rabí Simeón, hijo de Hillel y padre de Gamaliel, no tiene base histórica. El rabí Simeón llegó a ser presidente del sanedrín en el año 13 d. C., unos 17 ó 18 años después del nacimiento de Jesús. El Simeón de Luc. 2 era evidentemente ya anciano (Luc. 2:26, 29) cuando nació Jesús, como lo prueba el hecho de que se le había asegurado que viviría hasta ver al Mesías.
· Simeón era "justo" en su conducta para con sus prójimos y "piadoso" de corazón respecto a sus deberes para con Dios (Miq. 6: 8; Mat. 22: 36-40).
· Parece que Simeón pertenecía al grupo de humildes y piadosos investigadores de las Escrituras, tales como Zacarías y Elisabet (Luc. 1: 6, 67), José (Mat. 1: 19), María (Luc. 1: 28), los pastores (DTG 31), Ana (Luc. 2: 37), los magos (Mat. 2: 11; DTG 41), José de Arimatea (Mar. 15: 43) y unos pocos más (Luc. 2: 38).
· El cielo anunció la llegada del Mesías a aquellos fieles que lo esperaban (Heb. 9: 28). Hoy también tenemos el privilegio de aguardar la "esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo" (Tito 2: 13).
· La expresión "consolación de Israel" refleja diversas profecías mesiánicas del Antiguo Testamento en donde se habla del consuelo de la esperanza mesiánica (Isa. 12: 1; 40: 1; 49: 13; 51: 3; 61: 2; 66: 13).
· Los piadosos de todas las épocas han atesorado la esperanza de vivir para ver el cumplimiento de la esperanza mesiánica. Dios ha querido que esta esperanza arda vivamente en el corazón de sus fieles, porque, más que ninguna otra cosa, esta esperanza impulsa a los hombres a santificar su vida (1 Juan 3: 2-3). Sin embargo, los piadosos del tiempo de Simeón tenían en las profecías la seguridad de que su generación vería al Mesías.
· La frase "Ungido del Señor" (Mat. 1: 1) era un título judío precristiano referente al Mesías.
Como Simeón era "justo y piadoso”, había andado en la luz con la cual el cielo había iluminado su camino hasta ese momento, y sus ojos estaban abiertos a la posibilidad de recibir mayor luz. Cuán diferente fue la situación del sacerdote que por un momento tuvo en sus brazos al niño Jesús (DTG 36). Como muchos de sus colegas sacerdotes, había estudiado en vano las Escrituras (DTG 22), debido, en primer lugar, a que no estaba dispuesto a vivir según los principios allí revelados (Ose. 4: 6). El resultado fue que sus ojos espirituales estaban completamente ciegos cuando se encontró cara a cara con la luz de la vida (Juan 1: 7-11). Como no aprovechó la luz que ya había sido revelada, no estuvo preparado para recibir mayor luz.
· El deseo del corazón de Simeón se cumplió cuando, por la fe, vio en el niño Jesús el cumplimiento de las promesas mesiánicas del Antiguo Testamento.
· En el corazón de todos los hombres hay un vacío que no puede llenarse, un anhelo que no puede satisfacerse, excepto con Jesús.
· No debiéramos descansar hasta que, como Simeón, también hayamos visto por la fe al "Ungido del Señor".
El pueblo hebreo fue instruido desde sus mismos comienzos en cuanto al papel que les había sido asignado como representantes del verdadero Dios ante las naciones de la tierra. Este hecho fundamental fue claramente enunciado en la primera promesa hecha a Abrahán (Gén. 12: 3), y más tarde repetido a Isaac (Gén. 26: 4) y a Jacob (Gén. 28: 14). Esta misma verdad fue anunciada con mayor claridad a Israel cuando el pueblo salió de Egipto y se preparaba para entrar en la tierra prometida (Deut. 4: 6- 8; 28: 10). Los profetas siempre mostraron al pueblo, de generación en generación, el alcance mundial de su sagrado cometido (Sal. 98: 3; Isa. 42: 6; 49: 6; 53: 10; 56: 6- 7; 60: 1- 3; 61: 9; 62: 2; Zac. 2: 11; 8: 22). Cristo destacó repetidas veces que su ministerio incluía tanto a los gentiles como a los judíos (Mat. 12: 18, 21; Juan 12: 32).
II. JESÚS ANUNCIA SU MUERTE Y RESURECCIÓN
1. ¿Por qué Jesús no había declarado como el era Mesías desde el inicio de su ministerio?
“Tomando Jesús a los doce, les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre. Pues será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y afrentado, y escupido. Y después que le hayan azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará” (Luc. 18:31-33)
Los judíos habían estado tramando la muerte de Jesús desde hacía dos años antes, cuando sanó al inválido junto al estanque de Betesda, y habían enviado espías para que le siguieran dondequiera iba (Juan 5: 18; DTG 184). El éxito de la misión de Jesús en Galilea los había llevado a intensificar esos esfuerzos (Luc. 5:17). Desde entonces se habían vuelto más audaces en sus ataques públicos contra Cristo (Mat. 15: 21; 16: 1; Mar. 7: 1-2). Más recientemente, durante el transcurso del ministerio en Perea, habían hecho repetidos intentos de prenderlo y de matarlo (Mat. 19: 3). Ahora sus planes se iban definiendo con rapidez, sobre todo después de la resurrección de Lázaro, unas pocas semanas antes de esta fecha.
Por primera vez Jesús menciona específicamente el hecho de que los gentiles -las autoridades romanas-, tomarían parte en su muerte.
Tres años antes, Jesús le había dicho a Nicodemo que debía ser levantado, lo que implicaba la crucifixión (Juan 3: 14). Ahora, por primera vez, predice claramente la forma en que habría de morir.
“Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día”(Mat. 16:21).
Mateo 16:13-20, presenta la conversación de Jesús con sus discípulos, era una introducción apropiada al tema por primera vez: la descripción de sus inminentes sufrimientos, su muerte y su resurrección. No puede saberse si las instrucciones y la conversación de Mateo 16:21-28 ocurrieron en seguida después de lo relatado en la sección anterior, o algún tiempo después. Es posible que hubiera transcurrido otro corto lapso entre los versos 23 y 24 (Mar. 8: 34; DTG 384). Sea como fuere, parecería que toda la conversación que se registra en Mateo 16:14-28 ocurrió en la región de Cesarea de Filipo (DTG 379, 387). En este momento, es probable que ya estuvieran a fines del verano (agosto-septiembre) del año 30 d. C.
Hasta este momento, Jesús no parece haberles dicho a sus discípulos que él era el Mesías, ni mucho menos les había dicho que, como Mesías, debía morir por los pecados del mundo. Es verdad que había hecho alusión a su muerte en una afirmación un tanto enigmática en ocasión de la primera purificación del templo, más de dos años antes (Juan 2: 19), y a Nicodemo le había expuesto con claridad, aunque en forma privada, el hecho de que moriría y la forma cómo moriría (Juan 3: 14). Pero desde ese momento, Jesús, en repetidas ocasiones, trató el asunto con sus discípulos, sin duda en un esfuerzo por apartar de la mente de ellos los falsos conceptos populares que los judíos albergaban con referencia al Mesías y a su reino (Luc. 4: 19). La dificultad que tuvieron los discípulos en esta ocasión para aceptar la idea de que el Mesías debía sufrir y morir (Mat. 16: 22) hace resaltar el problema que tuvo Cristo en liberarlos de esos falsos conceptos. Vez tras vez (Mat. 17: 22-23; 20: 17-19) trató el asunto con ellos. Pero el chasco que experimentaron cuando finalmente llegó el momento del sufrimiento de Cristo demostró que la eficacia de la instrucción que Cristo les había impartido al respecto había sido sólo parcial.
· Era necesario que Cristo lo hiciera a fin de cumplir el plan de su vida terrenal (Mar. 8: 31; 9: 12). El único modo por el cual Jesús podía cumplir con su misión era por medio de la cruz.
· Como ya había sido profetizado (Sal. 22: 1, 7-8, 15-18; Isa. 53: 3-10). Los sufrimientos de Jesús tienen significado para nosotros porque él es el Hijo de Dios, el Mesías de las profecías del Antiguo Testamento y el Redentor de la humanidad. Por ser el Mesías, debía sufrir.
· Vez tras vez Jesús expuso claramente que moriría y que resucitaría. Sin embargo, los discípulos no comprendieron lo que Cristo quería decirles (Mar. 9: 10, 32) y prefirieron creer ciegamente lo que querían creer y pasar por alto lo que resultaba desagradable a sus opiniones preconcebidas (DTG 22).
“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mar. 10:45).
2. ¿Qué fenómenos de la naturaleza dieron evidencia el que moría en la cruz era cordero de Dios quita el pecado del mundo?
“Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”(Mat. 27:45,46).
Según el cómputo judío, la hora del mediodía. La "hora sexta" de Juan 19: 14 es la hora romana, aproximadamente las 6 de la mañana. Según Mar. 15: 25 Jesús fue crucificado como a "la hora tercera", o sea las 9 de la mañana. Por lo tanto, había pendido de la cruz como tres horas. La oscuridad la cual se refiere fue una oscuridad sobrenatural (Luc. 23: 45). De ningún modo podría haber sido causada por un eclipse de sol pues la luna llena ya había pasado.
Acerca del resumen de las siete palabras o dichos de Jesús en la cruz (Luc. 23: 34). Este es el único de los siete dichos de, Jesús que registran Mateo y Marcos. Lucas y Juan registran tres cada uno, aunque no son los mismos tres.
Jesús murió triunfante sobre la tumba (Apoc. 1:18) y sobre todas las fuerzas del mal (Col. 2:15). Aunque se había retirado de él la sensación de la presencia de su Padre, de modo que mientras pendía de la cruz "no podía ver a través de los portales de la tumba" (DTG 701), "desapareció [de él, entonces] la sensación de haber perdido el favor de su Padre" (DTG 704). Jesús no murió derrotado. Estaba plenamente consciente del triunfo que había obtenido y confiaba en su propia resurrección.
3. ¿Qué señales se manifestaron en el templo mientras Jesús moría en el Calvario? ¿Por qué?
Es decir, la cortina que separaba el lugar santo del santísimo (Exo. 26:31-33; 2 Crón. 3:14). Únicamente el sumo sacerdote podía entrar en el lugar santísimo, y eso, sólo una vez en el año. Al desgarrarse el velo quedó expuesto el lugar que había sido hasta ese momento sacrosanto. Así el cielo indicó la terminación del servicio simbólico: el símbolo se había encontrado con la realidad simbolizada. Esto ocurrió a la hora del sacrificio vespertino regular, cuando el sacerdote estaba a punto de degollar el cordero del holocausto diario. Es probable que eso hubiera ocurrido como a las 3 de la tarde, o en torno a la hora "novena", según el cómputo Judío (DTG 704-705; CS 450).
III. EL PROPOSITO DE LA MUERTE DE JESÚS
· ¿En qué consiste el amor de Dios? ¿Por qué envió a su Hijo? ¿De qué manera se pueden definir las palabras expiación o propiciación por nuestros pecados?
1. ¿Cuál fue el propósito de la muerte de Jesús? ¿Por qué Jesús murió? ¿Cuál es la esencia de la salvación? ¿Cuáles fueron los resultados con la muerte de Jesús en el Calvario?
Jesús murió en propiciación por nuestros pecados
“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4: 10).
La palabra expiación, del hebreo kippurîm, literalmente significa, "cubiertas", de los verbos kâfar, "cubrir", "hacer expiación", "reconciliar"; y kipper, "cubrir pecados"; kappêr, "sustitución"; del griego katallague, "reconciliación".
Término que aparece en el Antiguo Testamento, generalmente en relación con diversos sacrificios y servicios del sistema ceremonial. El término griego refleja la idea fundamental de restablecer la armonía en una relación, de modo que cuando hubo una separación ésta pueda ser eliminada por el proceso de cubrir el problema, producir la reconciliación. La palabra "expiación" adquirió el significado teológico y técnico de "propiciación", y cuando se la usa así implica que el sacrificio de Cristo en la cruz constituyó una reparación para un Dios ofendido. Este concepto refleja la idea pagana de propiciar a una deidad ofendida con el fin de evitar su ira y venganza y supone que Dios debe ser reconciliado con nosotros.
Cuando kâfar y kippurîm se usan en relación con el sistema ceremonial, el escritor bíblico supone que las personas o cosas por las que se hace ese "cubrimiento" -las personas o cosas cubiertas- son comunes, "inmundas" o pecaminosas a la vista de un Dios justo; por tanto, no aceptos ante él. Por causa del pecado en general, y a veces por causa de pecados particulares en especial, se entiende que los hombres están alejados de Dios. Pero los escritores bíblicos presentan a Dios como ansioso de una reconciliación, y muestran que él ha hecho las provisiones necesarias para lograr esto. No es necesario cambio alguno de parte de él para producir la reconciliación, porque el hombre en su estado natural es un pecador que ni siquiera tiene el deseo de ser reconciliado, y por lo tanto es necesario un cambio de su parte. Es el pecador quien debe ser "cubierto" o reconciliado con Dios, no Dios con respecto al pecador.
· El sistema ritual proporcionaba una ilustración objetiva de cómo los hombres se pueden reconciliar con Dios.
· La sangre de los animales sacrificados proveía la cobertura objetiva (Lev. 17:11), pero esta sangre no podía, en sí misma y por sí sola, cubrir realmente al pecador (Heb. 10:1, 4, 6, 8, 11).
· Sólo si por fe veía en ella un símbolo de la sangre de Cristo y aceptaba la promesa de la gracia divina así representada, era "cubierto" en la realidad y de ese modo reconciliado con Dios (Heb. 10:2, 14-18).
· A esta "cobertura" siempre le acompañaban el perdón de los pecados y la aceptación divina (Lev. 4:20; Núm. 15:25).
· Dios quedaba satisfecho con la sinceridad de propósito de la persona en cuyo favor se hacía la "cobertura", y no hacía nuevas acusaciones contra ella mientras permanecieran en armonía con él.
· Unas pocas ilustraciones del uso de la palabra "expiación" en el Antiguo Testamento serán suficientes para aclarar su significado.
· El santuario y sus objetos estaban hechos con materiales comunes, y era necesario "cubrirlos", o "hacer expiación" por ellos, antes de ser entregados al uso sagrado (Exo. 29:36, 37; 30:10; Lev. 8:15).
· Aarón y sus hijos eran personas corrientes, y del mismo modo debieron ser "cubiertos" cuando fueron separados para el sacerdocio (Ex. 29:35; Lev. 8:34).
· También se indicaba una cubierta de sangre por los pecados de la congregación entera (Lev. 4:20; Núm. 15:25), por los de las personas individuales (Lev. 4:27-35; Núm. 15:28) y por diversas formas de impureza ritual (Lev. 12:7, 8; 14:18, 20, 53; 15:28).
· Al fin de la serie anual de ceremonias, en un día especial de "expiación" (Lev. 16:21-28; Heb. 10:1-3), Aarón y sus hijos, los sacerdotes, hacían una "cobertura" específica por las impurezas acumuladas en el año (Lev. 16:6, 11,24), por el santuario y sus muebles (Lev. 16-20, 33, 34), y por el pueblo de Israel (Lev. 16: 30, 34). Esto simbolizaba la eliminación completa y final del pecado del universo de Dios.
En el Nuevo Testamento se describe esta obra de expiación con la palabra "reconciliación". También se usan los vocablos griego hilasterion (Rom. 3:25), hiláskomai (Heb. 2:17) e hilasmós (1 Juan 2:2; 4:10), "propiciación", "ser propicio" o "expiar". La "cobertura" verdadera ha sido provista por la preciosa sangre de nuestro Salvador, y la reconciliación con Dios es posible mediante la fe en él (Rom. 5:8-11; 2 Col. 5:17-19).
· El amor de Dios fue el tema de Cristo cuando hablaba de su misión y de su obra. "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar" (Juan 10: 17).
· Mi Padre te ama a ti con un amor tan ilimitado que me ama a mí más porque he dado mi vida para redimirte.
· Te ama, y me ama a mí más porque te amo y doy mi vida por ti.
· Bien entendieron los discípulos ese amor cuando vieron a su Salvador que sufría vergüenza, reproches, desconfianzas y traición, cuando vieron su muerte en la cruz del Calvario.
· Este es un amor cuya profundidad nadie puede sondear. A medida que los discípulos lo comprendieron, a medida que su percepción se aferró de la compasión divina, comprendieron que hay un sentido en el cual los sufrimientos del Hijo fueron los sufrimientos del Padre.
· Cuando el Redentor consintió en tomar la copa de amargura a fin de salvar a los pecadores, su capacidad de sufrir fue la única limitación para sus sufrimientos. Al morir en nuestro favor, pagó un equivalente a nuestra deuda.
· Así quitó de Dios toda acusación de haber disminuido la culpabilidad del pecado.
· Él dice: Por virtud de mi unión con el Padre, mis sufrimientos y mi muerte me capacitan para pagar el castigo del pecado. Por mi muerte, se elimina una restricción de su amor. Su gracia puede actuar con eficacia ilimitada.
Cristo se hizo uno con la humanidad, para que la humanidad pudiera volverse una en espíritu y vida con él. Por virtud de esa unión, en obediencia con la Palabra de Dios, su vida se convierte en la vida de la humanidad. Dice al penitente: "Yo soy la resurrección y la vida" (Juan 11: 25). La muerte es considerada por Cristo como un sueño de silencio y oscuridad (AFC74).
¡Dichoso y santo el que tiene parte en la primera resurrección! La segunda muerte no tiene poder sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él durante los mil años.
Jesús murió en rescate de muchos e intercede por ellos
Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos (Heb. 7: 25).
¿Qué comprende la intercesión?
· Es la cadena áurea que une al hombre finito con el trono del Dios infinito.
· El ser humano, a quien Cristo ha salvado por su muerte, importuna ante el trono de Dios, y su petición es tomada por Jesús que lo ha comprado con su propia sangre.
· Nuestro gran Sumo Sacerdote coloca su justicia de parte del sincero suplicante, y la oración de Cristo se une con la del ser humano que ruega. Cristo ofreció su cuerpo quebrantado para recuperar la heredad de Dios, para dar al hombre otra oportunidad.
· "Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos" (Heb. 7: 25).
· Cristo intercede por la raza perdida mediante su vida inmaculada, su obediencia, su muerte en la cruz del Calvario.
· Y ahora, no como un mero suplicante intercede por nosotros el Capitán de nuestra salvación, sino como un Vencedor que reclama su victoria” (AFC77).
Jesús es nuestro intercesor ante el Padre
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo (1 Juan 2: 1).
· Son ilimitados los decretos y dádivas de Dios en nuestro favor.
· El mismo trono de gracia está ocupado por Aquel que nos permite que lo llamemos Padre.
· Ha colocado a su diestra a un Abogado revestido con nuestra naturaleza.
· Como nuestro Intercesor, la obra de Cristo es presentarnos ante Dios como a sus hijos e hijas.
· Intercede a favor de los que lo reciben.
· Con su propia sangre ha pagado el precio de su rescate.
· Por virtud de sus propios méritos les da poder para llegar a ser miembros de la familia real, hijos del Rey celestial.
· Y el Padre demuestra su infinito amor por Cristo al recibir y dar la bienvenida a los amigos de Cristo como a sus amigos.
· Está satisfecho con la expiación efectuada. Es glorificado con la encarnación, la vida, la muerte y la mediación de su Hijo.
Nuestras peticiones ascienden al Padre en el nombre de Cristo. El intercede en nuestro favor, y el Padre abre todos los tesoros de su gracia a nuestra disposición para que los disfrutemos y los impartamos a otros.
· Cristo es el vínculo entre Dios y el hombre.
· Coloca toda la virtud de su justicia del lado del suplicante.
· Ruega por el hombre, y el hombre que necesita ayuda divina suplica por sí mismo en la presencia de Dios usando la influencia de Aquel que dio su vida por la vida del mundo.
· Cuando reconocemos delante de Dios nuestro aprecio por los méritos de Cristo, se añade fragancia a nuestras intercesiones.
· Cuando nos acercamos a Dios mediante la virtud de los méritos del Redentor, Cristo nos coloca muy cerca de su lado, rodeándonos con su brazo humano, mientras su brazo divino se aferra del trono del Infinito. Pone sus méritos, como dulce incienso en el incensario de nuestras manos a fin de animar nuestras peticiones (8T177-179)
Por su sacrificio en la cruz somos llamados hijos de Dios
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios, por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. (1 Juan 3: 1).
"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1: 12).
· Juan no puede encontrar palabras adecuadas para describir el admirable amor de Dios para el hombre pecador; pero insta a todos para que contemplen el amor de Dios revelado en el amor de su Hijo unigénito.
· Por la perfección del sacrificio hecho por la raza culpable, los que creen en Cristo, pueden ser salvados de la ruina eterna.
· Cristo era uno con el Padre. Sin embargo, cuando el pecado entró en nuestro mundo por la transgresión de Adán, estuvo dispuesto a descender de la excelsitud de Aquel que era igual a Dios, que moraba en luz inaccesible para la humanidad, tan llena de gloria que ningún hombre podía contemplar su rostro y vivir, y se sometió a los insultos, vilipendios, sufrimientos, dolores y muerte, a fin de responder a las demandas de la inmutable ley de Dios y establecer un camino de escape para el transgresor por medio de su muerte y de su justicia. Esta fue la obra que su Padre le dio que hiciera; y los que aceptan a Cristo, reposando plenamente sobre sus méritos, se convierten en los hijos e hijas adoptivos de Dios, son herederos de Dios y coherederos con Cristo. (A fin de conocerle 63)
Con su muerte en el calvario es una esperanza que ilumina el futuro del transgresor
He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. (Juan 1: 29.)
Al hombre caído le fue revelado el plan de infinito sacrificio por el cual se lograría la salvación. Nada sino la muerte del amado Hijo de Dios podía expiar el pecado del hombre, y Adán se maravilló por la bondad de Dios al proporcionar tal rescate por el pecador.
· Por el amor de Dios, una estrella de esperanza iluminó el terrible futuro que se extendía delante del transgresor.
· Mediante el establecimiento de un sistema simbólico de sacrificios y ofrendas, la muerte de Cristo había de estar siempre delante del hombre culpable, para que pudiera comprender mejor la naturaleza del pecado, los resultados de la transgresión y el mérito de la ofrenda divina.
· Si no hubiese habido pecado, el hombre no hubiera conocido nunca la muerte. Pero en la víctima inocente contemplaba los frutos del Hijo de Dios en su lugar.
· Al convertirse en sustituto del hombre, al llevar la maldición que debiera haber recaído sobre el hombre, Cristo se ha dado en prenda en favor de la raza humana mantener el excelso y sagrado honor de la ley de su Padre.
· Dios ha entregado el mundo en las manos de Cristo para que él pueda vindicar completamente las demandas imperativas de la ley, y hacer santidad de cada principio (Signs of the Times 20-2-1893).
· El sacrificio de animales era una sombra de la ofrenda sin pecado al amado Hijo de Dios, e indicaba su muerte en la cruz. Pero en la crucifixión, el símbolo se encontró con la realidad, y allí cesó el sistema simbólico.
· El Hijo de Dios es el centro del gran plan de redención que cubre todas las dispensaciones. Es el "Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo" (Apoc. 3: .
· Es el Redentor de los caídos hijos de Adán en todos los siglos del tiempo de gracia humano. "En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hech. 4: 12)
Con la muerte de Jesús nos libera el peso de la ira de Dios
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. (Isa. 53: 6).
· Cristo sufrió en lugar del hombre en el huerto del Getsemaní y la naturaleza del Hijo de Dios vaciló bajo el terrible horror de la culpabilidad del pecado, hasta que de sus pálidos y temblorosos labios fue arrancado el clamor agonizante: "Padre mío, si es posible,. pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú" (Mat. 26: 39).
· El poder que infligía el castigo sobre el Sustituto y Seguridad del hombre, era el poder que sostuvo y mantuvo al Doliente bajo el tremendo peso de la ira que hubiera caído sobre un mundo pecaminoso.
· Cristo estaba sufriendo la muerte a la que fueron condenados los transgresores de la ley de Dios.
· Es horrenda cosa que el pecador no arrepentido caiga en las manos del Dios vivo. Esto se demostró en la historia de la destrucción del mundo antiguo por el diluvio, por el relato del fuego que cayó del cielo y destruyó a los habitantes de Sodoma. Pero nunca se demostró esto más plenamente como en la agonía de Cristo.
La naturaleza humana puede soportar sólo una cantidad limitada de prueba y aflicción Lo finito sólo puede soportar una medida finita y sucumbe la naturaleza humana, pero la naturaleza de Cristo tenía una capacidad mayor para sufrir, pues lo humano existía en la naturaleza divina y esto le daba una capacidad para sufrir y soportar el resultado de los pecados de un mundo perdido.
La agonía que soportó Cristo amplía, profundiza y nos da un concepto más amplio del carácter del pecado y el carácter de la retribución que Dios traerá sobre los que continúan en el pecado. La paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Jesucristo para el pecador arrepentido (Manuscrito 35, 1895). 67
IV. USTED Y EL SACRIFICIO CRISTO
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Rom. 5: 1, 2).
1. Si Jesús murió en la Cruz del calvario, ¿De qué manera podemos ser participes de su gracia?
· Cuando Dios perdona al pecador, le remite el castigo que merece, y lo trata como si nunca hubiera pecado, lo recibe en el favor divino y lo justifica por los méritos de la justicia de Cristo.
· El pecador sólo puede ser justificado por la fe en la expiación efectuada por el amado Hijo de Dios que se convirtió en sacrificio por los pecados del mundo culpable.
· Nadie puede ser justificado por ninguna una obra propia.
· Sólo por virtud de los sufrimientos, muerte, resurrección de Cristo puede ser liberado de la culpabilidad del pecado, de la condenación de la ley, del castigo de la transgresión.
· La fe es la única condición por la cual se puede obtener la justificación, y la fe incluye no sólo la creencia sino la confianza.
· El pecador está representado con una oveja perdida, y una oveja perdida nunca vuelve al redil a menos que sea buscada y llevada de vuelta por el pastor.
· Nadie puede arrepentirse por sí mismo y hacerse digno de la bendición de la justificación.
· El Señor Jesús constantemente busca impresionar la mente del pecador y atraerlo a la contemplación de él, el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.
· No podemos dar un paso hacia la vida espiritual a menos que Jesús atraiga y fortalezca al alma, y nos guíe a la experiencia del arrepentimiento del cual nadie necesita arrepentirse.
La fe que es para salvación no es una fe casual, no es un mero consentimiento del intelecto, es una creencia arraigada en el corazón, que toma a Cristo como a un Salvador personal.. Cuando el alma se aferra de Cristo como de la única esperanza de salvación, se manifiesta la fe genuina. Esta fe guía a su poseedor a colocar todos los afectos del alma en Cristo (A fin de conocerle, p.113).
2. ¿Cuál es el factor determinante para que el plan de salvación sea una realidad en nuestras vidas? ¿Qué significa ser guiado por el Espíritu Santo?
"Todos los que son guiados Por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu. de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse" (Rom. 8: 14-18).
Es importante notar que el poder guiador y transformador del Espíritu Santo se describe como algo que conduce, pero que no fuerza. En el plan de salvación no se obliga a nadie. El Espíritu sólo mora en el corazón del que lo acepta por fe; y la fe implica una sumisión voluntaria y por amor ante la voluntad de Dios y la influencia guiadora del Espíritu Santo.
Mientras un hombre viva bajo la ley es esclavo (Rom. 6: 14), y trata por sus propias obras de ganar la recompensa; pero a pesar de sus mejores esfuerzos para lograr su propia rectitud, sólo cosecha condenación e ira y siente temor y temblor ante su Señor y juez. Como esclavo no tiene parte en la herencia. No le espera vida sino muerte. Pero entonces, cuando es justificado por la fe y nace de nuevo del Espíritu Santo, pasa de ser esclavo a ser hijo. Ahora, en vez de la ira del juez, descansa sobre él el amor del Padre; y en lugar del temor de un esclavo, ahora tiene la confianza y la seguridad de un hijo. Ser hijo de Dios ciertamente es vivir.
El privilegio de ser hijos corresponde únicamente a los que están siendo conducidos por el Espíritu. Han nacido de nuevo del Espíritu (Juan 1: 12-13; 3: 3-8) y, ya sean judíos o gentiles, son verdaderos hijos de Abrahán, los hijos de la fe (Gál. 3: 7).
La servidumbre, o esclavitud, la cual menciona Pablo se contrasta con la libertad de los hijos de Dios, es la servidumbre al pecado (Rom. 6: 6, 16-17, 20; 7: 25) y a la muerte como consecuencia del pecado (Rom. 5: 21).
Adoptar es tomar y tratar a un extraño como a nuestro propio hijo, y Pablo aplica el término a los cristianos porque Cristo los trata como a sus propios hijos, aunque por naturaleza eran extraños y enemigos (Rom. 5: 10; Col. 1: 21). Esto significa que ya que por naturaleza no tenemos nada que reclamar de Dios, su acto de adoptarnos es sencillamente una expresión de amor soberano (Juan 3: 16). Esto quiere decir, además, que como hijos adoptivos estamos ahora bajo su protección y cuidado, y que con amante gratitud debemos manifestar el espíritu de hijos que obedecen a Dios voluntariamente en todas las cosas (Rom. 8: 12).
3. ¿Cuáles son las evidencias de somos hijos de Dios?
En la misma forma en que llegamos a ser los hijos de Dios por medio del poder regenerador del Espíritu Santo (Juan 1: 12-13; 3: 5), viene por medio de la presencia interna del Espíritu de Dios (Rom. 8: 14) la seguridad permanente de que todavía somos hijos de Dios; podemos saber que él vive en nosotros mediante la presencia del fruto del Espíritu en nuestra vida (Gál. 5: 22). Si hay amor en nuestro corazón para Dios y nuestros prójimos sabremos que hemos pasado de muerte a vida (1 Juan 3: 14) y nos hemos convertido en los hijos de nuestro Padre celestial (Mat. 5: 44-45), adoptados dentro de la familia celestial.
4. ¿Qué significa ser herederos y coherederos de Dios?
En el plan de Dios para la restauración completa del hombre, se unen nuestra aceptación como hijos y como herederos (Gál. 4: 7). Si hemos nacido de nuevo como sus criaturas y somos adoptados como sus hijos, Dios quiere tratarnos también como a sus herederos. La herencia es el reino de gloria (Mat. 25: 34; 1 Ped. 1: 4-5) y la vida eterna (Rom. 2: 7). La posesión plena de esta herencia es aguardada ansiosamente por los hijos de Dios (Rom. 8: 18-25; 1 Juan 3: 1-3).
En la parábola de los labradores malvados (Mat. 21: 38) Jesús se presenta como el "heredero". Como "el primogénito entre muchos hermanos" (Rom. 8: 29) Cristo admite que sus hermanos compartan (coherederos) también la herencia que él ha ganado, no para sí mismo sino para ellos (Juan 17: 22-24; 2 Tim. 2: 11-12; Apoc. 3: 21).
5. ¿Por qué las aflicciones o crisoles forman parte de la vida cristiana?
El plan de salvación no ofrece a los creyentes una vida libre de sufrimientos y pruebas antes de llegar al reino; por el contrario, les pide que sigan a Cristo en la misma senda de abnegación y vituperio.
· Así como Jesús sufrió constantemente la oposición de Satanás y la persecución del mundo, también sufrirán todos los que están siendo transformados a su semejanza. A medida que aumente su diferencia con el mundo les sobrevendrá una hostilidad mayor.
· Pero por medio de estas pruebas y persecuciones el carácter de Cristo se reproduce y revela en su pueblo.
· "Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados" (Dan. 12: 10). }
· Nuestra participación en los sufrimientos de Cristo nos educa y disciplina, y nos prepara para compartir la gloria del mundo venidero.
· Pablo presenta la futura revelación de la gloria como cierta, que sin duda alguna sucederá (Gál. 3: 23).
· La gloria que muy pronto será revelada incluye el resplandor celestial de la segunda venida y la manifestación de Cristo en toda su divina perfección y poder (Tito 2: 13).
· Esta gloria también la tendrán los fieles seguidores de Cristo (Col. 3: 4) porque serán "semejantes a él", pues le verán "tal como él es" (1 Juan 3: 2).
· Reflejarán su gloria como un espejo y serán "transformados de gloria en gloria" (2 Cor. 3: 18).
· La revelación de esa gloria incluirá el esplendor y la hermosura del cielo, el trono de Dios (Hech. 7: 49), el lugar de brillantez y gloria supremas (Apoc. 21: 10-11, 23-24; 22: 5).
· La anticipación de esta futura gloria debe sostener al cristiano en sus aflicciones en la tierra. Los sufrimientos pueden parecer intensos, pero son "leves" si se comparan con el "excelente y eterno peso de gloria" (2 Cor. 4: 17); son "momentáneos", pero la gloria será eterna; pronto dejarán de ser, pero la gloria jamás se empañará o disminuirá (1 Ped. 1: 4).
REFLEXIONES Y APLICACIONES PARA LA VIDA
Mí querido(a) amigo(a), hermano(a): ¿Cuán importante es el sacrificio de Jesús hecho por ti, por mí, por la humanidad y ante el mismo universo? ¿Cuál es tu decisión ahora que sabes que Cristo ofreció su vida para rescate de muchos? ¿Qué significa ser herederos y coherederos de Dios? ¿De qué manera es una realidad en nuestras vidas las buenas nuevas de salvación?
Reflexiona conmigo el siguiente texto: “La muerte de Cristo en la cruz aseguró la destrucción del que tenía el imperio de la muerte, del que era el originador del pecado. Cuando Satanás sea destruido, no quedará nadie más que tiente para hacer el mal; no se necesitará repetir más la expiación, y no habrá más peligro de que haya otra rebelión en el universo de Dios” (EGW citado por 5 CBA 1 106).
Ore conmigo, por favor… “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4: 10)....Feliz sábado.
RESUMEN
Por su propia libre voluntad, el Salvador dio su vida por los pecadores. Vino para salvar a todos los que fueran a él por fe.
Elaboró: Delfino Jarquín L, Si usted gusta toda la versión haga clic en:
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Bibliografía: Adams Roy, Jesús es maravilloso, Guía de estudio de la Biblia, Edición para maestros, Abril-Junio de 2008__Notas de E.G. White para las Lecciones de la Escuela Sabática, , Abril-Junio de 2008__G. White Ellen: El Deseado de todas las gentes,__Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día: Comentario Bíblico adventista del Séptimo Día, Tomo IV, V&,VI- Diccionario Bíblico Adventista del Séptimo día, - Creencias de los Adventistas del Séptimo Día, 1988 & 2006, _D. Thomas Jerry, Las 28 Creencias fundamentales para mí, APIA, 2007,__R. Thiele Edwin, ¡Mi Dios sin igual!, APIA,1998__H. Woolsey Raymond, El Amor más admirable, APIA, 1995,_ B. Cabusog Jr Hermenio, Emen Louie, et al, Jesús: un don maravilloso, Guía de es estudio de la Biblia para jóvenes, El universitario, Abril-Junio de 2008.
Hermanos y maestros de la Escuela Sabática, espero que les pueda servir de ayuda este material. El propósito es, abarcar toda la lección de la semana; considerando los objetivos principales y aplicándolos en nuestra vida cristiana...gracias por las sugerencias y comentarios que nos han enviado; que la honra y la gloria sea para Dios. Ahora el correo es: delfino_comessab@hotmail.com; delfinosabbathschoolcomment@gmail.com ¡Dios les bendiga hermanos en cada una de sus actividades!, y esperando pronto la bendita esperanza de la Segunda Venida de Cristo Nuestro Señor, se despide su hermano en Cristo: Defino Jarquín López.