III Trimestre de 2011
Libro Complementario
La adoración en el conflicto de los siglos
Autor: Rosalie Haffner Lee Zinke
Capítulo Tres
EL SABADO: UN MONUMENTO EN EL TIEMPO
Las pirámides de Egipto, construcciones en la arena del tiempo, son monumentos funerarios para faraones. Aunque los ladrones de tumbas y los estragos del tiempo han cobrado su cuota, estas enormes maravillas de una cultura temprana todavía nos asombran. Pero, mucho antes que surgiera Egipto como reino, el Dios del cielo había creado un grandioso monumento en el tiempo, que puede ser apreciado por todos en todas partes: un día que es la culminación del ciclo semanal, y recordativo de su gran obra de creación.
Adoración falsa versus adoración verdadera
Señalamos, en el capítulo anterior, que el enemigo de Dios tenía la esperanza de destruir la identidad de los descendientes de Abraham esclavizándolos y llevándolos a la idolatría. Si no los podía destruir totalmente por medio de la esclavitud podría, por lo menos, distorsionar su adoración al Creador al conducirlos a mezclar costumbres y tradiciones paganas con su servicio a Dios, como lo ilustró el incidente del becerro de oro.
Satanás esperaba pervertir de tal modo su adoración que perdieran el sentido de la santidad de Dios y de su majestad, para que finalmente lo adoraran a él como hacían sus vecinos paganos, en lugar de adorar al Creador. Trataría de lograrlo haciéndoles adorar objetos -cosas fabricadas por manos humanas, o aun obras del Creador. Cualquiera de las dos cosas tendría un efecto degradante sobre los adoradores, llevándolos al libertinaje y a gratificar las pasiones bajas del corazón humano. Los seres humanos nunca pueden elevarse más allá de lo que adoran. Esto ha sido demostrado repetidamente en diversos sistemas paganos de adoración.
Las reglas divinas de adoración
Por esto, en el monte Sinaí, el Dios del universo proclamó a esta, su nueva nación: "Yo soy Jehová tu Dios [....] No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra [...] No te inclinarás B ellas, ni las honrarás [adorarás]" (Éxodo 20:1-5). Aun el nombre de Dios, Yahweh, es santo; y los instruyó para que no lo usaran descuidadamente, o en vano (versículo 7).
La pretensión de Dios de que su pueblo lo adorara y lo honrara se basa en el hecho de que él creó a la familia humana y todo lo que hay en el universo. Como los seres humanos tienden a asemejarse a lo que adoran, solo Dios tiene el poder de proporcionar un modelo de conducta correcto; él es digno, porque es puro, santo y justo. Solo él tiene el poder de transformar la naturaleza humana pervertida. Por otro lado, la adoración de los dioses falsos siempre tiende a degradar en vez de elevar el carácter humano, por la misma naturaleza de estos falsos dioses.
Un monumento para la adoración
Dios no solo dio instrucciones sobre lo que no debe hacerse en la adoración. Después de tres mandamientos que comienzan con una prohibición, el siguiente es positivo: "Acuérdate del sábado, para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna [...] Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra [...] y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el sábado y lo santificó" (Éxodo 20:8-11).
El sábado del Señor nos enseña:
· A quién debiéramos adorar, al Dios Creador, quien nos hizo.
· Cuándo debiéramos adorar: en el séptimo día sabático, que Dios instituyó al final de la semana de la Creación como un monumento en el tiempo; un día apartado para adorar al Creador. Este tiempo estaría accesible a toda cultura, nación o pueblo, pues el tiempo es universal.
· Cómo debiéramos adorar: veinticuatro horas apartadas para la adorar y honorar a Dios, todo un día para el reposo espiritual, para cesar de nuestras labores; un tiempo para tener comunión con nuestro Creador.
· Por qué debiéramos adorar: porque el Dios Creador nos dio el reposo sabático para que pudiéramos mantenernos en contacto con él, nuestro Divino Hacedor.
Dios se proponía que este monumento en el tiempo, el sábado, fuese un recordativo permanente para la familia humana de que surgimos de la mano del Creador. Pero, a través de las edades, el enemigo ha tratado constantemente de destruir el santo día de Dios o de anular su importancia. Y si todo lo demás fallaba, él trataría de remplazarlo con una falsificación: otro día.
Una señal del pacto de Dios
Por esta razón, Dios enfatizó explícitamente que este día debía ser una señal de su pacto perpetuo con la humanidad: "El séptimo día es reposo para Jehová tu Dios", literalmente, el "sábado de Dios" (Éxodo 20:10). Dios dijo que "es señal entre mí y vosotros [...] para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico [...] Guardarán, pues, el sábado los hijos de Israel [...] por sus generaciones, por pacto perpetuo" (Éxodo 31:13,16; la cursiva fue añadida).
El sábado era la señal de la relación pactual entre Dios y su pueblo. Este fue apartado de todos los demás pueblos de la tierra porque Dios lo había llamado a ser un pueblo santo, santificado por su gracia y poder. Cada sábado sería un día especial de adoración, un testimonio al mundo que lo rodeaba, de la bendición de formar parte del pueblo del pacto. Dios deseaba que la observancia del sábado semanal fuera un ejemplo y un incentivo para que sus vecinos llegaran a formar parte de la nación especial de Dios. El sábado semanal debía enseñar a su pueblo de aquel entonces y al de ahora, acerca del verdadero Dios, de cómo adorarlo y acerca de las bendiciones y los beneficios de adorarlo a él.
El enemigo odia el sábado a causa de su poder para el bien. Él deseaba que Israel en la antigüedad, y nosotros ahora, olvidemos que el sábado es una señal de que "en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra" (versículo 17).
Los geólogos excavan, y hallan supuestas evidencias de que la tierra tiene millones de años de antigüedad. Los evolucionistas siguen insistiendo en que la vida llegó a existir mediante alguna mezcla accidental de moléculas, en algún mar prehistórico. Sin embargo, el sábado, tal como aparece en Génesis 2, se yergue como un monumento irrefutable del poder creador de Dios: "Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel" (Éxodo 31:17). "Mientras duren los cielos y la tierra, el sábado continuará siendo una señal del poder del Creador". "A todos los que reciban el sábado como señal del poder creador y redentor de Cristo, les resultará una delicia".
Una señal de liberación
Cuando Moisés dirigió sus últimas palabras de consejo a los israelitas poco antes de su muerte, repitió los Diez Mandamientos. Les recordó que fue Dios quien los sacó de Egipto "con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el sábado" (Deuteronomio 5:15). Así, el sábado era no solo un monumento del poder creador de Dios, sino también una conmemoración de la liberación de Israel de la esclavitud egipcia. Como vimos en el capítulo 2, la Pascua, un recordatorio de la liberación de Israel de Egipto, debía continuar celebrándose en la Cena del Señor de los cristianos del Nuevo Testamento. Del mismo modo, el sábado que representaba el poder de Dios para librar del pecado al igual que su poder creador, debía continuar observándose en la iglesia del Nuevo Testamento. Su rol como recordativo de nuestra liberación del poder del pecado por medio de Cristo es razón más que suficiente para santificar su santo día de reposo como celebración de nuestra salvación.
El mismo Jesús habló del reposo como remedio para nuestros males: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mateo 11:28, 29, la cursiva fue añadida). Cada día de reposo sabático que llega en el ciclo semanal es para aportar descanso espiritual, así como el alivio físico para el cuerpo, la mente y el alma de todos los que han encontrado reposo en Jesús.
El apóstol Pablo enfatiza este tema en su carta a los Hebreos. Les recuerda a sus lectores que Dios descansó de su obra creadora y desea que entremos en el reposo espiritual al cesar de nuestras labores como él lo hizo. El Israel antiguo, bajo el mando de Moisés, Josué y otros, a menudo omitió asimilar esa lección. Por ello Pablo nos recuerda que Dios todavía espera que su pueblo actual entre en el descanso espiritual que produce el confiar en Dios, en vez de confiar en sus propias obras, simbolizado por el descanso sabático. "Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón" (Salmo 95:7, . Así que hoy todavía sigue habiendo un descanso para nosotros: un verdadero descanso espiritual, no solo del cuerpo sino también del corazón, del alma; un descanso mediante la fe en lo que Dios ha prometido hacer por nosotros, por medio de su gracia.
El sábado, una señal de santificación
El sábado es un recordativo de que solo el poder de Dios puede santificarnos; que puede hacernos santos. Un famoso evangelista de otras épocas a menudo decía: "Se necesita un hombre santo para guardar un día santo". En realidad, es imposible santificar un día a menos que el Espíritu de Dios actúe en la vida para aportar santidad y dar lugar a la transformación del carácter que da como resultado un crecimiento en la gracia.
En otras palabras, la salud espiritual de un cristiano puede medirse por cuánto significado y gozo encuentra en santificar el sábado. ¿Cuánta felicidad nos trae el adorar a Dios? ¿Cuánto placer nos da el hacer el bien a los demás? ¿Cuánto gozo tenemos al dar para la causa de Dios? ¿Podemos ver evidencias, de semana en semana, de que Dios está edificando nuestro carácter? ¿Disfrutamos de las horas sabáticas porque nos acercan más a nuestro Señor y Salvador? Debería haber una certeza en la vida, una experiencia del proceso de santificación: "Y les di también mis sábados, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico" (Ezequiel 20:12; la cursiva fue añadida).
Ejemplos en la historia de Israel
Un examen cuidadoso de la historia de Israel confirma que la permanencia del pueblo con Dios a menudo se medía por su relación con el sábado. Los profetas vincularon frecuentemente la apostasía de Israel con su descuido en la observancia del sábado.
El profeta Isaías ministró en los días en que Israel, el reino del norte, ya estaba en sus años de declinación, y Asiría amenazaba a Judá, el reino del sur. En el primer capítulo de su libro, él advirtió a Judá que sus sacrificios y su observancia de las fiestas, su observación del sábado y aun sus oraciones no eran aceptables mientras tuviesen sangre entre sus manos (Isaías 1:5-15). Más tarde, pronunció una bendición sobre aquellos que se refrenaban de profanar el sábado (ver Isaías 56:2, 6-8). Luego, en el capítulo 58, Isaías hizo una apelación a la verdadera observancia del sábado, enumerando las bendiciones que vendrían. Claramente predijo la restauración del sábado, por parte de un pueblo que sería denominado "reparador de portillos" (versículo 12). Además, declaró que Dios los haría "subir sobre las alturas de la tierra", y les daría "a comer la heredad de Jacob" (versículos 12-14).
La predicación del sábado en el movimiento adventista del séptimo día no solo ha dado como resultado millones de adeptos alrededor de la tierra que guardan el sábado, sino que además ha sido un factor en el aumento de la conciencia general del valor de un día de descanso. Por ejemplo, Marva J. Dawn, teóloga, educadora y autora, escribió un libro excelente, Keeping the Sabbath Wholly [Cómo santificar el día de reposo integralmente] (aunque acepta como día de descanso tanto el domingo como el "sábado judío", como ella señala). Otros líderes espirituales también ven y promueven los beneficios y las bendiciones de un sábado de descanso.
Jeremías ministró durante el reinado de los últimos reyes de Judá y hasta el comienzo de la cautividad babilónica. Describió, en un lenguaje metafórico, el problema de su pueblo: "Ovejas perdidas fueron mi pueblo; sus pastores las hicieron errar [...] Se olvidaron de sus rediles" (Jeremías 50:6; la cursiva fue añadida). La palabra hebrea para "rediles" que aquí se usa, a menudo, en ambientes pastoriles, se emplea para designar un lugar seguro para que descansen los rebaños. El sábado es un "lugar" seguro, donde el pueblo de Dios puede descansar. Cuando se alejan de la seguridad espiritual que provee el sábado, se exponen a peligros que pueden destruirlos.
Ezequiel, un contemporáneo de Daniel y de sus amigos cautivos en Babilonia, vivió cerca del río Quebar. En el capítulo 20 de su libro, Ezequiel repasa la historia de Israel. Cita a Dios, cuando les dice: "Les di mis estatutos, y les hice conocer mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá. Y les di también mis sábados, para que fuesen por señal entre mí y ellos [...] mis sábados profanaron en gran manera [...] Y profanaron mis sábados, y tras los ídolos de sus padres se les fueron los ojos" (Ezequiel 20:11-13, 24; la cursiva fue añadida).
En las reformas que Esdras y Nehemías fomentaron, ambos enfatizaron la observancia de la Ley. Nehemías registró las reformas sabáticas en el capítulo 13 de su libro. La experiencia de Esdras y Nehemías, así como la de otros, dejó en claro que el quebrantar la observancia del sábado entre el pueblo de Dios fue el eje en su camino a la apostasía. Una reforma espiritual a menudo comenzaba con un reavivamiento de la verdadera observancia del sábado. ¿Cómo sabemos que necesitamos un reavivamiento y una reforma? El gozarnos en el descanso sabático (o la falta de gozo) puede revelar, como un termómetro en una persona enferma, si hay algún problema o no.
El don que satisface la necesidad humana
El descanso es una necesidad humana básica. El descanso sabático es un don que satisface nuestras necesidades en cada faceta de nuestro ser, ya sea dándonos tiempo para refrescar nuestro cuerpo cansado, proveyendo descanso emocional para calmar nuestro corazón agitado o descanso espiritual para renovar nuestro espíritu debilitado. Consideremos más de cerca este don.
El psicólogo Abraham Maslow diseñó un modelo conocido como la "Jerarquía de las necesidades, de Maslow". Su hipótesis es que las necesidades humanas más básicas, de aire, agua y comida, son los motivadores más poderosos de la vida. Las necesidades emocionales y psicológicas captan nuestra atención solo después de que nuestras necesidades más básicas han sido satisfechas. Por ejemplo, a un hombre que está muriendo de sed no se le diserta acerca de su necesidad de aceptación o de amor, porque esas necesidades no interesan si su necesidad de agua no se atiende de inmediato. Solo después de que las necesidades físicas fueron suplidas estará él interesado en tratar con sus necesidades emocionales o psicológicas.
El Dios que nos hizo sabe qué necesidades tenemos en cada nivel de nuestro ser, y nos ha dado el descanso del sábado para que tengamos tiempo de atenderlas. El sábado provee alivio del trabajo físico, porque hemos de reposar de nuestra actividad rutinaria. Pero el sábado es más que eso. También proporciona descanso emocional de los problemas ordinarios de la vida; los ponemos a un lado mientras celebramos el día santo de Dios. El sábado también nos brinda esperanza, muy necesaria en nuestra sociedad tan movediza, donde saltamos de un proyecto a otro, de un problema a otro, a menudo sin una interrupción de la rutina.
El sábado nos da un día especial apartado de lo común, lo mundano y lo urgente. Nos libera de la rutina de las actividades de nuestras vidas diarias. Nos recuerda la disposición de Dios para perdonarnos y limpiarnos del pecado. El sábado nos dice que somos hijos de Dios, que somos importantes para él, y que él nos ama. Nos habla de nuestro valor, de nuestra valía, porque él nos hizo rectos, a su propia imagen, y quiere restaurarnos a esa imagen. El sábado trae equilibrio y perspectiva a nuestras vidas. Nos da la oportunidad de descansar nuestras mentes de la rutina como un antídoto del aburrimiento, y a elevarlas a lo que es hermoso en la gran obra de Dios en la naturaleza y en su Palabra. Por sobre todo, el descanso sabático nos permite gozar y deleitarnos en la experiencia de adorar a nuestro Dios, nuestro maravilloso Creador y Redentor. Tenemos veinticuatro horas separadas para estar con él y gozar de lo que él nos ha dado para que fuese una bendición.
Aunque nuestra predicación del evangelio a los seres humanos perdidos debe estar basada en las Escrituras y en principios sólidos, es importante tener conciencia de las necesidades humanas y de cómo satisfacerlas al ministrar el mensaje evangélico. Jesús atendió las necesidades de la gente. Satisfizo sus necesidades físicas con alimentos y sanidad. Consoló a los entristecidos y animó a los abatidos. La Biblia está llena de lecciones prácticas que responden a las necesidades de la gente que está buscando significado espiritual.
El sábado nos recuerda que tenemos necesidades estéticas: de belleza y de las cosas finas de la vida. El sábado es un día para admirar y gozar la gran obra de Dios, que todavía es hermosa a pesar de los deterioros causados por el pecado. Su propósito es restaurar la imagen de Dios en nosotros y en otros, y la mejor manera de lograrlo es permitirle que entre en nuestras vidas y nos muestre el verdadero significado de su santo sábado, la promesa de su poder para nuestra restauración. El pueblo que guarda el sábado debe ser experto en compartir el mensaje sanador del sábado.
Finalmente, el sábado nos señala un gran futuro: una eternidad con Dios y, por lo tanto, es una promesa de esperanza. Como tal, da sentido y propósito a la vida, y nos invita a gozar de Dios, al acercarnos a una relación más estrecha con él durante esas horas. "El ejercicio más exaltado de las facultades del hombre consiste en comprender a Dios, y regocijarse en él".
Un llamado para adorar a Dios
"Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová, nuestro Hacedor" (Salmo 85:6). Este hermoso salmo, un llamado a adorar a Dios, también contiene una súplica a los pecadores-santos para que no sigan endureciendo sus corazones como lo hizo Israel y que, como resultado, vagaron por el desierto durante cuarenta largos años (ver Hebreos 4:8-11). ¿Por qué interrumpiría el salmista su hermosa alabanza para hacer esta súplica urgente? Porque conocía bien la historia del pueblo de Dios. Sabía cuántas veces había dejado de cumplir el propósito de Dios para ellos.
Pablo cita parte del Salmo 95 en su exhortación a los cristianos hebreos. Les suplica que entren en el reposo de Dios y que no rechacen la invitación de Dios, cosa que hizo el Israel antiguo al endurecer su corazón. El reposo del sábado es un símbolo de que ya no estamos intentando ganar la salvación "haciendo" buenas obras. Más bien, debemos aceptar el reposo que viene junto con la salvación, que está simbolizado por el descanso de nuestro trabajo en este día especial.
El reposo del sábado, como símbolo de nuestra salvación, involucra cesar de nuestras tareas y descansar en Cristo, quien nos dio este día santo de bendición y de refrigerio espiritual, mental y físico.
Pablo se dirige a su propio pueblo judío, deseando que ellos vean que Cristo es mayor que Moisés, y que su Espíritu Santo les habla en el Salmo 95 a ellos y a nosotros: "Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años" (Hebreos 3:7-9).
Pablo cita este salmo para desafiar a sus oyentes a comprender que, por causa de la incredulidad y de la desobediencia de Israel, tuvieron que peregrinar durante cuarenta años por el desierto, siendo que podrían haber estado gozando de la Tierra Prometida y del descanso que Dios había prometido. Tomando fuera de contexto algunas de las afirmaciones de Pablo, algunos las usaron para sugerir que él estaba afirmando que ya no hay necesidad de guardar el sábado. Hebreos 4:8, por ejemplo, se refiere a Josué hablando de "otro día", que algunos han dicho que significa que el reposo sabático ha sido cambiado por el domingo, el primer día de la semana. Pero Pablo se está refiriendo a Josué 22:4, donde Josué dice: que Dios "ha dado reposo a vuestros hermanos" (la cursiva fue añadida). La incredulidad les impidió entrar tanto en el reposo espiritual, de obediencia confiada, como en el reposo de entrar en la Tierra Prometida. Más tarde, cuando actuaron con fe y obedecieron los mandatos de Dios, entraron en el reposo de poseer la tierra. En el contexto, la referencia de Josué no tiene nada que ver con los días de adoración.
El mensaje de Pablo, aunque a veces es mal comprendido, es una poderosa apelación a todos los hijos de Dios, basada en su convicción de que el Señor desea la obediencia fundamentada en la fe y en el amor. El propósito de Dios es que gocemos del reposo del sábado como un símbolo de nuestra salvación, y no como una manera de ganarnos la salvación. Nuestro reposo en la salvación es un anticipo y una promesa de que heredaremos el reposo de la Canaán celestial, cuando él venga a establecer su Reino.
¿Cómo es la verdadera observancia del sábado?
Así que, ¿a qué podría asemejarse la verdadera observancia espiritual del sábado? Podemos aprender mucho de nuestros amigos judíos ortodoxos, que aman el sábado, y que a veces se refieren a él como la "Reina sabática". Consideran el sábado como un símbolo de la soberanía de Dios en sus vidas. Es un tiempo para reflexionar; un día de renovación espiritual que deviene del estudio de la Palabra de Dios. Renovación física, emocional y espiritual. Es un día para dejar a un lado los problemas, las frustraciones, y las cargas de la vida diaria, para concentrarse en lo que es eterno y duradero. Es un día de paz, shalom Es un tiempo para practicar la presencia de Dios en la vida, aun en medio del estrés, la tristeza o la crisis.
La invitación de Dios para nosotros hoy
Dios nos ha brindado el reposo del sábado para que fuese una bendición en nuestra vida física, emocional y espiritual. Es un día en el cual lo honramos como nuestro Creador y Redentor. Es un día separado de los otros seis días de trabajo, en los cuales trabajamos y atendemos nuestras necesidades. El sábado es un día apartado para que pasemos tiempo con nuestro Dios Creador. El sábado se nos ha dado como un día de adoración, en el cual honramos a Dios con nuestra adoración, nuestra alabanza, nuestros dones, nuestra devoción y nuestro culto. Es un tiempo para mirar hacia adelante, al reposo final del sábado, cuando veamos a nuestro Señor y Salvador cara a cara, y caigamos a sus pies y lo adoremos.
"Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas". Apocalipsis 4:11.
El sábado es un tiempo durante el cual nos preparamos para ese gran día en que nos uniremos a los salvados de todas las épocas, para cantar el cántico de victoria de los redimidos:
"Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: "Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos". Apocalipsis 5:13.
Por la gracia de Dios, podemos estar allí. ¡Feliz sábado!
Compilador: Delfino J.