Lección 5 Para el 29 de enero de 2011
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 3:8-13; 1 Juan 1:9: Salmos 32; 1 Timoteo 4:1, 2; Mateo 26:75; Romanos 8:1.
PARA MEMORIZAR:
“JAH, si mirares a los pecados, ¿quién, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado” (Sal. 130:3, 4).
EL SENTIMIENTO DE CULPA es una de las experiencias emocionales más dolorosas. Puede causar vergüenza, temor, tristeza, enojo, angustia, e incluso enfermedades físicas. Aunque son desagradables, Dios puede usar estos sentimientos para conducir a los pecadores al arrepentimiento y al pie de la cruz, donde pueden encontrar el perdón anhelado. Pero, a veces, este mecanismo hace que la gente se sienta culpable de algo por lo que no es responsable, como en el caso del sobreviviente de un accidente o el de los hijos de un divorcio.
Pero, cuando el sentido de culpa es justificado, cumple el papel de una buena conciencia. Dependiendo de las elecciones personales, la culpa puede ser altamente destructiva, como en el caso de Judas, o altamente positiva, como en el caso de Pedro.
Esta semana estudiaremos cuatro informes bíblicos que tienen que ver con la culpa, para comprender mejor este fenómeno y ver qué podemos aprender. Veremos que, si se canaliza apropiadamente, Dios puede usarla para nuestro beneficio. Mucho dependerá de nuestra actitud hacia la culpa que sentimos y de lo que elegimos hacer con ella.
Lección 5 Domingo 23 de enero
VERGÜENZA
Lee Génesis 3:8 al 13. ¿Cómo manifestaron Adán y Eva la culpa que experimentaron? ¿Qué estuvo mal en la reacción de Adán?
La culpa fue la primera emoción adversa que sintió el hombre. Después de que Adán y Eva hubieron pecado, su conducta cambió. Se “escondieron de la presencia de Jehová entre los árboles del huerto” (vers. 08). Esta reacción indicaba miedo a su Padre y Amigo y, al mismo tiempo, vergüenza de enfrentarlo. Hasta su caída, sentían gozo en la presencia de Dios, pero ahora se escondieron. Además, sintieron tristeza, especialmente al darse cuenta de las terribles consecuencias de haber desobedecido a Dios.
Nota las palabras de Adán y de Eva: “La mujer que me diste”; “La serpiente me engañó”. La culpa puede producir una reacción automática: echar la culpa sobre otro, o justificar la conducta propia con argumentos. Se ha llamado “proyección” y “racionalización” a estas reacciones, y se alega que la gente proyecta su culpa sobre otros o sobre las circunstancias para aliviar la carga de la culpa. Esta “proyección” es un mecanismo de defensa. Pero echar la culpa sobre otros no es bueno para las relaciones interpersonales y es una barrera al perdón de Dios. La solución consiste en aceptar la responsabilidad plena por los actos propios y buscar al Único que provee la libertad de la culpa: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Rom. 8:1).
Algunas personas sufren de culpa por razones equivocadas. Parientes de quien cometió suicidio, sobrevivientes de un accidente y niños de una pareja que se divorció son ejemplos típicos, muy a menudo, de culpa sin fundamento. Esta gente necesita recibir la seguridad de que ellos no son responsables de la conducta de otros o por eventos imprevisibles. Y, si en ciertos casos tienen algo de culpa, deben tomar la responsabilidad de sus acciones, procurar el perdón de las personas a las que hirieron y aferrarse a promesas bíblicas tales como: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Sal. 103:12).
¿Cómo reaccionas ante la culpa? ¿Eres rápido en echar la culpa sobre otros por tus actos equivocados? ¿Cómo puedes aprender a enfrentar las cosas que hiciste mal y, por la gracia de Dios, seguir adelante?
Lección 5 Lunes 24 de enero
LA ANGUSTIA DE LOS HERMANOS DE JOSÉ
¿Qué recuerdos y remordimiento tenían los hermanos de José? Gén. 42:21. ¿Qué nos indica esto acerca de ellos?
La culpa está asociada con el pasado, una imagen o un evento, que se repite en la mente, o una escena que invade la mente, los sueños o las pesadillas. La imagen del adolescente José rogando por su vida debió de haber vuelto a la mente de ellos vez tras vez.
¿De qué otro modo afectó la culpa a los hermanos de José? Gén. 45:3.
La persona que siente culpa piensa en esta repetidamente, lamenta lo que hizo, muestra temor por las consecuencias y se echa la culpa a sí misma. Esa reflexión produce angustia, frustración e ira contra sí misma por haberlo hecho. Pero, no importa cuánto se recuerden esos pensamientos, el pasado no cambia. Se necesitan el arrepentimiento y el perdón. Emerge, aquí, el noble carácter de José: les ofrece perdón y los anima a dejar de estar enojados. Les asegura que lo ocurrido tenía que ver con el propósito de Dios de salvar muchas vidas. Dios usó la mala acción de ellos para el bien; sin embargo, esto no cambia el hecho de que eran culpables de una acción horrible.
¿Cómo nos ayudan estos versículos a tratar con la culpa? Sant. 5:16; 1 Juan 1:9.
Todos los pecados producen dolor al pecador y a Dios, y algunos involucran a otras personas. Juan nos dice que Dios quiere perdonarnos y purificarnos de la injusticia. Además, Santiago nos dice que confesemos los pecados unos a otros; en especial a quienes hemos dañado.
La única manera de liberarse de la culpa es una confesión humilde. “Tus pecados pueden aparecer como montañas ante ti; pero, si humillas tu corazón y los confiesas, confiando en los méritos de un Salvador crucificado y resucitado, te perdonará y te limpiará de toda maldad” (HAp 467, 468). ¿Qué necesitas confesar a fin de experimentar las promesas dadas aquí?
Lección 5 Martes 25 de enero
FUERZA DEBILITADA
Lee el Salmo 32. ¿Qué nos enseña acerca de la culpa y de la confesión? ¿Qué quiere decir David con “mientras callé”? ¿Qué sucede cuando uno permanece silencioso? ¿Cuál fue la solución de David para su culpa?
Una confesión honesta es buena para el alma y también para el cuerpo. David indica que su culpa le causaba dolor físico: huesos envejecidos (vers. 3) y fuerzas debilitadas (vers. 4, NVI). Los profesionales de la salud, hoy, reconocen el vínculo que existe entre el estrés psicológico y los males físicos. Ellos usaron, por décadas, la expresión “enfermedad psicosomática”, que se refiere a síntomas físicos causados por procesos psicológicos. Hoy, el campo de la psiconeuroinmunología identifica el papel clave que desempeña la mente en protegernos de las enfermedades o en exponernos a ellas.
La culpa deteriora de inmediato la conducta y, a la larga, destruye la salud física. Pero, los que conocen al Señor no necesitan estar en situaciones de riesgo. David revela el antídoto para la culpa: “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. [...] Y tú perdonaste la maldad de mi pecado” (vers. 5).
De este modo, la vergüenza, el remordimiento y la tristeza causados por la culpa desaparecen con el perdón de Dios, y el gozo y la alegría los reemplazan.
Lee 1 Timoteo 4:1 y 2. ¿Qué quiere decir Pablo con “conciencia cauterizada”?
Pablo advirtió a Timoteo que vendrían maestros con doctrinas extrañas, cuyas conciencias estarían “cauterizadas” (“marcadas a fuego”, BJ) (vers. 2). Como el fuego quema las terminaciones nerviosas e insensibiliza ciertas partes del cuerpo, una conciencia puede estar cauterizada por: a) violaciones de lo correcto sin dejar ningún sentido del mal, b) fuertes influencias ambientales que hacen considerar algo malo con indiferencia, o como si fuera bueno.
¿Qué conductas que una vez te molestaron ya no te molestan más? Si es así, ¿podría ser que esté actuando una conciencia cauterizada? Da un paso atrás, y considera las conductas que no molestan más a tu conciencia pero que tal vez deberían hacerlo.
Lección 5 Miércoles 26 de enero
LLANTO AMARGO
Una de las mayores manifestaciones de culpa aparece en Mateo 26:75. ¿Por qué el sentido de culpa de Pedro fue tan grande? ¿Tuviste alguna vez una experiencia similar? Si es así, ¿qué aprendiste de ella, para no repetir el error?
En dos ocasiones, Pedro declaró su intención de mantenerse firme y nunca negar al Maestro. La segunda afirmación sucedió esa misma noche, después de que el Señor había predicho que Pedro lo negaría tres veces. Más tarde, dos mujeres identificaron a Pedro como uno de los discípulos de Jesús, y él negó al Señor cada vez. Luego, unos siervos lo identificaron, y él exclamó: “No lo soy” (Juan 18:25). Nota que los acusadores (mujeres, siervos) eran considerados de bajo nivel social en ese entonces. Esto debió de haber añadido más vergüenza y culpa a Pedro.
El punto importante es que el llanto de Pedro lo condujo al arrepentimiento, a un cambio de corazón y a una verdadera conversión, aunque el proceso fue doloroso. A veces necesitamos vernos como en realidad somos, lo que hay en el corazón, de qué traición somos capaces, y entonces caeremos, quebrantados, como Pedro, ante el Señor.
“Con cegadoras lágrimas, él [Pedro] se encamina a la soledad del Jardín de Getsemaní y allí se postra donde vio la forma postrada de su Salvador cuando sudor con sangre brotó de sus poros en su gran agonía. Pedro recuerda, con remordimiento, que él estaba dormido cuando Jesús oraba durante esas terribles horas. Su orgulloso corazón se quebranta, y lágrimas penitenciales humedecen el suelo tan recientemente manchado con el sudor y la sangre del querido Hijo de Dios. Salió de ese Jardín como un hombre convertido. Estaba listo para apiadarse de los tentados. Fue humillado, y podía simpatizar con los débiles y errantes” (3 T 416).
El libro de Hechos proporciona un testimonio claro de la transformación de Pedro. Su predicación, su liderazgo y sus hechos milagrosos fueron extraordinarios, y condujeron a la salvación de muchos. Su obra también llevó a la fundación de la iglesia como cuerpo de Cristo. Su muerte, predicha por Jesús en Juan 21:18, fue recibida como un honor, porque murió de la misma manera que su Maestro.
¿De qué forma tus caídas y tus fracasos te han hecho más sensible a las caídas y los fracasos de otros?
Lección 5 Jueves 27 de enero
PERDÓN COMPLETO
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Rom. 8:1). ¿Qué promesa presenta este texto, y cómo podemos apropiarnos de ella?
El perdón de Dios es tan grande, tan profundo y tan ancho que es imposible comprenderlo completamente. El perdón humano no puede compararse con el de Dios, que es perfecto. Nosotros estamos tan llenos de fallas y, no obstante, gracias a la provisión que Dios presenta en Jesús, todos podemos tener un perdón pleno cuando reclamamos sus promesas con plena fe y entrega al Señor.
Lee los textos indicados más abajo. ¿Cómo te ayudan a comprender el perdón de Dios?
Sal. 103:12
Isa. 1:18
Miq. 7:19
La Biblia usa alegorías para ayudarnos a comprender el significado de conceptos difíciles. Por ejemplo, la nieve y la lana son buenos ejemplos de blancura; las profundidades del océano son los lugares más profundos que existen desde la superficie; y nada está geográficamente más apartado que el este del oeste. No obstante, estas son alegorías limitadas del perdón de Dios.
En la Abadía de Elstow, una ventana con vidrios de colores presenta una imagen inspirada en El Progreso del peregrino, de Bunyan. Cristiano, el personaje central, está arrodillado al pie de la cruz. Su pesada carga de culpa está cayendo de sus hombros, lo que trae gran alivio a su alma. Cristiano dice: “No la vi más”. La carga había desaparecido. Su dolor, su ansiedad y su vergüenza desaparecieron para siempre. Por causa de nuestra imperfección, egoísmo y relaciones defectuosas, es muy difícil para nosotros comprender el perdón perfecto y total de Dios. Sencillamente, podemos aceptarlo por fe y orar: “Señor, humildemente te confieso mis pecados, y acepto tu perdón y tu limpieza. Amén”.
¿Cómo podemos estar seguros de que nuestros pecados están perdonados si no lo sentimos? ¿Qué razones tenemos para creer que fueron perdonados, a pesar de nuestros sentimientos?
Lección 5 Viernes 28 de enero
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “Cuando el pecado lucha por dominar el corazón humano, cuando la culpa parece oprimir el alma y abrumar la conciencia, cuando la incredulidad nubla la mente, ¿quién permite que entren rayos de luz? ¿La gracia de quién es suficiente para dominar el pecado, y otorga el perdón precioso de todos nuestros pecados, expulsando la oscuridad, y dándonos esperanza y gozo en Dios? Jesús, el Salvador que perdona los pecados. Él es todavía nuestro Abogado en las cortes celestiales; y aquellos cuyas vidas están escondidas con Cristo en Dios deben levantarse y brillar, porque la gloria del Señor se ha levantado sobre ellos” (BTS, mayo de 1915).
“Si has dado motivo de ofensa a tu amigo o a tu vecino, debes reconocer tu falta, y es su deber perdonarte libremente. Debes entonces buscar el perdón de Dios, porque el hermano a quien has ofendido pertenece a Dios, y al perjudicarlo has pecado contra su Creador y Redentor” (FV 130).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. La esposa del ex líder comunista Mao Tse-Tung vivía en constante temor y culpa, por causa de las muchas cosas malas que ella había hecho. Era tan paranoica, tan llena de culpa, que cualquier ruido repentino e inesperado la hacía transpirar frío, o la enfurecía. Su situación llegó a ser tan mala que ella exigió que sus ayudantes mantuvieran lejos de su casa a las aves, de modo que no pudiera oír sus cantos. Aunque este es un caso extremo, ¿qué nos indica acerca del poder de la culpa para arruinar nuestra vida?
2. ¿Qué consejo le darías a alguien que está luchando con la culpa por sus pecados pasados, que pretende haber aceptado a Cristo, pero que todavía no puede librarse del sentimiento de culpa? ¿Cómo puedes ayudarlo?
3. En la sección del jueves, la Biblia nos presentó varias imágenes para describir el perdón de Dios. Pide a los miembros de la clase que presenten metáforas propias de ellos para describir la profundidad del perdón que se encuentra en Jesús para quienes lo aceptan.
4. En un mundo en el que Dios no existiera, ¿podría existir la culpa? Analiza tu respuesta.
5. Como vimos esta semana, Dios puede usar la culpa para llevarnos a la fe y al arrepentimiento. ¿Hay otros “beneficios” de la culpa? Si es así, ¿cuáles podrían ser?
Compilador: Delfino J.