Lección 12 Para el 18 de septiembre de 2010
El Amor y la Ley
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 12-13.
PARA MEMORIZAR: “No os conforméis a este siglo, sino transformados por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2)
AUNQUE PABLO QUERÍA cambiarles a los romanos sus falsas ideas acerca de la ley, también llama a todos los cristianos a una obediencia más elevada, que viene solo por un cambio en el corazón y en la mente mediante el poder de Dios.
En Romanos no hay indicios de que esta obediencia sea automática. El cristiano necesita conocer cuáles son los requerimientos: debe desear obedecer esos requerimientos; y debe buscar el poder divino, sin el cual esa obediencia es imposible.
Esto significa que las obras son parte de la fe cristiana. Pablo nunca quiso menospreciar las obras; en los capítulos 13 al 15 les da un fuerte énfasis. Sin embargo, no niega la justificación por la fe; al contrario, las obras son la verdadera expresión de una vida de fe. Se podría alegar que, por la revelación que trajo Jesús, los requerimientos del Nuevo Testamento son más difíciles que los del Antiguo. Los creyentes recibieron el ejemplo de Jesucristo. Él es el único modelo. “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en” –no en Moisés, o Daniel, o David, o Salomón, o Enoc, o Débora– sino “en Cristo Jesús” (Fil. 2:5).
La norma no es –ni puede– ser más elevada que esa.
SACRIFICIO VIVO
Con el capítulo 11 termina la parte doctrinal de Romanos. Los capítulos 12 al 16 presentan instrucciones prácticas y notas personales. Pero estos capítulos son sumamente importantes, porque muestran cómo ha de vivirse la vida de fe.
La fe no es un sustituto de la obediencia, como si la fe anulara nuestra obligación de obedecer al Señor. Los preceptos morales son todavía válidos; en el Nuevo Testamento se los explica, y aun se los amplifica. Y tampoco hay indicación de que será fácil para el cristiano ajustar su vida a estos preceptos. Por el contrario, se nos dice que a veces podría ser difícil, ya que la batalla con el yo y con el pecado es siempre dura (1 Ped. 4:1). Al cristiano se le promete poder divino y se le asegura que la victoria es posible, pero todavía estamos en el mundo del enemigo y tendremos muchas batallas contra la tentación. La buena noticia es que si fallamos no somos desechados, porque tenemos un Sumo Sacerdote que intercede en nuestro favor (Heb. 7:25).
Lee Romanos 12:1. ¿Cómo revela esta analogía la manera en que hemos de vivir como cristianos? ¿De qué modo Romanos 12:2 se adecua a esto?
En Romanos 12:1, Pablo alude a los sacrificios del Antiguo Testamento. Así como en la antigüedad los animales eran sacrificados a Dios, los cristianos ahora deben ceder sus cuerpos a Dios, no para ser muertos, sino como sacrificios vivos a su servicio.
En el antiguo Israel, cada ofrenda que se traía como sacrificio era cuidadosamente examinada. Si se descubría cualquier defecto en el animal, era rechazado porque las ofrendas debían ser sin tacha. A los cristianos se les pide que presenten sus cuerpos como “un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”. Para hacer esto, todos sus poderes deben ser conservados en la mejor condición posible. Aunque ninguno de nosotros está sin tacha, el punto es que debemos procurar vivir tan sin mancha y tan fielmente como podamos.
Siempre es fácil encontrar excusas para nuestros pecados y faltas, ¿verdad? ¿Cuál es tu excusa común para caer en lo mismo una y otra vez? ¿No será tiempo ya de dejar a un lado las excusas y pedir que Dios cumpla sus promesas porque el poder de Dios es mayor que el de tus excusas?
PENSAR EN SÍ MISMO
Hemos hablado bastante este trimestre acerca de la perpetuidad de la ley moral de Dios, y hemos enfatizado que el mensaje de Pablo en el libro de Romanos no enseña que los Diez Mandamientos han sido anulados o invalidados por la fe.
No obstante, es fácil entusiasmarse tanto con la letra de la ley que nos olvidemos del espíritu que la respalda, y ese espíritu es el amor: amor a Dios y amor los unos a los otros. Aunque cualquiera puede profesar amor, revelar ese amor en la vida diaria es un asunto completamente diferente.
Lee Romanos 12:3 al 21. ¿Cómo debemos revelar el amor a los otros?
Como en 1 Corintios 12 y 13, después de tratar con los dones del Espíritu, Pablo exalta el amor. El amor (en griego, agápe) es el camino más excelente. “Dios es amor” (1 Juan 4:8). O sea, el amor describe el carácter de Dios. Amar es actuar hacia otros como Dios actúa, y tratarlos como Dios los trata.
Pablo aquí muestra cómo ese amor debe expresarse en una manera práctica. Surge un principio importante, y es la humildad personal, una disposición para que cada uno “no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener” (Rom. 12:3); en cuanto a honra, “prefiriéndose los unos a los otros” (vers. 10); y una disposición a no ser “sabios en vuestra propia opinión” (ves. 16). Las palabras de Cristo acerca de sí mismo, “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mat. 11:29), captan la esencia de esto.
De todas las personas, los cristianos deberían ser los más humildes. Después de todo, considera cuán impotentes somos, cuán caídos estamos, cuán dependientes somos, no solo de la justicia desde fuera de nosotros para la salvación, sino de un poder que obre en nosotros a fin de cambiarnos de un modo que nunca podríamos hacerlo nosotros. ¿Qué tenemos para jactarnos y para estar orgullosos? Nada. Partiendo de esta humildad personal, no solo ante Dios, sino ante los demás, hemos de vivir como Pablo nos amonesta en estos versículos.
Lee Romanos 12:18. ¿Cuán bien estás aplicando esta amonestación a tu propia vida ahora mismo? ¿Podrías estar necesitando algunos ajustes de actitud a fin de hacer lo que la Palabra nos dice aquí?
RELACIÓN CON EL GOBIERNO
Lee Romanos 13:1 al 7. ¿Qué principios básicos ves en estos versículos acerca de cómo debemos relacionarnos con el poder del gobierno civil?
Las palabras de Pablo son interesantes porque las escribió mientras un imperio pagano regía el mundo; un imperio que podía ser increíblemente brutal, que no conocía al verdadero Dios y que pronto perseguiría a los que adoraran a ese Dios. Pablo fue martirizado por este gobierno. A pesar de eso, Pablo abogaba que los cristianos fueran buenos ciudadanos, aun bajo un gobierno como ese.
La idea de que necesitamos un gobierno se encuentra en toda la Biblia. El principio del gobierno es ordenado por Dios. Los seres humanos necesitan vivir en una comunidad con reglas, leyes y normas. La anarquía no es un concepto bíblico.
Esto no significa que Dios apruebe todas las formas de gobierno o cómo actúan estos. En la historia y en el mundo actual se pueden ver algunos regímenes brutales. No obstante, aun en estas situaciones, los cristianos deberían, tanto como sea posible, obedecer las leyes del país. Los cristianos deben apoyar al gobierno mientras éste no esté en conflicto con lo que Dios manda. Se debe considerar cuidadosamente, con mucha oración y con el consejo de otros, antes de entrar en conflicto con los poderes existentes. Sabemos por las profecías que un día todos los fieles seguidores de Dios serán confrontados por los poderes políticos que controlan al mundo (Apoc. 13). Hasta entonces, deberíamos hacer todo lo que podamos para ser buenos ciudadanos en el país en que vivamos.
“Hemos de reconocer los gobiernos humanos como instituciones ordenadas por Dios mismo, y enseñar la obediencia a ellos como un deber sagrado, dentro de su legítima esfera. Pero cuando sus demandas estén en pugna con las de Dios, hemos de obedecer a Dios antes que a los hombres. [...]
“No se nos pide que desafiemos a las autoridades. Nuestras palabras, sean habladas o escritas, deben ser cuidadosamente examinadas, no sea que por nuestras declaraciones parezcamos estar en contra de la ley y el orden. No debemos decir ni hacer ninguna cosa que pudiera cerrarnos innecesariamente el camino” (HAp 58).
Miércoles 15 de septiembre
RELACIONES CON OTROS
“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley” (Rom. 13:8). ¿Cómo hemos de entender este texto? ¿Significa que, si amamos, no tenemos obligación de obedecer la ley de Dios?
Como Jesús en el Sermón del Monte, Pablo amplifica los preceptos de la ley: indica que el amor debe motivar todo lo que hacemos. Como la ley es una transcripción del carácter de Dios, y Dios es amor, amar es cumplir la ley. No obstante, Pablo no está sustituyendo los detallados preceptos de la ley por alguna vaga norma de amor, como algunos cristianos pretenden. La ley moral todavía es obligatoria, pues señala nuestro pecado: y ¿quién negará la realidad del pecado? Sin embargo, la ley se puede guardar solo en el contexto del amor. Recuerda: algunos de los que condenaron a Cristo, luego corrieron a su casa ¡para guardar la ley!
¿Qué mandamientos citó Pablo como ejemplo para ilustrar el principio del amor en la observancia de la ley? ¿Por qué esos mandamientos en particular? Rom. 13:9, 10.
El amor no fue un nuevo principio. Al citar Levítico 19:18, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, Pablo mostró que el principio ya era parte del Antiguo Testamento. Algunos alegan que Pablo enseña que solo los mandamientos que menciona están en vigencia. ¿Significa que los cristianos pueden deshonrar a sus padres, adorar ídolos y tener otros dioses delante de Dios? Por supuesto que no.
Considera el contexto aquí. Se refiere al modo en que nos relacionamos unos con otros. Su argumento no anula el resto de la ley. (Ver Hech. 15:20; 1 Tes. 1:9; 1 Juan 5:21.) Además, otros escritores del Nuevo Testamento señalan que al amar a los otros mostramos que amamos a Dios (Mat. 25:40; 1 Juan 4:20, 21).
Piensa acerca de tu relación con Dios y cómo eso se refleja en tus relaciones con otros. ¿Cuán grande es el factor del amor en esas relaciones? ¿Cómo puedes aprender a amar a otros del modo que Dios nos ama? ¿Qué te impide hacer precisamente eso?
MÁS CERCA QUE CUANDO CREÍMOS
Lee Romanos 13:11.
Como dijimos todo el trimestre, Pablo tenía un propósito en esta carta: clarificar a la iglesia de Roma, especialmente a los creyentes judíos, el papel de la fe y las obras en el contexto del Nuevo Pacto. El problema era la salvación y cómo un pecador es considerado justo y santo ante el Señor. Para ayudar a aquellos cuyo énfasis había sido solo la ley, Pablo puso la ley en su lugar y su contexto apropiados. Aunque, idealmente, el judaísmo aun en los tiempos del Antiguo Testamento era una religión de gracia, el legalismo había hecho mucho daño. Cuán cuidadosos necesitamos ser, como iglesia, para no cometer el mismo error.
Lee Romanos 13:11 al 14. ¿De qué evento habla Pablo aquí, y cómo deberíamos actuar en espera de ese evento?
Cuán fascinante es que Pablo les hablaba a los creyentes para despertarlos porque Jesús iba a regresar. No importa que esto haya sido escrito hace casi dos mil años. Siempre debemos vivir en espera de la cercana venida de Cristo. En nuestra experiencia personal, la segunda venida de Cristo está tan cercana como la posibilidad de nuestra muerte. Si la semana próxima o en cuarenta años cerramos nuestros ojos en la muerte, ya sea que durmamos solo cuatro días o 400 años, esto no producirá ninguna diferencia para nosotros. Lo siguiente que sabremos es la segunda venida de Jesús. Con la muerte siempre cerca para cada uno de nosotros, el tiempo es realmente corto, y nuestra salvación está más cerca que cuando primero creímos.
Aunque en el libro de Romanos Pablo no habla mucho de la Segunda Venida, en las cartas a los tesalonicenses y a los corintios la presenta con mucho más detalle. Después de todo, es un tema vital en la Biblia, especialmente en el Nuevo Testamento. Sin él, y la esperanza que ofrece, nuestra fe no tendría sentido. ¿Qué significaría la “justificación por la fe” sin la Segunda Venida para concretar esa maravillosa verdad?
Si supieras con certeza que Jesús vendría el próximo mes, ¿qué cambiarías en tu vida y por qué? Ahora, si crees que necesitas cambiar esas cosas un mes antes de la venida de Jesús, ¿por qué no las deberías cambiar ahora? ¿Cuál es la diferencia?
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “Una explicación de las primeras declaraciones”, Mensajes selectos, t. 1, pp. 66-69; “La piedad práctica”, Joyas de los testimonios, t. 2, pp. 211-213; “El tabernáculo y sus servicios”, Patriarcas y profetas, pp. 364, 365; “La espiritualidad de la ley”, El discurso maestro de Jesucristo, pp. 46-48; y “Nuestra actitud hacia las autoridades civiles”, Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 394-397.
“En la Biblia se revela la voluntad de Dios. Las verdades de la Palabra de Dios son la expresión del Altísimo. El que convierte esas verdades en parte de su vida llega a ser en todo sentido una nueva criatura. No recibe nuevas facultades mentales; en cambio, desaparecen las tinieblas que debido a la ignorancia y el pecado entenebrecían su entendimiento. [...] Al cambio de corazón acompaña siempre una clara convicción del deber cristiano y la comprensión de la verdad. El que con oración da atención estricta a las Escrituras tendrá conceptos claros y juicios sanos, como si al volverse hacia Dios hubiera alcanzado un plano superior de inteligencia” (MeM 24).
“El Señor [...] va a venir pronto, y debemos estar listos y aguardar su aparición. ¡Oh, cuán glorioso será verle y recibir la bienvenida como sus redimidos! Largo tiempo hemos aguardado; pero nuestra esperanza no debe debilitarse. [...] Nos estamos acercando al tiempo en que Cristo vendrá con poder y grande gloria a llevar a sus redimidos a su hogar eterno” (JT 3:257).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR
1. En la clase, repasen la pregunta al final de la sección del jueves. ¿Cuáles fueron las respuestas que dieron los alumnos, y cómo las justificaron?
2. El tema de cómo hemos de ser buenos ciudadanos y buenos cristianos puede ser muy complicado. Si alguien viniera y pidiera tu consejo acerca de mantenerse firme por lo que cree que es la voluntad de Dios, aun cuando eso lo pondría en conflicto con el Gobierno, ¿qué le dirías? ¿Qué principios debería seguir? ¿Por qué deberíamos seguir esto solo con la máxima seriedad y consideración, y con mucha oración?
3. ¿Qué crees que es más difícil de hacer: adherirse estrictamente a la letra de la ley o amar a Dios y amar a los demás incondicionalmente? O ¿podrías alegar que esta pregunta presenta una falsa dicotomía? Si es así, ¿por qué?
Compilador: Delfino J.