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Lección 7: La expiación en símbolos - II

Lección 7: La expiación en símbolos - II

Para el 15 de noviembre de 2008

http://docs.google.com/Doc?id=dkc3vcv_66fh8mwvff

http://groups.google.com.mx/group/fino2008escuelasabatica/files

Lee: Levítico 16; Números 18:1-8; Salmo 28:2; 132:7; 138:2.

 

Descubre: ¿Cuáles eran los enseres del tabernáculo y que simbolizaban? ¿Por qué Dios ordenó a Moisés que le hicieran un santuario? Describe brevemente algunas características de Jesús mientras realizaba su ministerio en esta tierra. ¿Cuán real es en tu vida, “Dios con nosotros”? ¿Qué lecciones debían de aprender el pueblo hebreo con el servicio ritual en el día de la expiación? ¿Por qué vino Jesús en esta tierra? ¿Cuál era la función del sacerdote durante la expiación? ¿A quién eran transferidos los pecados de la gente? ¿Podía el sacerdote por sí mismo convertirse en ofrenda por el pecado? ¿Sí? ¿No? ¿Por qué? ¿A quién representa al animal inocente? ¿Cuáles eran las actividades peculiares que se realizaban en el día de la expiación? ¿Podrías describir las actividades que realizaban en el día de la expiación en forma ordenada? ¿Cuáles eran los preparativos que se hacían antes de la expiación? ¿Qué es la expiación? ¿Cuál es tu actitud frente el solemne día de la expiación? ¿De que manera el símbolo se encontró con la realidad simbólica en Cristo?

Memoriza y considera: “Entraremos en su tabernáculo; nos postraremos ante el estrado de sus pies” (Sal. 132:7).

Pensamiento clave: Consideremos la obra expiatoria de Cristo como se revela específicamente en el servicio del Santuario del Día de la Expiación.

PROPÓSITOS DE LA LECCIÓN DE ESTA SEMANA

·        Saber que, como pecadores, necesitamos una “transfusión de sangre”.

·        Sentir lo grandioso que es ser expiados por Dios.

·        Hacer conciencia, en nosotros, de lo terrible que es el problema del pecado en nuestra vida.

Las profecías de Daniel 7, 8 y 9 integran una parte importante en la interpretación del Juicio, que se está llevando a cabo en estos precisos momentos en el cielo. Daniel 7 claramente especifica que hay un juicio, este es el juicio  preadvenimiento. Evidentemente, Daniel 8 nos da los datos, cuando comienza dicho juicio, mientras que Daniel 9, explica la transición del ministerio levítico en el santuario terrenal al ministerio de Cristo en el Santuario Celestial. Los libros de Éxodo, Levítico y Hebreos, enfrentan los símbolos con las realidades celestiales, en tanto que  Apocalipsis 14 confirma la evidencia del juicio es previo a la segunda venida de Cristo. Este juicio tiene el propósito de vindicar el carácter de Dios ante el universo, y silenciar las acusaciones de Satanás y, finalmente honrar los principios del gobierno divino representado, por su Santa Ley. Nosotros los adventistas del siglo XXI,  antes de que el Señor Jesucristo venga por su remanente, tenemos el privilegio de dar el último mensaje de amonestación al mundo, el mensaje del tercer ángel, las buenas noticias del juicio que trae paz, amor y redención para todo aquel que acepte a Jesús como su Salvador personal.

I. EL TABERNACULO Y SUS ENSERES

1. ¿Cómo era el edificio y los enseres  del santuario hebreo? ¿Cómo  se desarrollaba el ritual?

“Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, cuando se acercaron delante de Jehová, y murieron. Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio. Con esto entrará Aarón en el santuario: con un becerro para expiación, y un carnero para holocausto. Se vestirá la túnica santa de lino, y sobre su cuerpo tendrá calzoncillos de lino, y se ceñirá el cinto de lino, y con la mitra de lino se cubrirá.  Son las santas vestiduras; con ellas se ha de vestir después de lavar su cuerpo con agua. Y de la congregación de los hijos de Israel tomará dos machos cabríos para expiación, y un carnero para holocausto. Y hará traer Aarón el becerro de la expiación que es suyo, y hará la reconciliación por sí y por su casa. Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión. Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel. Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la, suerte por Jehová, y lo ofrecerá en expiación. Mas el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto. Y hará traer Aarón el becerro que era para expiación suya, y hará la reconciliación por sí y por su casa, y degollará en expiación el becerro que es suyo. Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová, y sus puños llenos del perfume aromático molido, y lo llevará detrás del velo. Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera. Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre. Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio. Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados; de la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio de sus impurezas. Ningún hombre estará en el tabernáculo de reunión cuando él entre a hacer la expiación en el santuario, hasta que él salga, y haya hecho la expiación por sí, por su casa y por toda la congregación de Israel. Y saldrá al altar que está delante de Jehová, y lo expiará y tomará de la sangre del becerro y de la sangre del macho cabrío, y la pondrá sobre los cuernos del altar alrededor. Y esparcirá sobre él de la sangre con su dedo siete veces, y lo limpiará, y lo santificará de las inmundicias de los hijos de Israel. Cuando hubiere acabado de expiar el santuario y el tabernáculo de reunión y el altar, hará traer el macho cabrío vivo; y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto. Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto. Después vendrá Aarón al tabernáculo de reunión, y se quitará las vestiduras de lino que había vestido para entrar en el santuario, y las pondrá allí. Lavará luego su cuerpo con agua en el lugar del santuario, y después de ponerse sus vestidos saldrá, y hará su holocausto, y el holocausto del pueblo, y hará la expiación por sí y por el pueblo. Y quemará en el altar la grosura del sacrificio por el pecado. El que hubiere llevado el macho cabrío a Azazel, lavará sus vestidos, lavará también con agua su cuerpo, y después entrará en el campamento. Y sacarán fuera del campamento el becerro y el macho cabrío inmolados por el pecado, cuya sangre fue llevada al santuario para hacer la expiación; y quemarán en el fuego su piel, su carne y su estiércol. El que los quemare lavará sus vestidos, lavará también su cuerpo con agua, y después podrá entrar en el campamento. Y esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros. Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová. Día de reposo es para vosotros, y afligiréis vuestras almas; es estatuto perpetuo. Hará la expiación el sacerdote que fuere ungido y consagrado para ser sacerdote en lugar de su padre; y se vestirá las vestiduras de lino, las vestiduras sagradas. Y hará la expiación por el santuario santo, y el tabernáculo de reunión; también hará expiación por el altar, por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación. Y esto tendréis como estatuto perpetuo, para hacer expiación una vez al año por todos los pecados de Israel.  Y Moisés lo hizo como Jehová le mandó (Lev. 16:1-34)

Bueno para comprender claramente los servicios del día de la expiación, es necesario tener algún conocimiento respecto al edificio donde se desarrollaba el ritual del santuario, como también ciertas nociones en cuanto a sus alrededores y los enseres que se utilizaban. 

El tabernáculo original, construido por Moisés, era una tienda, cuyas paredes eran de madera (Exo. 26: 15-26).  El techo estaba hecho de cuatro capas, y la interior era de lino fino, y las otras eran de diversos tipos de pieles (Exo. 26: 1-14).  La tienda misma medía aproximadamente 13.34 m por 4.5 m; estaba ubicada dentro de un atrio que medía unos 50 m por 25 m (Exo. 27: 9-18).

El edificio estaba dividido en dos compartimentos; el primero y más grande era el lugar santo y el segundo, el lugar santísimo.  Una cortina, o velo de ricos colores, separaba los dos ambientes.  Como no había ventanas en el edificio, en el primer compartimento un candelero de siete lámparas proporcionaba suficiente luz artificial como para que los sacerdotes desempeñasen sus tareas.

 

Enseres en el primer departamento

En el primer compartimento había tres muebles:

(1)   La mesa de los panes de la proposición

(2)   El candelero y

(3)   El altar del incienso. 

Al entrar en el tabernáculo por la puerta que daba al este, se veía el altar del incienso hacia el final de la habitación.  A la derecha estaba la mesa del pan de la proposición, y a la izquierda el candelero.  Sobre la mesa estaban los panes de la proposición, dispuestos en dos pilas de seis panes cada una, como también el incienso para el pan, y las vasijas para las libaciones.  También había vasos, cucharas y otros implementos usados en el ritual.  El candelero era de oro puro; sus lámparas tenían forma de almendras.

El mueble más importante en este compartimento era el altar del incienso.  Medía aproximadamente 88.9 cm de alto, y su cubierta cuadrada tenía unos 44.45 cm de lado.  Estaba recubierto de oro, y alrededor de su cubierta tenía como una corona de oro.  Sobre este altar el sacerdote ponía la vasija que contenía las brasas tomadas del altar de los holocaustos, como también el incienso.  Cuando ponía el incienso sobre las brasas, ascendía el humo, y puesto que el velo no llegaba hasta el techo, el incienso no sólo llenaba el primer compartimento, sino que penetraba también en el segundo.  De este modo, el altar del incienso, aunque estaba en el lugar santo, servía también al lugar santísimo.

Enseres en el segundo departamento

En el segundo compartimento sólo estaba el arca, un cofre aproximadamente de 1.12 m de largo por 0.66 m de ancho y 0.66 m de alto.  La cubierta del arca era llamada el propiciatorio, lugar donde se hacía la expiación en el día de la expiación.  En torno de la parte alta del propiciatorio había una corona de oro, similar a la que se encontraba en el altar del incienso.  Dentro del arca estaban las tablas de la ley escritas con el dedo de Dios.

Encima del propiciatorio había dos querubines de oro.  En este lugar Dios se ponía en comunión con su pueblo (Exo. 25: 22).

Enseres en el atrio

En el atrio fuera de la tienda se hallaba la gran fuente de bronce que contenía agua para lavarse.  En esta fuente los sacerdotes debían lavarse las manos y los pies antes de entrar en el santuario o antes de comenzar su servicio (Exo, 30: 17-21; 38: .

También en el atrio, al este de la fuente, estaba el altar de los holocaustos, que desempeñaba un papel importantísimo en todas las ofrendas de sacrificios.  El altar tenía aproximadamente 1.34 m de alto, lo que exigía que hubiese una especie de plataforma para que el sacerdote pudiera oficiar cómodamente ante el altar.  Esto también permitía que el pueblo viera cómo oficiaba el sacerdote ante el altar.  Este era cuadrado y medía unos 2.23 m de lado.  Estaba hecho de madera recubierta de bronce.  Posteriormente este altar fue muy agrandado para dar cabida a un mayor número de practicantes del culto.  Sobre este altar se quemaban los sacrificios.  Por eso tenía el nombre de altar de los holocaustos.  Aquí también se quemaba la grasa de las víctimas sacrificadas como asimismo ciertas partes de otras ofrendas.  En los cuatro ángulos del altar había proyecciones a modo de cuernos, conocidas con el nombre de "los cuernos del altar".  En ciertos sacrificios, los sacerdotes tocaban estos cuernos con sangre.  En otros casos, la sangre era rociada alrededor del altar.  La sangre sobrante, no usada en el servicio, era derramada en el suelo al pie del altar.

2. ¿Cuál es el significado de la palabra hebrea nitsdaq (traducida “purificado” en Daniel 8:14?

La raíz hebrea tsadaq ( "ser justo", "ser recto"), de la que se deriva la palabra nitsdaq, tiene varios matices en su significado tales como: “fijar correctamente”, “justificar”, “vindicar”, “ser puesto en rectitud”, o "ser puesto en una condición correcta", "ser rectificado", "ser declarado recto”, "ser justificado”, o “ser vindicado, y también puede significar hacer limpio o puro.

3. ¿De  qué manera se purificaba el Santuario terrenal en el día de la expiación? (Lev. 16)

La sangre del pecado ofrecida en el Día de la Expiación purificaba el santuario (Lev 16:19,33). Se necesitaba esa purificación por causa de los pecados confesados que habían sido transferidos, simbólicamente, del pecador al sacerdote y al santuario, mediante la carne o la sangre de la ofrenda por el pecado(Lev. 10:17,18;16:20,21). Se consideraba también que en el Día de la expiación el pueblo era purificado, excepto aquellos cuyos corazones no eran rectos ante Dios (Lev. 16:30; 23:29)

Los cultos y las ceremonias del Día de la Expiación representaban la purificación del pecado y la reconciliación con Dios (Lev. 16:16, 33, 34).  Las ceremonias comenzaban con el baño del sumo sacerdote que se vestía ropas de lino fino (Lev. 16:4) y ofrecía un becerro por sí mismo y por su casa como ofrecida por el pecado (Lev. 16: 6).  Luego de esta preparación personal se sacrificaba un macho cabrío designado "por Jehová", previamente elegido por suertes de entre  dos obtenidos para las ceremonias (Lev. 16: 5, 7, 8, 9).  Después, en medio de nubes de incienso, que ascendían del altar que estaba delante del  segundo velo (Lev. 16: 12, 13), el sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo y esparcía sangre (primero del becerro y luego del macho cabrío) sobre el propiciatorio (Lev. 16:15) que cubría el arca (que en su interior tenía, entre otras cosas, las tablas del Decálogo; Heb. 9:4).  De este modo, se limpiaba el lugar sagrado y se hacía expiación por los pecados del pueblo (Lev. 16:16).  En forma semejante se purificaba el altar (Lev 16: 18, 19).  Más tarde, pero no hasta haber reconciliado el lugar santo, el altar y la congregación (Lev. 16: 20), las transgresiones se transferían ritualmente al macho cabrío designado "por Azazel" (Lev 16:10), que luego era conducido al desierto (Lev. 16: 20-22).

El sumo sacerdote simbolizaba a Jesús, el Sumo Sacerdote del santuario celestial (Heb. 8:1); el sacerdote terrenal realizaba su servicio "como figura y sombra de las cosas celestiales" (Heb. 8: 5). 

Velo (Lev. 16:2)

En el santuario había dos velos: uno a la entrada del primer compartimento; el otro entre los dos compartimentos.  Aquí se hace referencia al segundo velo (Heb. 9: 3), que estaba delante del propiciatorio (Exo. 26: 31, 32).  Era delante de este velo donde se paraban los sacerdotes para ofrecer el incienso sobre el altar del incienso, delante del propiciatorio.  No podían mirar a través del velo, pero sabían que del otro lado estaba el arca con su propiciatorio, donde Dios había prometido encontrarse con su pueblo (Exo. 25: 22).  Las figuras de los querubines bordadas en el velo representaban para ellos a los ángeles que están delante del trono de Dios.  El velo los protegía de la gloria consumidora, pero al mismo tiempo les permitía llegar muy cerca de Dios.

Los querubines deben haberles hecho recordar a los querubines ubicados a la puerta del Edén (ver com.  Gén. 3: 24).  Después de haber pecado, Adán y Eva no pudieron pasar más allá de esos querubines; los sacerdotes tampoco podían ir más allá de donde estaban los querubines simbólicos y entrar en la presencia de Dios.  Esto debe haberles causado una profunda impresión en cuanto a la santidad de Dios.  Sólo el sumo sacerdote podía entrar en el lugar santísimo para ministrar allí, y eso, sólo brevemente una vez al año.

Durante todo el año la sangre de las víctimas era llevada al santuario y rociada "siete veces delante de Jehová, hacia el velo del santuario" (Lev. 4: 6, 17), en los casos cuando el sacerdote ungido o toda la congregación hubiese pecado.  Inmediatamente detrás del velo estaba el arca con las tablas de la ley.  Debido a la ley se rociaba la sangre, porque al pecar los hombres habían quebrantado esa ley, y sus transgresiones exigían expiación.  El acto de rociar la sangre era el reconocimiento de la autoridad de la ley y una forma de pago simbólico de sus demandas, ya fuese de obediencia perfecta, o de la vida del desobediente.  Obedece y vivirás, desobedece y morirás: ésa era su sentencia.

Sin embargo, la sangre rociada nunca llegaba hasta la ley pues se interponía el velo.  Aun en el día de la expiación, cuando se apartaba el velo y se rociaba sangre en el lugar santísimo, la sangre tampoco llegaba hasta la ley.  El propiciatorio la cubría, y allí quedaba la sangre.  El propiciatorio era símbolo de Cristo.  Según Rom. 3: 25 Dios puso a Cristo "como propiciación", literalmente, para que fuese un "propiciatorio".  Cristo es nuestro "propiciatorio".  Por su muerte en la cruz y su ministerio en el santuario celestial, Cristo nos salva, habiendo tomado nuestro lugar en la cruz y habiendo intervenido en nuestro favor frente a la ley quebrantada.  Se pone entre nosotros y la ley y nos salva de su castigo, no ignorándola ni aboliéndola, sino satisfaciendo sus justas exigencias.  De este modo Cristo reconoce la autoridad de la ley y la honra.

Los sacerdotes entraban en el santuario llevando la sangre de un animal degollado, y por virtud de ella.  Cristo, "según el poder de una vida indestructible" (Heb. 7: 16), entró, no con "sangre de machos cabríos, ni de becerros, sino por su propia sangre ... una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención" (Heb. 9: 12).  Se nos invita a entrar por fe allí con él (Heb. 4: 16).  Cristo nos abrió el camino nuevo y viviente.  El mismo transitó por ese camino.  Es el camino de la cruz, el camino de la obediencia.  No hay otro camino.

Muchas veces se habla -y quizá descuidadamente- de seguir a Cristo "hasta el fin".  Cristo ha entrado en el lugar santísimo, donde está ahora ministrando por nosotros.  Fue por el camino de la cruz, del Getsemaní y del Gólgota.  Nos invita también a seguirle (Mat. 20: 22, 23).  Aquellos que acepten su invitación, deben estar dispuestos a caminar con él por el camino de la cruz.  Los que así lo sigan aquí, tendrán el privilegio de vivir en su presencia, en el mundo mejor.

La misma lección está contenida en el partimiento del pan y la participación de la copa.  Dijo Cristo: "Esto es mi cuerpo que por vosotros es partido... Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre" (1 Cor. 11: 24, 25).  Al participar de la copa, al tomar el pan partido, entramos en un solemne pacto con Dios de que iremos hasta el fin, aunque esto pueda significar para nosotros un cuerpo quebrantado y el derramamiento de nuestra sangre en el martirio.

Parece sumamente adecuado que la iglesia de Dios sea "la prosapia más noble de todas las épocas".  Sobre ella se proyecta toda la luz de las edades pasadas.  Esta iglesia ha heredado no sólo las debilidades de las generaciones ya idas sino también el conocimiento bíblico acumulado durante los siglos.  Esta iglesia ha recibido luz sobre las Escrituras como no lo ha recibido ningún otro pueblo.  Tiene la luz sobre el santuario; tiene la palabra profética más segura; le han sido confiados los oráculos de Dios.  Comprende la obra que Cristo está realizando ahora en el tribunal celestial.  Ha recibido el inestimable privilegio de proclamar al mundo que ha llegado la hora del juicio de Dios, y que el fin de todas las cosas se acerca. ¡Cómo no debe andar "en santa y piadosa manera de vivir"! (2 Ped. 3: 11).

El arca (Lev. 16:2)

En el arca, debajo del propiciatorio, estaban los Diez Mandamientos, el fundamento mismo del trono de Dios.  En el arca confluían justicia y la misericordia; aquí la "justicia y la paz se besaron" (Sal. 85: 10); en este lugar Dios se revelaba; allí estaba el lugar secreto del Altísimo.  El arca y el propiciatorio eran el centro de todo el sistema de sacrificios.

A fin de que no muera.

Esta precaución recuerda el desastre que había sobrevenido a los hijos de Aarón por causa de su desobediencia (Lev. 10: 1, 2).

En la nube.

Dios le había prometido a Moisés que se encontraría con él "a la puerta del tabernáculo de reunión" (Exo. 29: 42), en el altar del incienso delante del velo (Exo. 30: 36; Núm. 17: 4) y, como se lo expresa aquí, directamente delante del propiciatorio (Exo. 25: 22; 30: 6).  La presencia de la "nube" sobre el propiciatorio no implica de ninguna manera que el lugar santísimo hubiera sido oscuro, porque en la nube estaba la gloria del Señor (1 Rey. 8: 10, 11; 2 Crón, 5: 13, 14; Apoc. 15: .  La Shekinah, evidencia visible de que Dios estaba en verdad con su pueblo, reposaba sobre el propiciatorio (Exo. 25: 22; Sal. 80: 1; Isa. 37: 16).  Al hombre le puede parecer que Dios mora en la "oscuridad" (1 Rey.  8: 12; Sal. 18: 11), pero "Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él" (1 Juan 1: 5).  Habita "en luz inaccesible" (1 Tim. 6: 16).  Al revelarse a su pueblo, Dios siempre veló su gloria con una nube, a fin de que los mortales se percataran de su presencia y, sin embargo, pudieran resistirla (Exo. 16: 10; 19: 9; 24: 16; 34: 5; 40: 34, 38).

La túnica santa (Lev. 16:4).

Al principio había tan sólo unos pocos sacerdotes, y el sumo sacerdote generalmente ayudaba a los sacerdotes comunes en su ministerio.  Cuando aumentó el número de sacerdotes, el sumo sacerdote cumplía menos frecuentemente esta función.  Finalmente llegó a ser la costumbre que los ayudara sólo en los días sábados, las lunas nuevas y las tres fiestas anuales.  Se consideraba a los otros sacerdotes como representantes suyos, y cuando oficiaban, su ministerio era acepto como si el sumo sacerdote mismo lo hubiese realizado.  Pero no podían oficiar en su lugar en el día de la expiación.  El era el sacerdote por excelencia, y cuando oficiaba llevaba las gloriosas vestimentas áureas pertenecientes a su excelso cargo.  Estas costosas vestimentas no sólo estaban adornadas con oro y piedras preciosas (Exo. 28: 13-36), sino que también estaban bordadas con los colores del santuario y con hebras de oro puro (Exo. 28: 4-6).  Vestido de esta manera, el sumo sacerdote representaba a Cristo en su gloria divina como el Hijo de Dios.

En el día de la expiación, el sumo sacerdote en persona oficiaba en todas las fases del servicio, ayudado por los otros sacerdotes.  Dirigía los servicios matutinos y vespertinos ataviado con esas vestimentas áureas.  Pero al realizar el ritual especial del día de la expiación, llevaba la "santa túnica de lino" (Lev. 16: 23), que se usaba exclusivamente en esa ocasión.  Esta "túnica santa" se parecía a las túnicas de los sacerdotes comunes con excepción de los bordados jaspeados de aquélla.  Probablemente era de una textura más fina que las túnicas de los otros sacerdotes.

El sumo sacerdote se cambiaba de vestimenta varias veces durante el día, lavándose todo el cuerpo cada vez que se mudaba.  A la primera luz del día, según lo afirma el Talmud, se quitaba sus ropas personales y vestía las vestimentas áureas; así ataviado dirigía los servicios regulares de la mañana.  Terminado este servicio, se quitaba las vestiduras áureas para colocarse la "túnica santa" a fin de oficiar en los servicios especiales del día (Lev. 16: 4).  Luego se la quitaba para volver a ponerse las vestimentas áureas para el servicio vespertino (Lev. 16: 23, 24).  Al concluir éste, se ponía sus vestidos personales para retirarse del recinto sagrado del santuario.  Vestido con sus vestimentas áureas, el sumo sacerdote representaba a Cristo ante el pueblo, mientras que vestido de la "túnica santa" simbolizaba a Cristo como mediador y representante del pueblo ante Dios (CS 474).

El blanco inmaculado de las vestimentas que llevaba el sumo sacerdote en el día de la expiación simbolizaba la perfección de carácter que él y su pueblo buscaban mediante los ritos de ese día.  "Como el sumo sacerdote, después de realizar su servicio en el lugar santísimo, salía vestido con sus ropas pontificias, a la congregación que esperaba, así Cristo vendrá la segunda vez, cubierto de vestidos ... blancos" (HAp 27).  Y así como el pueblo estaba "limpio" de todos sus pecados al concluir ese servicio (vers. 30), así también cuando Cristo aparezca ante su pueblo, éste estará "sin mancha delante del trono de Dios" (Apoc. 14: 5; Efe. 5: 27; Col. 1: 22; Jud. 24; Apoc. 19: .

Echará suertes (Le. 16:8)

Esto se hacía poniendo dos objetos con inscripciones en una urna u otro receptáculo, y luego se los sacaba.  De esa manera la selección quedaba en manos de Dios.  En tiempos remotos, se usaban pedazos de madera con inscripciones que marcaban uno para el Señor, y otro para Azazel.  Posteriormente, se hicieron de materiales más nobles, aun de oro.  Según el Talmud, los machos cabríos debían ser tan parecidos entre sí como fuese posible conseguirlos.  Para evitar la confusión luego de haberse echado suertes, se colocaba un cordón escarlata en los cuernos del macho cabrío para Azazel y un cordón en el cuello del macho cabrío para el Señor.  Así era posible distinguir claramente entre los dos.

Por Azazel (Lev. 16:8)

Algunos teólogos piensan que ambos machos cabríos representan a Cristo en dos fases diferentes de su obra expiatoria. Sin embargo, no pocos piensan que representan dos fuerzas opuestas; y como uno es para el Señor, el otro debe ser para Satanás.  La gran mayoría de las versiones dejan sin traducir la palabra hebrea 'azazel, porque no hay unanimidad de opinión en cuanto al significado de esta palabra.  Muchos eruditos modernos sostienen, juntamente con los judíos, que Azazel es un espíritu suprahumano, personal y maligno.  Casi todos están de acuerdo en que el significado de la raíz de esa palabra es "el que quita", más específicamente el que quita algo "por una serie de actos".  Otros sugieren que la palabra es una combinación de 'ez, "cabra", y 'azal, "irse", "partir".

Así como un macho cabrío era para el Señor, un Ser personal, el otro animal debía ser también para un ser personal, y puesto que evidentemente existe aquí una antítesis, la posición más lógica sería la de pensar que Azazel está en oposición al Señor, y por lo tanto no puede ser sino Satanás.

Detrás del velo (Lev. 16:14).

Esta era la primera vez que Aarón oficiaba en el lugar santísimo.  Era también la primera vez en que oficiaba vistiendo la "túnica santa".  Hasta ese momento había vestido las gloriosas vestiduras áureas y había hecho la expiación por otros.  Ahora debía vestir las vestiduras de humildad, implorando misericordia por sí mismo y por el pueblo.  Su papel había cambiado totalmente.

Según el Talmud, el sumo sacerdote pasaba la semana anterior al día de la expiación en una habitación reservada para él en el lugar donde se alojaban los sacerdotes, a fin de dedicarse a la oración y a la meditación y para repasar cuidadosamente todos los detalles del ritual de ese día.  No podría menos que preguntarse cuál sería el significado de ese servicio que iba a realizar. ¿Comenzaba a comprender el significado del cambio de vestimentas, y el cambio de posición de Cristo en su encarnación? ¿Comprendía el significado de despojarse de las vestiduras reales y pasar hasta detrás del velo a la presencia de Dios?  Parece poco probable que el sumo sacerdote pudiese oficiar en el servicio más importante del año sin tener al menos alguna comprensión de su verdadero significado.  Sacrificar becerros, carneros y machos cabríos, rociar su sangre sobre el altar o el lugar santísimo, sin conocer el significado de estos actos sería reducir esta solemnísima ceremonia del santuario a una farsa piadosa.  No podemos concebir que así fuera.  "Abraham... se gozó de que había de ver mi día -dijo Cristo -; y lo vio, y se gozó" (Juan 8: 56).  Si Abrahán comprendió, seguramente también Aarón habrá comprendido lo que representaba todo ese ritual.

Podemos llegar acertadamente a la conclusión de que Aarón entendía esta verdad espiritual, al menos en parte, sin quizá captar todos los detalles del plan de redención.  Algunos de los hombres de antaño sabían más acerca de Dios y de la salvación que muchos sabios de hoy.  De Moisés, Cristo dijo: "De mí escribió" (Juan 5: 46).  Lo que Moisés escribió era tan claro que por lo escrito Felipe y Natanael pudieron reconocer al Mesías cuando lo vieron (Juan 1: 45).  Pablo afirmó que no predicaba "nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder: Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos" (Hech. 26: 22, 23).

Así purificará (Lev. 16:16)

Mejor, "así hará una expiación" o "de esta manera y con esta sangre hará un expiación por el lugar santo".  De principio a fin, los servicios del santuario eran esencialmente una obra de expiación. En cada paso de los servicios del santuario se hacía una expiación por el pecado.

1. En cualquier momento del año, cuando un pecador presentaba su ofrenda y confesaba sobre ella sus pecados, se hacía una "expiación" por él.  Era perdonado (Lev.. 4: 20, 26, 31, 35; 5: 6, 10, 13, 16, 18; 6: 7).  Por la ministración de la sangre de la ofrenda, y por el acto de quemar parte de ella sobre el altar, y también algunas veces por el hecho de que el sacerdote comiese parte de la ofrenda, el pecado era transferido simbólicamente al santuario. Sin embargo, no se había logrado así la expiación total.  Aunque sus pecados habían sido perdonados, la persona debía continuar en el camino de la obediencia.  Si no lo hacía así, y si en el día de la expiación no afligía su alma (Lev. 23: 27-29), todos esos pecados que habían sido perdonados volvían sobre él, y debía morir (Eze.  18: 24; 33: 13).  Su única seguridad estaba en perseverar "hasta el fin".  Entonces y sólo entonces podía esperar ser salvo (Mat. 24: 13).

2. En el día de la expiación -el día de la expiación final y completa de todos los pecados confesados y perdonados durante el año (Lev. 16: 16, 19; Heb. 10: 1-3)- la sangre del macho cabrío de Jehová simbólicamente quitaba esos pecados del santuario, haciendo asimismo expiación por el recinto.  También el santuario quedaba libre de pecado (Lev. 16: 17, 20).

En el primer día del séptimo mes se tocaban las trompetas para llamar la atención del pueblo al día de la expiación, que se celebraría diez días más tarde (Núm. 29: 1).  Los nueve días que transcurrían entre las dos fechas eran días de escudriñamiento del corazón, de preparación para el día de la expiación, el día del juicio que sellaría el destino de cada uno.  Los judíos creían que en ese día "se sella quien ha de vivir y quien ha de morir".

Durante la ministración de la sangre del becerro y del macho cabrío en el lugar santísimo, el velo que lo separaba del lugar santo estaba corrido.  De esta manera cualquier persona que estuviese en el lugar santo podría ver lo que ocurría en el lugar santísimo, pero esta era prerrogativa exclusiva del sumo sacerdote, porque era el único que podía comparecer ante la misma presencia de Dios.  La prohibición aquí presentada se aplica a los vers. 12-16, que tratan de la ministración del sumo sacerdote en el lugar santísimo.

El pueblo esperaba ansiosamente oír las campanillas del manto del sumo sacerdote en el día de la expiación.  Había entrado en el lugar santísimo vestido de blanco para rociar la sangre y, en forma simbólica, para quitar así para siempre el registro de los pecados cometidos. ¿Lo aceptaría Dios, y con él los aceptaría a ellos?  Cuando se retiraba del lugar santísimo, y volvía a vestir sus vestimentas áureas, el pueblo oía el sonido de las campanillas con profundo regocijo y gratitud.

Saldrá al altar (Lev. 16:18)

Luego de haber purificado el lugar santísimo y de haber concluido su ministerio allí, entonces Aarón también debía purificar el "tabernáculo de reunión", es decir, el lugar santo (Lev. 16:16).  Entonces debía salir al altar del holocausto.  Allí debía tomar de la sangre del becerro y del macho cabrío, y con ella debía purificar el altar de todas las "inmundicias de los hijos de Israel" (Lev. 16:19).  Según la tradición judía, se mezclaba la sangre del becerro con la del macho cabrío en una misma vasija.  La estructura gramatical del versículo parecería corroborar esta tradición.

Además de colocar la sangre sobre los cuernos del altar -donde ya había sido puesta la sangre de las ofrendas por el pecado - el sumo sacerdote debía rociar la sangre sobre el altar mismo, donde había sido rociada la sangre de los sacrificios por las transgresiones, y de los holocaustos, como también la sangre de los corderos del sacrificio matutino y del sacrificio vespertino.  Al hacerlo, el sumo sacerdote purificaba y santificaba el altar "de las inmundicias de los hijos de Israel".

Podemos comprender fácilmente la razón por la cual era necesario purificar los dos altares del santuario terrenal, puesto que la sangre de los holocaustos y de las ofrendas por el pecado había sido rociada sobre ellos (Lev. 1: 5, 11; 4: 7, 18, 25, 30, 34).  En el caso de los holocaustos y de las ofrendas por la transgresión, la sangre había sido rociada sobre el altar mismo (Lev. 1: 5, 11; 5: 9); en el caso de las ofrendas por el pecado, había sido colocada sobre los cuernos (Lev.  4: 7, 18, 25, 30, 34).  Del altar del incienso se dice que Aarón debía hacer "expiación una vez en el año con la sangre del sacrificio por el pecado para expiación" (Exo. 30: 10).  En cuanto al altar de los holocaustos se dice lo siguiente: "Saldrá al altar que está delante de Jehová... y tomará de la sangre del becerro y de la sangre del macho cabrío, y la pondrá sobre los cuernos del altar alrededor.  Y esparcirá sobre él de la sangre con su dedo siete veces, y lo limpiará, y lo santificará de las inmundicias de los hijos de Israel" (Lev. 16: 18, 19, 20).

El templo terrenal es imitación del templo celestial.  La purificación en la tierra no es sino un símbolo de la purificación en el cielo.  De esto habla Daniel al decir que, al fin de los 2.300 días, el santuario sería "purificado" (Dan. 8: 14).  Pero, ¿necesita ser purificado el santuario celestial? ¿Ha ocurrido en el cielo alguna contaminación que haga necesaria tal purificación?  Pablo responde: "Fue, pues necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así [con los sacrificios de animales]; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos" (Heb. 9: 23).

El macho cabrío vivo (Lev. 16:21)

Mientras el sumo sacerdote había estado ocupado en hacer la expiación con el macho cabrío de Jehová y mientras limpiaba el santuario con la sangre del animal, el macho cabrío de Azazel estaba atado junto al altar, sin tener parte alguna en el ritual.  Le llegaba su turno sólo después de haberse completado la expiación con el macho cabrío de Jehová (Lev. 16:20), luego de haberse "acabado" la expiación del "santuario y el tabernáculo de reunión y el altar".

El sumo sacerdote, después de haber limpiado el santuario de pecado, salía con esos pecados a la puerta del tabernáculo donde estaba esperando el macho cabrío de Azazel (PP 369; CS 474).  Ponía las manos sobre la cabeza del macho cabrío, confesaba sobre el animal los pecados, y los transfería así del santuario al macho cabrío, quien debía transportarlos al desierto (PP 369, 371).

En la realidad simbolizada, Cristo finalmente habrá de purificar el santuario celestial, quitando de allí todos los pecados confesados y perdonados, y pondrá estos pecados sobre Satanás.  Este será declarado culpable de todo el mal que ha hecho cometer, y deberá sufrir el castigo final (CS 474, 538, 614). "Los pecados de los redimidos con su sangre caerán al fin sobre el causante del pecado, quien habrá de sufrir el castigo de aquellos pecados" (PE 178).

Cuán apropiado es que el acto final del drama de la forma en que Dios trata el pecado, sea hacer caer sobre la cabeza de Satanás todo el pecado y toda la culpa que, emanando originalmente de él, trajeron una vez tal tragedia a las vidas de los que ahora se hallan liberados del pecado por la sangre expiatoria de Cristo.  De este modo se completa el ciclo, termina el drama.  Solamente después de que Satanás -el instigador de todo el pecado - haya sido finalmente quitado, se podrá afirmar con certeza que el pecado ha sido eliminado para siempre del universo de Dios.  Sólo colocando los factores en este orden podemos entender que el "macho cabrío de Azazel" tuviera una parte en la expiación (Lev. 16:10).  Cuando los justos hayan sido salvos, los malvados "cortados" y Satanás ya no exista, entonces, y sólo entonces, se podrá decir que todo el universo está en perfecta armonía y unidad, como estuvo originalmente, antes de que entrara el pecado.

4. ¿Cómo describe la Biblia el aspecto del Santuario Celestial? (Exo. 25:8, 9,40; Heb. 9:23,24; 8:5; Apoc. 15:5)

 “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis”. “Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte” (Exo. 25:8, 9,40). “Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (Heb. 9:23,24). “Los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte” (Heb. 8:5)

Aunque los hebreos sabían, tan bien como nosotros lo sabemos, que el gran Dios no podría "habitar" en un edificio de hechura humana (1 Rey. 8: 27; 2 Crón. 2: 6; Isa. 66: 1; Jer. 23: 23, 24), no les parecía correcto que hubiese culto sin templo.  Lo que es más, el santuario proporcionaba un centro visible para el culto del único Dios verdadero, y constituía, por lo tanto, un baluarte contra la adoración de los numerosos dioses de los paganos.  Acercaba a Dios a su pueblo y hacía que su presencia entre ellos fuese algo real.  También esto constituía una protección contra la idolatría (Exo. 29: 43, 45; Núm. 35: 34).  Puesto que en ese tiempo los israelitas eran nómadas, el santuario debía poder armarse y desarmarse fácilmente para ser transportado de lugar en lugar, Es significativo el hecho de que la palabra hebrea traducida "santuario" nunca se aplica a un templo pagano. En un sentido espiritual, Dios siempre ha buscado morar con los hombres y no puede hallar "reposo" hasta que haya obtenido esa morada (Sal. 132: 13-16), primero en el corazón de cada persona de su pueblo (1 Cor. 3: 16, 17; 6: 19) y luego en medio de cualquier grupo que se reúna para adorarle (Mat. 18: 20).  El sistema cuyo centro era el tabernáculo terrenal señalaba por adelantado a Cristo, quien más tarde "habitó", o según una traducción literal, "hizo su tabernáculo", entre los hombres (Juan 1: 14).

La palabra hebrea shakan, "habitar", significa residir permanentemente en una localidad.  Este vocablo está muy relacionado con la palabra Shekinah, que es el nombre aplicado a la manifestación de la gloria divina asentada sobre el propiciatorio (PP 360).  La Shekinah era el símbolo de la presencia divina, por medio de la cual Dios había prometido habitar "en medio de ellos" (Exo. 25: 22). Dios le dijo a  Moisés: “Conforme a todo lo que yo te muestre”, esto indica que aunque la artesanía era humana, el plan era divino.  Dios siempre ha contado con la cooperación de instrumentos humanos para la construcción de su casa.  En esta obra, cada individuo pudo tener la satisfacción de participar. En el monte, Moisés vio "una representación en miniatura" del santuario celestial (PP 356; Hech. 7: 44; Heb. 8: 5), del "verdadero tabernáculo" (Heb.  8: 2).  Se dice que el santuario terrenal era "figura" de las cosas celestiales" (Heb. 9: 23, 24), porque fue hecho "conforme al modelo" que le fue mostrado a Moisés (Heb.  8: 5). Era una "copia" del gran "original" del cielo (CS 466).  En visión, Juan entró en el santuario celestial (Apoc. 15: 5), donde vio el arca (Apoc. 11: 19), el altar del incienso (Apoc. 8: 3-5), y posiblemente el candelero (Apoc. 1: 12; 11: 4).  Por lo tanto, tenemos "pruebas indiscutibles de la existencia de un santuario en los cielos" donde el Rey del universo tiene su trono (CS 467) y donde Cristo ministra como nuestro gran Sumo Sacerdote (Heb. 8: 1, 2).

Cabe mencionar, que la palabra “figura”  proviene del griego hupódeigma, que significa:"ejemplo", "modelo", "copia", "representación".   Recordemos  que una "copia" terrenal nunca puede representar fielmente, en todos sus detalles, al original celestial; por ejemplo, todos los diversos sacrificios por los pecados que se ofrecían continuamente en el santuario terrenal, hallaron su cumplimiento en el único sacrificio de Cristo. El tabernáculo del desierto y sus muebles eran una representación de las realidades celestiales que anticipaban la obra que haría nuestro gran Sumo Sacerdote por los pecadores. Por otro lado, es inútil especular en cuanto a las dimensiones, la apariencia exacta o la disposición precisa del santuario celestial.

 

"Ningún edificio terrenal podría representar la grandeza y la gloria del templo celestial, la morada del Rey de reyes donde "millares de millares" le sirven y "millones de millones" están delante de él (Dan. 7:10), de aquel templo henchido de la gloria del trono eterno, donde los serafines, sus guardianes resplandecientes, se cubren el rostro en su adoración.  Sin embargo, las verdades importantes acerca del santuario celestial y de la gran obra que allí se efectúa en favor de la redención del hombre debían enseñarse mediante el santuario terrenal y sus servicios” (Patriarcas y Profetas, p. 371).

II. SIMBOLO Y REALIDAD

1. ¿Cuáles eran los enseres del tabernáculo y que simbolizaban cada una de las actividades que se realizaban? ¿De qué manera te pueden ayudar para comprender las verdades del Santuario Celestial?

Cuando Dios sacó a los israelitas de Egipto, le dijo a Moisés: "Me han de hacer un Santuario para que yo habite en medio de ellos" (Éxodo 25: . En el Monte Sinaí le dio al profeta instrucciones precisas en cuanto al plano del santuario y sus servicios (Éxodo 25 - 30). El propósito de Dios al dar estas instrucciones era que su pueblo entendiera:

·           Su santidad en contraste con la pecaminosidad de ellos

·           Su anhelo de perdonar sus pecados en respuesta a su arrepentimiento

·           Su deseo de morar en sus cuerpos personales, individuales, por medio del Espíritu Santo, y purificarlos del pecado (1 Corintios 6: 19, 20; Efesios 2: 21, 22; Apocalipsis 3: 20, 21).

 

Debido a que los israelitas se mudaban de un lugar otro, Dios dijo que el santuario debía ser construido en forma de tienda, de manera que pudiera ser desarmada cada vez que el pueblo se tenía que trasladar. Debía ser de diez codos por treinta (cada codo era de aproximadamente 46 centímetros) y dividido en dos compartimentos. El más grande iba a ser conocido como el "lugar santo", y el más pequeño, o interior, como el "lugar santísimo". Dos cortinas o "velos" servían de puertas; la cortina interior estaba ricamente bordada con figuras de ángeles. El "atrio" o patio que lo rodeaba estaba delimitado por un cerco de tela de lino.

 

Dios especificó claramente cómo debían estar ubicados los muebles en  el tabernáculo o tienda. A continuación se mencionan los enseres que se encontraban en el interior del tabernáculo y que simbolizan.

 

(1)      En  la entrada del atrio estaba un altar recubierto de bronce, el "altar de los holocaustos".  El “altar de los holocautos” o el altar de sacrifio simboliza la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario (Efe. 5:2).

(2)      El cordero del sacrificio. Representa Cristo, en el evangelio según San Juan dice: “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Sólo en virtud de que el Cordero de Dios no tenía pecado (Heb. 4: 15; 1 Ped. 2: 22) él podía "quitar (la palabra griega, airo) nuestros pecados"  (1 Juan 3: 5).  Debido a que la carga de pecado era demasiado pesada para que la lleváramos nosotros, Jesús vino para levantar la carga de nuestras vidas destrozadas. El profeta Isaías antes que Daniel ya lo había profetizado: “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.  Más él fue por nuestra rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, por su llaga fuimos nosotros curados.  Todos nosotros nos descarriamos como oveja, cada cual se apartó, por su camino; mas Jehová cargó en él pecado de todos nosotros.  Angustiado él y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Isa. 53:3-7).

(3)       Luego se localizaba  la "pila de bronce", un recipiente lleno de agua para las abluciones ceremoniales. La “pila de bronce” o lavacro simboliza la sangre de Cristo que nos limpia de todo pecado (1 Juan 3:5; Juan 1:7). También es un símbolo del bautismo, el apóstol se expresa: “Por que somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”. (Rom. 6: 4).

(4)      Más allá de la pila, se veía una  columna de humo era el incienso que se desprendía  desde el "altar del incienso”. El “altar del incienso” representa las oraciones de todos los hijos de Dios. En Apoc. 5:8, dice: “… se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos”

(5)      El "candelabro" de siete brazos que estaba a la  izquierda, era de oro macizo y que algunas de sus lámparas siempre ardían. El “Candelabro” simboliza a Cristo la luz del mundo. “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”(Juan 8:12).  Jesús no sólo es la luz; también es la vida (Juan 11: 25; 14: 6; 1: 4).  El que lo recibe, recibe vida.  "El que tiene al Hijo, tiene la vida" (1 Juan 5: 12).  En Jesús "hay vida original, que no proviene ni deriva de otra" (DTG 489).  Vino a esta tierra para que los hombres "tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10: 10).  "Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo" (1 Juan 5: 11).

(6)      Junto a la pared del norte se localizaba la "mesa de los panes de la Presencia", un mueble recubierto con oro.  Doce panes, uno por cada tribu de Israel, eran puestos allí cada sábado. La mesa de los panes representa a Jesús el Pan de Vida. Jesús dijo: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre…” (Juan 6:51)

(7)      Del “lugar santo” al “lugar santísimo” lo separaba un velo. Mientras Cristo moría en la Cruz, el velo se rasgaba. “Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron” (Mat. 27:51). La cortina que separaba el lugar santo del santísimo (Exo. 26:31-33; 2 Crón. 3:14). Únicamente el sumo sacerdote podía entrar en el lugar santísimo, y eso, sólo una vez en el año. Al desgarrarse el velo quedó expuesto el lugar que había sido hasta ese momento sacrosanto. Así el cielo indicó la terminación del servicio simbólico: el símbolo se había encontrado con la realidad simbolizada. Esto ocurrió a la hora del sacrificio vespertino regular, como a las 3 de la tarde, o en torno a la hora "novena", según el cómputo Judío; cuando el sacerdote estaba a punto de degollar el cordero del holocausto diario (DTG 704-705; CS 450). Los sacrificios habrían de terminar, la profecía indicaba: “Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda...” (Dan 9:27). La mitad de la semana sería la temporada de la pascua del 31 d. C., 3 1/2 años después del bautismo de Cristo. Los sacrificios hallaron su cumplimiento en el sacrificio voluntario de Cristo, al que habían simbolizado. La ruptura del velo del templo hecha por una mano invisible en el instante de la muerte de Cristo fue el anuncio del cielo de que los sacrificios y las oblaciones habían perdido su significado.

(8)       En el centro del “lugar santísimo” estaba el "arca del Testimonio", una caja recubierta de oro que contenían las tablas de piedra sobre las cuales Dios grabó los Diez Mandamientos. La tapa del arca, llamada "propiciatorio", era de oro macizo. Sobre esa tapa, y labrados con el mismo trozo de oro, había  dos ángeles llamados "querubines", cuyos rostros miraban hacia abajo.   Generalmente una luz brillante y sobrenatural, que representaba la presencia de Dios, resplandecía entre los querubines (Génesis 3: 24; Éxodo 25:17- 22; 1 Timoteo 6: 16; Éxodo 40: 34-38; Números 3: 14-39).

El arca del Testimonio son las dos tablas de piedra que contenían los Diez Mandamientos (Exo. 30: 6; 31: 18; 32: 15, 16).  La principal  finalidad del arca era la de servir como repositorio de la santa ley de Dios.  Puesto que las tablas de piedra contenían la transcripción del carácter y de la voluntad de Dios, habiendo sido escritas por la misma mano de Dios, se las honraba como el objeto más sagrado del santuario.  Por esta razón, este último era llamado el "tabernáculo del testimonio" (Exo. 38: 21; Núm. 9: 15). También se conocía la ley con el nombre de "pacto" (Deut. 4: 12, 13; 9: 9-15); de ahí que el arca fuese comúnmente llamada "arca del pacto" (Deut, 31: 26; Heb. 9: 4).

El Propiciatorio era la tapa del arca, este vocablo así traducido se deriva de una raíz que significa "cubrir", es decir, "perdonar" el pecado.  Representaba la misericordia divina.  En forma significativa, el propiciatorio estaba hecho de oro puro, lo que implicaba que la misericordia es el más precioso de los atributos divinos.  Estaba ubicado por encima de la ley, así como la misericordia sobrepuja a la injusticia (Sal. 85: 10; 89: 14).  Eran necesarios tanto el arca como su justicia como el propiciatorio con su misericordia para revelar plenamente la manera como Dios procede con los hombres.  La misericordia sin la justicia es sentimentalismo débil, que subvierte todo orden moral.  Por otra parte, la injusticia sin la misericordia es severidad moral, impecable en la teoría, pero repugnante a Dios y a los hombres.

(9)      El arca y el propiciatorio eran el corazón mismo del santuario.  Por encima del propiciatorio reposaba la Shekinah, el símbolo de la presencia divina.

(10)  Las tablas de la ley dentro del arca testificaban que el reino de Dios está fundado sobre las normas inmutables de la justicia (Sal. 97: 2), la cual debe ser respetada aun por la gracia divina.  La gracia no puede concederse de manera que invalide la ley (Rom. 3: 31).  Cuando se perdona el pecado, deben también satisfacerse las exigencias de la ley en contra del pecador.

(11)  El propósito mismo del Evangelio es conseguir para el pecador el perdón de sus pecados por la fe en un medio que no "invalida" la ley, sino que la "establece".  Si bien las tablas dentro del arca testificaban en contra del pueblo, el propiciatorio mostraba un camino por el cual podían satisfacerse las exigencias de la ley y el pecador podría ser salvo de la muerte, el castigo decretado por la ley.  Basándose solamente en la ley, Dios y el hombre no pueden volver a unirse, puesto que el pecado nos separa de él (Isa. 59: 1, 2).  Debe intervenir el propiciatorio rociado de sangre pues sólo podemos acercarnos a Dios gracias a la mediación de Cristo en nuestro favor (Heb. 7: 25).

Cuando los israelitas se establecieron en Palestina, el tabernáculo envejeció y se deterioró. El rey Salomón lo reemplazó por un templo de piedra edificado en Jerusalén, basándose en el mismo plano del santuario del desierto. Fue el templo de Salomón el que Nabucodonosor arrasó más de trescientos años después.

 

Al terminar el exilio babilónico los judíos construyeron un segundo templo sobre la base del mismo plano del templo de Salomón y en el mismo sitio. El segundo templo carecía del arca de la alianza, que desapareció después del ataque final de Nabucodonosor. Dentro de sus límites se encontraba, al principio, el altar que Antíoco Epífanes profanó en el año 168 AC. Herodes el Grande, que era rey cuando Jesús nació, reconstruyó y embelleció este segundo templo a tal punto que llegó a ser conocido como templo de Herodes. Jesús enseñó en ese templo, y los romanos lo destruyeron en el año 70 DC.

 

III. EL SIMBOLISMO DEL DIA DE LA EXPIACION

·        ¿Cómo puede el estudio de la expiación lograr un cambio en tu vida? ¿De qué manera podrías compartir el Plan de Salvación utilizando las ilustraciones del ritual en el Día de la expiación que sucedía en el santuario hebreo?

“Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti, cuando alzo mis manos hacia tu santo templo” (Sal. 28:2).

“Entraremos en su tabernáculo; nos postraremos ante el estrado de sus pies (Sal. 132:7).

“Me postraré hacia tu santo templo, y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas” (Sal. 138:2).

1.. ¿Habla la Biblia de un juicio final? ¿En qué consiste ese juicio? ¿Cuáles son las fases del juicio final? ¿Qué lecciones proveen para nosotros el santuario terrenal y sus servicios, en especial el día de la expiración en el Antiguo Testamento con respecto al juicio final? (Heb. 8:1; 9:1-7, 23,24:Exo. 25:9,40).

2. Describe con palabras sencillas el Día de la Expiación.

El santuario terrenal y sus servicios, proveen para nosotros una oportunidad especial para comprender el papel que cumple el santuario celestial.  Los acontecimientos que sucedían durante el Día de la Expiación representan las tres fases del juicio final de Dios. Son a saber los siguientes:

(1) El “juicio premilenario” (o “juicio investigador”), es decir el juicio anterior al advenimiento de Cristo (Dan. 8:14)

La fase investigadora del juicio estaba simbolizada por la erradicación de los pecados del Santuario. Se concentra en los nombres registrados en el Libro de la vida, así como en el día de la expiación se refería a la erradicación de los pecados de quienes entran en su morada (Sal. 132:7) y de aquellos que tienden sus brazos hacia el Lugar Santísimo (Sal. 28:2). De allí la fe de los de los verdaderos creyentes y su unión con Cristo se reafirme ante el universo que permanece fiel a Dios.

(2) El “juicio milenario” (Apoc. 20:4; 1 Cor. 6:2,3).

El destierro de chivo expiatorio al desierto simboliza el encierro de Satanás durante mil años en la tierra desolada, Que comienza a raíz de la de la segunda venida de Cristo y coincide con la segunda fase del juicio final que se centra en el cielo.

(3) El “juicio ejecutivo”, que ocurre al final del milenio. (Apoc. 20:3, 5,7-9).

El campamento purificado simboliza la tercera etapa, o fase ejecutiva, del juicio cunado el fuego destruye a los malvados y purifica la tierra ( Apoc. 20:11-15, Mat. 25:31-46; 2 Ped. 3:7_13).

3. Explique, ¿Ya comenzó el juicio?

IV. EL DIA DE LA EXPIACIÓN Y USTED

1. ¿A qué se refiere la purificación del  santuario? ¿Cuál es la relación que existe entre el Juicio previo al advenimiento y  la purificación del Santuario?

La  respuesta, es que el Santuario será purificado en el cielo (se refiere al Juicio investigador que se iniciará en el cielo), comenzando al final de los 2,300 años; y, por supuesto, como resultado de ese juicio, los santos recibirán el reino (Daniel 7:28-29). Es por eso que Daniel 7 muestra claramente que el juicio anterior al advenimiento conduce no sólo a la caída del cuerno pequeño sino también a la vindicación de los santos y el establecimiento del reino de Dios. La purificación del Santuario celestial, de los pecados de los fieles, corresponde con la purificación del tabernáculo de Moisés en le Día de la Expiación, una vez por año (Lev. 16:30), que también era un día de juicio.

2. ¿De qué manera se purificaba el Santuario del Antiguo Testamento? ¿Por qué motivo el Santuario necesita de una purificación? (Lev. 16:15-19)

 

El sistema de sacrificios del Antiguo Testamento incluye dos aspectos: el servicio diario y, una vez por año, el servicio anual (el Día de la Expiación). En el servicio diario, los sacerdotes cada día presentaban los holocaustos requeridos. Los israelitas podían traer sus propias ofrendas, las que -con la ayuda de los sacerdotes y bajo su supervisión- serían sacrificadas. Por medio del ritual simbólico del servicio diario, a lo largo del año los pecados del pueblo de Israel eran transferidos al santuario, que así quedaba contaminado. Una vez por año, en el día de la expiación, una ceremonia especial purificaba el Santuario de los pecados del pueblo, que se había acumulado durante el año. En ese día el sumo sacerdote traía primero un sacrificio por sí mismo y su familia; luego echaba suertes sobre dos machos cabríos: uno para Dios, y el otro era el que se enviaría al desierto. Luego mataba al macho cabrío de Dios y llevaba su sangre hasta el Lugar Santísimo, donde la salpicaba sobre el propiciatorio y delante de él. Mientras salía, ponía sangre sobre los cuernos del altar del incienso, así como el altar del holocausto. Mediante esta ceremonia, él limpiaba el Santuario de los pecados del pueblo, que se habían acumulado durante el año.

 

3. ¿En Daniel 8:14, de qué Santuario se esta hablando? ¿Por qué necesita ser purificado?

 

4. ¿Cuál es la importancia de la doctrina del juicio anterior al advenimiento?

 

El día del juicio es un "Día de la Expiación", es un día en que Dios  vindicará y purificará  a todos los que sinceramente desean reconciliarse con El, pero también es  un día que eliminará  a todos los que quieren separarse de El. ¿Ese día puede ser hoy? ¿Qué resuelves? ¿Estamos preparados?

 

Cuando el Señor haya terminado esta obra, un clamor de victoria resonará de galaxia en galaxia a través del cielo poblado de estrellas. La paciencia de Dios con los impíos ha sido una prueba para los santos. En su angustia a menudo han clamado: "¿Hasta cuándo?" (Apocalipsis 6: 10). Cuando por fin Dios le dé término a la obra de los impíos, el universo justo clamará en alabanza: "Te damos gracias. Señor, Dios Todopoderoso. . . porque has asumido tu inmenso poder para establecer tu reinado" (Apocalipsis 11: 17).

 

Por cierto, aunque el antiguo Día de la Expiación comenzaba con solemnidad, también terminaba con alegría. Las aldeanas vestidas de blanco danzaban en los campos, felices por haber recobrado su inocencia. Dios proporcionaba otra fuente de gozo además de la inocencia recuperada. En la tarde del Día de la Expiación cada cincuenta años, al final de siete ciclos de siete años cada uno, las trompetas  anunciaban el comienzo del año del jubileo (Levítico 25). "Proclamaréis en la tierra liberación para todos sus habitantes" (Levítico 25: 10). Los esclavos hebreos debían ser dejados en libertad. Todas las tierras que habían sido compradas o vendidas desde el jubileo anterior debían regresar a los descendientes de sus dueños originales. Era un plan adecuado para evitar las desigualdades sociales. Enseñaba que Dios, y no el hombre, es el verdadero dueño de la tierra.

 

¡Qué ilustración para el libro de Daniel! Al final del día celestial de expiación y juicio, resuena la trompeta del Señor, Dios declara que su Hijo es Rey de reyes y Señor de señores, la piedra sobrenatural derriba la imagen, y se les quita la tierra a los que la destruyen (Apocalipsis 11: 18) para que sea dada a los santos del Altísimo. Los mansos heredarán la tierra (S. Mateo 5: 4). Ahora la obra maléfica del cuerno pequeño a terminado, su pretendida autoridad para atropellar el tamid de Cristo, y su verdad, y su pueblo se le quitará, para ser destruido y aniquilado totalmente. . . Y la grandeza de los reinos. . . serán dados al pueblo de los santos del Altísimo" (Daniel 7: 26, 27).

 

El Día de la Expiación y usted

 

·        El mensaje personal de Daniel 8: 14 es que Dios tiene necesidad de usted. Se preocupa lo suficiente como para tratar de atraerlo a cualquier costo. "El Padre mismo os quiere" (S. Juan 16: 27). Y desea que usted haga un profundo examen de conciencia para ver si hay algún pecado que lo separa de El y de algunos otros a quienes El también ama.

 

·        El Dios que al día del juicio le da el nombre de Día de la Expiación tiene que ser maravilloso.

 

·        Por eso queremos saber cuándo triunfará el Santuario celestial, cuándo será purificado y vindicado.

 

·        En el capítulo 9 Gabriel regresará para "explicarnos" muchas cosas, incluso el misterio de las "dos mil trescientas tardes y mañanas" que son los 2.300 días.

5. ¿Cómo es el carácter de Dios? (1 Juan 4:8)

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en el cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16)

El amor de Dios abarca a toda la humanidad, pero beneficia directamente sólo a los que responden a ese amor (Juan 1: 12). El amor requiere reciprocidad para ser plenamente efectivo.  Pero es significativo que el amor de Dios abarque tanto a los que lo rechazan como a los que lo aceptan. Ninguno de los perdidos puede acusar a Dios de que no lo ama.  Afirmar que Dios ha predestinado a algunas personas para que se pierdan sin tomar en cuenta la propia elección de ellas en ese asunto, es como decir que las aborrece.  Es tildarlo de injusto y hacerlo responsable por el destino de ellas (Rom. 5: 8; 2 Cor. 5: 19; com.  Juan 3: 17-20). No hay límites para el amor de Dios. No hay nadie a quien él arbitrariamente le rehúse los beneficios de la gracia salvadora. Sólo hay una condición: creer en Cristo y cooperar voluntariamente con él (Juan 1: 12.  La bondad de Dios es la que induce a los hombres al arrepentimiento (Rom. 2: 4).  Es la luz del sol de su amor la que enternece los corazones endurecidos, rescata a los perdidos y convierte a los pecadores en santos. "Vida eterna" es vida que dura para siempre, vida que no tiene fin. Se hace posible únicamente mediante una conexión constante con la Fuente de toda vida. El cristiano sincero tiene el privilegio de regocijarse en que tiene "vida eterna" ahora, como una dádiva de Dios y "esta vida está en su Hijo" (1 Juan 5: 11).  "El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida" (1 Juan 5: 12). La posesión de la vida eterna depende de que Cristo habite por fe en el corazón.  El que cree tiene vida eterna y "ha pasado de muerte a vida" (Juan 5: 24-25; 6: 54; 8: 51).

6. ¿Cuáles son las razones del juicio preadvenimiento o  juicio investigador?¿Qué relación tiene el juicio investigador con el Día de la Expiación?

(1)Debe demostrarse  la vindicación del carácter de Dios y su soberanía ante todas las inteligencias del universo (1 Cor. 4:9)... Dios sostendrá el honor de su carácter, reflejado en el espejo de su santa ley (Sant. 1:23-25)

(2)Debe demostrarse que no tienen ninguna base las acusaciones falsas que Satanás ha presentado contra el gobierno de Dios (Job 1:7-11; Apoc. 12:10-12). Satanás pretende que todos los hombres son legalmente sus súbditos. Acusa delante de Dios a aquellos por quienes Jesús intercede en el juicio; pero Jesús alega el arrepentimiento y la fe de los acusados.

(3)Durante el juicio preadvenimiento se examinarán los registros de todos aquellos que en un tiempo u otro han profesado lealtad a Cristo y se dará la garantía para ser hijos del reino celestial (1 Ped. 4:17)

(4) En ocasión de la Segunda Venida de Cristo, los que pasaron el juicio y fueron vindicados por la sangre de Cristo serán recompensados.

(5)Como resultado del juicio se confecciona un registro de los que serán ciudadanos del futuro reino de Cristo. Ese registro incluye los nombres de hombres y mujeres de toda nación, tribu, lengua y pueblo. Juan habla de los redimidos en la tierra nueva como de "las naciones" de los salvos (Apoc. 21: 24).

(6)Se debe mostrar que Dios ha sido completamente justo al elegir a ciertos individuos para que formen parte de su reino futuro y al impedir la entrada de otros allí.

(7)Los actos finales de Dios arrancarán de los hombres estas confesiones: "Justos y verdaderos son tus caminos" (Apoc. 15: 3); "Justo eres tú, oh Señor" (Apoc. 16: 5); "tus juicios son verdaderos y justos" (Apoc. 16: 7).

(8)Satanás mismo será impulsado a reconocer la justicia de Dios (CS 728 - 730). La palabra griega de esos pasajes del Apocalipsis que se traduce por "Justo" es díkaios, equivalente al Hebreo tsaddiq, derivado de tasadaq, raíz del verbo que se traduce "será purificado" en Dan. 8: 14. De esta manera el Hebreo tasadaq puede transmitir el pensamiento adicional de que el carácter de Dios será completamente vindicado como el clímax de "la hora de su juicio" (Apoc. 14: 7), el cual comenzó en 1844.

7. ¿Cuándo comenzó el “Juicio previo al Advenimiento” de Cristo?

 

Daniel 7

Daniel 8

Aplicación

León

----------------

Babilonia

Oso

Carnero

Medo-Persia

Leopardo

Macho cabrío

Grecia

Bestia  terrible y espantosa

Cuerno pequeño

Roma pagana

Diez cuernos -Cuerno pequeño

Cuerno pequeño

Roma papal

Juicio en el cielo

Purificación del Santuario

Juicio previo al advenimiento: inicia en   1844 de acuerdo lo estudiado

Los santos reciben el reino

Cuerno destruido sin mano

La segunda venida de Cristo

8. ¿Por qué vino Jesús en esta Tierra?  (Juan 3:16; 12: 31, 32)

“...Para Adán el ofrecimiento del primer sacrificio fue una ceremonia muy dolorosa...Mientras mataba a la inocente víctima temblaba al pensar que su pecado haría derramar la sangre del Cordero inmaculado de Dios.  Esta escena le dio un sentido más profundo y vívido de la enormidad de su transgresión, que nada sino la muerte del querido Hijo de Dios podía expiar...Pero el plan de redención tenía un propósito todavía más amplio y profundo que el de salvar al hombre.  Cristo no vino a la tierra sólo por este motivo; no vino meramente para que los habitantes de este pequeño mundo acatasen la ley de Dios como debe ser acatada; sino que vino para vindicar el carácter de Dios ante el universo.  A este resultado de su gran sacrificio, a su influencia sobre los seres de otros mundos, así como sobre el hombre, se refirió el Salvador cuando poco antes de su crucifixión dijo: "Ahora es el juicio de este mundo: ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.  Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos traeré a mí mismo." (Juan 12: 31, 32.) El acto de Cristo de morir por la salvación del hombre, no sólo haría accesible el cielo para los hombres, sino que ante todo el universo justificaría a Dios y a su Hijo en su trato con la rebelión de Satanás.  Demostraría la perpetuidad de la ley de Dios, y revelaría la naturaleza y las consecuencias del pecado” (Patriarcas y profetas, pp.54, 55)

 

9. ¿Por que es necesario que sea vindicado el carácter y el gobierno de Dios? (Rom. 3:22-26; Juan 12: 31, 32; Col 1:20)

 

“...Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”. (Rom. 3:22-26). “Y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Col 1:20)

Algunos comentadores afirman que aunque sólo un tercio de los ángeles se rebelaron en el cielo contra el gobierno de Dios y fueron expulsados de allí, el resto de las huestes angélicas no entendió plenamente la realidad del pecado ni sus horrendos resultados hasta que Cristo murió en la cruz. Los seres celestiales comprendieron como nunca antes, después de este acontecimiento, que los caminos de Dios son verdaderos y justos y que el programa de Satanás conduce a la muerte.  De ese modo todas las cosas, tanto materiales como espirituales, tanto celestiales como terrenales, serán conducidas a un estado de perfecta armonía mediante la cruz y todo lo que ella representa. El tiempo y el despliegue de los propósitos de Dios mediante Cristo desenmascararán a Satanás y a los que simpatizan con él, y cuando sean aniquilados se verá la justicia de Dios.  El plan de la redención cumplirá así su propósito más amplio y profundo, a saber: la vindicación del carácter de Dios ante el universo. Estos versículos reflejan el punto esencial del gran conflicto, el tema central en el plan de redención. El carácter de Dios y su justicia han sido juzgados, por así decirlo, ante los hombres y ante todo el universo. Durante varios miles de años Dios toleró las acusaciones de Satanás y la rebelión del hombre.  Durante todo ese tiempo el Señor fue desarrollando gradualmente su maravilloso plan, un plan que no sólo haría posible el perdón y la restauración de los pecadores, sino que también demostraría en los siglos venideros la absoluta perfección del carácter divino y la completa unión de la justicia y el amor en el gobierno divino.

La vida y la muerte de Jesús demostraron para siempre cómo consideraba Dios el pecado (2 Cor. 5: 19; DTG 711).  Quedó demostrado eternamente el insondable amor de Dios por todas sus criaturas, un amor que no sólo podía perdonar, sino también hacer que los pecadores caídos se sintieran compungidos, tuvieran fe y prestaran perfecta obediencia.  De ese modo fueron refutadas las acusaciones de Satanás y se aseguró eternamente la paz del universo. 

 

10. ¿Qué debemos de hacer ante el inminente evento? ¿Cómo debemos de predicar este mensaje? Estamos viviendo en tiempos solemnes, ¿Debemos de tener miedo? ¿Sí? ¿No? ¿Por qué? ¿Quién es nuestro abogado?

V. BUENAS NOTICIAS   

1. ¿Cuáles son las buenas noticias para nosotros que vivimos en momentos solemnes?

Lee el siguiente texto: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Rom. 8:1)

2. ¿Quiénes no serán condenados?

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”

La buena nueva del Evangelio es que Cristo vino a condenar el pecado, y no a los pecadores (Juan 3: 17; Rom. 8: 3).  Cristo ofrece justificación y libertad a los que creen y aceptan las generosas estipulaciones del Evangelio, y que por la fe se dedican a vivir en amante obediencia. Para tal caso, no hay ninguna condenación (Juan 3: 18).

3. ¿Qué significa “para los que están en Cristo Jesús”?

a)      Significa una estrecha relación personal que existe entre el cristiano y Cristo.

b)      Significa más que depender de él o ser nada más que su seguidor o discípulo.

c)      Implica una unión diaria y viviente con Cristo (Juan 14: 20; 15: 4-7). Juan describe esta unión con las palabras estar "en él" (1 Juan 2: 5-6, 28; 3: 24; 5: 20).  Pedro también habla de estar en Cristo (1 Ped. 3: 16; 5: 14).  Pero la idea es especialmente característica de Pablo. La aplica a iglesias (Gál. 1: 22; 1 Tes. 1: 1; 2: 14; 2 Tes. 1: 1) y también a individuos (1 Cor. 1: 30; 2 Cor. 5: 17; Efe. 1: 1).

d)      Jesús enaltece la intimidad de esta unión mediante su parábola de la Vid y los pámpanos (Juan 15: 1-7).

e)      Implica experimentar una unión transformadora de nuestro carácter a través de Cristo y por ende estar  libre de condenación.

f)        Los verdaderos seguidores  de Dios, a los que realmente tienen fe y confían en la conducción de Dios. Su amor por Dios es una respuesta al amor de Dios para ellos y porque él obra en todas las cosas para su salvación. El amor de Dios debe llegar primero al hombre y entrar en su corazón antes de que pueda amar a Dios (1 Juan 4: 19), y el Espíritu Santo también debe iluminar primero a un hombre para que éste pueda orar como debe hacerlo (Rom. 8: 26).

g)      Estar en Cristo significa ser hombres y mujeres de fe y oración. La fe salvadora que proporciona reconciliación y justificación (Rom. 3: 22 -26), implica una experiencia de la cual Pablo habla como estar "en Cristo" (Rom. 3: 28).

h)      Significa permitir que la obra del Espíritu  Santo obre en nosotros, no a regañadientes. La salvación nunca se impone al pecador renuente, sino que el individuo la recibe al aceptar la invitación por el libre ejercicio de su voluntad junto con la exhortación, Dios hace llegar al corazón la influencia del Espíritu Santo para hacer efectiva la invitación. Los que "aman a Dios" han experimentado por sí mismos la evidencia de que han sido "llamados" "conforme a su propósito", pues la invitación ha producido el propósito determinado (Rom. 8: 16).

REFLEXIONES Y APLICACIONES PARA LA VIDA

Mí querido(a) amigo(a) o hermano(a): ¿De que manera la purificación del Santuario terrenal en el día de la expiación se relaciona con la purificación del Santuario Celestial? ¿Qué enseñanzas extrajeron los adventistas, al interpretar correctamente las 2300 tardes y mañanas?  Desde una perspectiva bíblica, ¿Por qué el Señor nuestro Dios necesita hacer expiación  antes de la Venida de Jesús? ¿En tu vida cristiana haz sido victima del egoísmo, de la codicia, de la ambición, de los celos? ¿Sí? ¿No? ¿Por qué? ¿En tus transacciones comerciales, haz dado cabida en tu corazón y en tu mente, la mentira, el fraude y la avaricia? ¿Eres orgullo y extravagante en tus relaciones interpersonales? ¿En tu vida existe la malicia, la envidia y el odio? ¿Los deleites carnales aun lo practicas todavía? ¿Crees que puedes engañar a Dios? ¿El cariño, la ternura, la comprensión y el amor es la atmósfera de tu hogar? ¿De que manera la expiación es una realidad en tu vida?

Reflexiona conmigo el siguiente texto: “Cuando os apartéis de las cisternas rotas que no pueden retener agua, y en el nombre de Jesús vuestro Abogado vayáis directamente a Dios para pedirle las cosas que necesitáis, será revelada la justicia de Cristo como vuestra justicia, la virtud de Cristo como vuestra virtud. Entonces comprenderéis que la justificación vendrá solamente por la fe en Cristo, pues en Jesús está revelada la perfección del carácter de Dios; en su vida está manifestada la realización de los principios de santidad. Mediante la sangre expiatoria de Cristo, el pecador es liberado del yugo y de la condenación; mediante la perfección del inmaculado Sustituto y Garantía, puede participar en la carrera de la humilde obediencia a todos los mandamientos de Dios. Sin Cristo, está bajo la condenación de la ley; siempre será pecador; pero mediante la fe en Cristo es hecho justo delante de Dios” (Mensajes Selectos tomo I, p. 388)

 

Manos a la obra:

 

  1. Prepara un tiempo para escudriñar tu corazón y permite que el Espíritu Santo te hable y dirija tu vida para vivir en comunión con sus enseñanzas acerca de la Expiación.
  2. Pide a Dios que perdone tus pecados y transforme tu vida.
  3. Escribe brevemente los cambios que Dios ha hecho en tu vida a partir del día que lo conociste hasta hoy y comparte con las personas que no conocen a Jesús.
  4. Memoriza cinco textos de la lección de esta semana que son especiales para ti.
  5. Escribe un pequeño poema que hable del sacrificio expiatorio de Cristo hecho por ti.
  6. Observa en una finca las características físicas de las cabras y relaciona, ¿Qué representaban los dos machos cabrios en el día de la expiación?

Resumen: El Día de la Expiación es algo positivo. Es el comienzo de una eternidad con Dios.

Ore conmigo, por favor…"Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo" (1 Juan 2: 1)…Feliz sábado

 

Elaboró: Delfino Jarquín, Si usted gusta ver los demás comentarios, temas de interés y enlaces inmediatos. Haga clic en:

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http://comentariosdeescuelasabatica.blogspot.com; http://www.adventistas.com.mx.

Bibliografía: Rodríguez Ángel Manuel, La Expiación y la Cruz de Cristo, Guía de estudio de la Biblia, Edición para maestros, octubre-diciembre de 2008__Notas de E.G. White para las Lecciones de la Escuela Sabática,  octubre-diciembre de 2008__G. White Ellen: El camino a Cristo, La Historia de la redención, El Deseado de todas las gentes, Conflicto de los siglos__Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día: Comentario Bíblico adventista del Séptimo Día, Tomo I, IV, V &,VII- Diccionario Bíblico Adventista del Séptimo día, - Creencias de los Adventistas del Séptimo Día, 1988 & 2006, _D. Thomas Jerry, Las 28 Creencias fundamentales para mí, APIA, 2007_Stephanie Lorena, Treasha Toussaint, Soliwazi Khumalo, et al, La Expiación y la Cruz de Cristo , Guía de es estudio de la Biblia para jóvenes, El universitario, octubre-diciembre de 2008.

Hermanos y maestros de la Escuela Sabática, espero que les pueda servir de ayuda este material. El propósito es, abarcar toda la lección de la semana; considerando los objetivos principales y aplicándolos en nuestra vida cristiana...gracias por las sugerencias y comentarios que nos han enviado; que la honra y la gloria sea para Dios. Si gusta escribirnos este es el correo: delfino_comessab@hotmail.com;  delfinosabbathschoolcomment@gmail.com  ¡Dios les bendiga  en cada una de sus actividades!, y esperando pronto la bendita esperanza de la Segunda Venida de Cristo Nuestro Señor, se despide su hermano en Cristo: Defino Jarquín López.

 

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Lecciones y comentarios para la escuela sabática_Segundo trimestre de 2014  
  Cristo y su Ley

Autor: Keith Burton

Lecciones y Comentarios para la escuela sabática-Segundo trimestre_Abril - Junio de 2014

Compilador: Delfino J.
Sin fines de Lucro_completamente gratis sin recibir nada a cambio
 
Cristo y su Ley  
  1. Las leyes en los días de Cristo (Levítico 1:1-9; Deuteronomio 17:2-6; Lucas 2:1-5;Hebreos 10:28; Santiago 2:8-12)
2. Cristo y la Ley de Moisés (Éxodo 13:2,12; Deuteronomio 22:23,24; Mateo 17:24-27; Lucas 2:21-24; 41-52; Juan 8:1-11)
3. Cristo y las tradiciones religiosas (Isaías 29:13; Mateo 5:17-20; 23:1-7; 15:1-6; Romanos 10:13)
4. Cristo y la Ley en el Sermón del Monte (Mateo 5:17-37; Lucas 16:16; Romanos 7:24)
5. Cristo y el sábado (Génesis 2:1-3; Isaías 65:17; Mateo 2:23-28; Juan 5:1-9; Hechos 13:14; Hebreos 1:1-3)
6. La muerte de Cristo y la Ley (Hechos 13:38,39; Romanos 4:15; 7:1-13; 8:5-8; Gálatas 3:10)
7. Cristo, el fin de la ley( Romanos 5:12-21; 6:15-23; 7:13-25; 9:30-10:4; Gálatas 3:19-24)
8. La Ley de Dios y la ley de Cristo
9. Cristo, la Ley y el evangelio
10. Cristo, la Ley y los pactos
11. Los apóstoles y la Ley
12. La iglesia de Cristo y la Ley
13. El reino de Cristo y la Ley
 
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